Este
es mi primer fic, espero que os guste. Es un Michael/Sara, como no.
Ninguno de los personajes me pertenece (porque si me pertenecieran
Michael y Sara estarían juntos). Post 2x13.
La canción
pertenece a La Oreja de Van
Goh.
A Diez Centímetros
de Ti
Sara
entró en su piso mirando el correo. Había pasado un año
desde la última vez que había visto a Michael, en un
hotel en Nueva York, mientras le entregaba la información de
su padre sobre el caso de Lincoln. Muchas cosas habían pasado
desde entonces. La Compañía se había ido
desmoronando poco a poco gracias a la información que su padre
le había dado. El caso se estaba revisando de nuevo, y lo más
probable es que Lincoln fuera declarado inocente y no tuviera que ir
a prisión por la fuga. La jueza que llevaba el caso, una mujer
joven, amable y razonable, decidió no añadir más
años por la fuga a Michael, considerando un factor atenuante
que había salvado al país de cometer un gran error, y
cambió sus cinco años de cárcel por 6 meses en
libertad vigilada y una multa de 100.000 dólares. Desde que
leyó en los periódicos la noticia, no había
vuelto a saber nada de Michael. Siguió revisando su correo,
mientras dejaba que su mente, en un momento de debilidad en el que
Sara había jurado mil veces no caer, volaba hacia los
recuerdos de Michael. La mirada de Michael, sus caricias, el beso…
Michael, Michael, Michael. Debajo de una factura de la luz había
un sobre sin remitente. Lo abrió, y encontró la
figurita de origami que caracterizaba a Michael. En ella había
un mensaje: 10/6 nº7 Washington Street; South Bend.
Así
que Michael la citaba de nuevo. Hace un año tenía muy
claro que debía ir a ese hotel en Gila. Entonces necesitaba
respuestas, y Michael podía dárselas. Pero ahora… No
necesitaba respuestas. Pero lo necesitaba a él. Sara alejó
esa idea de su cabeza. No debía ir, sería una muestra
de debilidad después de un año intentando olvidarlo,
superar lo que paso. Ahora que estaba tan cerca de lograrlo…
Cuando se fue a la cama Sara supo que no podría dormir.
Una batalla se había iniciado, la más violenta de
todas. Su corazón decía una cosa, su cabeza otra. Sara
pasó toda la noche pensando. Por la mañana ya había
tomado una decisión. Iría a verle (puesto que hoy era
10 de junio). Pero le dejaría muy claro que no quería
saber nada de él, que quería iniciar una nueva vida,
lejos de él, para curar sus heridas… Sara sabía muy
bien que eso no era lo que en realidad deseaba. Ella quería
correr junto a él, decirle que le quería, que lo había
añorado cada noche, que quería estar con él el
resto de sus vidas. Pero no podía. Dolería demasiado.
De camino a South Bend, Sara repasó mentalmente varias
veces el discurso que tenía preparado y se convenció a
sí misma de que era lo mejor. Cuando llegó a la
dirección, salió del coche respirando profundamente.
Se giró, y vio una bonita casa blanca de dos pisos. Era la
nº7. Se dirigió hacia ella, autoconvenciéndose de
que era lo correcto y respirando hondo.
Repaso
mis lecciones delante del espejo
Y me digo que a la larga lo bueno es lo correcto
Respiro lentamente, me vuelvo hacia la barra del bar
Donde tú estásSara timbró. Pasaron unos instantes hasta que la puerta se abrió. Y allí estaba él, mirándola con esos ojos, los ojos que la perseguían en todos sus sueños.
- Sara…- Michael la miró, la observó detenidamente. Había cambiado. Ahora tenía el pelo más largo, y parecía más fuerte. Había un nuevo brillo en su mirada. Ya no era solo dulzura. Ahora también vio coraje, pasión en sus ojos. Michael se dio cuenta rápidamente de que Sara estaba incómoda. No le extrañaba. La estaba desnudando con la mirada.- ¿Quieres pasar?
-
Gracias- dijo Sara entrando.
Michael la llevó a un acogedor
salón y la hizo sentarse. Luego trajo dos cafés.
Y tú que te conoces el mapa de mi alma
Ya sabes que hay un mundo detrás de mi mirada
Sabes abrir mis puertas preguntándome si todo va bien
O
algo va mal
Y aquí es cuando tus ojos me dejan
desarmada
Rompiendo en mil trocitos mi parte más exacta
Se
cae mi teoría convertida en un montón de palabras
Que
hoy vuelven solas a casa
- ¿Qué tal estás?-
le preguntó Michael.
Sara suspiró. Michael había
puesto el dedo en la llaga. Podía seguir con su plan,
pretender que todo iba bien y decirle lo que había venido a
decirle. Pero su otra parte, que había intentado silenciar, le
susurraba que le dijera que no podía vivir sin él, que
lo necesitaba, que lo quería a su lado. Sara se sumió
en un mutismo interminable, mientras su corazón y la razón
regresaban de nuevo al campo de batalla, como la noche anterior.
Michael no la interrumpió. Simplemente espero a que hablara,
contemplándola, mirándola con aquellos ojos azules.
-
Bien- respondió Sara. Una vez más, la razón
había ganado. ¿No?
- Me alegro.
- ¿Y tú como estás?
- Bien.
- ¿Por qué me pediste que viniera?
Michael
había decidido jugárselo todo en esa visita, y siguió
adelante con su plan. Porque siempre tenía un plan. Se acercó
un poco más a ella. Sara no lo rechazó.
- Te echaba
de menos- le susurró al oído.
Sara se estremeció.
Podía sentir el aliento de Michael sobre su cara, y, aunque no
se atrevía, sabía que sus ojos la estaban
observando.
A diez centímetros de ti
A diez años
luz de mañana
Que importan las ciencias exactas si tú
y yo somos así
A diez centímetros de ti
A diez
años luz de mañana
Tu encanto son armas cargadas de
promesas por cumplir
Promesas sobre la arena que el mar borrará
al venir
Sara se alejó de repente de él. No
podía caer otra vez.
- Escucha, Michael. Esto no está bien. No deberías echarme de menos. Tienes que olvidarme, y yo tengo que olvidarte. Tenemos que dejar que las heridas se cierren, y tal vez cuando ya no sintamos nada, podamos ser amigos y…- Sara no pudo seguir hablando porque Michael la besó. Y Sara se entregó a ese beso. Había añorado el tacto suave y cálido de sus besos durante mucho tiempo.
Los años que pasaron
pasaron tanto siglos
En lo que dura un beso mi tiempo se ha
invertido
Ya ves si soy idiota que ahora te tendré que
volver a olvidar
No hace falta que te jure querido compañero
Que
no debí quererte y sin embargo te quiero
Así que no
hagas trampas que sabes ya de sobra cual es mi debilidad
-
¿De verdad crees que el día en que deje de amarte
llegará, Sara? Te quiero, y siempre lo haré- Sara
sintió como un escalofrío recorría su espalda
mientras lo miraba a los ojos. Quería gritarle que ella
tampoco dejaría de amarlo nunca, que lo quería, pero su
razón la hacía callar, tal vez aún hubiera una
posibilidad de salir bien de allí, de volver a Chicago sin
Michael, de dejar su sombra atrás. De que las heridas no se
abrieran de nuevo. Quizás pudiera ser feliz sin Michael, sin
esa droga. Sara bajó la cabeza bruscamente mientras una
lágrima silenciosa resbalaba sobre su mejilla. Ese conflicto
interno que no la abandonaba, esa lucha sin fin entre la razón
y el corazón no la dejaría, y ella no podía
encontrar la solución. Delicadamente, Michael le levantó
la barbilla, haciendo que sus ojos se encontraran, y la miró
con dulzura, dándole fuerza. Sara intento apartar la vista,
sabía que los ojos de Michael eran lo único capaz de
convencerla de quedarse, eran su debilidad.
Y aquí
es cuando tus ojos me dejan desarmada
Rompiendo en mil trocitos mi
parte más exacta
Se
cae mi teoría convertida en un montón de palabras
Que
hoy vuelven solas a casa
Y en ese momento, la razón le cedió el paso al corazón, y Sara abrazó a Michael mientras este susurraba su nombre como solo él lo hacía, imprimiendo todo su amor en esa palabra: Sara, Sara… Ella comenzó a llorar y se abrazó más fuerte a Michael. No supo cuanto tiempo estuvieron así, pero Sara necesitaba ese abrazo para coger fuerzas para seguir con la rendición de la razón.
A diez centímetros de ti
A
diez años luz de mañana
Que importan las ciencias
exactas si tú y yo somos así
A diez centímetros
de ti
A diez años luz de mañana
Tu encanto son
armas cargadas de promesas que
Consiguen que me sienta tan tonta,
tan extraña
Tan lejos de mí misma, tan cerca de tu
alma
Me pierdo a la deriva y tan solo encuentro en medio del
agua
Promesas maleducadas- Te quiero- dijo en un
susurro casi imperceptible, pero que Michael oyó como si se la
estuvieran gritando al oído. Michael la besó de
nuevo.
A diez centímetros de ti
A diez años
luz de mañana
Que importan las ciencias exactas si tú
y yo somos así
A diez centímetros de ti
A diez
años luz de mañana
Tu encanto son armas cargadas de
promesas por cumplir- Estás salada- le dijo.
-
Ya.
Y
siguieron besándose durante horas, demostrándose su
amor, recuperando el tiempo perdido.
Varias horas después,
estaban abrazados en el sofá. Sara apoyaba su cabeza en su
pecho, mientras él acariciaba su pelo.
- Siempre estaré contigo. Como ahora.
Por toda respuesta, Sara le besó.
Bueno, espero que os guste! Es mi primer fic, así que quiero críticas duras!!!
