PRÓLOGO
Caminaba deprisa por los pasillos de los estudios donde rodaría su segunda película, procurando no llegar tarde al primer encuentro con los que serían sus compañeros los siguientes meses. No podía evitar estar algo nerviosa y expectante por ver quien la acompañaría en esa nueva aventura, ya que el director tenía la norma de no decir ningún miembro del equipo hasta que se conocieran entre ellos en persona.
Rachel paraba en la puerta que le habían indicado, respiraba profundo y ponía su mejor sonrisa antes de entrar y presentarse a sus compañeros, dándose cuenta que algunos eran bastante conocidos en ese mundo de Hollywood. No pudo evitar ponerse más nerviosa al percatarse de ese detalle, al fin y al cabo, ella era una recién llegada a la meca del cine, una novata rodeada de estrellas a las que se fue presentando una por una, dejando a un lado el nerviosismo y sacando su seguridad sobre ella misma.
Después de triunfar de forma arrolladora en Broadway, de conseguir todos los papeles y premios que había soñado, de conseguir un nombre dentro de ese mundo, Rachel Berry llevaba un año buscando nuevos retos, reforzando su papel de actriz y dejando de lado la música. No había sido un paso fácil, lo había meditado mucho, pero lo necesitaba. Nuevas metas, nuevo lugar y nuevo medio donde manejarse como artista.
En una puerta no muy lejos de la sala donde se encontraba Rachel, una rubia estampaba su firma en el contrato de la que sería su siguiente película. Actriz mundialmente conocida, ídolo de miles de personas tras protagonizar películas de éxito, Quinn Fabray cerraba su participación en una nueva película con una gran sonrisa.
Cuando años atrás decidió dejar todo a un lado y lanzarse a la aventura de probar suerte en Hollywood, jamás pensó que obtendría tanto reconocimiento en tan solo unos años, donde no todo fue de color de rosa, sobre todo al principio. Sin nadie a quien recurrir, Quinn tuvo que aprender a luchar por sus sueños, trabajando para sobrevivir en la ciudad angelina y presentándose a los castings que conseguía. No tuvo más remedio que dejar su formación como actriz, apuntándose a cursos de interpretación como único refuerzo y aprendizaje de aquel mundo.
Tiempo difícil en el que aprendió a conocerse a ella misma y a aceptarse por primera vez, en el que empezó de cero en amistades y amores y en el que tuvo que aprender a decir no a muchas proposiciones bastante sospechosas para dar el salto a la fama de manera rápida y sencilla.
Justo en ese momento, después de acabar la firma del contrato, Quinn sonreía satisfecha de sí misma y de lo que había logrado haciendo las cosas de la forma correcta.
-Pues ya es oficial, estás dentro de la película. – dijo Luke, el director que se encontraba junto a los productores y la agente de la rubia durante la firma, sonriendo mientras le tendía su mano a Quinn.
- Así es, a partir de este momento estoy a tus órdenes. – dijo estrechándole la mano amablemente, saliendo de aquel despacho junto a él y su agente después de despedirse de los productores. – Supongo que ya puedo saber quiénes serán mis compañeros ¿no?
- ¿Impaciente? – preguntó divertido.
- Un poco, no te lo voy a negar. Me gusta saber con quién voy a pasar las horas. – dijo riendo suavemente, haciendo reír al director.
- No te preocupes, no vas a tener que esperar mucho, de hecho, están todos en una sala.
- ¿En serio?
- Si, han llegado hace unos minutos para conocerse y estar listos para la rueda de prensa que tenemos en unas horas. – le informó el hombre. – Solo quedas tú, así que podemos ir yendo si te parece.
- Claro, por supuesto. – dijo entusiasmada. Si había algo que le gustaba de empezar un nuevo proyecto era el conocer compañeros de los que pudiera aprender, no importaba si eran reconocidos o nuevos en el medio, casi todos tenían algo en lo que fijarse. - ¿Tú te vas o te quedas? – le preguntó a Lena, su agente.
- Me tengo que ir ya, pero mañana nos vemos para ponernos al día y comentarte unas cosas.
- Perfecto, hasta mañana entonces. – dijo recibiendo un pequeño abrazo de la chica.
- Vamos, es por este pasillo. – le indicó el director antes de empezar a andar los dos, directos hacia la sala donde encontraría a los otros actores.
Mientras tanto, una morena de baja estatura se iba ganando la atención de sus compañeros con su característica verborrea, hablando y preguntando, curiosa como siempre lo había sido.
- Entonces, ¿tú serás una de las dos protagonistas, una de las que pelean por mi amor? – preguntó Henry, un joven con una gran proyección en Hollywood, donde ya había destacado en varias películas y el cual, sería el protagonista masculino de aquella.
- Si, eso parece, que vamos a tener que rodar más de una escena juntos… - dijo la morena con media sonrisa. – Es genial, he visto algunas de tus películas y… es un trabajo estupendo. – halagó a su compañero de forma sincera, comenzando una conversación algo más profunda de la que había entablado con los demás.
- Gracias. – dijo sonriendo divertido. – Yo no he podido ver la película en la que has trabajado, lo siento.
- Oh, no tiene importancia, no te preocupes. – dijo mientras pensaba todo lo contrario, ofendida porque aquel chico no había visto su talento en la pantalla grande.
- Pero si te he visto en Broadway, muchas veces, además. Soy un gran fan de lo que hacías. Encima del escenario derrochas pasión y tu voz es perfecta, es admirable, en serio. Ojala pudiera hacer yo eso.
- Vaya, gracias… - dijo sonriendo algo tímida pero complacida, cambiando de nuevo la opinión que tenía del atractivo chico, pasando a estar entre sus personas favoritas dentro de aquella sala.
No se habían dado cuenta mientras hablaban de que en la sala había entrado alguien más hasta que vieron como algunos se acercaban al mismo sitio.
-Es el director, Luke. – dijo el chico, avisando a la morena que debido a los compañeros que se ponían delante no veía de quien se trataba.
Ambos se acercaron para poder saludarlo y una vez que Rachel despegó su mirada del director al darle un pequeño abrazo como hacían todos, se dio cuenta de que junto a Luke, había alguien más en la sala que antes no estaba.
Una rubia que la miraba con la misma cara de sorprendida que debía tener ella en ese momento, que al igual que ella, no se esperaba aquel encuentro y que hacía que sus cabezas fueran a mil por hora para asegurarse que aquello era real.
-Quinn… - dijo casi en un susurro sin poder apartar sus ojos de la que había sido su amiga en los últimos tiempos en el instituto.
- ¿Rachel? – preguntó sin terminar de creérselo.
Siete años después de verse por última vez en la fallida boda del Sr. Schuester, la ciudad de Los Angeles era testigo de cómo dos chicas de Lima se reencontraban para trabajar juntas en una película de Hollywood.
