Disclaimer: Los personajes y sus situaciones le pertenecen a Hiromu Arakawa, sólo los tomé prestados para realizar mi historia sin fines de lucro.
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Un futuro se vislumbra
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(I)
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El sol emanaba calidez en aquel pueblo alejado de Ciudad Central, todos los prados brillaban en distintos tonos verdes y una leve brisa acariciaba la hierba. Pinako pensaba en Al, que había ido hacia el este, al país de Xing y no había regresado aún. Pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos ante la divertida discusión de aquellos dos jóvenes a quienes había visto crecer y madurar y que ahora eran una pareja sólida pero graciosa y adorable. Winry Rockbell y Edward Elric.
—¡¿Por qué tengo que ir yo donde ese coronel bastardo?! —renegó el joven de cabellos rubios.
—No irás tú sólo. Te recuerdo que iré contigo. Además creo que ahora es general —Winry respondió tranquilamente a su prometido—. Yo quiero que él y Riza-san estén en mi boda y también quiero que… —se sonrojó—, ya sabes…
—Ah, sí, sí —su rostro también se tornó de color carmín—. Pero "mi boda", dices… —volteó la mirada y susurró—. Es "nuestra" boda.
La muchacha logró escucharlo y se acercó a él tomando su mano derecha, la que antes tenía un automail.
—Ed, no podemos ser malagradecidos. Sabes cuánto te ayudó el general… —él sabía que era cierto, la verdad se le había hecho un hábito renegar de Roy Mustang.
—Sí, lo sé —respondió finalmente. De todas maneras, al salir del ejército y no ser más un alquimista nacional más sus viajes hacia el oeste, había perdido contacto durante bastante tiempo con ellos. Además aprovecharía de molestarlo como siempre. Su rostro se oscureció y sonrió peligrosamente.
—¿Qué significa esa risa? —preguntó Winry con cansancio.
—Nada, nada —hizo un ademán con ambas manos—. Iré a comprar los boletos de tren.
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¿Podré confiarte el secreto de mi espalda?
Se quitó la chaqueta e hizo que cayera al suelo, con el resto de sus ropas.
Sus ojos se quedaron clavados en aquel tatuaje impregnado en su pequeña y fina espalda.
—Tómelo, es lo que mi padre no le enseñó —dijo con voz tímida. Sus brazos cubrían sus senos con sutileza. No se atrevía a mirarlo a los ojos.
El rostro de él era confuso, sus pupilas emanaban algo de furia contenida y también sorpresa y decepción —¿Es-estás segura? —preguntó con duda —no podía creer que su maestro hiciera algo como eso; a su propia hija.
—Sí —asintió con voz suave.
Él continuaba observándola, estaba sumamente nervioso de tenerla allí así. Quería acercarse pero no podía.
—Riza…
—Me gusta su sueño —susurró—. Estúdielo, tiene mi permiso para hacerlo.
Roy se acercó lentamente, palpó con suma delicadeza todo el contorno del tatuaje, lo acarició como intentando calmar su dolor —Está bien… ¿puedes echarte? Lo copiaré, no tardaré mucho —dijo con tristeza.
La rubia asintió con timidez y se acercó a la cama cubriéndose toda la parte superior de su cuerpo. Él no intentó ni siquiera mirar, aunque sus hormonas le dijeran lo contrario.
Ella temblaba mientras él copiaba el tatuaje en un papel. Su espalda suave y delicada estaba cubierta por esas manchas de tinta roja. No quería pensarlo más, el daño ya estaba hecho.
Volvió a rozar su piel con su mano —Riza… —murmuró—. Ya terminé… —se levantó alcanzándole la ropa sin fijar su vista en ella.
La muchacha se levantó agotada de haber estado tanto tiempo en esa posición y tomó con una mano su vestimenta.
—Me iré a la otra habitación para que puedas cambiarte —y lentamente empezó a ir hacia la puerta. No quería irse a pesar de que la deseaba… desde hace tanto tiempo. Aquella joven había despertado en él todos los sentimientos que veía tan lejanos. Le gustaba su compañía, su seriedad, sus pequeñas y dulces sonrisas que pocas veces mostraba, su mirada llena de tristeza, pero a la vez llena de seguridad… sí, la quería…
—Mustang-san —lo llamó con duda—. Mírame…
Él se detuvo de la impresión… ¿había escuchado bien?
—R-Roy… —anunció su nombre por primera vez desde que lo conoció.
Mustang no dudó más y se giró para observarla. Ella había estirado sus brazos en ambos lados de su cuerpo haciendo visible lo que él se había negado a mirar. Y sus instintos ganaron por primera y única vez desde que llegó a esa casa. Se acercó rápidamente a ella y en un instante la besó. Sus manos tomaron sus mejillas mientras profundizaba aquel contacto tan placentero, el cual era correspondido con la misma devoción. Las manos de ella recorrieron su pecho varonil, las de él no tardaron en acoplarse a las partes sensibles de su cuerpo.Y se entregaron el uno al otro por primera vez.
No quería irse…
No quería que él la dejara sola nunca más...
Aún así no pudo evitarlo.
No volvió a saber de él hasta mucho tiempo después… hasta que ocurrió aquella masacre…
¿Por qué no se puso en contacto con ella después de eso?
Nunca le preguntó.
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El timbre seguía sonando. Riza Hawkeye abrió los ojos con pesadez, otra vez ese recuerdo en forma de sueño la había invadido. Observó su despertador, marcaba las ocho con treinta. Se había quedado dormida, aunque era su día libre. Volvió a escuchar aquel sonido.
—Ya vámonos, no molestemos más a Riza-san. Tal vez está en el cuartel —dijo la muchacha rubia a su prometido.
—Quería saludar primero a la teniente, no deseo lidiar con ese inútil de Mustang primero —respondió molesto.
—Bueno, bueno… de todas maneras tendrás que hacerlo. Ella no parece estar en casa.
Se habían girado para irse cuando Hawkeye abrió la puerta. Abrió los ojos de la sorpresa.
—Hola, teniente —saludó Edward de manera sonriente.
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Un bostezo enorme salió de la boca por vigésima vez del ahora General, Roy Mustang. Ahora se encontraba en Ciudad del Este, ayudando con la política de Ishbal, esperaba muy pronto ser promovido de nuevo y así llevarle la delantera a su archirrival, Olivier Armstrong. Sólo le quedaba recorrer un escalón más y finalmente llegaría a la cima, a su sueño. Frente a su escritorio tenía una pila de papeles que debía firmar, pero no lo había hecho durante toda la mañana. Sólo se había dedicado a procastinar, a mirar por la ventana, a dar varios paseos por el patio de la milicia e imaginarse a todas las mujeres con pequeñísimas minifaldas, en las que su rostro se sonrojaba y sonreía como un pervertido. Y así quería ser promovido, pero definitivamente el papeleo no era lo suyo. Además se había vuelto muy poderoso, su alquimia de fuego más lo que había aprendido de la puerta, podría sobrepasar a cualquiera, su ego se infló. Y su querida teniente se encontraba en su día libre, así que podía relajarse todo el tiempo que quisiera.
Sus subordinados lo observaban divertidos, los gestos que hacía su superior eran para guardarlos en fotografías. No había cambiado nada, ese era el hombre al que habían decidido seguir.
En ese instante la puerta se abrió y él se puso de pie de la sorpresa.
—¡Teniente Hawkeye! —automáticamente colocó ambos brazos rígidos sobre sus piernas.
Es que acababa de entrar su hermosa niñera teniente, Riza Hawkeye.
Todos sus subordinados rieron por lo bajo. La única que podía sacarlo de ese estado era ella. Y desinflarle todo su horrible ego.
—¡¿No era su día libre, teniente?! —preguntó sumamente nervioso. La rubia de ahora cabellos cortos prácticamente adivinó lo que hacía su general; mejor dicho, lo que no hacía.
—¿Estaba perdiendo el tiempo de nuevo? —puso una mano en su cintura, en la chaqueta blanca que la cubría, ya que vestía de civil. Suspiró cansinamente al ver que Roy no respondía y la observaba con cara de susto—. Vine porque…
No la dejaron terminar, ya que Ed y Winry entraron detrás de ella.
—Así que no has cambiado en nada ¿no? Coronel inútil y miedoso —la voz conocida de Ed resonó en sus oídos con molestia.
—Lamentamos interrumpir —habló la joven al lado del ex alquimista de acero. Lo tomaba con ambos brazos en un gesto íntimo, mientras él tenía sus manos en los bolsillos de su chaleco color negro.
—Ah, así que eras tú… —agregó con desgano—. Y ahora soy General, y también me da gusto verte, enano de acero…
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Una sonora carcajada se oyó en la oficina de Mustang.
—¿Así que vas a casarte? —volvió a reír—. Es realmente sorprendente.
—Señor, no se burle, esto es serio —lo reprendió Riza con la expresión seria.
—Teniente, no me diga que no le sorprende la noticia.
—¡Ya basta! ¡Encima que vengo a invitarte! ¡¿Ves, Winry?! ¡Te dije que no lo hiciéramos! —volteó reclamándole a su flamante prometida.
—En serio, pobre la niña que te tenga que aguantar.
—¡Oiga! —exclamó la aludida—. Sé que a Ed le falta madurar, pero puedo asegurar que es muy bueno como am… —Winry repentinamente colocó una de sus manos en su boca y se sonrojó furiosamente.
Todos los presentes la miraron confundidos
—¿Qué es bueno como qué? —repitieron al unísono. El rubio la miró de igual forma, no entendió en absoluto que Winry intentó decir que era genial como amante y por eso se estaba casando con él. Aunque no era solamente por eso.
Roy soltó otra carcajada, por supuesto que él había comprendido todo, no en vano le gustaban tanto las mujeres.
—Creo que tú y yo debemos tener una larga charla —abrazó a Elric y se lo llevó al patio, quién aún no daba con lo que pasaba a su alrededor. Dejando atrás a todos sus subordinados.
Riza salió detrás hacia el pasillo con Winry, mientras caminaban observaba a la muchacha tiernamente.
—¿Estás contenta con esto? —preguntó.
La rubia de cabellos largos dedicó una mirada apasionada hacia adelante, rememorando a su novio extravagante pero adorable.
—Sí, lo esperé por tantos años, lo extrañaba tanto en sus viajes pero no sabía la razón. No era lo mismo que con Al. Aunque no me di cuenta de lo que sentía hasta que fui una adolescente.
—Aún lo eres —afirmó con sinceridad.
—Claro que no, ya tengo veintiún años y además… —se detuvo repentinamente dudando sobre lo que tenía que decir.
—De todas maneras, eres muy joven todavía —Riza dirigió su mirada hacia el lugar por donde él se había dirigido hace unos instantes. Un dejo de melancolía apareció en sus finas facciones por un corto instante.
Tal vez ella también deseaba algo así con su general. Después de tantas cosas, especialmente después del día prometido. El deseo de tener una vida a su lado, no de la manera que tenía en ese instante, sino como una pareja, como amantes, se había incrementado. También había notado las miradas fugaces que él le dedicaba de vez en cuando, pero rápidamente la evitaba al percatarse de que ella lo estaba observando y se sumergía nuevamente en el papeleo. Y no había nada más que decir. Siempre habían llevado esa vida, sacrificando muchas cosas para seguir adelante, a pesar de que eran hombre y mujer y que de alguna forma se atraían mutuamente y que esa atracción permanecía así latente. Ellos tenían que seguirla sobrellevando, y lo harían hasta que Roy pudiese alcanzar su objetivo. Por supuesto ella lo acompañaría, lo seguiría al mismo infierno, esas fueron sus palabras.
Sin embargo, las circunstancias habían cambiado desde aquel día prometido, era casi imposible seguir ocultando ante ellos y ante los demás esos sentimientos.
—La verdad, Riza-san… —dijo Winry con duda al verla tan sumergida en sus pensamientos.
—¿Sí? —su atención volvió hacia ella.
—Estoy embarazada —afirmó con vergüenza—. Quería casarme lo antes posible para que el vestido pudiera quedarme, es un vestido hermoso —rápidamente cambió de tema—, y quiero que seas mi dama de honor.
Riza no terminaba de asimilar lo que Winry acababa de confesar.
—¿Edward-kun… sabe? —cuestionó con duda.
—Sí, claro que sí, es a la primera persona que le dije —su voz resonaba con timidez—. Se lo tomó muy bien, no quiso esperar, dijo que quería casarse cuanto antes.
—¿Cuánto tiempo tienes?
—Seis semanas… —se tomó el vientre con ambas manos y su cara brilló de felicidad.
—Me alegro por ti, Winry-chan —le brindó una sonrisa cálida y sincera—. Y por supuesto que me gustaría ser tu dama de honor.
—Gracias, Riza-san —exclamó mientras la tomaba con ambas manos. Apreciaba a la teniente, era como la hermana mayor que nunca tuvo, y deseaba con todo su corazón que ella fuera feliz así como ella lo era en esos instantes, así que se permitió confesar algo más—. ¿Podrían ser los padrinos de mi hijo? ¿Tú y el general?
—Eso… eso es… —replicó con duda.
—Sé que es difícil, pero Ed y yo realmente queremos, ya que ustedes siempre están juntos y…
—Creo que están malinterpretando nuestra relación… —mencionó evitando su mirada.
—¿Pero ustedes no son...? —cuestionó algo sorprendida por la actitud de la teniente.
—Estamos prohibidos por la ley de antifraternización.
—¿Una ley? ¿es por eso que ustedes aún no se han casa…?
—No sólo es por eso, el general y yo nunca tuvimos ese tipo de relación —replicó segura.
—Pero creí que… —sus facciones tomaron el camino de la decepción.
—Winry-chan, hay cosas que nunca deben ser dichas, por el bien de ambos —su voz era calmada, pero triste. Sí, por el bien de él, ella nunca debía mostrar ningún sentimiento. Aunque éste la matara, aunque tuviera que sacrificar su vida. Él tenía que convertirse en el líder de este país, ella había decidido seguirlo por decisión propia, por lo tanto estaba prohibida de amarlo, así como él también estaba prohibido de hacerlo. Ese había sido su pacto.
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—Realmente eres sorprendente, mira que conseguir una chica tan linda —mencionó casualmente Roy.
—Ni que lo fuera tanto, mi cabeza me duele de tantos golpes con esa llave inglesa —se agarró la frente con su mano izquierda—. ¿Puedo pedirte un favor? ¿Puedes hacer desaparecer esa horrible arma o cambiar su composición con tu alquimia?
—Verdad que sacrificaste tu puerta de la verdad… —murmuró—. Aunque me es imposible hacerlo, la señorita Rockbell puede conseguir otra llave.
—¡Ja! Pero qué podría pedirte a ti que no puedes con tu teniente primera —sonrió con sorna haciendo que Mustang hiciera un gesto de fastidio.
—Es Teniente Coronel ahora.
—Seguro estabas perdiendo el tiempo cuando ella entró y te levantaste nervioso al verla.
—Las cosas no son como parecen… —dijo enfadado. La verdad él era el que parecía su subordinado. Desobedecía sus órdenes, lo tiraba al suelo, incluso lo llamó inútil e idiota en varias ocasiones… ¿qué clase de subordinada era Hawkeye? Sonrió de lado… una muy difícil de conseguir.
—¿O quieres que le diga a la teniente sobre esa tal Madeline? ¿eh? ¿eh? —Ed seguía provocándolo—, esa vez Al y yo te vimos, no puedes negarlo —pero esta vez no logró molestarlo.
—Ella sabe sobre Madeline —Mustang sólo le brindó una sonrisa sarcástica.
—¿Lo sabeee? —abrió la boca muy grande.
—Es una informante del bar de Madame Christmas —respondió cerrando los ojos con una expresión calmada.
—Igual, siempre andas hablando con mujeres y ella te acepta, aún con tu fama de mujeriego —replicó molesto.
—Hablas como si la teniente y yo tuviéramos otro tipo de relación.
La cara de confusión de Ed lo sorprendió. Acero no era ningún tonto, de alguna forma se había fijado respecto a su relación con Hawkeye y las cosas implícitas que habían en ella. ¿Se habría dado cuenta de lo que él sentía? ¿o era al contrario? ¿se había dado cuenta de lo que ella sentía? A pesar de no haber roto aquella tonta ley una sola vez, él había querido quebrantarla un millón de veces, y desde el día prometido, era algo que pasaba por su cabeza con continuidad; pero se había aguantado y detenido en varias ocasiones y también la había evitado… de todas maneras, no quería perderla por una mala decisión. Aunque en algún momento sintiera que Riza también lo miraba de esa forma. Además cuando Amestris fuera una democracia, no sabía si serían juzgados. Eso lo detenía ante cualquier acción… ¿algún día podría tener una vida tranquila a su lado?
Tal vez si Grumann se decidiera, tal como lo había dicho esa vez, en aquella partida de ajedrez…
¿Por qué no tomas a mi nieta como tu esposa? Se convertiría en la esposa del futuro presidente.
¿Lo había dicho en serio? Si era así, podría tener una pequeña oportunidad…
—¿Y que no la tienen? —el rubio detuvo sus cavilaciones.
—Estuviste en la milicia tanto tiempo, ¿y no sabías de la ley de antifraternización?
—¿Ley anti qué? —cuestionó confuso.
—Si serás idiota, parece que tu cerebro no creció en lo absoluto y se quedó tan enano como lo era tu cuerpo.
—¡Qué no me llames enano! —enseñó los dientes y se acercó a él furioso.
Finalmente logró despistarlo, pensó mientras sonreía.
—De todas maneras… pensé que tú y la teniente… —volvió a decir Ed.
—Es imposible, no podemos confraternizar —respondió tajante, no dándole pie para que siguiera preguntando por cosas que a él también le molestaban.
El mayor de los Elric se dio cuenta de que Mustang se había enojado así que cambió de tema rápidamente —De todas maneras, acá tienes la invitación —estiró su brazo alcanzándole la tarjeta de color marrón—. Y también quería pedirte algo más…
La mandíbula del general se abrió golpeando el duro suelo por la sorpresa. ¿Cómo era posible que el enano de acero fuera tan lujurioso? Le había ganado por partida doble, triple, lo que sea. No se lo podía creer, ¿y cuántos años tenía? ¿veinte? ¿veintiuno?
Maldijo hacia sus adentros, y él ni siquiera era Führer todavía.
—¿Qué pasa, coronel? ¿no te gustó la noticia? —se acercó con burla, sabía que no le había caído nada bien el enterarse de su novia embarazada. Ahora era su turno de vengarse.
—¡Qué lujurioso me habías resultado, pequeñín! —Ed había crecido bastante, no llegaba a su altura, pero al menos lo había hecho, y aún seguía teniendo ese estúpido complejo, así que siguió hiriéndolo en el ego.
—¡Qué no me digas microscópico!
Roy rió fuertemente pero rápida y repentinamente su voz exclamó con absoluta sinceridad —Felicitaciones, Acero.
—Gra-gracias…
—En serio, debiste practicar mucho para que se te haya escapado un hijo…
El rostro de Ed se tornó granate de la vergüenza —Tenías que arruinarlo con esas palabras, coronel bastardo.
—Soy general ahora.
La discusión se alargó por un tiempo más hasta que se reencontraron con las dos mujeres que habían dejado atrás.
Finalmente la pareja se despidió de ambos, esperando que aceptaran aquella propuesta.
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Continuará...
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Notas: ¡Hola! Muchas gracias a todos los que llegaron hasta acá en su lectura. Primeramente, esto estaba planeado para ser un oneshot, pero se me pasó la mano, jeje. De todas maneras ya lo tengo todo escrito, el próximo capítulo lo publicaré en unos días, sólo me falta pulirlo y ya. Quise mostrar diversos flashbacks, intenté no leer nada al respecto de su pasado para no dejarme influenciar, sé que hay muchos fics escritos con esa temática, aún así no quería dejar de poner mi impresión al respecto.
No estoy segura si al final del manga, Roy es General de Brigada o solamente General (que es sólo un paso antes de Führer). Intenté mirar bien cuántas estrellas tenía, y creo que tiene 3. Con dos franjas delgadas, que indica que es general, aunque no sé mucho de eso, si alguien sabe, pues no duden en decirme.
Bueno, esta historia aunque tiene un poco de EdWin (es que soy fan de las parejas canon) está escrito en base a Roy y Riza, porque ellos me dejaron con más ganas de ver más. Espero no haber puesto a los personajes muy OoC, especialmente Ed, me pareció sumamente difícil de manejarlo, aunque sí creo que es muy apasionado en todo lo que hace, por lo que fácilmente puede andar buscando a Winry a cada rato, pienso que no la deja en paz, jaja.
En fin, espero que les esté gustando la historia, no duden en comentar y darme sus impresiones.
Gracias por leer.
Un beso.
Sophy.
