Disclaimer: Kishimoto – sama ¡cédeme los derechos de autor! Prometo no tratar de eliminar a Sakura de la historia y hacer más escenas yaoi entre Sasu y Naru.
Advertencias: SLASH – AU – cuatro estaciones, cuatro capítulos.
Estaciones
Primavera
Si había algo que adoraba Naruto, particularmente, era la primavera. En especial durante abril, cuándo los árboles de cerezo estaban repletos de pequeñas florecillas rosadas. Amaba el clima de la temporada, un poco cálido, pero con una brisa refrescante que movía su cabello de manera graciosa.
Una de las cosas que más disfrutaba, era admirar el cielo azulado con una que otra nubecilla blanca. Sakura muchas veces le dijo que, cuando él veía hacia un firmamento tan despejado, casi podía jurar que sus irises sólo eran reflejo de éste. Aunque el dudaba que sus orbes pudiesen compararse a su belleza.
La tarde de aquél día, después del entrenamiento de natación, prefirió quedarse sentado sobre una banca abandonada en medio del inmenso patio de la escuela. Shikamaru había insistido en ir comer, pero él declinó la invitación. Su compañero, aunque un poco sorprendido ante la negativa del voraz rubio, se despidió en cuanto hubo acomodado su ropa en la maleta.
Sintió el viento fresco sobre su rostro, la tarde iba menguando, el sol se ocultaba allá, a lo lejos, mientras el cielo se coloreaba en tonos rojizos y violetas. Por primera vez en mucho tiempo, experimentó asombro ante un acto tan cotidiano.
Alguien se sentó a su lado y sonrió para sus adentros. Cuando sus hombros hicieron contacto, un roce furtivo, se estremeció; la breve ráfaga de calor pareció adentrarse por sus poros y viajar por su exhausto cuerpo. Casi ríe al sentir las chocantes cosquillitas en su estómago. Mariposas, así suelen llamarlas los ilusos.
― ¿Has estado esperando desde hace mucho?
No sabes cuánto, pensó en el instante.
― No en realidad, diez o quince minutos. ¿Acabaste ya con el artículo para el diario escolar?
― Sí, fue complicado.
Giró su rostro cuando vio que Sasuke se inclinaba hacia delante y apoyaba su mentón sobre el dorso de su mano, el codo doblado sobre su pierna cruzada. A cualquiera le hubiera parecido que estaba aburrido, Naruto sabía que simplemente estaba agotado.
― ¿Y tu práctica? ¿No te ha dolido más el tobillo?
Una sonrisa resplandeciente se extendió por el rostro del rubio. Sasuke pocas veces demostraba algo más que no fuera desinterés. Fue muy significativo para él saber que se encontraba preocupado por el calambre que le había aquejado desde hace una semana.
― No, espero que la terapia haya servido o te habré hecho gastar una fortuna en nada.
― No seas bastardo, – dijo mientras se enderezaba y lo miraba justo a los ojos, recriminándole en cierta manera – tú sabes que no fue nada.
― Si a mil dólares le llamas nada… – su tono fue bromista, pero su gesto parecía relucir por otra cosa – no debiste haber sacado a tu doctor de su país por una nimiedad así.
Los ojos oscuros de Sasuke hicieron algo que después Naruto clasificaría como imposible, se ensombrecieron más. Por suerte la discusión no se prolongó, el menor de los Uchiha sabía que su amigo era un imbécil y si la plática continuaba por ese rumbo, no sólo tendría que llamar a su doctor de cabecera, tendría que pagar por una enfermera y un cuarto en el mejor hospital.
Hubo silencio durante unos minutos, en los cuales vieron el último rayo de sol resplandecer.
― Dijiste que tenías que hablar conmigo. Urgentemente. – Resaltó la última palabra. Sonaba intranquilo y eso provocó una carcajada en Naruto. La mirada inquisitiva de Sasuke lo hizo callar abruptamente, aunque las risitas ahogadas persistieron. Supuso que su compañero no veía la gracia en todo aquello.
― Yo… – al tranquilizarse trató de hablar, sin embrago, el discurso que había preparado hacía dos semanas, fue olvidado; las palabras se arrejuntaban todas en su mente o no llegaban a ella – Hace ocho años nos conocimos ¿recuerdas? Fue durante el verano, en el curso al que nuestras madres nos habían inscrito para convivir con más niños. Konoha, era un lugar precioso ¿no lo crees así? – no esperó respuesta, siguió hablando deliberadamente, al mismo tiempo que estrujaba su mano derecha contra la izquierda – La primera vez que te vi fue… extraño. Pensé que me caías mal, aunque no había motivo alguno para que así fuera. Eras antipático y no me agradabas. Hasta… – su voz se quebró, incapaz de contener el llanto que había comenzado a nublar su vista segundos atrás. Estaba demasiado nervioso.
Sasuke lo miraba atento. Contrario a todo pronóstico, consoló al rubio. Su mano blanquecina se colocó sobre la de Naruto, que yacía apoyada en la banca de madera.
― No es nada – dijo de pronto Sasuke.
― Yo te hice sufrir…
― No me conocía…
― ¡Pero te hice daño! No merecía ser rescatado por ti. Mis restos estarían en el fondo del mar si tú… – sintió un fuerte bofetón sobre la mejilla.
― ¡¿Por qué te ha dado por hablar tonterías?! – el de cabello azabache lucía enfadado. El otro, sorprendido. – Eso fue hace mucho y ya no tiene importancia.
Y entonces, todo pareció ocurrir más rápido.
De un segundo a otro, Naruto había empujado a Sasuke sobre la banca, al punto de recostarlo sobre ella y, aún sentado, se inclinó sobre su abdomen, perfecto, firme y plano, con unos músculos lo suficientemente marcados para notar su atlético cuerpo. Sintió el palpitar de sus latidos acelerados, en su pecho y en los oídos. Percibió el aroma de Sasuke, una combinación entre su loción traída desde el continente Europeo (cara y muy fina) y el jabón de manzanilla con el que se bañaba por las mañanas. Le embriagó el calor inexorable que se infiltraba por su ropa y le rodeaba con fuerza.
En su interior se libraba una batalla. Al final, la razón quedó reducida a nada. Sus deseos carnales emergieron y controlaron cada célula de su cuerpo.
Se reclinó un poco más, su rostro quedó a la altura del de Sasuke, a milímetros de chocar la una contra la otra. En su faz se dibujó una expresión un tanto indescifrable, pero poco importó cuando salvó la distancia entre ambos.
Sus labios se posaron sobre los de Uchiha, el contacto fue suave, casi con miedo. Al instante sus párpados se cerraron y sólo se dedicó a explorar esa boca tremendamente provocativa, rozándola, disfrutando la caricia torpe entre ambos.
Repasó la comisura de esos exquisitos labios con su lengua, juguetona se abrió paso por el orificio, tanteó el terreno que, hasta dónde él sabía, se había mantenido inexplorable. Con más confianza, la sumergió en la cavidad húmeda y caliente, saboreó los dientes blancos, se intoxicó con la esencia de su saliva y finalmente invitó a la otra a bailar con ella. Deslizándose, contoneándose, flexionándose.
Cuando menos se dieron cuenta, aquél inocente beso, pasó a ser una batalla entre sus bocas hambrientas.
Los dientes, frenéticos, chocaban, unos contra otros, chirriaban ante la brutalidad del acto. Los labios, encendidos por la locura e hinchados por la ferocidad, se enganchaban y se apretaban el uno contra el otro. Las lenguas habían dejado de danzar, ahora parecía una pelea que ninguno parecía dispuesto a perder.
Gracias a un ser superior, existe la bendita respiración. De no ser así, uno no podría imaginar el desastre en el que habría acabado todo el embrollo.
Abatido por su falta de autocontrol, se dejó caer sobre el pecho de Sasuke. Sentía el subir y bajar de éste, tratando de acompasar su respiración agitada. Él mismo trataba de controlarse.
Una vez que supo que podía hablar, con la seguridad de no quedarse a media frase para tomar una bocanada de aire, continúo con el monólogo.
― Había estado pensando, en ti y en mí, en nuestra amistad. Y una idea descabellada recurrió a mi mente, colándose por la protección a prueba de pensamientos estúpidos. – Sasuke sonrió ligeramente. – Descubrí que a veces veía tu boca y se me antojaba, en ocasiones no podía apartar mis ojos de ti y si lo hacía, en mi pensamiento sólo se dibujaba tu rostro. No quise aceptarlo, no obstante, la idea ya estaba allí, implantada con firmeza. Sabía que me gustabas, mucho.
― ¿Eso te angustiaba tanto?
Naruto se relajó, Sasuke no había huido. Todo marchaba bien.
― Me empecé a preguntar que dirías – una mano recorrió su cabello con gentileza. – Imaginé tus posibles respuestas.
― ¿Y a qué conclusión llegaste?
Naruto rió tristemente.
― Te enfadarías.
― No lo estoy.
El rubio suspiró, estaba más aliviado.
– Después me dije que nunca descubriría la verdad si no me animaba a preguntarte. Perdón por no haber formulado la pregunta y asumido… – aunque no he asumido nada – Y haberte besado.
― ¿Me ofreces tus disculpas? – aquél hombre parecía hecho de piedra, imperturbable como siempre. Más no frío.
― No realmente.
Pasó una eternidad antes de que uno de los dos se animara a continuar.
― Entonces, ¿estás enamorado?
Continuará…
¡Gracias por leer!
Mi primer fic, god! Pensé que no llegaría el día en que escribiera, pero al parecer funcionó andar vagabundeando por la red y leer hasta agotarme. Entonces qué, ¿me dan una oportunidad? Porque Sasuke y Naruto quieren más acción en el próximo capítulo y menos miel, ¿les gusta la idea? XD
