Prologo-

Ya eran las 7:00 A.M según intuía debido al sonido del molesto despertador. El sol que se filtraba por la ventana parecía disfrutar el torturar al joven con los molestos rayos solares encima de sus parpados. Cuando por fin abrió los ojos tuvo la intención de voltearse, pero un peso encima de su pecho se lo impidió; no era necesario mirar, él ya sabía que podía ser… una sonrisa se dibujó en su rostro al pensar – esta vez también he ganado la apuesta- para cerciorarse de que lo que pensó era verdad miró hacia abajo y vio a una chica dormida.

Así eran casi todas las mañanas de Portgas D Ace, un joven de 17 años, pecoso, pelo azabache, profundos ojos negros, que si uno los miraba se quedaba hipnotizado admirándolos. Aprovechaba de su físico y personalidad para ligar a las chicas, cosa que últimamente lo hacía más por apuestas hechas entre su grupo de amigos.

Decidió levantarse, de forma brusca para despertar a su acompañante, la cual debido al golpe contra el colchón despertó sobresaltada

-Woah! … Aag ya es de día?- fue lo que salió de su boca, mientras miraba sensualmente al chico.

-Sí y es hora de que te vayas- dijo este ignorando por completo la mirada de la joven.

-Que frío eres por la mañana, Ace-kun, ¿porque no nos quedamos un rato más?- se levantó y trato de acercarse y acariciar la espalda del chico que se encontraba vistiéndose pero fue totalmente rechazada.

-Sabes, lo que pasó anoche fue algo pasajero, nada más, no te vengas a imaginar cosas raras- dijo tajante.

La chica quedó en un estado de shock momentáneo, realmente no podía creer que sólo fue pasajero, tanto que le costó acercarse a quien había sido su amor desde tiempo y ahora sin mayor preocupación este le decía que fue solo por entretención. Unas lágrimas caían por la mejilla de la joven, mientras esta se vestía rápidamente para irse lo más rápido de allí; A Ace no le importaba en lo absoluto los sentimientos de la chica (los cuales sabía que tenía), sólo le importaba que le pagaran su apuesta, eran 1000 berries por persona, los cuales eran 6 amigos. Sonrió al saber que tendría el dinero para comprarse ese juego que quería desde hace un tiempo y sin darse cuenta quedó sólo en la habitación, la chica se había esfumado.

Se vistió lo más rápido que pudo, pues llegaba tarde a la prepa y no quería regaños tan en la mañana.

Salió de la casa en camino a la prepa y pasó por lado de una pequeña plaza cuando vio como una persona estaba inútilmente (a su vista) quitándole una pañoleta a un perro. Se paró a observar para ver mejor la situación y se dio cuenta de que era un chico, de alrededor 3 años menor que él. Río internamente cuando el perro logro zafarse del agarre y corría con el chico persiguiéndolo gritando palabrerías que no alcanzaba muy bien a entender. Sintió que debía hacer su buena obra del día así que fue a la ayuda del menor.

-Epah'- dijo mientras con una mano arrancaba sin dificultad la pañoleta de la boca del perro. El perro al sentir la mirada penetrante de este solo se acostó sobre el pasto.

-Sugoii!~ ¡gracias por la ayuda!- dijo el chico sonriendo. Era una sonrisa encantadora, que hacía que hasta el más triste sonriera.

-No fue nada- sonrío alagado el otro, estiro su mano para entregarle la pañoleta y el menor al imitar la acción para recibirla causó que sus manos se rozaran. Al menor esto no le importó realmente, pero a Ace le dio algo por dentro –como puede tener la piel tan suave? Parecen manos de mujer..-, pronto sintió como un calorcito se asomaba en su cara, cosa que logro simular ante el otro. – ¡que rayos me pasa!-

-Soy Luffy! Un gusto conocerte – dijo nuevamente sonriendo.

-Ace, un gusto también – dijo cortésmente. Se le quedó mirando nuevamente unos momentos para apreciar su cara. Su ojos eran de un tono Jade realmente bellos y grandes, su nariz era pequeña, bajo un ojo tenía una pequeña cicatriz pero no arruinaba su cara, al contrario parecía adornarle perfectamente en esa diminuta cara.

-Bieen, gracias por todo, de verdad fue un alivio- suspiró. –Si no hubieras llegado ya pateaba el trasero del perro- dijo esto poniéndose la pañoleta en el cuello y mirando a los ojos al perro en forma de regaño.

-Jaja no fue nada- sonrió- bueno, me tengo que ir- prosiguió Ace. Iba a empezar a caminar cuando Luffy lo llama.

-Am... Oye ¿eres de por acá?- preguntó el menor.

-Si... ¿Por qué?- contestó el pecoso.

-Yossh! Te debo el favor así que toma- había sacado un envoltorio de un dulce y anotó algo.

-¿Qué es esto?, pero no te preocupes, no me debes nada- .

-Es mi número, cualquier cosa me llamas, no lo ando trayendo ahora por lo que no puedo anotar tu número-. Respondió el menor. - Hago cualquier cosa por la persona que salvó mi tesoro- prosiguió con una enorme sonrisa y un poco notorio tinte rosa en la mejilla.

-Es muy mono- pensó. –Espera, ¿tesoro? Dijo al darse cuenta de lo que había dicho su acompañante.

-Sí, tesoro. Esta pañoleta me la regaló alguien sumamente especial hace tiempo, por lo que la encuentro como si fuera mi preciado tesoro- dijo.

-Vaya, pues entonces lo tomaré en cuenta- dijo el pecoso aceptando el papelito que le ofrecía el menor.

Al momento de que Ace guardaba el papel, el otro chico salió corriendo como alma que lleva al diablo. Un poco confundido por aquel acto el pecoso prosiguió su camino hacia la prepa.

Al llegar a su destino, se propuso ir rápidamente a su salón, no quería recibir ningún sermón por parte de su profe. Iba a abrir la puerta cuando de la nada escucha una voz familiar… comienza a mirar alrededor y ve pasar una cabellera negra junto con un grupo de personas, pero lo que más le llamó la atención era esa pañoleta que hace poco había ''rescatado'' de un canino.

-¿Luffy…


Hace poco me atreví a publicar mis historias, si es que alguien lee este fic, les agradecería que dejaran un review para saber si sigo o no la historia
Saludos! :D