Hetalia y Latin Hetalia no me pertenecen. El OC de Malvinas es de mi amiga Flor.

Pareja: Miguel Alejandro Prado (Perú) & Philip/Felipe Kirkland (Malvinas/Falkland)

AU: ladrón/niño rico


Romeo y Julieta

La verdad es que no había planeado nada de aquello. Hacía frío, tenía hambre y estaba cansado. Y aun así se había tomado la molestia de trepar hasta el maldito balcón. ¿Qué era él? ¿Una especie de aspirante a Romeo? Si seguía así realmente no podría decir que no.

La ventana estaba cerrada, pero un par de golpecitos bastaron para que el dueño de aquel cuarto corriera las cortinas y formara una mueca de sorpresa en sus facciones. Miguel sonrió de lado, esperando a que le abriese.

-¿Pero qué haces acá? –farfulló Felipe haciéndolo entrar rápidamente-. Alguien podría…

-Verme, sí, sí… ¿Qué? ¿Tienes miedo de que tus hermanos me den una paliza? Estoy acostumbrado a esa clase de trato –se rio y se sentó en el sillón que había ahí cerca.

Felipe frunció el ceño, cosa que se le pasó rápido cuando Miguel lo jaló hacia él, sentándolo en su regazo. El moreno estudió su rostro con detenimiento, como si quisiera contar las múltiples pecas que poblaban aquella carita de ángel. Las comisuras de su boca se estiraron ligeramente y Felipe lo miró curioso.

-¿Qué? –dijo el chico y llevó una de sus pálidas manos a su rostro, apartando algunos de los mechones oscuros y sucios.

-Nada. Simplemente quería verte –soltó Miguel y ladeó el rostro-. Es que empezó a nevar y no pude evitar acordarme de ti… y de que seguro estarías más calientito que yo.

Lo último lo añadió en tono de broma, a lo que Felipe se rio bajo.

-You stupid… Alguien podría haberte visto y estaríamos ambos en problemas –susurró acunando el rostro del ladrón en sus manos.

Miguel no se resistió y lo tomó con firmeza de la nuca, jalándolo hacia abajo. Ambos cerraron los ojos cuando sus bocas se encontraron, los labios de Felipe encendidos contra la boca helada de Miguel. El menor ladeó el rostro, dejando que aquel beso se profundizara y la necesidad saliese a flote. Miguel no se resistió a hundir una mano en su melena de rulos, sujetándolo firmemente mientras lo besaba de manera demandante y ansiosa. Felipe no podía negarse, todo en Miguel le encantaba, porque Miguel era tan diferente a lo que él conocía, era esa mezcla extraña de criminal vulgar y a la vez amante tierno, quien sin embargo no se escapaba de la pasión, que lo tenía tan atrapado. Miguel era un rompimiento con su perfecto mundo de lujos y buen comportamiento y aquello le fascinaba.

El moreno le mordió el labio inferior y Felipe entreabrió los ojos.

-No deberías…

-¿Provocarte? –completó Miguel con una sonrisa socarrona-. ¿Y qué si lo hago?

Felipe se puso rojo.

-Me dejarás con las ganas –farfulló avergonzado y Miguel se rio bajo.

-¿Quién dice?

-No aca… ni ahora –Felipe negó aunque ganas no le faltaban-. Es muy peligroso…

-¿Entonces cuándo te volveré a ver? –murmuró Miguel jalando suavemente uno de sus rulos y soltándolo luego para ver cómo se volvía a ensortijar como un resorte-. ¿Cuándo volveré a hacerte mío?

Felipe tuvo que sonreír, gustándole ese calorcito que le creaba en el vientre.

-Hoy en la noche… a las once –susurró saliéndose de encima y Miguel se puso de pie, siguiéndolo a la puerta del balcón-. En el invernadero.

-Ahí estaré para ocuparme de que no pases frío.

Miguel sonrió y tomó su mano, dándole un beso antes de salir y balancearse por encima de la baranda del balcón, bajando por las plantas trepadoras. Felipe no protestó ante aquello. Si era Miguel Romeo, él gustoso sería Julieta.