DISCLAIMER: Skip Beat y todos sus personajes pertenecen a Yoshiki Nakamura.
¡Muy bien! Después de bastante tiempo y muchísimas correcciones me decidí a publicar este fanfic :3
Ojala les guste ^^
Capitulo 1: Bendito destino ~ el punto de vista de Fuwa Sho.
De tantos lugares y edificios que existen en la gran ciudad de Tokyo, de todos los hoteles que hay para elegir en la zona de Shibuya; él tenía que caer exactamente al mismo sitio donde se encontraba su amiga de la infancia —si es que aún podía llamarla de ese modo—. Sabía que la chica lo odiaba con todas sus fuerzas, como no hacerlo después de lo que le hizo; pero… ¿Planeaba observarlo de esa manera todo el tiempo que estuvieran ahí metidos? ¡Estaban atrapados en un elevador! Como si fuera su culpa lo que sucedía. Del total de desgracias que pudiesen ocurrirle a lo largo de su vida, esta era sin duda la peor, y menos esperada.
—Ya basta, eso es incomodo —le dijo. No sólo se refería a la mirada inquisidora de su acompañante, sino también a la absurda situación en la que se hallaba ¡Por favor! ¿Atascado en un ascensor con Mogami Kyoko? ¿Era una broma de mal gusto? Estas cosas sólo pasan en esas películas románticas de segunda. Lamentablemente, no estaba filmando ninguna película —ni que fuera ese idiota de Tsuruga Ren—, de verdad todo esto le estaba sucediendo a él ¡A él! El gran cantante Fuwa Sho.
Le dio la espalda a la mujer del traje ridículo. Le fastidiaba no poder hablar con ella normalmente, sin insultos o ataques de ira. No es que quisiera volver a congeniar con ella, ni mucho menos; pero le parecía aburrido permanecer en ese reducido espacio sin un tema de conversación. Le echo un vistazo a su reloj por quinta vez, ya llevaban 30 minutos ahí dentro, y nadie del hotel se preocupaba por ellos ¡Maldita sea la hora en que decidió hospedarse ahí! Encima de todo, tenía una entrevista en 45 minutos más, si llegaba tarde mancharía su reputación. Estúpida suerte.
—¡Quiero salir de aquí! —gritó ella. Pataleaba como niña pequeña en medio de un berrinche, al menos ya había desistido de asesinarlo con la mirada—. ¡Todo esto es culpa tuya, Shoutaro! —acusó señalándolo con el dedo ¿De que demonios hablaba? Él ya estaba en el ascensor cuando ella entró apresurada, y sin darse cuenta de que estaba ahí parado. Jamás planeo nada ¡No era un maniático como esa mujer endemoniada!
—¡Baja la voz! Y no me llames así —Sería el colmo si alguien se enterara de su verdadero nombre, ya no quería más calamidades.
—Nadie nos escucha, vamos a morir aquí dentro ¡No quiero acabar mi vida contigo en este lugar!
—Idiota. Eso no va a pasar. —Claro que no, tarde o temprano alguien debía darse cuenta de la falla del elevador. Era cuestión de esperar, pero ¿Por cuánto tiempo?
—Siempre que estas presente algo malo pasa —Kyoko estaba exasperada—, Shoutaro imbecil.
—¡Deja de llamarme de ese modo!
Ambos se observaron durante un largo par de minutos. El ambiente se sentía tenso, y parecía que en cualquier momento se atacarían. Eso de estar encerrados, no resultaría en nada bueno. Se sentó en el suelo, no tenía más opción que ignorarla y rezar por que alguien los rescatara; sabía que si se enfrentaba a Kyoko saldría herido, y todo por no poder golpear a una mujer. Momentos más tarde, la muchacha lo imitó sentándose del lado contrario, pero si su objetivo era mantenerse alejada de él, no lo lograría. No en esa zona tan pequeña.
Otra vista a su reloj. Las 4:00 pm de la tarde; hace 40 minutos que el ascensor se detuvo sin razón ¿Y nadie lo había notado? Bola de ineptos. Se quejaría con la gerencia en cuanto saliera de ese lugar. Giró su rostro hacia la chica que aparentaba estar meditando. Esperaba que no estuviera preparando algún modo de deshacerse de él. Bien podría decir que intentó hacerle daño, y solamente actúo en defensa propia, no había cámaras que confirmaran lo contrario. Por supuesto que convencería a la policía de ello, era una buena actriz ¿No? Un tenue escalofrío recorrió su espalda, esta era la oportunidad perfecta para vengarse de él.
—Aún no llega nadie… —Kyoko soltó esas palabras repentinamente al vacío. No podía estarle hablando a él después de la hostilidad de hace unos momentos ¿O sí?
—Cuando salgamos pondré una queja. —Comentó por si las dudas. Claro que lo haría, aun si eso significaba hacerle un tremendo escándalo al hotel ¿De que prestigio gozaban cuando ni siquiera verificaban el buen funcionamiento de sus instalaciones? Hacerle pasar por esto a él ¡Fuwa Sho! Lo pagarían caro.
La muchacha intentó ponerse en una posición cómoda que evitara de paso el contacto con él. No hubo suerte. Por su parte, fue inevitable sonreír con satisfacción; aunque hubiesen pasado tanto tiempo sin verse, Kyoko aún lo odiaba con la misma intensidad. No cabía duda de que eso demostraba claramente que él era el único hombre al que jamás olvidaría. Su ego crecía al pensar en ello. Y ahora que lo reflexionaba, esta era una oportunidad única para recordarle a la "pequeña" que nunca podría librarse de él.
—Al parecer pasaremos más que un par de horas encerrados aquí —comentó con ironía—, me imagino que alguna vez soñaste con algo como esto ¿No pasa en los cuentos de hadas? Eso me convierte en tu príncipe. —Trató de parecer serio al hablar; pero por dentro no dejaba de reír. Simplemente, ver la cara de esa chica cambiar de relajación a enojo, y luego a relajación otra vez era divertido. Estaba tratando de contenerse para no pelear con él, sin embargo, no iba a dejar que su meditación funcionara.
—En los cuentos no hay elevadores —respondió, respirando hondo.
—Ya veo… aun así tienes suerte. Bendito destino el que te trajo aquí, al mismo hotel en el que me quedo, y en el mismo ascensor. Muchas chicas matarían por eso ¿Sabes? —Se enderezo lo suficiente para poder verla a los ojos. Percibió como apretaba los puños un poco; pero su rostro lucía sereno. No obstante, su mirada no lo engañaba. Deseaba gritarle, golpearlo o lo que fuera, y por alguna razón se resistía. Quizás pensaba que haciendo eso sólo aumentaba su narcisismo; y estaba en lo correcto.
—Me imagino que si —respondió con total naturalidad ¡Que chica tan necia! Pero debía admitir que su entrenamiento de actriz había surtido efecto.
—Y tú aquí tan cerca de mi, que afortunada.
—Supongo.
Suspiró, cansado de no lograr nada. Esta bien, por ahora el primer round lo había ganado ella. —¿Traes contigo algún celular? —preguntó, dejando de lado el tema. Lo importante era encontrar algún modo de hacer notar que estaban ahí.
—No tiene crédito, olvide ponérselo.
—Tu ineptitud es proporcional a tu falta de personalidad —reprochó—. ¿Cómo puedes olvidar algo tan importante? ¿Y dices querer ser una estrella?
Kyoko le devolvió una expresión sombría. —¿Y que hay de ti, chico listo?
—El mío esta en la habitación. Pensaba en bajar por algo de beber solamente, no me imagine que ocurriría esto. Realmente debe ser el destino. —La última frase no llevaba ni una sola gota de sarcasmo, lo decía en serio. En una ciudad tan grande, coincidir de esa manera y quedar atrapados de una de las formas más cliché sobre la tierra, debía ser obra de algún poder divino. Además de que ninguno de los dos tenía modo de comunicarse con el mundo exterior.
—Esto es un mal karma —dijo ella.
—¿Así lo crees? —El juego volvía a empezar. Haría que Kyoko llegara al limite sólo para entretenerse en algo, y ni todo su poder de actriz la ayudaría. Esta vez, se encargó de reducir más el espacio entre ellos.
—¡Apártate!
—No deberías ponerte nerviosa, Kyoko-chan.
—No son nervios. Me enferma tu presencia, Shoutaro.
—¿Dónde quedo tu serenidad de hace unos momentos?
—¡Sigo tranquila!
—Estas gritándome.
—Pero… ¡Te grito con tranquilidad!
—Eso no es coherente, tonta.
—Lo que no es coherente es esta estúpida situación.
—En eso estamos de acuerdo.
Al parecer, entre menos distancia hubiera entre ellos más difícil era para la chica concentrarse… Que dato tan interesante. Definitivamente, se saldría con la suya, era un trabajo simple. Volvió a acercarse para aumentar la desesperación en Kyoko.
—¿Por qué diablos te encimas tanto? —Aunque ella tratara de regular el tono de su voz, sabía que estaba a punto de acabar con su calma.
—¿No te gusta? Antes hubieras dado saltos de felicidad por esto.
—Antes era una torpe.
—Antes eras linda.
—Vaya, no fue eso lo que te escuche decirle a tu manager.
—¿Celosa?
—De ningún modo.
—Mi Kyoko de tiempo atrás si que lo hubiera estado —dijo, haciendo énfasis en la manera tan posesiva que hablaba de ella. No fue presunción, de verdad siempre pensó en la chica como pertenencia suya.
La expresión que puso ante sus palabras fue excepcional. El segundo round lo gano él.
—Ya basta de bromas, jamás fui tuya ni lo seré. —Lo dijo de un modo feroz, pero eso no lo hizo acobardarse.
—La Kyoko de antes… —Su oración quedo a la mitad, puesto que la mano de la chica se estampó fuertemente contra su mejilla.
—La anterior Kyoko ya no existe. Tú te deshiciste de ella. —Su voz salió entrecortada, había logrado su propósito de hacerla perder sus estribos. En sus ojos había pequeñas lagrimas luchando por no salir, y más que alegrarlo le lleno la conciencia de cierto remordimiento. Se alejó y miró hacia el techo.
Siempre fue un niño caprichoso, y estaba tan acostumbrado al amor de todas las chicas, que ya lo consideraba algo de poco valor. Por eso, cuando se sintió odiado por la más cercana a él, le gustó la sensación. Hacerse amar es fácil —más siendo quien es—; pero para ganarse el odio de alguien, requieres un esfuerzo mayor, eso era lo encantador de todo. Un amor se olvida, un rencor permanece, y él no quería ser olvidado por Kyoko, eso nunca ¿Por qué razón? porque ella era suya y él… él quizás guardaba sentimientos profundos por ella.
Aun así, se sentía un poco miserable cuando le hablaba de un modo tan cortante, o cuando llegaba a verla tan vulnerable como ahora. Significaba que había abierto viejas heridas en la chica, y lo consiguió con tanta facilidad que lo hacía pensar que era una clase de ser desalmado. Por otra parte, la sensación de control sobre ella era agradable. Sólo él era capaz de romper su voluntad y eso lo complacía ¿En que tipo de persona se había convertido?
—¿Están todos bien ahí abajo? —Una tercera voz hizo eco por un conducto que había encima de su cabeza. Finalmente, los empleados, o tal vez algún huésped se había percatado del elevador averiado.
—Si, todo esta en orden; pero llevamos rato aquí dentro y comenzamos a cansarnos. —Sho se encontraba aliviado.
—No se preocupen, ya mandamos por ayuda ¿Cuántas personas hay?
—Sólo dos. —contestó. Por el momento, Kyoko no hablaba y permanecía quieta.
—De acuerdo. Pronto los sacaran de ahí.
El silencio volvió tan rápido como la persona de arriba se fue; y con ello también regreso la incomodidad. Al menos, ahora sabían que estaban atrapados, y ya trabajan en eso. Esta pesadilla se terminaría en cualquier instante.
—Por fin nos salvaran —dijo. De un modo u otro, no quería salir de ahí sintiendo que hizo algo malo. Quería volver a hablar con Kyoko, que ella pataleara y lo maldijera. Así era como funcionaba su especie de relación.
La joven no emitió ningún sonido. Seguía molesta.
—Shoko-san debe estarme buscando como loca, deseo ver su cara cuando le diga que estuve todo el tiempo aquí. —Vamos, esa mujer tenía que decirle algo ¡Lo que fuera! Esa impresión de sentirse el villano del cuento (aunque si lo fuera) por hacerla casi llorar, le disgustaba. Eso era perfecto para ser más odiado, pero no podía evitar la culpa ¡Maldita moral!
No hubo cambios por parte de la chica.
—¡Esta bien! No quería ser tan rudo. —Esa era la única disculpa decente que podía darle. Esperaba que respondiera a eso o sentiría que hizo el ridículo.
—¡Shoutaro estúpido! —habló finalmente—. Por tu culpa la técnica de meditación que me costo tanto aprender fue desecha. —Sus ojos volvían a verse llorosos ¿Eso era todo? ¿No lloró por recordarle hechos pasados, sino por una tonta técnica que no funciono con él? ¡Era el colmo!
—¡No me importa tu técnica! Aunque perfecciones tus capacidades como actriz jamás me alcanzaras.
—No te confíes —respondió.
Mantuvieron una lucha de miradas por largo tiempo. Estas eran el tipo de peleas que le gustaban; ser retado por la chica de LME era un buen motivo para intentar triunfar en su carrera. Entre más brillara, ella lo vería mejor, y menos olvidaría su propósito de vencerlo.
—No hay mucho que puedas hacer, tarde o temprano tendrás que darte por vencida.
—¡Eso no sucederá! No perderé contra alguien tan despreciable como tú.
—¿De verdad crees eso?
—¡Por supuesto! Muchas personas confían en mí. Tsuruga-san confía también. —Detestaba escuchar el nombre de ese sujeto, y mucho más cuando provenía de la boca de Kyoko. Ese hombre no sólo era su rival en cuanto a popularidad, también se atrevía a venir e intentar robar la atención de la chica. Lo irritaba demasiado.
—Lo que ese Tsuruga Ren diga no me interesa. Deberías volver a casa y olvidarte de todo.
—Tú fuiste quien me trajo aquí en primer lugar.
—Si, pues ahora te digo que regreses.
—No lo haré simplemente porque me lo pidas.
Sabía que exigirle que volviera a Kyoto no era razonable, ella jamás aceptaría hacerlo. Sin embargo, pensar que ese actor de pacotilla era una de las muy variadas razones por las cuales la joven deseaba quedarse en Tokyo, lo hacía enfurecer. Si para alejarla de él tenía que conseguir que ella regresara a su hogar, lo intentaría.
—He pasado por muchas cosas, no lo abandonare todo así de fácil —hablaba con determinación. Él se imaginaba todo el calvario que tuvo que soportar para conseguir ser admitida en LME. En ocasiones, llegaba a admirar su persistencia.
—Aún te quedan muchas más. No creas que por unos pequeños esfuerzos lograras tus objetivos, no son suficientes —mintió. Si lo serian, algún día, pero admitírselo no estaba en sus planes.
—¿Disculpa? El trabajo de actuar es mucho más difícil que ser el simple cantante de un solo éxito.
—¿Cantante de un solo éxito? ¿Acaso no oyes la estación de radio? —Estaba molesto por el comentario. Él también luchaba incansablemente por su sueño.
—No tengo tanto tiempo libre para relajarme. No soy una holgazana como tú. —De acuerdo. Las palabras de Kyoko comenzaban a enojarlo ¿Ella tenía idea de lo duro que fue también para él llegar a donde esta? No fue de la noche a la mañana, y tampoco tuvo suerte todo el tiempo. No permitiría que lo desprestigiara de ese modo.
—¿Entonces piensas que eres la única que ha tenido problemas?
—¡Si! Desde el principio los tuve. Trabajando en turnos dobles para mantener a un cínico, y después todo lo que pase por culpa de tu crueldad.
—Pues para tu información, yo estuve en aprietos al igual que tú.
—No veo que clase de "aprietos" pudiste haber tenido, señor Fuwa Sho, siempre querido y admirado por todo el público.
—¿Te parece que tus dificultades han sido más grandes que las mías?
—¡Claro!
—No tienes idea de lo que dices.
—Vamos, no pretendas venir y decir que lo has pasado mal ¡Eso no es verdad! Mientras tú vives tan despreocupadamente, yo he tenido que pasar cientos de malos momentos, y todos han sido por tu culpa, Shoutaro. Aun ahora no puedo librarme de eso. —Las palabras de la chica sonaban duras, y de cierta forma verdaderas. La mayoría de los giros que había dado su vida eran por su causa; pero no le daba derecho a insultar su trabajo. Tokyo no fue siempre amable con él ¿Acaso ella nunca lo notó?
—Estuviste a mi lado tanto tiempo, y aun así dices no haber visto mis esfuerzos ¿Estas ciega?
—No. Estaba demasiado atareada ganando dinero para pagar tu estúpido departamento.
—Si fueras realmente eficaz, te habrías dado cuenta de todo.
—¡Perdón por no observarte lo suficiente! —soltó sarcásticamente—. Y aunque lo hubiera querido, tú nunca estabas cerca.
Era correcto lo que la chica decía. Vivieron juntos; pero ella pasaba el día entero en la calle, y él por su parte, de disquera en disquera. Una vez que logró ser aceptado en una, paso la mayoría del tiempo fuera de casa. En realidad, nunca convivieron del todo dentro del departamento.
—¿Y eso qué?
—¿Y eso qué? —repitió furiosa—. ¡Shoutaro insensible! ¡Monstruo!
—Mira quien habla ¡Mujer demonio! —En este punto, ambos estaban al borde de la histeria.
—Te preocupas más por ti que por los demás.
—Los demás son innecesarios, no son de ayuda.
—¿Y yo? ¿Acaso no fui de ayuda? ¿Te atreves a decir eso? ¡Shoutaro! Me metí en problemas por tu causa y aun así…
—No quieras culparme a mí de todo.
—Ah, claro, eso sería injusto ¿Cierto? —El sarcasmo se hacía presente de nuevo en la voz de la chica—. Mis inconvenientes no son nada al lado del vago con una guitarra, Fuwa Sho. —Esta bien, esto ya era demasiado ¿Quién es ella para tratarlo de esa forma? ¡Simple plebeya, actriz de rostro anónimo! Le tenía harto como intentaba culparlo a él hasta del más mínimo error que ella cometía, harto de su voz chillona, harto de estar a escasos centímetros de su cara ¡Harto de todo!
—¡Pues si de verdad deseas dejar de tener inconvenientes, casémonos! —Silencio. El pequeño elevador quedo en un silencio total, mientras las palabras dichas resonaban en los oídos de ambos.
¿Cómo fue que esas palabras llegaron a su boca? ¿El subconsciente lo había traicionado? Le pidió matrimonio a Kyoko, quien lo odiaba a morir. Era obvio que no aceptaría nunca algo como eso ¡No tenía sentido! ¿Casarse? ¿De verdad dijo algo así? Claramente lo hizo, porque ella lo miraba con cara de incredulidad.
Él tampoco entendía del todo como fue que esa pelea llego a una proposición ¿Por qué lo hizo? Estaba molesto por la forma en que ella hería su orgullo de músico, pero… ¿Matrimonio? ¿En que momento cruzo eso por su mente? ¿Acaso recordó cuando su padre dijo que Kyoko sería una buena esposa para él? ¿Y por qué lo recordaba justo en ese momento? ¿Por qué tuvo que gritarlo? El aislamiento en ese lugar debió volverlo loco.
El silencio parecía no terminar, y los minutos pasaban casi como si fueran eternos. Ambos se veían a los ojos intentando descifrar que demonios había ocurrido, hasta que cualquier pensamiento fue detenido, por el timbre de un celular. Sho no llevaba el suyo, por lo tanto, pertenecía al teléfono sin crédito de la chica. Ella reaccionó segundos después y atendió la llamada.
—Mogami-san —La voz retumbó en el pequeño espacio. Él sintió sus venas arder, y Kyoko simplemente empalideció.
—Tsuruga-san…
—¿En donde estas? ¿Te encuentras bien? Debiste llegar del trabajo que el presidente te encargo hace una hora.
Sho podía escuchar perfectamente a la persona del otro lado de la línea.
—Tsuruga-san yo…
—¿Mogami-san?
—Esta conmigo, atrapada en un elevador… y acabas de interrumpir algo importante —dijo después de arrebatarle el celular a Kyoko.
Gracias si llegaron hasta acá!
como dato adicional (?) quise suponer que el celular de Kyoko puede recibir llamadas pese a no tener crédito, al menos con el mio si se puede xD!
Espero sigan acompañándome ~
