¡Hola y Bienaventurados sean! He aquí les presento una sencilla historia de aventuras románticas en el universo deInuyasha. Cabe decir que no será muy larga (al menos eso espero xD) y que espero que la disfruten. Pero antes...
Disclaimer:Si fuera dueña deInuyasha, haría que Sesshoumaru tuviera una aventurilla con Kagome. Pero como no es así, eso deja totalmente en claro no me pertenece (Ni si quiera un mísero cabello de Sesshoumaru T-T)Inuyasha y & Co. son de Rumiko.
¿Nada más que decir? No. Excepto que espero sus comentarios. ¡Viva la libre expresión!
Capítulo 1: Una visita inesperada.
En el Sengoku Jidai, todo estaba tranquilo: los pájaros cantaban, el río corría alegremente, la brisa soplaba, un youkai con cara de jabalí trataba de comerse a otro más pequeño en un cerro cercano… todo lo normal que ocurría en el Japón antiguo, hace 500 años.
En un lugar cercano a la aldea que antiguamente fue guardiana de la famosísima Perla de Shikon, el silencio de aquel lugar lleno de árboles fue roto por un llamado, algo parecido a un grito… en realidad, más que un grito, parecía un ladrido.
-¡Kagome!
No hubo repuesta.
-¡Kagome!
De nuevo no hubo respuesta.
-Kagome, te lo advierto ¡Sal de donde quiera que estés! –ladró nuevamente una voz masculina con irritación.
En un lugar, no muy lejano de donde se escuchaba el llamado, entremedio de unos arbustos, Kagome podía escuchar a la perfección los reiterados llamados. En realidad, los llevaba escuchando desde hace media hora, oculta entremedio de las hojas, acurrucada, y era en ésa posición en la que se había encontrado todo ese tiempo, muy quieta y procurando no respirar demasiado fuerte.
Se escucho una y otra vez el nombre de Kagome, en todos los tonos, volumen de voz y direcciones que uno se puede imaginar, y ella, escondida como estaba seguía sin emitir ni un solo ruido.
"Oh, vamos, vamos, vamos", pensó desesperada "… que se vaya, por favor, que se vaya… Arg… ¡Le dije al monje Miroku que lo distrajera! Mal amigo…"
Mientras pensaba en cómo haría pagar al monje por no cumplir su palabra ("Apuesto a que se puso a molestar a la pobre de Sango ¡Hombres!"), de pronto, con el corazón zumbándole a mil por hora, noto que habían dejado de escucharse los llamados.
Kagome aguzó el oído. No se escuchaba nada.
Aguzó aún más el oído.
Un pajarito cantó.
No había nadie.
"Perfecto", pensó Kagome esbozando una sonrisa triunfal. Lentamente, sacó con cuidado solo la cabeza de entre las hojas, miró hacía un lado y luego al otro. Absolutamente nadie.
Salió en cuatro patas, emocionada ¡Por fin se iba a poder ir¡ Sí! Sí!
Se dio vuelta para sacar su mochila amarilla que había estado con ella todo el tiempo.
-Ay, ay, ay –gimió, ansiosa mientras sacaba a rastras su diminuta carga de los arbustos –Por fin… oh, por fin… Baño –se paró y levantó el bolso con la fuerza que sólo ella tiene para cargarlo –Cama… -se acomodó el bolso en la espalda y comenzó a caminar a gachas -¡Comida decente!... sin ofenderla, Anciana Kaede -vio el pozo cerca que estaba en el claro, como desgraciadamente sabía, con adoración –Ohhh…
Kagome miró nuevamente de un lado para otro, por si las moscas. No había nadie.
Respiró profundo.
-Es una gran prueba, Kagome –se dijo, con la más fiera resolución –si lo logras vas a batir el récord de los 60 metros planos ¡Y con una mochila de 70 kilos en tu espalda!
Obviamente, había que verle el lado positivo al asunto.
-Es ahora o nunca –continuó. Cerró los ojos –A la una… -se puso en posición –a las dos… -El pozo estaba tan cerca ¡Tan cerca! –y a las tre…ahhhhhhhhhhh…
-¡QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO, KAGOME!
Kagome no podía seguir avanzando, algo se lo impedía (¡Que raro!) Al parecer su mochila se había quedado estancada con una rama o algo así…
Gimió. ¿A quién rayos engañaba? Sabía perfectamente a quien pertenecía semejante bramido. Pero últimamente comenzaba a gustarle tapar el sol con el dedo. Miró por encima de su hombro.
-¡Ah, Inuyasha! –saludó inocentemente –jajajaja… esto ¿Qué haces aquí?
Inuyasha, con una garra, la tenía firmemente sujeta por la mochila y la fulminaba con la mirada.
"Odio cuando me mira así", pensó Kagome tragando saliva con nerviosismo.
-Kaaagooomeee… –gruñó lentamente él, señal de que estaba perdiendo la paciencia.
-Ah… Dime, Inuyasha –dijo Kagome con voz de "¡Qué lindo está el clima!" (¡Clásico!), mientras sentía que sudaba a mares.
Se quedaron mirando un momento.
Un pajarito volvió a cantar.
El youkai que trataba de comerse al otro lo logró con un chillido de victoria.
El río que estaba lejos siguió corriendo como siempre.
Kagome sonrió con toda la dulzura del mundo (del de la época antigua, claro, no le alcanzo para la del futuro).
-¡NO PUEDES IRTE ASÍ COMO ASÍ, KAOME! –estalló Inuyasha, mientras Kagome se tapaba los oídos. Ya estaba, se le fue la poca y nada de paciencia que le quedaba al orejas de perro.
-Oh, por favor, Inuyasha –suplicó Kagome quitándose las manos de los oídos – Te lo ruego, será por poco tiempo ¡Ya no aguanto más!
-¡NO! Nada de nada! Siempre que dices eso no vuelves en semanas!
Kagome jadeó, escandalizada.
-¡Ah, no es para tanto! –se quejó, herida en su orgullo –Serán unos pocos días, te lo prometo ¡En serio, por favor! Déjame ir!
-¡No! –contestó él con firmeza, le centelleaban los ojos amarillos –No puedes irte, sobretodo ahora que falta un solo fragmento de la perla ¡No podemos dejar que Naraku nos lleve la delantera!
"Dioses, es verdad", pensó Kagome con amargura. Inuyasha tenía razón, rayos…
Pero la verdad era que no aguantaba más.
Hace semanas que no volvía a su época.
Hace dos se había acabado el dinero.
Hace una que ella y su grupo habían tenido que volver donde la anciana Kaede ¡Porque hace seis semanas que no tenían rastro de Naraku!
Kagome comenzó a respirar con dificultad.
Habían pensado que lo mejor era mantenerse en la aldea ya que allí, últimamente estaban llegando mucho más rápido las noticias. Hace cuatro días Kagome había intentado decirle a Inuyasha que tenía que volver para sus exámenes ("¡Te mato si no paso de curso!", le había gritado al muchacho, aunque dudaba que la dejaran pasar de todas maneras). Hace dos días volvió a intentarlo con la excusa de que su familia estaría preocupadísima por ella, ya que era la primera vez que se ausentaba tanto tiempo ("Te lo advierto, Inuyasha ¡olvídate de las ricas cenas de mi mamá cuando vayas a mi época!"). Ayer, lo amenazó de muerte ¡De veras que lo hizo!
-¡No puedes mantenerme en esta época como si fuera una prisionera, Inuyasha! –le había gritado esa vez con fuego amenazando salir por su boca –Si sigues así ¡Me niego a seguir buscando los fragmentos de la perla!
Por supuesto que eso no era cierto. Pero no perdía nada con intentarlo.
Ante la tensión de que Naraku, con su nueva forma, apareciera en cualquier momento, todos últimamente estaban de mal humor. Claro, excepto Miroku, que mantenía su calma y su extraña frialdad en todo momento.
Lástima que su buen humor era a costa de la pobre de Sango que se irritaba cada vez más ante los atrevidos "cariñitos" de ese monje que cada día era menos monje y más libidinoso. Pero el peor efecto, lejos, había sido en Inuyasha que, con todas las amenazas del mundo, no cedió ni un ápice, a pesar de que Kagome lo había amenazado una y otra vez con decirle "ABAJO" desde la hora de la comida hasta el anochecer. Pero para desgracia de todos, sobretodo de ella, no funcionó. Inuyasha se había vuelto todo un perro guardián: gruñía continuamente, tenía colmillos que relinchaban, unas orejas de perro, y no dormía de día ni de noche.
Y se había vuelto tan, pero tan testarudo.
-¡Naraku no ha aparecido en semanas! –exclamó Kagome tratando, en vano, de seguir avanzando.
-Arg, Kagome ¡Tu sabes mejor que nadie como es ese maldito monstruo! Puede aparecer en cualquier momento!- gruñó haciendo fuerzas para impedir el avance de Kagome sujetándola de su mochila.
Y por último, estaban los efectos de Kagome que, reaccionó como cualquier chica normal venida de una época avanzada ante la perspectiva de no poder bañarse ni poder dormir durante las próximas semanas en una cama como la modernidad mandaba (No había llevado su saco de dormir ¿En qué momento lo había olvidado, cielos?)
Y hoy había intentado el último método razonable…
-¡FUGA! –exclamó Inuyasha con el rostro contraído -¿Es eso lo que tratabas de hacer? Fugarte! No puedo creer que lo hayas intentado. Ahora, cuando más te necesitamos, ahora cuando yo… Kagome… te necesito…
En otro momento (¡En cualquier otro momento, dioses!) Kagome se habría ruborizado ante tal declaración ¿Por qué lo hacía en el momento menos indicado? ¡Inuyasha era un tonto!
Pero ahora, Kagome estaba desesperada. Y no se rendiría tan fácilmente.
-Inuyasha, escúchame –dijo tomando aire. De pronto volvió a hacer fuerza -¡Tienes… que… dejarme… ir…! –luchó mientras avanzaba a penas unos centímetros con cada palabra.
-¡Pero… no… puedes… irte! –gritó Inuyasha al tiempo que también hacía fuerza.
-¡Inuyasha… ya… suéltame…! Prometo… que… volveré… ¡–gruñó Kagome con esfuerzo. Se estaba quedando sin aliento. "Se aprovecha de su fuerza", pensó "¡Tramposo!"
-¡Ya basta, Kagooomeeeee…!-pidió Inuyasha aumentando su fuerza -¡No… sigas… que…!
-¡Mírame, Inuyasha! –lo interrumpió Kagome con los dientes apretados, mirándolo por sobre el hombro –Estoy sucia, huelo mal, no he dormido –se indica las ojeras – mi madre y mi abuelo me matarán ¡VOY A REPROBAR DE CURSO! Y TODO POR TÚ CULPA, INUYASHA! –terminó gritando como una histérica.
-¡Ahhhh, no te comportes como una niñita! –se quejó Inuyasha sobreponiéndose al susto de ver a una Kagome fuera de sí. Y si eso no lo era, no quiso ni pensar como era Kagome realmentefuera de sí. Era tanta la desesperación de la chica, que a Inuyasha le estaba costando de veras mantenerla en su lugar.
De pronto, Kagome dejó de hacer fuerza tan repentinamente, que Inuyasha casi se cae de espaldas. Miró con precaución a Kagome que le daba la espalda.
-Inuyasha, tu sabes que todos estos días he estado tratando de evitar usar este recurso –dijo con lenta tranquilidad. Pero Inuyasha sintió que se le erizaron completamente los pelos de la nuca y de las orejas.
-No quería hacerlo –continuó Kagome –pero tú te lo has buscado…
-Ka-ka-Kagome, tu-u lo pro-prometiste… -tartamudeó Inuyasha tratando de evitar que el pánico se apoderara de él –N-no pu-puedes romper tu palabra… Kagome, no pensarás… -la chica se quedó en silencio, dándole la espalda -¿Ka -Kagome? Tu…
-Inuyasha –lo interrumpió la joven bruscamente. El tragó saliva -¡ABAJO!
Y bueno, ocurrió lo que tenía que pasar.
-¡Uy, que coraje!-murmuró fastidiada Kagome, mientras volvía a caminar dejando solo a Inuyasha estampado en el suelo.
-No… Kagome… -se quejó el hanyou. Levantó la cara llena de tierra -¡Me las pagarás!
-Oh, si –murmuró Kagome con ironía, sin mirar atrás -¡Pero será después de volver de mi época!
Y se echó a reír como una maniática.
Inuyasha la observó mientras se alejaba.
-¿Y a esta que bicho le picó? Se volvió loca -comentó con resignación. Después se lo pensó mejor –Quizá sea conveniente… -Se levantó de golpe y alzó el puño -¡Solo un día! Me oíste, Kagome? Si no regresas en un día te voy a ir a buscar y estés como estés nos regresamos ¿Oíste, Kagome? Oíste?
Kagome que ya había llegado al pozo y había arrojado su bolso por él, se volteó y le sacó la lengua ante la cara atónita de Inuyasha, y sin más, desapareció en el agujero.
-¡Arggggg! Maldita, Kagome! –gruñó en voz alta el hanyou aún con el puño en alto.
-Inuyasha.
El joven dejó de gritar y miró a su amigo que lo miraba con las cejas arqueadas.
-¡Miroku! Qué demonios estás haciendo aquí? –volvió a gruñir Inuyasha.
-Inuyasha –repitió el monje con aire paciente -¡Deja en paz a la señorita Kagome! Ella más que nadie necesita descansar.
-¡Eso no es verdad! –exclamó enojado Inuyasha – lo único que ha hecho esa niña es quejarse todo el tiempo.
-Pero no es para menos, Inuyasha, no seas tan insensible…
-¡Feh!
-La señorita Kagome tiene el doble de responsabilidades que nosotros –continuó con tranquilidad Miroku –Por un lado tiene las tareas que debe desempeñar en su mundo y por otro lado es la única persona, a parte de la señorita Kikyo, que puede ver los fragmentos de la Perla, y más encima debe buscarlos, luchar contra monstruos… o sea ¡Es un trabajo agotador para cualquiera!
Inuyasha volvió a gruñir.
-Además no te preocupes por Naraku. El no se ha aparecido en semanas ¿Por qué debería atacar ahora? –dijo el monje con su voz persuasiva – Esta espera ha sido exasperante para todos nosotros, pero no podemos hacer otra cosa que…
-¡Pero igual! –le espetó Inuyasha -¡El último fragmento lo podemos tener en frente de nuestras narices y no vamos a poder verlo! Y todo porque Kagome no va a estar aquí!
-Bueno, bueno… es solo un día que no va a estar aquí ¿no? Ah, Inuyasha… -suspiró Miroku moviendo la cabeza de un lado a otro –estás demasiado tenso… Y te estás volviendo demasiado paranoico.
-¡Su Excelencia!
Inuyasha y Miroku voltearon al escuchar la voz de Sango, que venía corriendo junto con Shippo y Kirara.
-¡Sango!
-¿Pasó algo grave, Excelencia? –preguntó Sango. Miró a Inuyasha que estaba parado dentro de un agujero con la peculiar forma de su cuerpo.
-No, nada, Sanguito –negó Miroku haciendo un gesto de resignación –lo mismo de siempre…
-Uh, ya veo…
-¿Qué le hiciste a la pobre de Kagome? –intervino finalmente Shippo a los gritos a un enfurruñado Inuyasha.
-¡Ah, ya cállate, enano! Yo no le he hecho nada a esa loca! –se defendió Inuyasha con una venita en la sien -¿Por qué siempre me culpan a mí de lo que le pasa a ella?
-Porque tú eres el único que hace enojar a Kagome, tonto –dijo Shippo como si aquello fuera lo más obvio del mundo.
-¿Qué dijiste?
-¡Por favor, niños, no se peleen! –pidió Miroku.
-¡A quien le dices niño, monje!
-Oigan, oigan, chicos, por favor –intervino Sango con una gota de sudor en la frente –Nosotros a parte de venir a verlos también les veníamos a avisar que la anciana Kaede pidió que nos reuniéramos con ella –los miró a todos que la miraban con cara de tontos -¡Urgente!
-¿Qué?
-¿Pasó algo, Sango? –preguntó Miroku, mientras se dirigían a grandes zancadas a la cabaña de la sacerdotisa.
-No lo sé, es por eso que vinimos con Shippo –dijo Sango mientras Kirara se posaba en su hombro.
-Ah, es cierto ¿No creen que la anciana Kaede a actuado raro toda la mañana? –comentó Shippo.
-Hum… es verdad- admitió Miroku –esta misma mañana lo comentábamos con la señorita Kagome, aunque ella también se veía algo… Bueno, no… histérica es una palabra muy fuerte… Hum… algo ansiosa, si, eso es, ansiosa –dijo Miroku conforme mientras Inuyasha murmuraba algo si como "Cómo te gusta mentirte…"
-Yo también lo había notado –dijo Sango.
-¡Feh! Esa anciana ha actuado raro toda su vida…
-¡Inuyasha! –dijeron todos al unísono.
-¡Ah, tu nunca te fijas en nada Inuyasha! –le reclamó Shippo –como últimamente te la pasas molestando a la pobre de Kagome ¿Cómo te ibas a fijar? –agregó sarcásticamente.
-¡Ya me tienes harto, enano! –gritó Inuyasha dándole un golpe en la cabeza al niño-zorro.
-¡Te aprovechas solo porque Kagome no esta! –lloriqueó Shippo apretándose la cabeza.
-¡No es cierto!
-¡Si es cierto!
-¡No es cier…!
Pero Inuyasha se quedó callado. Ya iban entrando a la aldea.
-¿Que sucede Inuyasha? –preguntó Miroku quedamente. Inuyasha miró al vacío.
-¡Le dio un ataque! –gimió Shippo en un arranque - ¿Inuyasha, que te pasa? Yo no quise molestarte! –y con los dotes de una pulga (y eso que era un youkai zorro) saltó hasta quedar a la altura de la cara de Inuyasha que seguía con expresión ida. -¡Contesta! –le gritó, pegándole una bofetada. Era evidente que aquellas semanas de tensa espera también habían hecho lo suyo en Shippo.
Inuyasha le envió una mirada asesina y con la rapidez de un rayo quitó al pequeño kitsune de un zarpazo tirándolo al suelo.
-¿QUÉ CREES QUE HACES ENANO? –exclamó furioso con su venita de la frente a punto de estallar. A Shippo se le llenaron los ojos de lágrimas.
-¡Buaaaa! Yo lo hice porque me preocupé ¡Que malo ereeeeeesssssss….!
-¿Inuyasha, que es lo que te sucede? –preguntó Sango con el ceño fruncido. Inuyasha volvió a poner la expresión ida y miró hacia un determinado punto. Miroku se acercó a Inuyasha y miró en la misma dirección.
- No puede ser… -murmuró Inuyasha –Su aroma esta aquí… no puedo equivocarme…
-¿Quién es, Inuyasha? –preguntó Sango.
-…Maldición…
-¿Quién es, Inuyasha, quien? –preguntó Shippo mirando la expresión mitad sorprendida, mitad horrorizada de Inuyasha.
Fin.
Era broma xD Si apoyas la libre expresión ¡Deja un review!
