Disclamer: Corazón de Melón/Amour Sucré/My Candy Love y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de ChiNoMiko y Beemov.
A cinco hombres jóvenes se les fue enseñado el idioma japonés, con fines de comunicación.
La isla de Dejima, en Japón, fue utilizada como medio de negociaciones para que los extranjeros se pusieran en contacto con la gente del país del sol naciente.
A pesar de que se conocían desde que embarcaron, uno podía notar a simple vista la tensión entre el joven de cabello negro, y el muchacho rubio, la afinidad que tenía el primero con un joven de particular cabello platinado, y como otro, de carácter bromista y cabello oscuro, se desenvolvía con facilidad, y le había tomado un cierto gusto a tontear con el último, un joven de cabello castaño y brillantes ojos verdes.
Eran un espectáculo para quien los viera, sobretodo para los pobres nativos, cuando ocasionalmente les encontraban y no podían evitar notar sus costumbres y expresiones extrañas, algo bastante común, si se tomaba en cuenta que venían todos de Francia.
-En verdad, Castiel se ha puesto insoportable estos días- refunfuñó Nathaniel sin cuidado- Es más desagradable de lo normal.
El joven junto a él, de ojos esmeraldas, soltó un bufido irritado, y rodó los ojos, con un ligero sudor perlando la piel de su frente, mientras hacía lo posible por fulminar con la mirada al nombrado, sin que este se diera cuenta.
Podían llamarle a Kentin como quisieran, cobarde, enclenque, como hacía el desconsiderado muchacho de ojos oscuros, pero nunca, un estúpido.
-Ni lo digas. Ya es molesto tener que compartir cuarto con él…
-¡Eh, señoritas!-sin querer, a Kentin le recorrió un escalofrío, y se puso rígido. El rubio no dio señal de reconocer su presencia, demasiado digno para siquiera dirigirle la palabra-Si ya terminaron de chismear, podrían caminar más rápido. No estamos aquí para pasarla bien, el estirado de Hendrick nos espera.
Todo era así con Castiel.
Dominación, fuerza bruta, imprudencia.
En pleno siglo diecinueve, se limitaba a expresiones básicas y rudimentarias, que le provocaban retortijones en el estómago, y unas malsanas ganas de comunicarse de forma poco civilizada con Castiel, y con suerte, darle unos cuantos golpes para quitarle los malos hábitos de encima.
Todo con fines filántropos, claro.
-¿No te mordiste a lengua, Castiel?-reprochó con amargura, sin lograr contenerse. Castiel siempre lograba sacar lo peor de él, y por su forma de actuar, lo disfrutaba, le divertía incluso- Si no mal recuerdo, te perdiste por mucho tiempo ayer. Regresaste más tarde de lo que habíamos acordado.
Los ojos oscuros de él se volvieron afilados, apretó su mano en un puño con fuerza, haciendo una amenaza discreta, y sin decir nada, apretó los labios, molesto.
Su puño temblaba, y ni la mano de Lysandro en su hombro, aliviaba los temblores que le recorrían por el brazo.
-Si, como cuando preguntaste por la casa Kabuki más cercana- agregó Kentin sin contenerse, sonando más como un niño provocando a otro. Atemorizado, e inseguro. Antes que pudiera terminar, se escuchó una risotada fuerte, y los ojos de ellos, y de algunos transeúntes se posaron en Armin.
-Ya lo recuerdo. Esos hombres nos llevaron a una casa grande, llamativa. Cuando empezó la función, resultó que era una casa especializada en kagema. Casi parecía que se te fueran a salir los ojos cuando se te acercó ese chico…
-¿Quieren callarse de una vez?
El reclamo no sonaba tan fuerte como le hubiera gustado, y como si las cosas no pudieran empeorar, la mano de Lysandro sobre su hombro se sintió repentinamente pesada, más como una cadena que como un apoyo.
-No es culpa de Castiel, llevamos mucho tiempo aquí, y tengo entendido que es más "activo" que nosotros. Además, esos hombres siempre me dieron una mala impresión.
No se atrevió a reclamarle a su amigo, que con la mirada desorientada, permanecía perdido en los desagradables recuerdos de ese día.
-Como sea-bufó irritado-¿No era Hendrick amigo tu papacito, Nath?-escupió con burla venenosa Castiel- Deberíamos ir más rápido, no quieres hacerlo enojar.
El rubio rechinó los dientes, furioso. Si no estuvieran en medio de la calle, si fuera menos civilizado, no habría dudado en hacerle tragarse su puño a golpes.
-Déjale-apaciguó Kentin-No vale la pena.
Ni él se lo creía.
Probablemente Castiel no lo recordara por su forma de actuar, pero ellos dos, a diferencia del resto, se conocían de tiempo antes.
Antes de entrar a la milicia, como le había exigido su padre, Kentin era un chico delgado, pequeño, y el objeto de burlas de muchos.
Era débil y complaciente, un intelectual. Le interesaban otro tipo de temas, era sensible, y aunque a su madre le encantaba y le instaba a sumirse más en sus intereses, a su padre pareció no agradarle tanto. Mucho menos el día en que llego golpeado y con la ropa hecha jirones por culpa de un grupo de chicas.
-No se pongan tan serios-un brazo se le colgó de los hombros y antes de poder reaccionar, sintió el peso jalarle. Armin sonreía de oreja a oreja a su lado-Ya con lo que tenemos basta.
Siguieron el movimiento de barbilla de Armin hasta el edificio de relaciones internacionales.
Era un edificio mediano, con suficiente seguridad para resguardar sin dar una apariencia hostil. Después de todo, era un edificio de relaciones amistosas, para fortalecer el lazo entre dos naciones.
-Acabemos con esta mierda.
Con la mirada afilada, Castiel se abrió paso entre la gente, demasiado molesto para cortesías.
-Castiel-urgió Lysandro, demasiado tarde para detener al anciano que desprevenido, chocó contra su amigo.
El nombrado abrió los ojos. Tenía un mal carácter, pero definitivamente no era un bastardo insensible, simplemente un bastardo cabreado.
-Señor, disculpe a mi compañero-como un rayo amarillo, Nathaniel se fue junto al hombre, ayudándolo a incorporarse lentamente-No se lo tome a pecho. Es un imprudente, no puede evitarlo.
-¿Un qué, rubiecito?-se arremango la ropa, listo para propinarle un golpe a Nathaniel en medio de la gente-¡Ven y dímelo a la cara!
-Jovencito…
Nathaniel suspiró, derrotado. Ya veía venir la migraña que le vendría antes de dormir.
-Señor, de verdad, disculpe-Armin y Kentin parecían petrificados del susto, y Lysandro tenía esa mirada perdida de querer decir algo, y que en su intento por dar una respuesta apropiada, se había perdido en sus pensamientos-Como ya le dije, mi compañero…
-No, no me refiero a eso-los ojos del anciano estaban bien abiertos, y su rostro ya demacrado por la edad lucía devastado-Ustedes son extranjeros, ¿verdad?
Un bufido atrás de él.
-¿Qué nos delató? ¿El acento? ¿El cabello rubio?-volvió a cruzarse de brazos Castiel, con una expresión fastidiada-Disculpe, tenemos cosas más importantes que oír sus remembranzas de su juventud, anciano.
-¡No quiso decir eso, señor!-se excusó Kentin.
-Si, no se lo tome a pecho.
A Nathaniel le faltaba poco para lanzársele encima a Castiel, e incluso Lysandro lo miraba con desaprobación, aún sin encontrar las palabras correctas.
-No me entienden-hizo un ademán de querer tocarles, pero al vaciló, con sus ojos llenos de terror-Son extranjeros. Muchos como ustedes se pierden aquí, ¿no han notado que aquí no hay jóvenes?-Armin arqueó una ceja, sin acabar de entender a que venía todo aquello-Aquí es peligroso para ustedes, jóvenes. No se les ocurra alejarse del territorio delimitado, ir al bosque, y mucho menos ir solos a algún lugar. Es más seguro si van juntos. Además, si de casualidad…
-Bueno, señor, le agradecemos mucho que nos aconseje, pero tenemos un compromiso y estamos sobre el tiempo-paseó su mirada dorada sobre sus acompañantes, en un pedido de ayuda silenciosa-Le pedimos una disculpa otra vez.
-¡Les digo que escuchen! No porque sea viejo estoy loco-pidió el anciano, con los ojos furiosos-Es peligroso que se paseen por la isla a su gusto. Esta isla siempre estuvo custodiada por espíritus, es antigua, y ya antes de que llegaran ocasionalmente se perdían viajeros o hombres jóvenes. Desde que llegaron los extranjeros, esos espíritus se enfurecieron, las desapariciones se hicieron constantes, y los pocos jóvenes que quedaron decidieron irse de la isla. Los espíritus son territoriales, y aunque no todos son malos, los kitsune…
-Como dijo el rubio, señor-interrumpió Castiel-Tenemos un compromiso, y no nos queda tiempo para perder escuchando cuentos.
Por primera vez, Nathaniel tuvo que coincidir con Castiel, por más que le desagradara. No lo admitiría, pero si, como antes le había insinuado, estaba nervioso de tener el tiempo tan corto. Tenía una manía casi obsesiva por llegar a tiempo, y el saber que su padre podría enterarse si flaqueaba o fallaba en cualquier cosa, no hacía más que aumentar esa ansia.
Se despidió del hombre con una última disculpa.
Armin también le siguió, Lysandro se había ido con Castiel, y el último que quedó atrás fue Kentin.
-¿Dijo kitsune?
El anciano asintió, con tristeza.
-Mi hijo desapareció hace mucho tiempo, no creíamos que le pasara nada.
Kentin tragó con dificultad, el sudor frío le recorría el cuerpo.
-Por favor, vayan con cuidado.
El niño asustadizo al que había intentado sepultar se estremeció con la advertencia del anciano, y con un asentimiento corto, fue tras su grupo.
Sintió como si algo pesado le cayera al estómago, y con renuencia, miró atrás.
Los espíritus y fantasmas no eran más que historias para asustar a los niños pequeños, y él ya no era uno.
No tendría razones para estar asustado, ¿verdad?
Esta es una historia de CDM que quise hacer por el evento de Halloween de este año.
Pensaba hacer una historia para cada chico, pero al final, como tengo otras historias planeadas y no quería echarme la soga al cuello tan rápido, decidí hacer una sola historia tipo harem con un solo final. Aunque podría hacer oneshots para cada chico en esta misma historia después.
Es la primera historia que hago para otro fandom que no es Naruto desde hace un tiempo, y me pone un poquito nerviosa.
En fin.
¡Espero que les guste!
Antes que me olvide, les dejo el glosario.
Kagema: Los kagema eran a menudo aprendices de actores de kabuki (que a su vez a menudo eran prostitutos fuera del escenario) y servían a una clientela de mujeres y hombres. Para los clientes masculinos el servicio habitual era el sexo anal pasivo.
