Era una noche muy fría de invierno de cielo limpio. Una pequeña mano tanteó las sábanas hasta dar con un brazo calentito que agitó suavemente.
-Papi... Tengo frío.
El zorro se giró y lo abrazó. Era un día duro también.
-¿Cuándo viene mami?
-Mami no va a volver, Fox... Está en el cielo, con las estrellas...
Y mientras lo dijo se tragó las lágrimas y abrazó más a su hijo.
-¿No va a venir?
-No, Foxie. No va a volver.
-¿Por qué?
-...Ella... Me dijo que se tenía que ir. Me dio un beso para ti.
James le dio un pequeño beso en la frente a su hijo, esperando que no le preguntase si volvería algún día. Sabía que allá donde estuviera Vixy querría que estuviese bien.
-Papi...
-Dime.
-Quiero darle un beso.
Fox parecía algo triste en su pijamita polar. James solo pudo pensar en cogerlo en brazos y enseñarle las estrellas por la ventana en un amargo intento por hacer que su pequeño se sintiese mejor.
-¿Ves aquella estrella que brilla tanto? Es mamá dándote las buenas noches.
-¡Buenas noches, mami! ¡Te quiero!
Fox le lanzó un besito inocente a aquella estrella que de repente desapareció.
-Oh. ¿Qué pasó?
-Mami se fue a cama, Fox. ¿Dormimos un poco nosotros también?
-Sí. Te quiero, papi. Buenas noches.
-Buenas noches, Fox.
Unos meses después Fox se había acostumbrado a la falta de su madre. Miraba las estrellas cada noche con su padre y les contaba todo lo que había hecho en el día.
-...¡Y papi me compró una piruleta muy grande que tendía más piruletas dentro, pero no las pude comer todas!
-¿Y no le cuentas a mamá que empezaste otra vez el cole?
-¡Sí, sí! Hoy hicimos un dibujo de una casa y de un avión y de un coche, y yo pinté a papá en él. Y también nos están enseñando las letras y los números, pero yo ya me los sé porque papá me trajo un cuento con muchas pegatinas que los enseñaba y jugamos juntos con él. ¡Ah, y también tengo una mochila que tiene forma de nube! ¡Mira!
El pequeño Fox se escurrió del regazo de James y correteó por la habitación para abrir un cajón bajo la cama donde estaba su mochila. Luego volvió junto a su padre y echó los brazos arriba para que lo volviera a sentar con él.
-¡Mira, mami! ¿A que te gusta? Tiene un bolsillo debajo para llevar la merienda.
-Creo que sí que le gusta.
-Papi, tengo sueño.
-Pues vamos a dormir entonces. Pero primero hay que guardar la mochila para encontrarla mañana.
Si Vixy pudiera ver a su hijo... Ha crecido mucho y siempre está contento. ¡Tiene una energía inagotable!
Fox se acurruca contra él buscando su calor y la comodidad, y James le canta una nana bajito para desearle dulces sueños al futuro héroe de Lylat.
