¡Al fin me atrevo con mi primer Fan-fic *3*!
Leyenda:
- Cursiva: Narrado por un narrador (?)
- Normal: Narrado por España
- Cursiva-Centrado: Letra de la canción (Trick and Treat – Vocaloid 2)
- - (Pequeño salto en el tiempo)
Antonio (España) y Lovino (S. Italia) (Y Roderich (Austria), del que se hace mención) pertenecen a Hidekaz-sama (*_*) Junto a Ludwig (Alemania) y Feliciano (N. Italia), los cuales no salen en este capítulo ^^ /
Trick and Treat, que es el título de la canción, es cantada por Vocaloid, que es un programa creado por Yamaha. No sé quién creó la canción, pero sospecho que fue NicoNico O:
Disculpen si cometo OCC. No es mi fuerte controlar a España o S. Italia ^^Uu
Hace tiempo que sigo la voz. Esa voz que no para de pronunciar mi nombre.
- ¿Acaso me conoces de algo? – Formulo la pregunta al aire, más no obtengo respuesta por parte de aquella voz, que no deja de susurrar.
Camino por un bosque oscuro, apenas iluminado por la tenue luz que la luna llena puede producir. Intento no producir ruido alguno por temor a que la voz se desvaneciese.
No sé cómo ha podido ser, pero me acabo de dar cuenta de que ando perdido y, para colmo, se ha levantado una niebla espesa y profunda que apenas me deja ver. Además, esa dulce voz no deja de repetir mi nombre, ya me está comenzando a poner de los nervios.
Se esconde, se esconde
En la profunda niebla
Una voz que hace enloquecer
- ¿Eh? – Me giro sobre los talones, mirando hacia unos arbustos situados a mi derecha, en los cuales algo se había movido. Miro hacia la izquierda por la misma causa. Sea lo que fuere, parecía estar huyendo de algo. Derecha. Izquierda. Derecha. Sigo al supuesto animal, sin importarme mucho el hecho de que me llevase hacia más adentro del bosque, hasta que, en lo alto de una colina, distingo lo que parecía ser una figura de un niño o de una persona de esa misma estatura.
No dudes, no dudes
Y en las entrañas de este
Interminable bosque adéntrate
- ¿Pero qué…? – Comienzo a correr en dirección hacia aquella persona. "Definitivamente es un niño", pienso a la vez que la niebla iba desapareciendo y la figura de aquel chico, que apenas me debía de llegar por la altura de lo hombros, se hacía más clara.
- Eh, chico, ¿qué haces por aquí a estas horas? – Pregunto claramente intrigado; no esperaba encontrarme a nadie en un bosque como este y mucho menos a tan altas horas de la responde. Simplemente contempla la Luna. Me acerco más, por si la distancia hubiera sido la culpable de que no me hubiese oído.
- Oe, ¿me escuchas?, ¿qué se supone que haces en este bosque? – "A lo mejor se perdió", pienso. Poso mi mano sobre su hombro, no muy seguro de cómo reaccionaría. - ¿Te has perdido?
El chico, al sentirme, deja de observar la Luna y se gira, mirándome con una sonrisita en el rostro. "Vaya, al menos reaccionó", murmuro por lo bajo.
- Has llegado justo a tiempo, idiota~ - Me contesta con una sonrisita. "Su voz me suena, pero no sé de qué", pienso a la vez que una gotita de sudor aparecía en mi sien. "¿I-Idiota?", murmuro de nuevo.
- ¿Acaso nos conocemos de algo? – No recuerdo haberlo visto jamás, y yo no soy de olvidar las caras de la gente con facilidad.
- Eso no importa ahora. No querrás llegar tarde, ¿verdad? – Dice tomándome la mano y comenzando a tirar suavemente pero con seguridad, llevándome hacia el lado contrario de por donde había llegado a la colina.
- ¿Llegar tarde a dónde? – pregunto, sintiéndome un poco confuso.
- Tampoco importa, idiota. La noche te está ofreciendo la ocasión, no la desperdicies – dice con una sonrisa que apenas alcanzo a ver cuando gira la cabeza y me mira de refilón. Es todo tan extraño…
De prisa, de prisa
Si no te apuras te arrepentirás
De perder la ocasión
Llevamos un buen rato caminando y hace nada me di cuenta de que los susurros habían remitido, no sabía cuándo.
- Oye, a todo esto… ¿Hacia dónde me llevas? – Pregunto extrañado y un tanto aburrido por la silenciosa atmósfera existente en el ambiente, solo interrumpida por los chasquidos que producían al ramitas al romperse y de las hojas al ser pisadas.
No responde.
- Bueno, al menos me podrías decir cuanto queda, ¿no? – Dije al suponer que me estaba llevando a algún sitio a cubierto, (o al menos eso esperaba) ya que el cielo se había llenado rápidamente con oscuras nubes que apenas dejaban ver la Luna.
Sigue sin responderme.
Justo iba a preguntarle el porqué de que esté tan callado cuando, a lo lejos, comienzo a distinguir lo que parecía ser una casa con las luces encendidas.
- ¿Eh? ¿Esa es tu casa? – Me lo supuse, porque tomamos un caminito libre de la maleza del bosque que parecía conducirnos hacia aquel lugar.
El chico chasquea la lengua, molesto, no sé por qué. Se detiene, casi provocando que me chocase con él.
- Llegamos~ - Parece susurrar, aunque no alcanzo a oírlo a la perfección. Inconscientemente alzo la vista y me quedo ensimismado al ver el edificio al que con anterioridad había denominado como una "casa".
"A lo mejor por eso se molestó antes", pensé. "Es imposible designar esto como a una casa".
La pared exterior de la construcción, recubierta con rocas oscuras, en algunos lugares, grises; en otros, marrones, estaba cruzada por una larga enredadera que trepaba desde el suelo que pisaba hasta el tejado del edificio, donde se le perdía de vista.
- Así a primera vista no parece mucha cosa – Digo sin pensar, aunque el chico parece ignorarme como hacía durante todo el camino.
Examino la pared, con numerosas ventanas y un gran ventanal arriba del todo, a la izquierda de por donde pasaba la enredadera, y me termino fijando en la puerta, que parecía ser hecha, a primera vista, con una madera muy resistente, como la de los robles, y que tenía un picaporte con forma de león. Estaba entreabierta y dejaba pasar una tenue luz que, sin embargo, parecía casi tan brillante como el Sol en la oscuridad de la noche.
El chico, cuyo nombre aún desconocía, abrió la puerta, dejando pasar más luz aún, la cual, en un principio, un poco me cegó.
Me acerqué al umbral de la puerta y, en cuanto recuperé mi visión casi perdida, me quedé más embobado aún con lo que vi que cuando estaba investigando el exterior de la casa.
Si yo creía tener una mansión por casa, sin duda no era ni una chabola en comparación con ésta.
Mi acompañante hizo un gesto, indicándome que entrara, mas yo solo me quedé en el sitio y observé cada detalle de la estancia: Las paredes, pintadas de un amarillo bastante vivaz, con muchos cuadros (casi demasiados, me atrevería a decir), en los que no puse demasiada atención pero que algunos de los cuales tenían marcos dorados o plateados que parecían tener piedras valiosas incrustadas, limitaban con el techo mediante una cornisa con temática de enredaderas con flores. El suelo, a cuadros color hueso y rojo magenta, daban la impresión de estar sobre una tabla de ajedrez, como si todo fuese nada más que un simple juego; los muebles, colocados estratégicamente, solo hacían sino aumentar esa sensación.
Me sentaba mal entrar. El solo hecho de estar en el umbral hacía que me sintiera muy pobre.
- ¿Dudas? – Preguntó, aunque parecía más una afirmación que una cuestión. "¿Eso parezco?", pensé con ironía y, para mi asombro, el chico me respondió como si me hubiese leído el pensamiento:
- Claro que lo pareces… - Calló un momento para después proseguir – Que no te ciegue la vista, aquí nada es lo que parece. No dudes; simplemente adéntrate… - Y, aprovechando mi momento de despiste, me tomó de la manga de la camisa y tiró de ella, metiéndome dentro de la estancia y cerrando tras de sí la puerta, con pestillo.
No dudes, no dudes
Acércate sin miedo
Que se acerca ya la diversión
En cuanto se hubo asegurado de que la puerta estaba sellada, el chico atravesó grácilmente la habitación, desapareciendo por una puerta un poco más grande incluso que la entrada.
Ahora yo me encontraba solo.
Aproveché esta ocasión para inspeccionar un poco el lugar. Me acerqué a un gran armario con vitrina, del mismo tipo de madera que la puerta de la entrada, solo que con un aspecto más desgastado, seguramente hecho a conciencia, me supuse. Recorrí su relieve con la yema de mis dedos. Las flores, finamente talladas en las delimitaciones del mueble, resultaban suaves al tacto, a excepción de cuando se llegaba a las piedras preciosas que tenían algunas incrustadas, que suponían un cambio de textura notable.
A través del cristal se podía observar una fina vajilla de porcelana, blanca y con flores también, en este caso, rosas rojas. Me recordaba mucho a la que tenía un aristócrata que conocí hace ya mucho tiempo y sobre cual ya no volví a saber jamás.
Me giro y comienzo a caminar hacia el centro de la habitación, que tenía muchos muebles, iguales al armario con vitrina y su fina porcelana dentro. La verdad es que le daba cierto toque renacentista al ambiente.
Alcé la vista hacia el alto techo, del que colgaba una gran lámpara de araña de ocho, extremadamente ornamentada para mi gusto, de color beige, claramente contrastante con el color del techo, en el cual se hacía visible la madera.
Me encontraba ensimismado mirando el techo cuando una voz, o puede que un olor, o puede, incluso, que las dos cosas, me despertó de mi letargo.
- Eh, idiota~ - Me dijo una voz ya claramente reconocible. Bajo la vista hacia el chico del extraño rizo en la frente. Llevaba una bandeja de plata, brillante y decorada, y, en ella, una jarra y una taza, ambas portadoras de un líquido muy humeante y que emanaban el olor que me hizo reaccionar con anterioridad.
Un olor muy delicioso.
- Es leche con canela… - Dice colocando la bandeja en una mesa claramente renacentista, como todos los muebles de la estancia, que se encontraba acompañada de unos sillones muy destacantes, de un color rojo carmesí muy oscuro. – Me supuse que te gustaría… - Dice sentándose en el sofá, gesto que yo imito, sentándome a su lado pero, sin embargo, un poco lejos de él.
Tomo la taza entre mis manos. El calor que irradiaba resultaba gratificante en mis heladas manos por culpa de la noche. Y el olor. El olor me recordaba al pasado; a esos días de soledad, sin nadie a mi lado, teniéndome solamente a mí mismo y, sin embargo, con tanta gente pasando a mi alrededor, yendo en todas direcciones.
Inspiro, disfrutando del olor, por primera vez, creyendo tener a alguien conmigo.
Una fragancia acanelada
Te comenzara a invadir
Y el fingir estar en soledad
Tu miel en hiel transformará
Acerco la taza a mis labios, disfrutando del sabor, intentando olvidar ese pasado tan lúgubre. Me tomo la leche con canela, sin prisa. Me sentía como volver a nacer.
Una vez terminada la taza y colocada de nuevo en la bandeja, miro a mi casi improvisado anfitrión, el cual se encontraba recostado, mirándome, y puede que desde hace bastante rato.
Me miró como preguntándome con la mirada si me gustó.
- Estaba… delicioso – Dije con una sonrisa en mi rostro, sintiéndome mucho mejor, sin duda – Pero no deberías haberte molestado…
Por un momento creí que la distancia que nos separaba era menor que anteriormente.
- Me alegro de que ya te encuentres mejor… - Dice con media sonrisita, que parecía ser lo máximo que podía expresar de felicidad – Es más divertido el delirar que tu amargura. Pronuncia de nuevo otra frase sin sentido aparente para mí.
- Eres muy raro… - Digo con la misma sonrisita que antes, acercándome inconscientemente al chico, el cual ni se inmuta. – Aunque eso me gusta…
Hablo sin pensar y, al darme cuenta, temo que todo el esfuerzo por conseguir un nuevo amigo (puede que incluso algo más) se desintegrase como si nada pero, para mi impresión, el chico del rizo, en vez de alejarse, se me acerca más aún, quedando mucho más cerca de mí.
Todo parecía un sueño: Ese chico, esa nueva amistad, tan cerca mío, como si ya nos conociésemos de toda la vida, de tal manera que puedo sentir el calor que emana su cuerpo.
Si de verdad todo esto es un sueño, deseo no despertarme nunca, pues.
La amargura debes olvidar
Y con dulzura delirar
Los muros de este sueño sin final
Te cuidarán si duermes
- A todo esto, aún no me has dicho ni tu nombre… - Señalo, recordando que había hecho la misma pregunta con anterioridad, en el bosque, pero no de una manera tan directa, más bien por educación.
El chico, después de un silencio en el que parecía estar meditando algo de suma importancia, al final formuló su respuesta, aunque no era para nada la que yo esperaba escuchar.
- Oe, baka – Dice, acercándoseme, apoyándose sobre mi pecho y, por consecuente, obligándome a acostarme poco a poco en el sofá. - ¿Qué te parece si jugamos a un juego~…? – Dice con cierto tono de picardía y hasta puede que un poco sensual.
Yo, incapaz de pensar con claridad y, mucho menos, de hablar de manera normal, digo lo primero que se me pasa por la cabeza mientras mi cerebro todavía intentaba procesar esa frase en un principio tan simple – C-Claro… C-Como quieras. Sí, ¿p-por qué no?... – Y, después, suelto una risita nerviosa que, por si el rubor en mi cara no lo hubiese dejado constante, dejo altamente claro el hecho de que me encontraba nervioso. Aunque se sentía muy bien.
Entonces me alegré de que lo primero que se me ocurrió fuera decir una afirmativa y no una negativa.
- Solo hay una norma~ - Prosigue, despertándome de mis pensamientos – Necesitas llevar una venda negra en los ojos… No puedes ver nada…
Me incomodo un poco. La idea de no controlar lo que ocurre a mi alrededor no me gustaba mucho, pero, aún así, me es imposible negarme. Entonces el chico saca una venda negra del bolsillo del pantalón, y, mirándome, se dispone a vendarme la vista.
- La visión solo es un estorbo… Y la palabra, fuente de equivocaciones… - En eso último le di la razón mentalmente. Ese chico hablaba de una manera tan filosófica que me era casi imposible comprenderle – No debes de ver nada… - Continúa – si quieres aparecer… - Termina la frase con unas palabras que no alcanzo a oír.
- Eh, ¿podrías hablar normal? No te entiendo nada – Digo con un poco más de confianza una vez que ya había cegado por completo mi vista.
La ilusión hipnótica
Tarde o temprano te ahogará
Pero no es algo divertido
Si con los ojos vendados no estás
Noto como el chico, al que ya no veo, se baja de encima de mi barriga.
"Bueno, ¿y ahora qué?", pienso al sentir todo muy tranquilo.
De repente noto como alguien me toma de la mano. Me supuse que era el chico, pues solo estábamos él y yo en la casa. Me ayuda a incorporarme, aunque en verdad no necesitaba ayuda. Estaba ciego, no manco.
Dejo de sentirle, de nuevo…
Me levanto, casi inconscientemente, al oír una orden en mi cabeza. "Puede que fuera mi imaginación…", pensé; pero al rato oí a esa misma voz:
"-Avanza…", resonaba en mi mente. Tardo un rato en reaccionar y hacer lo ordenado, y otro rato más largo en darme cuenta de que esa voz era la misma que me había llamado en el bosque…
Durante mi extraño trayecto noto como algo me rozaba, una mano tal vez. Siempre cuando me equivocaba de dirección o distancia.
Y camino. Camino durante un tiempo que se me hace eterno. Al principio intentaba hacerme una idea mental de cómo era el camino que iba recorriendo, pero, al cabo de muchos cambios de dirección seguidos, perdí la cuenta de todo el trayecto recorrido y simplemente de concentré en obedecer las órdenes que recibía mi mente.
Entonces el chico volvió a tomarme la mano. La alzó y la posó en el pasamano, indicándome con ello, o eso creía yo, que debía subir unas escaleras.
Con cuidado apoyo mi pie derecho en el primer escalón, agradecido que al menos avisara del desnivel. Apoyo el izquierdo. Derecho. Izquierdo. Derecho. Así sigo hasta que noto como se acaba la barandilla. "Se terminaron las escaleras", pienso entonces, esperando a la siguiente orden.
Algo me roza la mano izquierda. Rápidamente acostumbrado, comprendo ya a la perfección lo que aquello significaba. Tenía que girar a la izquierda.
Apenas oigo como se abre una puerta y en seguida un dulce olor harto conocido me llega otra vez. "Canela. ¿De nuevo ese olor?", pienso al percibir de qué olor se trataba. Pero, de nuevo, el aroma me trae otro sentimiento distinto. Otra sensación diferente a la que me hacía sentir en el pasado, hace muchos años o, simplemente, hace apenas media hora. No, esta vez me hacía sentir embriagado y tranquilo, como si me hubiesen echado morfina.
De nuevo me toman la mano, por tercera vez desde que me vendaron los ojos. Tiran de mí, adentrándome en otro lugar y aumentando más aún el olor a canela.
"¿A dónde me llevas?" se me ocurrió preguntar por primera vez en todo el trayecto, mas de mis labios no salió ningún sonido.
Entonces noto como me obliga a sentarme sobre algo blando, un colchón, me imagino, y a acostarme justo como hizo antes en el sillón.
De nuevo encima de mí. Siento que se acerca a mi oído y me susurra:
- Idiota… - Me llama- ¿Seguro… que quieres proseguir con el juego? – Susurra sensualmente, sin yo poder predecir sus intenciones, aunque tampoco me importaba mucho. Afirmo.
Donde camines ten cuidado
Porque mis manos te van a rozar
Hasta lograr que ya pronuncies
Que tu cuerpo me darás
El chico sonrió ante la afirmación del mayor.
- Nunca se me resisten~ - Piensa – Caen todos como abejas idiotas atraídas por el aroma a miel…
Se apartó del castaño sobre el que estaba, apoyándose con sus manos en el pecho, y se quedó observándolo durante un buen rato, con una sonrisa de autosuficiencia.
- Éste… - Pensó, como diciéndose a sí mismo – Éste no durará ni la mitad que los anteriores – Y rió para sus adentros – Que idiota. Ni siquiera se ha preguntado el por qué de todo esto. Simplemente se ha dejado llevar – Y, finalmente, terminó – Será demasiado fácil – Y posó su dedo índice en los labios del otro, haciendo que dejase de intentar encontrar un porqué a todo…
Oculta de dudas
Durante un tiempo
Se hizo insospechable
La única verdad
Acto seguido se apoya en mi pecho y por un momento todo vuelve a la tranquilidad.
Me supuse que estaría pensando en su próximo movimiento o tal vez recapacitando sobre si quería en verdad hacerlo, aunque enseguida descarté la segunda idea. No me gustaba para nada.
Justo estaba intentando encontrar otra posible opción cuando sentí que un dedo rozaba mis labios y se oía de fondo un siseo, como si me mandasen a callar.
Me quedé con la mente en blanco, concentrándome en el siseo y el aroma que no había abandonado aún la habitación. Y entonces, y para mi asombro, el dedo fue sustituido por unos labios carnosos. Debido a que andaba ciertamente adormilado por el aroma, y el hecho de no esperarme esa acción, tardé en reaccionar. Y, para cuando lo hice, fue bastante torpemente.
Como pude llevé mi mano a la nuca del chico, en un intento de profundizar el beso.
Oí una risa de fondo, seguramente con mi lenta reacción como causante. Pero tampoco me importaba demasiado.
Entonces, justo cuando iba a posar la mano en la nuca del chico, este se separó, cortando el beso.
Gruño levemente, ante esta reacción, y oigo después al chico reírse, de nuevo. Tiene una risa tan dulce.
De nuevo sus labios me sorprendieron en medio de mis pensamientos. Solo que esta vez parecían traer más pasión consigo.
- ¿Acaso… es esto amor? – Pienso, aún teniendo la mayor parte de mi cerebro pendiente del beso - ¿Es posible esto con alguien a quien acabo de conocer y del cual ni siquiera sé… su nombre?... … Creo… que así es – Es lo último que se me pasa por la cabeza antes de que todo mi ser se concentrara únicamente en el beso, el aroma embriagador y las caricias ya comenzaban a aflorar.
Fueron mudas citas
Donde el pecado
Tan bajo cayó que
Amor se hizo llamar
Remitió el beso, por falta de aire en ambos.
Mientras yo me concentraba en recuperar la respiración rápidamente, el chico se baja de mí y todo se vuelve tranquilo, otra vez.
Se queda todo en silencio y yo a solas con mis pensamientos.
Entonces comienza a picarme la curiosidad. Quería ver en qué tipo de habitación me encontraba o, más bien, en dónde.
Acerco mis manos a la venda, la cual se había soltado un poco, (al parecer el chico no la colocó del todo bien), nervioso por saber lo que vería al quitármela. Sería solo un momento, después de haberme asegurado de que el chico no estaba, y vería en que habitación me encontraba. Ni se enteraría.
Con mis manos temblando debido a la emoción, comienzo a deshacer lentamente el nudo de la venda. ¿Cómo sería la habitación? Seguramente estaría muy adornada, como la sala anterior ¿Qué vería? A lo mejor estaría plagado de muebles antiquísimos –más aún que los de mi casa- y ostentosos. Y a lo mejor tendría el suelo de mármol; o una lámpara de araña; o unas paredes plagadas de cuadros… Pero lo que alcancé a ver no encajaba para nada con las expectativas que tenía yo del lugar…
La luz fue vista
Por unos ojos traicioneros
Prófugos de oscuridad
Miré a mi alrededor.
Me encontraba en una habitación muy hosca y descuidada. Pero esa no era la particularidad que me llamó la atención; ni el hecho de que me encontraba sobre un colchón sin sábanas, desgastado y hasta lleno de polvo. No, nada de eso captó mi atención en comparación con el hecho de que todo a mi alrededor se encontraba lleno de sangre.
Sangre roja, húmeda y sangre casi marrón, ya seca.
Miré a mi derecha; sangre. Miré a mi izquierda; sangre. En el suelo, el colchón y hasta en algunas zonas del techo; más de este líquido carmesí.
Y entonces me di cuenta de que el embriagador aroma canela que tanto me gustaba había sido sustituido por un asqueroso hedor a sangre y a metal.
Comencé a sentirme mal.
Ni en sombras presentía
Cuan peligrosamente
Se estaba acercando a su final
La entrada se abre, con un chirrido agudo.
"J-Juraría que no hizo ningún ruido cuando entré… al principio…", pensé, intentando concentrarme y esperando a que mis ojos se acostumbrasen a la luz fuerte que entraba a través de la puerta.
- Chico malo… ¿Cómo es que te has llegado a despertar?~ - Le oigo decir al chico, con tono ciertamente disgustado pero sin perder su toque sensual. – Vaya, yo que pensaba terminar con esto pronto…
Me levanto de un brinco de la cama, mareándome al principio, alarmado.
- ¿Q-Qué se supone que es todo esto? – Le grito, señalando a cualquier lugar manchado de rojo.
El chico simplemente me dedica una sonrisa, como la primera vez, pero que ahora me parecía perversa. Observo por el rabillo del ojo como juega con sus manos con algo a sus espaldas. Algo brillante.
Mi chico malo
¿Cómo es que te has llegado a despertar?
Si ya la venda en tus ojos no está
Los nuestros vamos a vendar
"M-Mierda, un cuchillo…", pienso al ver de nuevo ese destello y de relacionarlo con algo.
- Bueno, más que un cuchillo… es una daga~ - Dice sonriendo, sin mostrar el arma, como si ese arma fuese tan sólo de juguete.
Me alejo un poco y observo a mi alrededor, buscando cualquier manera huir ante un posible ataque. El chico avanza hacia mí, con paso lento y firme, como el de un depredador ante una presa herida.
- Tu cara está más bella con una sonrisa… - No era una petición indirecta, era casi como una orden. Quería que sonriera. Pero yo no lo hice, no estaba el ambiente para fiestas… - Oh… - Exhaló, mirando mi pecho cubierto de nuevo – Así no se puede ver el fulgor de tu piel… - Dice con una tristeza claramente fingida…
- Hm… - Respondo de mala gana, retrocediendo hacia la esquina derecha de la habitación mientras el chico sigue avanzando hacia mí.
Solo un poco más cerca, unos metros más.
"¡Ahora!", pensé, accionando mi cuerpo y comenzando a correr lo más rápido posible hacia un hueco que había entre el chico y la pared, y por el que yo podía pasar perfectamente y llegar hasta la puerta.
Salgo de la habitación, encontrándome en un segundo piso. Miro rápidamente hacia atrás. El chico, con cierta cara de disgusto, se había dado la vuelta y estaba mirándome. Entonces sonrió y, con una mirada tenebrosa que me hizo estremecerme, dijo:
- No me des tales disgustos… - Y prosiguió, transformándose sus palabras en la letra de una canción suavemente entonada – Regresa al escenario~…
Muéstranos tu hermosa sonrisa
No nos vuelvas a preocupar
Deslúmbranos con tu piel otra vez
Regresa al escenario…
Me vuelvo a encontrar mal. El solo hecho de pensar que alguien como ese chico, con lo frágil que parece, sea capaz de hacer tales atrocidades que me imagino de obvias solo me da arcadas. Me llevo una mano al estómago y me apoyo en la barandilla, luchando por que mis piernas no me traicionen y me caiga al suelo.
- Idiota, dime~ -Dice volviendo su mismo tono de superioridad de siempre y comenzando a caminar hacia mí de nuevo - ¿por qué de nuevo tu cuerpo tiembla…? ¿Y por qué de nuevo tu mirada se perdió? – Formula las preguntas seguidas, sin dejar espacio ni tiempo, sin esperar ninguna respuesta, y me sonríe.
Yo, que andaba concentrado en las arcadas y en intentar no vomitar, ni me digné a mirarle.
Un creciente dolor había aflorado en mi cabeza y no paraba de escuchar voces, como la que me llamaba en el bosque o la que me guió hacia este maldito cuarto, que repetían una y otra vez "Solo tenías que decirlo… Que le entregabas tu cuerpo… Entrégaselo… Tu cuerpo ahora le pertenece… Pertenece a Lovino…" siempre a destiempo, lo que me hacía muy difícil el trabajo de comprender qué decían… "Ahora… Solo unos metros… y todo ya habrá finalizado… El cuerpo pertenecerá… a su dueño". Esa última parte la oí perfectamente. Me puse a alerta y alcé rápidamente la vista. Allí estaba el chico, a una distancia demasiado peligrosa, con la daga en la mano y mirándome con mirada maliciosa.
- ¡Mierda! – Grito mientras esquivo como puedo su primer ataque.
Me miraba con una sonrisa perversa y susurraba cosas a las que no les encontraba sentido. Algo de leche tibia y de un cuarto… Sin duda estaba mal de la cabeza.
¿Por qué tiembla así
Tu cuerpo y tu mirada
Sé perdió otra vez?
Dime si tú te atreverías
De mi leche tibia beber
Bajo corriendo las escaleras, que se me hacen interminables y peligrosas, ya que peligro con caer más de una vez, debido a las náuseas.
Una vez abajo, y después de haberme asegurado de que estaba a salvo de caerme, me giro rápidamente por si acaso el chico psicópata me había seguido muy de cerca.
Pero no. Ni se había movido del sitio. Me miraba fijamente y decía cosas por lo bajo, repitiendo una y otra vez:
- Ven… Vuelve al cuarto… Regresa al escenario – Sonriendo, repetía trozo de frases que había dicho con anterioridad – Tú… Tú me servirás como fianza~ - Y rió.
Yo me estremecí e incluso me volvieron a dar náuseas, sin embargo, me quedé en el sitio, intentando adivinar su próximo movimiento.
Ven aquí dentro que
Este cuarto está muy
Caliente, a más no poder
Lo que aguardan tus bolsillos
Para tu fianza bastará
Avanza un paso.
A la vez que él avanza, yo retrocedo.
Otro paso. Y otro. Y otro más… Se detiene, en mitad de las escaleras…
- Oe, idiota~ - Dice con la misma voz con la que le conocía al principio. - ¿Acaso no quieres…?
- ¡Jamás! – Respondo, exaltado. Ni siquiera le había dejado terminar la pregunta, pero no importaba… Ya no quería tener nada que ver con ese psicópata ahora que sabía la verdad.
Se quedó callado, mirándome serio y hasta me atrevería a decir que sin la sonrisa, aunque tenebrosa, de siempre.
- Dame la dicha de tenerte… Dame el permiso de poseerte – Comenzó a decir, como si recitase algo de memoria, a la vez que comenzaba a bajar los escalones que le quedaban. Avanzaba con los brazos alzados, como si fuese a coger algo en brazos, y, en su mano derecha, la daga, la cual, ahora que me fijaba, tenía restos de sangre. – Dame el placer de tenerte… Dame la dicha de poseerte… - Cambiaba las palabras en la frase, pero todas tenían en mismo significado.
- ¡Mierda, te he dicho que no! – Le grito, empezando a correr hacia el centro del salón, el cual se me hacía ahora aún más grande, sintiendo un nudo en la garganta y cómo las náuseas y el mareo me volvían a invadir.
Dame la dicha de tenerte
Ahora mismo sin poder huir
No tienes otra alternativa
Es cosa de vivir o morir
Sigo corriendo, atravesando ya más de la mitad de la sala. Entonces, y para mi grandísima mala suerte, mi trastocado cerebro, junto al vahído y las náuseas, me juegan una mala pasada. Me tropiezo y caigo al suelo, con un sonido sordo.
Me intento dar la vuelta, rápido, pero en seguida noto como algo pesado se posa sobre mí.
Como puedo me doy la vuelta y puedo observar como la persona de la que huía se encontraba justamente encima mío, dificultándome la respiración.
Nervioso, siento como la respiración se me acelera, cortándoseme en algunos casos.
Él me mira con una sonrisa en la cara. Una sonrisa que, vista desde cerca, se asemejaba más a la de un loco psicópata recién salido del manicomio.
- ¿Sabes? – Dice, acercando su cara a la mía – Así de asustado te ves tan tierno… tan… débil… - Termina la palabra con una risita.
Yo simplemente bufo, más que nada porque el miedo y los nervios no me dejan articular ni una palabra…
- Tal vez… - Dice pensativo – Tal vez si hubieras seguido las normas no habríamos llegado hasta este punto… - Me mira, con un aire triste. – Pero ya no hay marcha atrás…
Acerca la daga a mi cuello, presionándola pero sin llegar a cortarme aún.
- ¿P-Por qué…? – No soy ni capaz de terminar la frase…
Me mira con una expresión ciertamente afligida que, hasta me atrevería a decir, no era del todo falsa…
- Compréndelo – E hincó la punta de la daga, atravesándome la piel – En este mundo… - Hundió un poco más el arma. Yo chillaba de dolor pero él parecía ignorarme, a pesar de que la expresión apenada en su rostro no desaparecía. –… con estas normas… - Siguió hiriéndome –… la única manera de ganar… es ésta. – Termina la frase a la vez que saca la daga…
La empalagosa miel que emana
Bebe y haz que corra por tu ser
Dame el permiso de tenerte
Sin poder huir
Una sonrisa de autosuficiencia -pero, sin embargo, con un toque de aflicción- en la cara de mi agresor es lo último que consigo distinguir antes de que todo se volviera rojo, sintiera que mis pulmones ardían y, finalmente, todo se sumiera en una absoluta oscuridad y el dolor remitiera.
El chico miró el cuerpo ya inerte del mayor y, con cierto tono de resentimiento en su voz, dijo:
Dame el placer…
El final quedó un poco extraño…
Inner: ¿Tal vez porque lo hiciste deprisa y casi corriendo?… /
¿Eh? ¿Quién, yo? 8DUu
En fin, qué decir, espero que hayan disfrutado de este Chapter, el primero de dos. (Intentaré no tardar mucho en subir el otro, pero todo depende de cómo me manden de exámenes y de mi imaginación D:)
No sean muy duros conmigo, que es mi primer fic, y no me maten por haber matado a Spain-nii-chan D:
Se aceptan tomates, vodkas, Chibitalias, Ore-samas y Nintendos DS
Se agradecen comentarios… (Recuerden que cada vez que dejan un comentario un gatito se salva de ser devorado por Domo-kun. ¡Piensa en los gatitos! ;_;) Sobre todo si son constructivos (quiero mejorar *pose a lo Lee*)
Y recuerden, comentario que considere ofensivo, comentario que borro… :3 No soy muy tiquismiquis con eso; pueden opinar libremente pero no estilo "voy yo, que no tengo que ni idea de cómo dibujar una O con un vaso, y te dejo un Review que te revienta la poca autoestima que tienes". No, eso no… Niño, caca D:
Nos vemos en el próximo capítulo (intentaré no dejar un comentario final taaaaaaaan largo ^^Uu Pueden pegarme por esto XD)
