Historia original, sin finalidad de lucro. 100% IchiRuki.
CONTENIDO LEMON (SOY AMATEUR EN ESCRIBIR LEMON, ASÍ QUE ESPERO QUE LES GUSTE MI PRIMER INTENTO X3 )
Los personajes y escenarios los tomo prestados pues pertenecen a Kubo Tite.
Si haces uso de mi historia FAVOR DE DARME LOS CRÉDITOS CORRESPONDIENTES, GRACIAS!
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¿Qué ocurre cuando dos mundos se encuentran y crean confusiones en los sentimientos y deseos de una shinigami y un humano? ¿Qué pasa si de una pasión nace el amor? Y no cualquier amor, sino uno que va más allá de lo que pudieron haber imaginado pues el mundo del que ella proviene declara la guerra contra el amor que él profesa.
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Capítulo 1: Remembranzas
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Nunca supo lo que era estar viva realmente. Mejor dicho, es que nunca le dio importancia al hecho de temer por que su estancia terrenal acabara en cualquier momento, y la razón era muy sencilla. Cuando era un bebé había muerto a lado de su hermana, que nunca conoció; no tiene la menor idea de cómo sobrevivió en aquel agujero llamado "Perro colgado". Pensó que tendría que enfrentarse al mundo sola, hasta que su camino se cruzó con aquel niño extraño y su pequeño grupo de bandidos, de los cuales no tardó en ser parte de ellos.
Vivieron grandes aventuras y prometieron nunca separarse, sin embargo el destino les había preparado algo realmente cruento. Después de varios años de aventuras sus amigos fallecieron, obligándola a gritar en silencio por una oportunidad de entrar a la Academia de Shinigamis. Renji la acompaño en todo momento, y no lo culpó pues él también quería darle un nuevo sentido a su vida, además de estar a su lado.
Ambos sentían algo más que una simple amistad, algo que ninguno se atrevió a confesar. Muy a pesar de esos sentimientos nunca tuvieron el valor de encontrar la oportunidad para acercarse y por ello se arrepintieron durante cuarenta años, pues al poco tiempo de haber ingresado, con algo de suerte, a la Academia, una de las familias nobles del Seireitei la busco para adoptarla: la familia Kuchiki.
Kuchiki Byakuya la adopto alegando que tenía demasiado parecido con su fallecida esposa, de lo cual se enteró más tarde era una verdad a medias, pues por causa de una curiosidad de su parte, por saber más sobre aquella persona, se encontró con su retrato. Era una joven muy hermosa, de cabellera corta y de color negro intenso; sus ojos denotaban, irónicamente, dolor y alegría detrás de ese hermoso color violeta claro. Su hermano Byakuya la reprendió por hurgar en sus objetos personales, por lo que la hecho enseguida de su habitación. Minutos después uno de los empleados se le acercó para contarme la verdadera historia: esa hermosa mujer era su hermana mayor Hisana, Kuchiki Hisana.
No supo cómo asimilar aquella verdad, tuvo sentimientos encontrados y demasiadas preguntas en su cabeza, "¿Por qué no crecí con ella?", cuestionaba la chica. Estaba realmente avergonzada, triste y dolida, así que corrió al enorme jardín para poder apreciar la oscuridad del cielo nocturno mientras sollozaba. Ese momento incomodo la remonto a la vez que Renji no la detuvo, al contrario: la alentó a que aceptara a ser adoptada por los Kuchiki. Así, continúo en conflicto sentimental por saber quién amaba más a quien, hasta que conoció a un hombre que la hizo sentir ella misma: ya no era la chica huérfana del Rukongai ni la hermana de un noble.
Su teniente, Shiba Kaien, siempre buscaba la forma de hacerla más fuerte en todos los sentidos: desde las técnicas básicas al envainar la espada hasta saber exteriorizar sus emociones y sentimientos hacia los demás. Era un hombre realmente excepcional, por lo que la deshonraba sentir atracción hacia él, pues estaba casado con Shiba Miyako, una oficial de tercer puesto. Miyako era realmente valiente, fuerte, amable e inteligente, cosas que ella creía no tener.
Desafortunadamente una tragedia invadió al escuadrón. Metastasia, un hollow al que ya le habían echado el ojo, asesino al escuadrón donde estaba Miyako, introduciéndose en su cuerpo. Kaien lo confronto para honrar la muerte de su esposa, pero todo salió realmente mal. A pesar de que el capitán Ukitake y esa joven shinigami lo cubrían, Kaien no evito ser manipulado por Metastasia, así que comenzó a atacarlos. El capitán le ordeno huir, lo cual no dudo en acatar pues moría de miedo por ver como al hombre que admiraba y amaba estaba a punto de crear un caos si no lo detenían a tiempo. Sin embargo, recordó aquellas veces que la llevaba al monte Koifushi en Hokuan, en el tercer distrito del Rukongai, para entrenarla al arte de la espada; recordó su sonrisa y el consejo que le dio: no morir solo, pues el corazón se debe dejar descansar en los recuerdos de los amigos. Es por eso que regreso a ayudar a su Capitán y a su Teniente. Fue un grave error.
Antes de que a su Capitán la reprendiera por haber regresado, Metastasia, dentro de Kaien, ya se encontraba cayendo sobre ella. Se paralizo y cerró los ojos esperando a ser asesinada, pero al no sentir dolor los abrió poco a poco:
"―Ku… chi…ki
― ¿Eh? ―estaba sobre ella, incrustado en la espada que envainaba.
―Gra…cias.
―No.
―Gracias, por… no dejarme morir… solo. ―sintió como la abrazaba.
― ¡Nooo! ¡Kaien!"
ÉL dejo caer su mano, su respiración se detuvo y sus ojos nunca volvieron a abrirse. Ella estaba devastada, "¿Por qué paso esto?" Ahora se odiaba por haber matado al hombre que amaba. Su vida flaqueaba de nuevo pues su hermano no quería verla a los ojos y la evitaba, ya no había vuelto a ver a Renji durante más de cuarenta años y, finalmente, había asesinado a Shiba Kaien, el último hombre que amo. O por lo menos eso creía.
Décadas después, fue enviada al mundo de los vivos para cuidar de la Ciudad de Karakura. En esa ciudad conoció a un chico al cual le cambio la vida y el destino por completo: ella le otorgo su poder espiritual para poder proteger a su familia y a él mismo, pues el hollow contra quien peleaba la dejo mal herida al intentar proteger a las hermanas del chico:
"― ¿Cuál es tu nombre, shinigami?
―No soy shinigami, soy Kuchiki Rukia."
La espada se incrusto en el corazón del muchacho, causando una explosión y una espesa nube de polvo, que al disiparse dejo ver a un nuevo shinigami. Este shinigami novato derroto sin demora a aquel hollow, además de absorber casi por completo el poder espiritual de ella dejándola completamente indefensa. Ambos hechos enfadaron al Seireitei y a su hermano mayor, Kuchiki Byakuya, por lo cual se la llevaron a la fuerza para ejecutarla, no sin antes dejar al borde la muerte a aquel chico, quien juro salvarla.
De pronto, el frío viento la saco de sus recuerdos haciéndola ver al chico a su lado, quien también estaba sumergido en sus memorias:
― ¿Pasa algo?
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Ama a sus hermanas gemelas Yuzu y Karin, sin embargo creía que les hizo demasiado daño cuando dejo que su madre muriera. Cuando era niño caminaba de la mano con su hermosa madre, Masaki; la tarde era lluviosa e iban a la orilla del río, por lo que pudo ver a una niña que intentaba adentrarse en el agua, así que corrió para alejarla de la orilla, a pesar de la advertencia de su madre.
En fracción de segundos todo se tornó negro. Al abrir los ojos pudo sentir el peso de su madre sobre él, por lo que intento despertarla. Todo fue en vano, pues al hacer a un lado su cabello del rostro se dio cuenta de dónde provenía la humedad. Ya no llovía. Su sangre lo baño por completo, su delicado rostro estaba cubierto por ese soberbio liquido rojo que le permitía vivir. Aquel niño lloro sobre el cuerpo de su madre hasta desmayarse.
Su padre lo llevo a casa y preparo todo para despedirse de su madre. Yuzu y Karin aun eran unas niñas, al igual que él. Odio, hasta lo más profundo de su ser, sus nueve años de edad.
Tras pasar los años, su vida se volvió un ojo de huracán a punto de arrasar con todo lo que tenía cerca. Siempre se metía en problemas por defender a otros, por culpa de su color de cabello y por defender a aquellos que ya estaban muertos; pues, por alguna extraña razón podía ver espíritus que buscaban descansar en paz, y aunque su familia lo sabía no tuvo problemas. Sin embargo, algo cambio su vida por completo: conoció a una hermosa chica que estuvo a punto de morir al proteger a sus hermanas cuando un hollow las estaba atacando.
Ella le propuso brindarle un poco de poder espiritual para que él se hiciera cargo de todo, pues ella estaba mal herida. Por supuesto él accedió, con la ignorancia de que ella sabía que la buscarían para encarcelarla por haber roto una de las reglas de la Sociedad de Almas.
No tardo en enterarse, pues al poco tiempo dos personajes fueron por ella, Kuchiki Byakuya y Abarai Renji, y a punta de espada se la llevaron para ejecutarla. No sin antes tener una pelea que dejo casi moribundo al chico:
"― ¡Rukia!
―No me sigas… si lo haces te odiare toda mi vida y nunca te lo perdonare.
―No dejare que mueras, ¿Me oíste? ¡No dejare que mueras!"
Ella atravesó junto a los dos hombres, que la escoltaban, el Senkaimon que la conducía a su muerte.
La fría brisa lo estremeció, obligándolo a regresar a la realidad y dejar los recuerdos donde debían estar: en su corazón.
― ¿Pasa algo? ―lo miraba con curiosidad.
― ¿Hum? No. ―la observo con ternura. ―Solo… recordé por todo lo que pasamos, cuando nos conocimos, cuando te trajeron a la fuerza sin que yo pudiera evitarlo, cuando Urahara y Yoruichi me ayudaron a fortalecerme y alcanzar el Bankai, así como cuando te salve después de enfrentarme a Renji y a Byakuya. ―sonrió. ―Pasamos por muchos problemas para llegar a este punto de paz, ya recuperaste tu energía espiritual, yo sigo siendo un shinigami sustituto, irónicamente soy amigo de Renji y tu relación con tu hermano es mejor. ―su sonrisa era para ella.
―Sí, él se sentía culpable por ocultarme lo de mi hermana Hisana. Y tampoco creí que serias amigo de Renji. ―rió un poco.
― ¡Ok! Me voy, tengo que regresar al mundo de los vivos. ―se levantó y se dio unos golpecitos en los hombros.
― ¿Tan pronto? ―seguía acostada en el futón.
―No te levantes, aun sigues un poco débil. ―movía los brazos alrededor de ella para evitar que se levantara.
―No lo iba a hacer… Ichigo… gracias por salvarme. ―su sonrisa era melancólica y su miraba triste.
―Cuando lo hice me gritaste que no me agradecerías. ―cerro los ojos y rasco su cabeza.
―Lo sé pero… por tu culpa mis sentimientos están confundidos. Ya no sé qué siento... ―aferro su mano en su ropa a la altura de su corazón.
― ¿Tus sentimientos?... Rukia, ¿A qué te refieres? ―se sentó a lado de ella.
Rukia estaba a punto de decirle las confusiones que él le había provocado, pero Byakuya interrumpió la conversación alegando que Ichigo ya había estado suficiente tiempo en el Seireitei y en su mansión.
―Ya lo sé, ya me voy. ―se levantó. ―Nos veremos pronto Rukia. Hasta pronto Byakuya.
― ¿Cuándo aprenderás a decirme por mi apellido? ―tenía los ojos cerrados y los brazos a los costados. ―No porque te hayamos perdonado y nombrado shinigami sustituto debes comportarte con imprudencia y exagerada confianza.
―Lo siento, intentare acostumbrarme a la nobleza. ―se dirigía a la salida.
―Hasta ponto… Ichigo. ―ella observo como se alejaba del lugar.
―Rukia.
― ¿Eh? Dime hermano.
― ¿Se parece mucho a él, verdad?
― ¿Qué? ―abrió sus ojos como platos.
―Ten cuidado, recuerda lo que ocurrió aquella fatídica noche. ―le dio la espalda y se alejó sin decir más.
―Él no es Kaien, él no es Kaien. ―dijo para sí misma mientras sus ojos se llenaron de lágrimas y se hizo ovillo en el futón.
Mientras tanto, Ichigo ya estaba cerca de la Senkaimon, pero algo lo hizo volverse a la dirección de la que había llegado, llamando la atención de los amigos que lo acompañaron a salvar la vida de Rukia:
―Kurosaki, ¿Ocurre algo? ―Orihime caminaba hacia él.
―No, solo que… ―no dejaba de ver por donde había venido.
―Kurosaki, ¿Estás seguro que quieres regresar al mundo de los vivos? ―Uryu se acomodaba las gafas.
―Ichigo, si quieres quedarte hazlo, no te preocupes por nosotros. ―Chad posaba su mano en el hombro del pelinaranja.
―Lo siento chicos, no es nada. ―se encamino a la puerta. ―Regresemos a casa.
Orihime, Uryu y Chad se miraron entre si al entender que su amigo realmente quería quedarse, sin embargo no entendían la razón que lo hacía desistir de su deseo.
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Después de su enfrentamiento contra Ichigo y su Capitán, sentía que algo le faltaba en su vida. El querer hacerse más fuerte se estaba cumpliendo pues alcanzo el Bankai con tal de proteger al amor de su vida, extrañamente entablo una nueva amistad y su estabilidad como Teniente de la sexta división no se afectó al ser partícipe del rescate de Rukia.
― ¡Tsk! Décadas después la vuelvo a ver y tuve que llevarla para que la ejecutaran. ―golpeo el vaso de sake contra la mesa.
―Vamos Abarai, todo resulto bien y la pequeña Kuchiki está a salvo. ―Hisagi se embriagaba con él. ― ¿Aun estás enamorado de ella? ―seguía bebiendo sake.
― ¡Maldición! ―bebió antes de responder. ―Aun la amo.
―Abarai, deberías dejarla ir. Después de cuarenta años, sin verse, no creo que ella te siga amando, menos por… ―dejo de hablar creyendo que era una imprudencia.
― ¡Dilo! ―tiro el vaso y lo cogió del kimono para amenazarlo.
―Recuerda, la dejaste ir cuando la adopto la familia Kuchiki. ―Kira intervino en la discusión y quito las manos de Renji de la ropa de Hisagi. ―Y ella se veía muy emocionada cuando el shinigami sustituto la salvo.
― ¡Tsk! Lo sé, aún recuerdo como se ilumino su rostro cuando le dije, en la Torre de la Penitencia, que él había venido a salvarla. ―se cubrió el rostro con sus manos. ―Se veía tan viva.
Kira le indico a Hisagi que sacaran a Renji del lugar para llevarlo a su habitación en el cuartel, pues estaba realmente ebrio y no dejaba de lamentarse el haber dejado ir a Rukia ese día. Sin embargo, después de que lo dejaron descansar en su cama, Renji no dejaba de pensar en cómo recuperarla, pues no aceptaba la idea de que se hubiera fijado en el shinigami sustituto.
Toda la noche descanso, pero al siguiente día la buscaría para poner en claro sus sentimientos.
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Urahara los espero del otro lado del Senkaimon para transportarlos, sobre una extraña alfombra, hasta sus respectivas casas, aun así Ichigo no dejaba de estar inquieto.
―Kurosaki, ¿En qué piensas? ―Urahara lo veía con curiosidad.
―Extraña a Kuchiki. ―Orihime respondió por su amigo.
― ¿Eh? ¡No es verdad! Solo estoy muy cansado eso es todo. ―el ojiambar se cruzó de brazos y le dio la espalda a todos.
―No lo niegues, dudaste regresar al mundo de los vivos. ―Uryu disfrutaba molestarlo.
― ¡Tsk! ―seguía molesto.
―Deberías pensarlo, después de todo la pequeña Kuchiki cambio por completo tu vida. ―Urahara toco su hombro. ― ¿Cambio tu destino, o ella es parte de tu destino? Piénsalo muy bien.
― ¿Qué? ―el ojiambar lo vio de reojo.
―Bien, yo me bajo aquí. Gracias Urahara. ―Orihime se dejó caer de la alfombra.
―Urahara, nosotros nos bajamos también, acompañaremos a Inoue a su casa y de ahí cada quien tomara su camino. ―Uryu ya estaba bajando.
―Gracias Urahara. ―Chad también estaba por bajar.
―De acuerdo chicos, cuídense. ―se despidió de los tres antes de retomar el camino.
En el transcurso que quedaba, Ichigo se sumergió en las posibilidades de quedarse en el mundo humano y proteger a Karakura, como shinigami sustituto; o quedarse en la Sociedad de Almas junto a Rukia. Esas ideas le resultaban realmente difíciles de consolidar, pues no quería dejar a sus hermanas y a su padre solos.
―Bien, ya llegamos a tu casa Kurosaki.
―Gracias Urahara.
― ¿Lo pensaras? ―lo veía algo sombrío.
―No lo sé. Ya tengo una vida aquí. ―le daba la espalda.
―Muy bien, es tu decisión. Nos vemos, shinigami sustituto.
―Hasta luego.
Al entrar a su casa no se enfrentó a algún puntapié o puñetazo de su padre, ni con alguna petición de ayuda de Karin para jugar fútbol y sin comida recién hecha por Yuzu. Todos ya estaba dormidos, a excepción de Kon: una Alma Mod que Ichigo y Rukia introdujeron en un peluche de oso, y melena de león, para salvarlo de ser destruido.
― ¡¿Dónde está mi nee-san?! ―se abalanzo a la cara del ojiambar para golpearlo.
―Maldito peluche. ―lo aventó al piso. ―ella pertenece a la Sociedad de Almas. La deje con su hermano y su mundo. ―se acostó en la cama colocando sus manos detrás de su cabeza mientras veía fijamente el techo.
― ¡No digas tonterías! ¡Quiero a nee-san! ―parecía que su relleno de algodón saldría por golpear sin cesar el piso.
―Cállate Kon. ―le aventó una almohada.
― ¿La volveremos a ver verdad? ―de la cama se subió al abdomen de Ichigo para que lo viera llorar.
―No lo sé. ―se dio la vuelta, tirando al peluche en la cama. ―No lo sé.
Ichigo apago la luz y fingió dormir. Únicamente miraba el vacío a través de la ventana cuestionándose si había hecho lo correcto. Mientras tanto, Kon se acurruco a la orilla de la cama para sollozar.
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La noche transcurrió sin novedad alguna, lo cual no aseguraba que el nuevo día transcurriría de la misma forma. Aun con una terrible resaca, se encamino a intentar arreglar el error que cometió décadas atrás; estaba dispuesto a confrontar lo que fuese, incluso a su propio Capitán, con tal de recuperar lo que más deseaba y amaba.
―Teniente Abarai, ¿Viene a buscar al señor Kuchiki? ―un amable anciano atendió al pelirrojo.
―No, estoy aquí para hablar con Rukia, lo siento… con la señorita Kuchiki.
―No se preocupe Teniente, ya mismo mandare a que la llamen. ―el anciano invito a Renji a esperar en una cómoda estancia, con vista a uno de los jardines.
―Gracias.
Sus manos comenzaron a temblar y a sudar al igual que su frente; no podía ni beber el té que le habían servido pues sentía la garganta completamente cerrada. Su cuerpo estaba completamente tenso, como si fuera una liga estirada hasta alcanzar su límite para romperse.
―Renji… ―estaba sorprendida. ― ¿Qué haces aquí?
― ¡Ah! Ru… Rukia… ―del susto tiro la tasa de té al piso. ―Lo siento, lo limpiare.
―No te preocupes. ―lo detuvo al posar su mano en la de él. ―…Renji…
―Tengo algo muy importante que decirte. ―coloco sus manos sobre sus rodillas y se inclinó un poco ante ella. ― ¿Podemos ir a otro lado?
― ¿Hum? Seguro.
Ambos salieron de la mansión para caminar por las calles del Seireitei. Por algunos minutos el silencio reino entre ambos hasta que decidieron preguntar, al mismo tiempo, cómo les había ido en esos cuarenta años sin verse:
―Bien… ―rió un poco. ―Mi vida no fue nada sencilla a pesar de que la familia Kuchiki me adopto. Muchas cosas sucedieron, algunas de las cuales no estoy muy orgullosa. ―miraba al piso.
―Me gustaría saberlo.
― ¿No querías preguntarme algo? ―evadió la pregunta, pues no quería recordar.
―Sí, pero me gustaría saber que paso contigo. ―seguía caminando a su lado.
―De acuerdo.
Rukia le contó los problemas que enfrento con Byakuya al descubrir la verdadera razón por la cual la adopto; al igual que los malos entendidos que tuvo con su escuadrón cuando la ingresaron como una oficial más, ya que fue gracias a las influencias de su hermano, por ende le contó de su estrecha amistad con su antiguo Teniente Shiba Kaien, incluyendo la forma en que murió.
Renji quedo completamente anonadado al escuchar la historia de su amiga; era tan inverosímil que le costaba digerir enfrentarse con una persona completamente diferente a la que conoció hace años:
―Lo… lo mataste… ―se detuvo de pronto.
―Renji. ―lo miraba con preocupación. ―Yo…
―Rukia. ―la sujeto de los hombros. ―No me importa, si el Capitán Ukitake supo la razón por la cual ocurrió todo eso y lo entendió… también yo puedo hacerlo. ―la veía fijamente.
―Pero… ―estaba asustada y confundida.
―Sé que fui con el Capitán Kuchiki por ti al mundo de los vivos para que murieras. ―bajo la cabeza y dejo escapar algunas lágrimas. ―Eso mato lo que quedaba de mi alma… no soporte la idea de ser yo quien te guiaría a la muerte… ―apretó con más fuerza los hombros de ella.
―Me… me estas lastimando. ―trataba de zafarse.
―Pero lo que más me mato fue que… ―seguía sin verla. ―… ese shinigami sustituto tuviera más valor e iniciativa para salvarte y protegerte aun a costa de su vida.
― ¿Eh?
―Él demostró que le importas… ¡Yo no lo hice cuando te deje ir con esa familia noble! ¡Deje que te alejaras de mi lado! ―la acerco a él para verla a los ojos y tener sus labios lo más cerca posible.
―Espera… detente… ―en vano intento alejarse.
― ¡No lo haré! Te deje ir una vez y no pienso volver a hacerlo… ¡Rukia, te amo!
Busco darle un beso solo para encontrarse con un rechazo que lo dejo completamente destrozado: Rukia coloco sus manos entre sus rostros al mismo tiempo que cerraba con fuerza los ojos y lloraba.
―Detente. ―lloraba. ―Renji… ―no quito sus manos.
― ¿Por qué? ―la soltó poco a poco. ―Creí que… creí que me amabas. ―se aferró a la manga de su kimono.
―No hagas esto… por favor. ―sus ojos denotaban tristeza. ―cogió la mano del pelirrojo para que soltara su manga. ―Hubiera dado cualquier cosa por haber escuchado esas palabras cuando la familia Kuchiki me adopto.
―También yo. ―evitaba verla.
―Conocí a mi Teniente y… ―se abrazó a si misma. ―… me enamore de él aun sabiendo que estaba casado. ―suspiro profundamente. ―Cuando me dejaste ir y él murió me aleje de la idea de querer a alguien. Siempre terminan yéndose de mi lado.
― ¿Y qué hay de Ichigo? ―la veía con enfado. ― ¡¿Qué hay con él?!
― ¡No lo sé! ―se acuclillo y coloco su rostro sobre sus rodillas. ― ¡No lo sé! ―abrazaba sus rodillas. ―Se parece tanto a él que no sé qué pienso o siento por Ichigo.
―No importa, acabas de responderme. ―se limpió las lágrimas antes de darle la espalda e irse.
―Renji. ―se levantó para detenerlo.
―No vengas. ―no volteo a verla. ―Déjame solo.
Rukia se quedó inmóvil ante el rechazo de su amigo, comprendiendo un poco lo que él sintió aquella vez que se alejó de él para aceptar la adopción.
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Como cualquier día de clases, Ichigo y sus amigos almorzaban en la azotea al mismo tiempo que disfrutaban de un poco de relajación ates de las siguientes clases. La única diferencia, esta vez, era que él ojiambar estaba distraído viendo a las canchas:
― ¿Te encuentras bien? ―Uryu se fue a su lado.
―Sí.
―Si la extrañas tanto, ¿Por qué no regresas a la Sociedad de Almas?
― ¡Tsk! No sé de qué hablas. ―cerro los ojos y se recargo en el enrejado que rodeaba el perímetro de la azotea. ―No extraño a esa enana gruñona.
―Si tú lo dices. ―regreso donde los demás estaban sentados.
Mientras veía como sus amigos seguían sus vidas sin preocupaciones, él se cuestionaba que estaría haciendo la ojivioleta: "¿Cómo estará? ¿Ya habrá recuperado su poder espiritual por completo?" De pronto otra voz lo saco de sus pensamientos:
―Kurosaki. ―Orihime estaba frente a él.
― ¿Eh? Inoue.
―Ten. ―le mostró un emblema, de madera, con un grabado en forma de cráneo. ―El Capitán Ukitake me dijo que te lo diera.
― ¿Qué es esto? ―lo cogió para verlo mejor.
―Dijo algo acerca de que es tu insignia de Shinigami Sustito. Con el no necesitaras de un Alma Mod y podrás comunicarte con el Seireitei. ―le sonreía.
― ¿Comunicarme? ―lo veía detenidamente.
―Sí, incluso con Kuchiki. ―noto que un brillo parpadeante invadió los ojos de Ichigo. ―Sabía que te agradaría esa idea.
―No es para tanto. ―quiso hacerse el desentendido.
―No finjas. ―se acercó a él alzando su dedo índice para enfatizar sus palabras. ―Solo debes decir su nombre y enseguida te comunicaras con ella.
La campana indico que el almuerzo había terminado, así que Orihime y los demás se adelantaron al salón, dejando a Ichigo contemplando aquel comunicador.
―Ichigo, apresúrate. ―Mizuiro ya estaba en la puerta.
―Vamos, si no llegaremos tarde. ―Keigo caminaba con pereza.
―Sí. ―avanzo hacia la entrada sin dejar de ver aquel objeto.
Extrañamente deseaba que las clases terminaran pronto, aunque irónicamente las horas trascurrían demasiado lento a comparación de otros días. Y cuando al fin llego el final del día escolar, Ichigo salió corriendo del instituto despidiéndose torpemente de sus amigos, causando que Keigo dramatizara que no se quedara a jugar fútbol, que Mizuiro dejara de ver su celular por un momento, que Chad se sorprendiera, que Uryu inflara su ego al saber que tenía razón y que Orihime aplaudiera de alegría al corroborar que en verdad él quería hablar con Rukia.
Llego corriendo a su casa y para su suerte su padre estaba atendiendo a un paciente, su hermana Karin estaba en el parque y Yuzu estaba de compras, así que nadie lo molestaría en un buen rato dándole tiempo de hacer lo que quisiera. El único inconveniente era Kon, quien dormía profundamente, por lo que no debía hacer ruido si no quería verlo dramatizar otra vez.
Saco de su mochila el emblema que Orihime le dio para verlo con más detalle y averiguar cómo encenderlo.
― ¡Tsk! Solo me dijo que pronunciara su nombre para comunicarme con ella. ―le daba vueltas entre sus manos. ―Bien, no pierdo nada con intentarlo. ―acerco el emblema a su boca. ― ¡Hum! ¡Ok!... ―trago saliva. ― ¿Rukia? ―espero algunos segundos. ― ¿Hola? ¿Rukia? ―comenzaba a creer que le habían gastado una broma. ―No se oye nada. ―dejo el objeto sobre el escritorio.
Observaba con tristeza y decepción aquel objeto al notar que ella nunca le respondería. Ya estaba a punto de salir de la habitación cuando una voz llamo su atención:
― ¿Ichigo?
―Rukia. ―corrió hasta el escritorio para coger el emblema y acercarlo a su boca. ― ¿Rukia?
― ¿Ichigo?
Una gran sonrisa dibujaba su rostro. Deseaba que no fuera una broma pesada de sus amigos o de Urahara. Extrañamente se dio cuenta de lo mucho que extrañaba a la shinigami, pues el escuchar su voz lo reconforto.
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A paso lento llego a la mansión y tras ser recibida por el personal de su hermano se encamino a su habitación para encerrarse y hacerse ovillo en una esquina. Su sollozo llamo la atención del anciano, que cuida de la mansión, haciéndole preguntarle si quería algo para relajarse:
―No, gracias, estoy bien.
―Si desea algo solo pídalo señorita.
―Sí. ―estaba sentada y abrazaba sus piernas mientras recargaba sobre sus rodillas su mentón.
Cuando el anciano se alejó un silencio sepulcral invadió la habitación. No dejaba de pensar en lo que Renji le había dicho, confundiéndola aún más. En ese instante, la campanilla de una mariposa infernal llamo su atención:
― ¿Hum? ―abrió la puerta para cerciorarse de que se trata de una mariposa. ― ¿Sera una emergencia? ―la dejo entrar a su habitación.
― ¿Rukia?
― ¿Qué? ¿Cómo es que?
― ¿Hola? ¿Rukia?
―Pero… ―sus lágrimas habían cesado, dando paso a una sonrisa. ―… si es Ichigo.
Noto que la voz no insistía en llamarla, preocupándola y obligándola a comunicarse con él nuevamente:
― ¿Ichigo? ―espero algunos segundos, y cuando pensó que no respondería lo escucho.
―Rukia
― ¿Ichigo? ―no podía creer que en verdad era él.
―Tonta, claro que soy yo.
― ¿Cómo es que… cómo es que puedes contactarme? ―mantenía a la mariposa cerca de ella.
―Orihime me dio un extraño emblema que Ukitake le dio. Según ellos con esta cosa no necesito de Kon y puedo contactarme con la Sociedad de Almas.
―El Capitán Ukitake es muy amable. ―sonrió. ― Ichigo, ¿Cómo estás?
―Solo ha pasado un día. ―su voz sonaba burlona. ― ¿Te preocupas por mi tan pronto?
―Tonto, ¿Entonces por qué te comunicaste conmigo? ―no dejaba de sonreír.
― ¡Tsk! Solo quería probar esta cosa. Bueno, ya lo hice así que cortare la comunicación.
― ¡No! ―atrapo entre sus manos a la mariposa. ―Espera, no lo hagas.
― ¿Eh? ¿Por qué no?
―Ichigo… sería posible que… ―se sonrojo. ―… me preguntaba si…
― ¿Qué? Anda dime, no tengo tu tiempo. ―sonaba exasperado.
―Idiota, solo trato decirte que si es posible que vengas a la Sociedad de Almas. ―soltó a la mariposa para cubrir su boca.
― ¿Ehhh? ―parecía no creer lo que escucho. ― ¿En verdad quieres que vaya? ¿Para qué?
―Bueno es que yo… ―aún estaba confundida, no sabía lo que en verdad sentía por él.
― ¡Ok! El fin de semana le pediré a Urahara que me ayude a ir.
― ¿En verdad? ―el brillo en sus ojos regreso.
―Seguro.
La alegría y la culpa la inundaron en fracción de segundos, pero ya no podía dar marcha atrás a la petición que le hizo pues deseaba averiguar lo que realmente sentía por Ichigo y por Renji, quien la dejo con innumerables dudas en el corazón.
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ღRukia_Kღ (Laura Ro)
