Disclaimer: Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto, los cuales tomo prestados para esta historia.
El Prometido de los Sustos
Capitulo 1. Velada infernal
¿Se podría decir que esta es una cena "normal"? Se pregunta un joven rubio mirando aquella extraña escena, donde tres sujetos muy particulares se arrebatan la comida para ofrecérsela en la boca como si fuera un bebe.
- Prueba esto – dice un joven castaño acercando suavemente una cuchara con sopa en ella cuando de pronto es lanzada por los aires por una fuerza desconocida – Merece más que una simple sopa, mejor prueba el asado – dice una voz mientras se acerca un tenedor sosteniendo un pedazo de carne, de buen agrado habría dado el bocado de no ser por el terror que le causo ver el dicho utensilio flotando en el aire.
De pronto siente como es jalado para el lado contrario encontrándose con una copa llena de un liquido ligeramente rojo, por el suave olor se dio cuenta que era vino - Bebe – ordeno un pelirrojo, sin embargo tampoco bebió, su miedo era tan grande como para ponerse a comer en esos momentos.
Con el miedo a flor de piel logro ponerse de pie y tomar cierta distancia de esos sujetos extraños sosteniendo la silla en que antes estaba sentado como escudo ante cualquier acercamiento por parte de ellos - ¿Qui.. quiénes son? – por fin logro pronunciar el rubio al borde de la histeria - ¿Cómo, tan rápido te has olvidado de nosotros? – responde una voz de tras de él y girando la cabeza asía donde procedía la voz, pudo presenciar como poco a poco aparecía una persona delante de él - ¡Haaaaaaaaaa! – lanzo un grito de terror mientras daba un mal paso que lo sentó en el suelo a un lado de su supuesto escudo - ¡Es una pesadilla! ¡Despierta! ¡Despierta! – gimoteaba el rubio cubriéndose la cara con ambas manos y temblando de pies a cabeza.
- ¡Ves lo que haces Sai! – regaño el castaño al recién aparecido quien solo sonreía, el pelirrojo se acerco al rubio tomándolo de la muñeca para que se levantara - ¡No me toquen! – grito el rubio liberándose del agarre y encarando a los presentes, pues para su angustia todo era real – Mi nombre es Kiba y sentimos haberte asustado, pero no te puedes quedar ahí sentado – dijo el castaño ofreciéndole una mano al rubio, quien dudo al principio pero tomo la mano que le ofrecían para levantarse del suelo.
Aprovechando que aun sostenía la mano del rubio, Kiba camino al sillón para sentarse, el otro solo se dejaba guiar, en sus hermosos ojos azules se podía ver reflejada la angustia y el miedo por estar en un lugar desconocido en compañía de lo que comenzaba a dudar fueran personas, pensando que solo minutos antes se hallaba felizmente dormido en su acogedora habitación…
Tras un día agotador, había tomado una ducha para ahora estar cómodamente acostado en su cama reflexionando sobre su recorrido camino a casa. Primero se topo con un joven a unos cuantos pasos delante de él, al parecer era despistado ya que a punto estuvo de caer por una coladera destapada, lo bueno que alcanzo a cogerlo del brazo y jalarlo antes de un doloroso descenso por el drenaje, el joven ni volteo a darle las gracias, simplemente continuo su camino dejando a un rubio molesto - ¿Cómo puede existir gente tan antipática? – suspiro aun molesto y girando su cuerpo entre sus sabanas quedo de lado mirando la luna atreves de la ventana.
Ahora la imagen de un curioso cachorro café se hizo presente en su cabeza junto con el recuerdo de cómo tan lindo animal iba ser atropellado por un autobús – Gracias al cielo que pertenezco al club de atletismo – pronuncio recordando que logro ser más rápido y salvar al animal el cual le lamio la mejilla en señal de agradecimiento.
Finalizando con la graciosa figura de porcelana que semejaba a un león con alas de dragón, en la casa de antigüedades de su abuela Tsunade, la cual logro salvar de hacerse pedacitos sobre el suelo, pues nada mas de entrar a la tienda vio a su abuela haciendo malabares con varios objetos pero perdió el equilibrio y con gran agilidad logro salvar todos los objetos incluyendo a la figurita que le atraía desde que era niño. Había quedado de ir a ayudar y por lo visto llego a tiempo y después de un rato limpio gran parte de la tienda
Todo eso en un día, ahora solo deseaba dormir, logrando su objetivo al poco rato.
- Despierta – una suave y masculina voz roso su oído - Despierta – insistía la voz y con un poco de trabajo logro abrir levemente los ojos encontrándose acostado en un suave sillón en una gran y lujosa sala, sorprendido se froto los ojos y sentándose se dio cuenta de que ya no está en su habitación, comenzando así su pesadilla
Un ligero apretón en su mano lo trajo de nuevo al presente, encontrándose con los causantes de su pesadilla, cuyos nombres no sabía – Hola soy Sai – se presento el pelinegro - Gaara – fue lo único que dijo el pelirrojo, además de raros parece que también leen la mente - Naruto – conteste levemente pues aun no me reponía del todo, ahora que lo pienso estos tres se me hacen familiares, pensó el rubio observándolos más detalladamente pudo percatarse de algo - ¡El desagradecido, el cachorro y la figura! – pronuncio zafando su mano de Kiba para señalarlos, los otros tres asintieron para pronunciar a coro "Bienvenido a nuestro mundo", mostrando al rubio sus verdaderas formas.
El ojiazul ya no sabía si reír o llorar por tantas sorpresas, resumiendo, se encontraba en otro mundo con seres extraños en frente y él… ¡El tenia su pijama puesta!
