Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin utilizados en esta historia no me pertenecen, son propiedad de su autor Hajime Izayama.
Advertencias: Yaoi –relación chico x chico-.
…
~Werwolf~
Capítulo I: Circle.
Φ
Agudizó su olfato, pegó su nariz al suelo y aspiró nuevamente ese exquisito olor, no podía perderlo, hacía mucho que no se encontraba con el aroma de un conejo, de esos que se atreven a salir a explorar más allá de su prado y terminan perdidos en el bosque; su curiosidad le costaría caro. Relamió sus colmillos degustando el sabor que se había formado en su mente, avanzó agazapado y cauteloso, un sonido, una oreja se inclinó al frente y la otra se orientó a un costado. Alguien se acercaba, el sonido de sus pisadas revelaba su identidad. Continuó de frente al escuchar que la otra presencia se abría paso entre los arbustos rodeando su objetivo común –el conejo-.
Estaba listo, sus músculos se tensaron haciendo que su pelaje café oscuro se moviera con ellos, las pupilas se contrajeron mostrando aun más el verde esmeralda que las rodean, su quijada se tensó mostrando sus colmillos y un gruñido apenas perceptible salió de su garganta, era el "ahora" interpretado para los humanos. Y saltó de su escondite, corrió en dirección al conejo quien corrió a toda prisa al darse cuenta de la presencia del lobo. La carrera por su cena comenzó, pero aquel pequeño y escurridizo mamífero era hábil, algunos metros más adelante y tras un par de giros esquivando los arboles del camino el conejo se perdió, Eren dejó de perseguirlo.
-Tsk –chasqueó con la lengua y esperó.
A unos 30 metros de distancia divisó a aquella que le hizo segunda en la pequeña redada, moviéndose con gracia y con SU presa entre colmillos, del cuerpo del conejo corrían unos hilitos de sangre fresca, Eren los aspiró con cierto recelo, que bien olía.
-Hasta cuando dejarás de meterte en mis asuntos ¿eh, Mikasa? –se sentó sobre la tierra y con la pata trasera rascó su oreja, esas malditas pulgas.
-Cuando puedas cazar por ti mismo. –Contestó sin darle importancia a las palabras de su hermano. –Regresemos –Dando media vuelta comenzó a andar en dirección a su refugio en una cueva con Eren detrás.
Mikasa: hembra de lobo, pelaje negro brillante y ojos del mismo tono. La mejor cazadora de la manada y hermana adoptiva de Eren. A comparación suya Eren se sentía pequeño, ciertamente era más pequeño en tamaño que ella y eso que tenían la misma edad ¡no era justo! Algún día crecería, de eso estaba seguro.
Llegaron a un claro entre los árboles, había una fogata y tres personas esperándolos: un hombre de 40 años aproximadamente, ojos marrones, largo cabello café con caída lisa a los hombros adornando su cara con un bigote apenas perceptible; una mujer muy bella, en la misma semejanza ojos marrones y cabello largo, pero este de color más obscuro; y un joven de grandes ojos azules y cabello medianamente largo, rubio y tez más blanca que el de los dos adultos presentes. Su manda.
Mikasa avanzó a ellos y antes de llegar a ellos se incorporó andando sobre dos patas, su figura se alargó volviéndose más esbelta y adoptando una figura femenina: pechos pronunciados, una gran cadera y una cintura pequeña, por sobre todo un cuerpo muy trabajado para ser una chica.
Continuó andando y tomó un par de prendas de un árbol cercano antes de acercarse a la fogata y se vistió –un vestido blanco y un suéter durazno-, acomodó por encima de sus ropas la larga cabellera negra que tenía en lugar su pelaje, la luz del fuego que dejó ver sus ojos se volvieron apenas rasgados y sobre sus manos llevaba el botín de la noche.
Eren hizo exactamente lo que Mikasa, primero se incorporó andando en dos patas y empezó a cambiar de forma. Repitió los mismos pasos que su hermana, tomó ropa del mismo árbol y se vistió, se acercó a la fogata cómo no queriendo la cosa.
Se habían vuelto humanos…
Quizá humanos no es el término correcto; 'Werwolf' es la palabra exacta, es una raza humanoide que tiene la magia de transformarse en lobos.
-Bienvenidos –Dijo el joven quien respondía al nombre de Armin.
-¿Qué hay de comer, madre? –Preguntó inmediatamente Eren.
-Alce –Dijo tranquilamente Carla, su madre.
-Eren intentó cazar un conejo pero no pudo, lo he atrapado en su lugar –habló en tono monótono y neutro Mikasa.
-Déjame ver –interrumpió el hombre tomando el conejo entre sus manos y examinándolo con cuidado- huele bastante bien. Por otro lado, Eren ¿Cuándo cazarás solo?
-Yo lo detecté primero, aseché y perseguí cómo debe de ser, ¡ella fue la que se entrometió! –señalando a la pelinegra, esta ni se inmutó tras la acusación.
-Si tú no lo atrapas, no tiene caso nada de lo que hayas hecho antes. Aprende a cazar como todo lobo, eso es todo. ¿Qué harás cuando no estés en esta manada?
-Grisha, no seas tan duro con él –intervino su madre. –Aun es un lobezno.
-¡Mamá! No me ayudas. –Enfureció, rojo hasta la última fibra de cabello y maldiciendo por dentro se dejó caer a un lado de Armin.
El chico rubio posó una mano en su hombro –vamos Eren, el hecho que hayas encontrado una buena presa significa que no eres malo del todo, solo te falta pulir tus movimientos. -Incluso Armin en su forma lobuna podía cazar, no conseguía presas grandes pero las conseguía. Odiaba a todos en ese instante.
-¡Hey! –Llamó Grisha a Eren. –Esto es tuyo – el aludido giró en un instante la cabeza para ver a su padre, aun con odio le observó y este le aventó el conejo, lo atrapó sin dificultad alguna entre sus manos y sus ojos se posaron sobre su premio. –Come –ordenó finalmente.
Odiaba admitirlo pero su enojo se había disipado, ahora que su presa volvió a él estaba feliz; comió en silencio.
Φ
Había sido cauteloso hasta el más mínimo detalle y finalmente había levantado sospechas. Tenía que cambiar de residencia nuevamente pero ahora sin la compañía de sus dos mejores amigos por el bien de los tres. Farlan había tenido el detalle de obsequiarle un castillo a la mitad de la nada, juró proteger con todo el poder que le confería su padre -el Archiduque del infierno, Valafar- a la pequeña Isabel, junto a la bendición de este.
Y aquí se encontraba, con nada, absolutamente nada en kilómetros a la redonda y un castillo para él solo. Empezó por recorrer cada una de las habitaciones de este, cada salón, cuarto, cocina, sala, vestidor o cuarto de baño apenas tenían muebles u objetos. También se encontró un patio trasero muy amplio con una fuente sin agua y llena de maleza; además del patio frontal.
Decidió que el primer día lo dedicaría a ordenar, sacudir, barrer y limpiar las habitaciones principales: cocina, baño, sala de estar junto al cuarto que ocuparía para dormir.
Para el segundo día terminó con el resto de las habitaciones que dejó en segundo plano, cómo eran una cocina extra ubicada en el segundo piso y todos los cuartos vacios del tercer piso, los salones de fiesta y baile también los había dejado para el final.
El tercer día descubrió que el sótano era apenas un pasillo largo con cuatro únicas puertas, una de la biblioteca, otra para el almacén de alimentos, una más pertenecía a un pequeño almacén de herramientas; incluyendo artículos para el cuidado del jardín. Finalmente la última daba acceso a un armario de vinos.
El cuarto día se dedicó enteramente a la jardinería, se deshizo de la maleza, dio forma a los arboles así como a los arbustos, recortó la enredadera en la pared, limpió la fuente pero no la llenó de agua.
Para el quinto día recorrió nuevamente todo el castillo cerciorándose que el trabajo estaba hecho y todo se encontraba en orden. Cualquier humano –o demonio-, no le dedicaría el mismo cuidado que él había tomado para el castillo; pero si iba a vivir aquí, al menos hasta que Farlan llegara con Isabel, tenía que hacerlo, sus nervios no resistirían ver una maldita mota de polvo por donde pasara y al menos por unos días tuvo algo que hacer antes de empezar a pudrirse.
Volvió a la biblioteca, al principio de esta se hallaban sillones cómo si de una pequeña sala se tratara, en medio se ubicaba una mesita de centro de madrera, se dejó caer en el primer sillón que encontró –forro de terciopelo rojo y tocado negro-. Con el mal humor de regreso tras no encontrar nada que hacer sus recuerdos empezaban a brotar. Cerró los ojos y soñó.
Follow me, follow me.
Se encontraba de doce años, en un bario bajo por el cual no desearías jamás pasar. Tenía que alimentarse, hacía semanas que no lo hacía y realmente necesitaba algo fresco. No aves, no ratas, no animales de granja, el sabor a sangre humana era lo que necesitaba y estaba a punto de perder la cabeza, pero no lo haría, no frente a Isabel.
Jamás cazaba frente a ella, por su parte Farlan tampoco lo hacía, era un secreto de ambos. Se repartían el trabajo, primero uno y después el otro, era tan peligroso afuera que nunca la dejaban completamente sola. Tas una eterna hora de espera llegó el castaño claro, había llegado con dos bolsas de despensa que robó de la familia Reebs –como solían hacer- de comerciantes depositándolas en la mesa, al verlas Isabel brincó sobre su lugar emocionada y corrió a ellas para inspeccionar su contenido, mientras Levi iba camino a la puerta de salida.
-¿Te vas a ir ahora hermanito? ¿Después de tanto esperar? –preguntó en tono suplicante Isabel.
-Saldré un momento, coman juntos si me tardo.- Cinco minutos se daba, antes de estallar.
Farlan se acercó a él, depositó sus labios muy cerca de sus oídos. –Está a las afueras de la ciudad, es una belleza. –susurró suavemente.
-¿Sigue viva? –cuatro minutos.
-Sí, pero si no te apresuras seguro se va a enfriar. –casi parecía que besaría su oreja.
-¿Enfriar qué? -Tres minutos.
Se separo de Levi para fijar su atención en la castaña rojiza-Tu comida Isabel, si se tarda mucho la comida que prepararás con mucho esmero y amor se enfriará. – Dos minutos.
-Y no te lo perdonaré nunca –fingió enojo secundando a Farlan.
Para ser una niña, un demonio y un demonio bastardo de la misma edad casi parecían una familia perfecta pero feliz. Ignorando el hecho –claro está- de la diferencia de razas,
-Te estaremos esperando –una sonrisa cómplice se dibujo en su rostro, y moviendo la mano animosamente se despidió de Levi.
Salió sin decir nada y azotó la puerta.
Un minuto.
Caminando a paso veloz entró en un callejón, el cuerpo de Levi comenzó a temblar al tiempo que a la mitad de su frente le brotaba un cuerno de gran tamaño, las manos estaban cambiando a un negro profundo y una forma tosca, apenas se desplegaron las alas sobre su espalda y una ráfaga de aire atravesó la calle a gran velocidad. Antes de terminar el minuto se encontraba frente al cuerpo de una mujer joven de facciones delicadas pero nada extraordinario, tampoco era cómo si eso le interesara realmente.
La transformación no había sido completada y el hambre le azotaba con más fuerza ahora que había liberado un poco de su poder, sin perder la conciencia y obligándose a proceder con calma se arrodilló en el piso, tomó la mano de la presa que hace no mucho había sido medio comida por Farlan, sacó un cuchillo de bolsillo que siempre llevaba consigo e hizo un corte profundo sobre la muñeca de la mujer y succionó copiosamente el líquido que brotaba de ella. Calmando de poco en poco su instinto, sus manos volvieron a tomar una forma fina y humana, sus alas y el cuerno en su cabeza disminuyeron considerablemente su tamaño hasta casi desaparecer.
El sueño se esfumó, dejando un sabor metálico en su boca.
Al sexto día renació.
Φ
Llevaban un buen rato corriendo, estaban huyendo de nuevo de un viejo enemigo. Eren recordaba perfectamente su repugnante aroma aunque no del todo su cara, su primer encuentro había durado apenas unos minutos pero fueron los suficientes para dividir, matar y esclavizar a la mitad de su manada. –Malditos sean, ojalá se pudran se el infierno –se decía a sí mismo cada que recordaba aquellos momentos de angustia. Tenía no más de tres meses cuando todo aquello pasó. Sus padres Grisha y Carla se encargaron de sacarlo a salvo junto a sus ahora hermanos Armin y Mikasa; habían sobrevivido sí, pero el abuelo del rubio y los padres de la peli negra no. El lobezno estaba cien por ciento seguro que más miembros de su manada habían escapado y huido de aquellos… bandidos.
Desde aquel entonces pasaban la mitad del tiempo en su forma humana y la otra mitad como lobos, todo dependía de las condiciones del día. Grisha solía cargar con una mochilita de viaje a su espalda donde traían las pocas pertenencias humanas de la manada y dinero, por si algo se ofrecía. El objetivo de seguir viajando sin establecerse en un lugar era simple: reunirse con su manada.
No llevaba la cuenta del tiempo tampoco llevaban con ellos un reloj, su instinto simplemente le dijo que ya era hora de aminorar el paso y pronto dejaron de andar. Habían encontrado un buen lugar para pasar la noche -a unos 50 kilómetros del claro en el que se encontraban hace un par de noches-, no había necesidad de aullar o gruñir, estaban realmente tan unidos que el puro lenguaje corporal les bastó. Atravesaron tranquilamente un caminito discreto que los llevaba directo a la entrada de una cueva, su casa por la noche.
-Carla, encárgate explorar la cueva. –el Lobo Alfa empezó a repartir tareas- Armin, Eren harán lo que Carla les indique. Mikasa, tu vienes conmigo, iremos a cazar. –Y tomó camino entrando al bosque junto a la nombrada.
Su madre se adentró dentro de la cueva y una vez que se dejaron de escuchar sus pisadas, Eren comenzó a dar de brinquitos con más energía de la que Armin pensó que podría tener después de correr tanto.
-¡Hey, Armin! ¡¿Lo escuchas!? –dando vueltecillas sobre un circulo imaginario en la tierra.
-¿Qué, qué encontraste?
-Es agua, se escucha un riachuelo no muy lejos de aquí –jadeó emocionado. -¡Vamos!
-Pero… tu madre…-titubeó- tu padre dijo que estuviéramos con ella y…
-Está bien –lo interrumpió de súbito- dile que fui por agua –y salió corriendo, dejando a su hermano con la responsabilidad de sus acciones y la palabra en el hocico.
Pero no, Eren no se detendría hasta llegar ahí y verlo con sus propios ojos. Parecería tonto o demasiado infantil, pero a su corta edad aun le fascinaba ver nuevos paisajes fuera de cuevas y kilómetros de bosque, nunca se había acercado lo suficiente a una aldea o pueblo, solo podía verlo de lejos pues su padre era el encargado de ir y mezclarse con la gente, comprar un par de provisiones absolutamente necesarias y regresar a la manada, con suerte Mikasa lo acompañaba, pero nunca él por más que rogara.
Corrió a toda velocidad, sus patas se estaban entumeciendo pero la adrenalina se encontraba en cada punta de su pelaje, lengua le salía de su cavidad bucal chocando contra el viento dándole una sensación de frescura. Ya casi llegaba, podía escuchar con más fuerza el coque del agua contra las rocas, casi juraba que era una cascada, olía la humedad en el aire presente y una sensación de felicidad lo embriagaba.
Acertó. Finalmente divisó una cascada de no más de 2 metros de altura, abajo yacía un pequeño lago, esta era la responsable de alimentarlo de agua y finalmente continuaba su transcurso río abajo. El corazón de Eren palpitaba a mil por hora, tomó vuelo y saltó apoyándose de las rocas al laguito mientras aullaba de felicidad y se transformaba en humano en el aire. Cayó al agua y unos instantes después salió a tomar aire, el lago no era muy profundo apenas le cubría los hombros; el agua estaba fía, sentía como esta le lavaba todo el cansancio de las horas corridas y lo llevaba lejos.
Sacudió su cuerpo y en un movimiento rápido de mano retiró los cabellos mojados de su frente. Se dio el lujo de nadar sin pena, amaba sentirse a si de libre.
Φ
Había escuchado el aullido de un lobo a un kilometro de distancia al castillo, si había lobos ahí también había comida –buena comida-, no tenía duda de ello y ya era hora de comer. Prefería cazar de noche y no a plena luz de día pero un leve escozor de curiosidad lo molestaba. Finalmente cedió al impulso.
Si su instinto no le había mentido, juraba que el aullido había surgido de un lugar cercano a donde se encontraba, pero lo único que había en 50 metros a la redonda era un estúpido mocoso chapoteando en el lago. Ahora estaba molesto –más de lo usual-, tenía hambre y mocoso o no, no podía arriesgarse a robarle ni un mililitro de sangre ya que probablemente no estaría solo –la gente no suele deambular desnudos en el bosque y meterse de buena gana a nadar en ese estado, en algún lugar debían estar sus cosas junto a su familia- y si cometía el error de atacarlo llamaría la atención, cosa que no necesitaba en ese preciso momento. Farlan se molestaría y no habría servido de nada mudarse al castillo y la furia de Valafar caería sobre él, valiendo una mierda que fuera Levi, hijo de Leviathan uno de los cuatro príncipes del infierno.
Soltó un suspiro pesado y dio una última mirada al castaño antes de irse.
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Notas: Noches de insomnio, dilemas existenciales y pláticas hasta que cantara el primer pajarillo al amanecer dieron inicio a este fic. No sé cuanto dure pero si les ha gustado háganmelo saber en un review –y favorito-, dudas sobre términos y vocabulario también serán aclaradas.
Agradecimientos especiales a Galleta, por compartir traumas, darme su valiosísima opinión y hacerme ver un detalle: la edad de Eren.
Eren tiene unos 7 meses lobunos lo que sería la adolescencia humana, así que de humano no es tan pequeño. xD
~Yozakura.
