Todos lo sabían.
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Personajes principales: Rick, el Gobernador, Hershel y Michonne.
Frente a frente se encontraron. El calor incitaba al sudor a cubrir las pieles; el miedo y la incertidumbre lo enfriaba dejando escalofríos.
Era una guerra a punto de estallar, y los muros de alambre casi no parecían estar allí; no cumplirían su propósito de proteger, todos lo sabían.
Rick, por primera vez en mucho tiempo, quiso volver a ser pequeño; tan pequeño como Judith, quien aún era ajena al mundo de horror en el que había nacido, o eso quería creer su padre.
Él, tan acostumbrado a tomar el mando ―aunque muchas veces no lo deseara por no sentirse preparado―, solo quería escapar, volver a plantar semillas en las parcelas de la prisión, la que se había convertido en lo más cercano a un hogar.
Pero había vuelto: el Gobernador, tan frío e implacable como siempre, o quizás aún más. Quería lo que ellos ―su familia, amigos, personas a las que había, y lo habían, salvado de los muertos vivientes― tenían: la efímera paz por la que tanto lucharon, la isla en medio del peligroso mar. Pero Rick sabía que bajo esa mirada impasible burbujeaba el odio y la locura, el deseo de destrucción.
―Podemos vivir juntos, todos aquí, en la prisión. Sé que no será sencillo, pero podremos… nadie tiene que morir ―el ex sheriff sentía su corazón estallar, el nudo en su garganta asfixiarlo, y las lágrimas a punto de escapar.
Nunca sintió el fin tan cerca.
Michonne y Hershel, atados de manos y sobre sus rodillas, observaban. La mujer de piel oscura no había pronunciado palabra; el Gobernador jamás aceptaría algo así, él no se detendría hasta destruirlos, como ellos casi lo destruyeron a él en el pasado. No importaban las esperanzas de Rick o la fe del sabio anciano a su lado, ella lo sabía.
Rick respiraba con esfuerzo, el peso muerto que sentía comprimiendo su pecho había aumentado; el Gobernador no dejaba de observarlo, evaluarlo.
Allí, sobre el tanque de guerra, se veía más imponente y peligroso, más decidido e inexpugnable de lo que Rick lo hubiese visto alguna vez, ni siquiera en la peor de sus pesadillas.
Entonces Hershel captó la atención del ex sheriff. Arrodillado sobre el suelo parecía frágil, y sin embargo, en sus sabios ojos ardía la fuerza de siempre, la fe en él, la confianza, y también algo que el hombre no le había profesado con la mirada en mucho tiempo: orgullo, orgullo por él.
Rick Grimes se sintió pequeño de nuevo, un niño ante los ojos de su padre, aunque el hombre canoso que lo observaba no lo fuera.
Pero a pesar del brillo en sus ojos, Hershel le estaba diciendo la verdad, lo que ambos sabían.
―Mentiroso ―susurró Philip Blake, y aún así, Rick creyó escucharlo gritar.
Cuando el Gobernador desenvainó la katana de Michonne y el filo, que fulguró con un brillo metálico y de muerte al chocar con los rayos solares, se enterró en el cuello de Hershel, Rick sintió sus costillas estallar ante el peso invisible que lo aplastaba.
―¡No! ―gritó desgarrándose la garganta; alzó el arma directo a Philip y le disparó.
Las armas de todos ―aquellos dentro y fuera de la prisión― escupieron desprecio y dolor en una ráfaga de balas. La guerra estalló.
Porque era el comienzo del fin, y todos lo sabían.
¡Hola! Aquí presento la primer viñeta de esta serie. Aclaro que no siempre haré drabbles o viñetas, puede que incluso haga one-shots; quizás, inclusive, algunas tengan relación, (que desde luego aclararé si se llega a dar el caso).
Pueden estar ambientadas en cualquiera de las temporadas, y los personajes irán variando, ya que TWD da para mucho, para nuestra fortuna 3
En fin, espero que les haya gustado, y que se animen a comentar si les parece.
¿Quieren flechas besadas por Daryl? Ok no, esto no es un soborno; a no seeer...
