Hey, aquí, esta escritora casi fantasma hablándoles. Quiero dejarles el prólogo de una serie de capítulos que formarán parte de una saga un poco más grande. Como varias personas me pidieron una continuidad del fic futurista Sparkle y yo no pude resistirme a su hermoso encanto (?)

Espero que les guste este prólogo.

Gracias por el espacio.


DISCLAIMER: WG118 y algunos personajes, son de mi pertenencia. El resto, es de Shaft. Este fanfic está hecho sin ánimos de lucro.


FIREBIRD

"El sistema está por apagarse en 3, 2, 1…."

Kyoko suspiró. Miró, sin emociones, hacia la pantalla, las luces de la Iglesia se apagaron del todo.

Tomó sus bolsos.

Fue al patio de su casa, caminando lentamente, como si se despidiera de la familia holográfica que ella había creado tanto tiempo atrás, para siempre. Pero los hologramas no piensan, no sienten…

Como los residentes de este planeta.

Y su familia estaba muerta hacía mucho tiempo…

Suspiró, cerrando sus ojos.

No quería que sus subordinados la vieran llorar.

Sería hasta patético.

Los walegianos, residentes de este mundo tan maravilloso conocido como WG118, no saben lo que son las lágrimas, los sentimientos o las emociones. Lo suprimieron en sus códigos genéticos, por miedo a volver a repetir sus errores del pasado.

Caminó hasta el patio trasero, la brisa estival acarició su rostro, llevándose muy lejos, sus cristalinas lágrimas.

Observó a su subcomandante en jefe, Karin, una niña de mirada divertida y cabellos rosados. Le hizo un pulgar hacia arriba, guiñando uno de sus ojos tan extravagantes; una sonrisa preciosa coronaba su bellísimo rostro. A ella la había rescatado de niña, de algún planeta moribundo que formaba parte del sistema solar Centaurus; por lo que era bastante diferente a los Walegianos.

A su lado, se encontraba Eula, ahora el jefe de cuadrilla o ya no sabía qué puesto le había dado; era un Walegiano a toda regla. Ni siquiera frunció el entrecejo al ver sus mejillas, ojos y nariz colorados, como si estuviera resfriada. Su cabello aguamarina se sacudió un poco por el viento, con una gracia de envidia.

Quizás era la última vez que los vería en mucho tiempo.

Eula, comandado probablemente por algún pensamiento de "Ayudar al ciudadano"; intentó acercarse. Su intención seguramente era preguntarle si quería una dosis de no sabía qué vacuna, ya que ellos habían erradicado todo tipo de enfermedades y si aparecía alguna nueva cepa, sólo hacía falta un día para que la población volviera a su inconscientemente amado status quo. Esa sociedad, sabía sacar el mejor jugo a la frase "Todos juntos, podemos hacerlo mejor".

Miró hacia atrás, mientras escuchaba a un coro de aplausos, a modo de despedida.

Alguno que otro no Walegiano lloró, podía escucharlo a la perfección.

Sonrió.

También los extrañaría tanto…

Eran su única familia, después de todo.

Pero se lo había prometido a su padre: Encontraría a esa chica y le daría el futuro que le habían robado.

Miró hacia atrás, una vez más, antes de alzar su brazo. La compuerta los separó definitivamente y dejaron de verse al rostro.

Kyoko volvió a permitir que sus lágrimas corrieran libremente por su rostro.

Este era el último adiós

Su sonrisa, finalmente, desapareció; apretó los labios y la mandíbula con fuerza, para no curvarlos hacia abajo y se encaminó hasta los controles.

Había llegado el momento de volver a casa.


FIN DEL PRÓLOGO.