La traición puede pegar duro cando es tú familia la que termina cambiándote por un sucio traje de ardilla, y todo porque pude invertir la mala suerte en buena suerte, o eso es lo que dicen. Una tontería. Simples estupideces. Lincoln pensaba todo eso mientras caminaba por las calles desconocidas de Royal Woods.
Dos meses. Por dos meses soportó ese ridículo traje hasta que Lynn terminara su estúpida temporada, en parte pensó que era su castigo por mentir, y parte de él creyó que sus padres lo sabían y sólo querían darle una lección... una cruel lección, pero una lección al final. Pero no, sus muebles no volvieron a aparecer, y sus hermanas siguieron dependiendo de un ridículo traje que ya tenía prohibido sacarse.
Incluso sus gemelas parecían querer más un traje que al hermano con el que crecieron. Eso lo había herido, Linka y Liberty fueron sus hermanas más cercanas desde le principio: los mismos gustos y pasatiempos, quizás con algunas leves diferencias, pero incluso ahora seguían reuniéndose para leer en ropa interior. Pero claro, ahora sólo puede leer con ellas si tiene un traje de ardilla.
Esas dos le habían pasado mantas y comida cuando terminó en el patio, ¿Y ahora? Un grupo de coincidencias y deja de ser su Linky para transformarse en su amuleto.
Fue por eso que lo hizo, destrozó ese maldito traje en el depósito de basura y regresó al a casa con la mitad de la cabeza como un trofeo.
Lo echaron.
No pudo evitar reír ante ese recuerdo.
Sus padres y hermanas estaban muy enojadas; todas ellas, incluso sus gemelas. Todos lo miraban como si fuera un moco egoísta que había arruinado a la familia. Trató de gritarles que ese traje era idiota, que algo así no justifica que un niño duerma en el patio, le vendan sus cosas y luego lo encierren en un traje y lo usen como si fuera un objeto sin preocuparse de su seguridad.
Nadie lo escuchó. Todo lo que podían hacer era mirar el trozo de cabeza en el suelo. Quizás fue mala idea conservar ese trofeo, ya que pareció acaparar más atención que él. Mala suerte. Nuevamente sintió ganas de reír.
Lynn lo sacó de una patada por la puerta y le gritó que no regresara hasta traer toda las partes del traje, y sus padres lo amenazaron con meses de castigo si no regresaba con todas ellas, incluso dijeron que regresaría al jardín si no lo conseguía. Intentó buscar el apoyo de cualquiera de sus hermanas, pero todas le daban una mirada de reproche; todas preferían la suerte a un hermano como él.
Entonces llegó su última esperanza: Linka y Liberty. Sus gemelas, la otra parte de él mismo. Siempre habían sido cercanos, especialmente con Liberty, a ella parecía gustarle mucho apegarse a él e incluso leer novelas románticas con la cabeza apoyada en sus piernas. Alguna de ellas tendría que apoyarlo, era lo último que le quedaba.
-¿Cómo pudiste, Lincoln? –Linka le gritó. –No puedo creer que seamos gemelos. –Las palabras de Linka lo destrozaron, ¿Realmente preferiría la suerte a su propio hermano?
Liberty, aún estaba ella. Ella seguía tratándolo de forma cercana aún con el traje puesto. Ella... ella era... lo apoyaría. ¡Tenía que apoyarlo! Le había confesado lo de la mentira de la mala suerte a ella y sólo a ella, tenía que apoyarlo. ¡No podía dejarlo!
Liberty lo miró con furia y ojos que parecían a punto de llorar. –Mí Lincoln jamás haría algo tan horrible como esto. Te dije que mañana tengo una competencia de escritura y necesitaba la buena suerte. ¿Por qué hiciste esto, Lincoln? ¡Eres horrible! ¡Ya no eres mi Lincoln!
-¿Eh?
Todo el mundo pareció detenerse en ese mismo momento. Ni siquiera escuchó los gritos de su padre o los insultos de sus hermanas. Sus ojos quedaron en blanco mientras miraba fijamente a Liberty. ¿Qué acababa de decir?
Eres tan lindo, Linc.
¿Te importa si me apoyo aquí?
Porque te amo, tontito.
Siempre tendrás mi apoyo, porque somos gemelos.
No pienso perder contra ella.
De todas sus hermanas, incluso Linka, Liberty era la más pegajosa con él y... bueno, siempre creyó que...
-...Y no regreses sin el. –Su padre terminó de gritar. –Y será mejor que Leni pueda repararlo, o pasaras el resto del año durmiendo en la casa del perro.
La mayoría de sus hermanas sonrieron al verlo de aquella forma tan devastada, como si realmente acabaran de darle su merecido. ¿Pero se lo merecía? No podía saberlo en ese momento, no podía hacer nada que no fuera ver a Linka abrazar levemente a Liberty mientras ambas lo veían con reproche.
Los lazos se rompen.
La puerta se cerró con fuerza.
No supo cuanto tiempo estuvo ahí parado, pero ya había oscurecido cuando por fin reaccionó. ¿Acababa de pasar lo que creía acababa de pasar? ¿Su familia acababa de elegir un traje de ardilla sobre él? ¿Sus gemelas? ¿Linka y Liberty acababan de...? Una risa nerviosa escapó de sus labios mientras retrocedía.
¿El amor es real?
Tantos años... tantos años de hermandad... Tantos años de amor. ¿Cuándo comenzó esto realmente? El juego de Lynn, y entonces una mentira para tener más tiempo para él mismo... pero se lo confió a Liberty, ella podía tener parte de su tiempo, y supuso que Linka sospecharía tarde o temprano, ella era muy perceptiva. Entonces serían los tres juntos como siempre.
¿Por qué está sólo?
¿Por qué está caminando por las calles totalmente sólo? ¿Por qué tiene que ir por los restos de un traje de ardilla? Es sólo un traje de mascota de un equipo de baseball.
Comenzaba a hacer mucho frío. Había estado caminando por lo que le parecieron horas y todo se había vuelto muy oscuro mientras nubes negras cubrían el cielo. Se rio ante la idea de una tormenta, ¿No sería ya un cliché del niño abandonado? No podía decir que huyó, ya que su familia lo había amenazado con echarlo si no regresaba con el traje, y no planeaba ir por los restos de un traje estúpido sólo porque su familia elige creer en una teoría en lugar de su propio hijo.
Se sentó en la pared de un callejón con bolsas de basura olorosas a los lados mientras repasaba nuevamente todos los eventos hasta ahora: En un momento estaba acostado en su cama junto a sus hermanas gemelas mientras leen en ropa interior, y al siguiente se encontraba en un callejón oscuro mientras su familia debe de estar durmiendo cómodamente con el estómago lleno.
La lluvia comenzó a caer sin piedad. ¿No se supone que tiene que empezar gota por gota mientras se combina con sus lágrimas? Nada es tan fácil. Las gotas de agua se sentían como piedras frías que chocaban contra su cuerpo mientras el viento comenzaba a azotarlo. Sentía que se estaba congelando mientras veía como su aliento comenzaba a salir.
-Hace frío en las calles. –Murmuró mientras abrazaba su cuerpo en busca de calor.
-Demasiado. –El agua dejó de caer sobre él en el momento en que escuchó esa voz.
Lincoln levantó los ojos y se encontró viendo a un hombre mayor de unas semanas, traje, unas gafas y lo que parecía ser un sombrero del mismo tipo que utilizan los monos amaestrados. ¿Cómo se llamaban? Bien, ya no era importante.
-¿Por qué no estás en casa, niño? –Le preguntó con calma.
Lincoln se rio en ese momento. ¿Debería hablar con un extraño? No tenía energías para correr de todas formas, y no creyó que llegara muy lejos en un lugar que ni siquiera conocía.
-Te echaron de tu hogar. –Respondió mientras se inclinaba un poco. –No tienes que decírmelo, yo viví lo mismo hace tiempo. La diferencia es que no era un niño de... ¿Cuántos tienes? ¿Doce? ¿Quizás trece?
-...Once. –Respondió con un ligero temblor.
-Once. –Suspiró para sus adentros. –Hay una estación de policía por aquí cerca, ya sabes... realmente no me llevo bien con los policías, pero podría acompañarte ahí.
La policía. ¿Por qué no? Todo lo que había pasado hasta ahora no sólo había sido injusto, sino también un crimen. ¿Por qué no denunciarlos? Habían echado a perder tantos años de amor por algo como la suerte, y quizás él mismo fue el culpable, no tendría que haber mentido. ¿Esto era su culpa entonces? No tenía derecho a ir con la policía.
Negó con la cabeza.
Ninguno de los dos dijo nada por un tiempo.
-¿Quieres venir conmigo, chico? –Murmuró. –No soy un pedófilo si eso es lo que piensas. –Eso lo hacía sonar más sospechoso. –Pero tampoco soy la mejor influencia para un niño. Soy un estafador, un ladrón y un mentiroso. Aprendí todo lo que tenía que saber para sobrevivir en las calles, y créeme, no quieres pasar por lo mismo que yo. Y al ser tan joven, será peor. –Suspiró. –Terminarás sin dientes y chupando por monedas que sólo usaras para pagarle al chulo que te deja dormir en su sótano.
Lincoln tembló ante lo que implicaban aquellas palabras.
-Tampoco tengo mucho tacto con las palabras, pero es mejor que lo sepas desde ahora. –Se arrodillo ignorando el agua y la suciedad. –¿Seguro que no quieres ir con la policía?
Lincoln no tenía razones para ir con la policía. Amaba a su familia, y no quería meterlos en líos por su culpa, eso sólo probaría que tiene mala suerte. ¿Vivir en las calles? Una imagen de él de rodillas mientras un gordo gime y presiona su cabeza con fuerza cruzó por su mente. Cerró fuertemente los ojos y sintió la mano de aquel hombre sobre su cabeza.
¿Qué opciones tenía? No podía volver a casa.
-¿Tú nombre, niño?
-Lincoln Loud.
-Stanford Pines. –Respondió. –Y acabo de ganar mano de obra gratuita. –Se rio un poco mientras lo ayudaba a levantarse.
