Dance baby, dance!

Universo Alterno. Un poco de OoC

Parejas: Sasusaku y demás.

Prólogo.

A mis dieciocho años de edad me considero una chica un tanto sumisa. Creo que es en parte, por la influencia que mis padres tienen en mí.

¿Conocen a esos tipos de padres que no les gusta que salgas con tus amigos a las disco porque creen que un asesino serial o violador pondrá algo en tu bebida y te venderá a una red de trata luego de hacer cualquier cosa contigo? Bueno… pues los míos son así.

No somos ni una familia muy rica, ni muy pobre, no tenemos ni mucho, ni poco. Sin embargo, mis padres me criaron como a una princesa, trabajando como esclavos para enviarme a las mejores escuelas de la ciudad.

Terminé la secundaria en uno de los más prestigiosos institutos de Japón, el Konoha Gakuen. Debo decir que no fue la etapa más feliz de mi adolescencia, ya que mis queridos (nótese el sarcasmo) compañeros se empeñaron en joderme por tres años consecutivos. ¿Razones? Primero y principal, mi apariencia.

Nací con un extraño color de cabello rosa. Sí, rosa, leen bien, el cual hacía un gran contraste con mis ojos verdes jade. Con una contextura flacucha, tenía el cuerpo bastante menos desarrollado que el resto de mis compañeras.

Y segundo, pero no menos importante, mi estatus social.

El Konoha Gakuen era un instituto para niños ricos, que se alimentaban, y alimentarían por el resto de sus vidas del dinero que les provee las grandes empresas que sus padres tienen. Aunque sacara mejores notas que ellos, aunque me empeñara en hacer las cosas bien, siempre sería menos, siempre sería la marginada del curso.

Nunca me quejé con nadie sobre el maltrato que recibía en ese fatídico establecimiento. ¿Por qué? Porque contaba con mi vía de escape, ese nirvana personal que hacía olvidara todos los males de mi vida, del mundo.

Esa vía de escape, era el Ballet.

Recuerdo perfectamente aquel día en el que decidí que quería ser bailarina por el resto de mi vida.

Tenía seis años, y mi padre había conseguido entradas para ver el famoso Lago de los Cisnes. No sabía de qué se trataba exactamente, pero mi mamá desbordaba de emoción.

Cuando llegamos al teatro, me contagié de la emoción de mamá. El teatro era impactante, con su gran fachada estilo occidental, grandes puertas y escaleras de mármol.

Nuestra ubicación era uno de los palcos del lado derecho, que me daba un panorama de todo lo que sucedía en la enorme sala, la cual estaba con sus asientos llenos.

Podía ver perfectamente la fosa de los músicos, quienes eran bastantes, afinando sus instrumentos y haciendo repasos de último momento.

Las luces se apagaron. La música sonaba levemente. El telón se abrió. Y la magia comenzó.

Los movimientos de la joven bailarina eran sublimes. Sus brazos parecían interminables y era tan liviana como una pluma. No parecía siquiera que estuviera haciendo esfuerzo al levantar sus piernas a más de noventa grados, ni parecía que se mareaba cuando giraba incontables veces.

Aunque no supiera de qué se trataba la obra, todos los sentimientos que los bailarines expresaban llegaban a mí.

Amor. Desesperación. Alegría. Tristeza. Ansiedad. Emoción.

Cuando la obra terminó y la compañía de baile salió a saludar al público, mientras eran aplaudidos de pie, lo decidí. Quería que mi cuerpo expresara lo que con palabras no podía. Quería hacerle llegar a las demás personas lo que sentía. Quería parecer un ángel al bailar. Quería que esos aplausos, algún día, fueran dirigidos hacia mí. Quería ser bailarina.

No tardé mucho tiempo en comenzar a estudiar Ballet. Y quedé enamorada de él. De su historia, de su música, de sus pasos y de todo.

La técnica es difícil, sí. Pero con empeño y más que nada, constancia, se adquiere, y no se olvida.

Las profesoras decían que tenía un talento innato para el baile y cualidades físicas, como mi marcado empeine y largas piernas, que me ayudaban bastante.

A medida que los años pasaban, le dedicaba más tiempo, hasta llegar a las cuatro horas diarias en las que estoy.

Me desperté emocionada, tomé ropa de mi armario y me dirigí al baño para una rápida ducha. Cuando terminé, me mire al espejo y sonreí.

Hoy sería especial. Hoy sabría si estaba más cerca de cumplir mi sueño. Hoy tendrían que llegarme los resultados de mi audición para la reconocida academia Juilliard.

Hace unos días, mi mamá me dijo que Juilliard había comenzado un programa de becas para alumnos extranjeros. No lo dudé ni un segundo, y me filme, varias veces, interpretando una de las piezas del Cascanueces. Envié la que supuse, era perfecta.

Bajé las escaleras de dos en dos. No me moleste en ver siquiera si mamá se encontraba en casa. Pasé de largo la sala y fui hasta la entrada. Abrí la puerta y la cálida brisa mañanera me azotó.

Fui al buzón, contando los pasos, y nerviosa lo abrí. Había tres cartas, las tomé todas y volví a casa con pasos rápidos. Me quedé en la entrada leyendo los destinatarios de las cartas, dos para mi padre y…

¡Y una, una para mí! Con un gritillo de emoción arrojé las dos que eran para mi papá y subí las escaleras para ir a mi cuarto, nuevamente.

Mi mamá veía la situación con una sonrisa divertida en su rostro y negando con la cabeza.

Ahora, en mi cuarto observe la carta un poco más tranquila, pero todo se esfumó cuando vi, que efectivamente, era de Juilliard.

Arranqué una de las puntas del sobre y con temblorosas manos, desdoblé la carta para leerla.

''Estimada Sakura Haruno:

Nos agrada comunicarle que ha obtenido una beca completa como estudiante en la Escuela de Artes Escénicas Juilliard. El inicio de clases será el primero de agosto. Usted contará con alojamiento en el campus del instituto.

Al ser una beca, se ha depositado a su nombre un pasaje de avión que debe retirarlo personalmente. El mismo, es válido para el día 30 de Julio.

Esperamos su mayor desempeño.

Ms. Raine

Directora de la comunidad

Educativa Juilliard ''

Sentí mis rodillas temblar. Sólo faltaba una semana.

Oh. Por. Dios. ¡IRÍA A JUILLIARD! ¡IRÍA A NUEVA YORK! Un nudo se instaló en mi estómago. Ansiedad, emoción y alegría eran los sentimientos que gobernaban mi cuerpo. No solo estudiaría en una de las mejores academias de artes del mundo, si no, que esto era un pasaje para independizarme. La idea tendría que causarme miedo, sin embargo, no puedo esperar a que el día llegue. Extrañaría a mis padres, claro que sí, pero en tierras americanas tendría la libertad que no tengo desde que nací, ya que, no creo que mis padres representen un obstáculo estando del otro lado del mundo.

Con lágrimas de felicidad en mis ojos abrí bruscamente la puerta de mi cuarto y grité a los cuatro vientos.

-¡MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAA!

Todo, todo, iba a cambiar. Me encargaría de destacar, de hacer lo que mejor hago. Me encargaría, de hacer mi sueño realidad.


Bueno, hasta acá llega el prólogo. Espero les haya interesado mínimamente la historia.

Soy nueva en FF. Leo desde hace varios años, y siempre tuve la idea de escribir, pero no me animaba. Hasta ahora. Dependiendo si les gusta o no, seguiré con este fic.

Espero le den una oportunidad.

Darcy B.