·Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

·Pareja: Sasuke/Hinata.

·Advertencias: Lemon. Lenguaje feo por allí.

·Nota: Regalo para Orquídea, espero mija, que te agrade. Y, el titulo no es de joda, es así. Ya se verá porque más adelante.

·Número de palabras: 1173


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Sin titulo

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Orden irrompible.

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Como todos los días, Hiashi miraba el entrenamiento matutino de su hija mayor y su sobrino, con orgullo comprobó los avances de Hinata, mientras ésta esquivaba un golpe que podría haber llegado a su brazo derecho. Aunque aún le faltaba mucho para ser digna de su aprobación completa, pues Hinata todavía era una sombra del Clan. Mejoraba, sí, pero mucho más lento de lo que debería.

—"Su naturaleza es así" —pensó Hiashi, detallando desde donde estaba sentado como las venas de Hinata parecían cobrar vida alrededor de sus ojos blancos. Se acomodo mejor en su puesto, rozando la barnizada madera del piso con la punta desnuda de sus pies—. "Al menos ya puede derrotar a Hanabi".

Hinata cayó al suelo por un golpe que Neji le dio en el costado izquierdo. Hiashi vio como ella entornaba los ojos y se ponía de pie, adoptando inmediatamente la posición de combate familiar.

Si había algo que podía rescatar de su hija, era la fuerza de su espíritu, que ahora, parecía desplegarse como las alas de un halcón al saltar de un acantilado. Los rasgos de su rostro parecieron suavizarse ante el pensamiento, a decir verdad, se alegraba de ver esa fortaleza digna de un líder; aunque ese sentimiento solo lo expresaba para sí mismo. Hiashi estaba seguro que la fortaleza de su hija podría llevarla a ser una heredera digna, creía que solo le faltaba carácter y dureza para ser el líder idóneo; pero sabía que ella no podría obtener aquellas cualidades, porque iban en contra de la forma de ser de su hija.

—"Aunque, es compensado con su amabilidad y empatía".

Pero aún así, la falta de dureza le ocasionaría duros problemas, porque, por mucha empatía que Hinata tuviera, no podría establecer un límite entre lo que debe de hacer por el Clan y lo que ella creería correcto para mejorarlo. Sabía, que cuando llegara el momento de sentar cabeza, no podría tomar las decisiones con la cabeza fría. Era un mal que la perseguiría por siempre.

Por eso, era su deber como líder y padre buscarle un compañero adecuado. Un complemento para las cualidades de Hinata. La otra mitad del líder del Clan.

Hiashi sabía por carne propia que el sentimentalismo no tenía espacio si se era un líder. Como también sabía que su hija no se lo tomaría tan bien como él lo hizo en su época; quizás por el hecho de ser una mujer, quizás por ser más sentimental que muchos del Clan, o quizás por prohibirle tener un noviazgo con su compañero de equipo. No sabría dar una razón exacta, pero predecía –mucho antes de que aquel día llegara- que la noticia no iba a ser bien recibida.

—"Ella aprenderá, como yo, a que el Clan es primero que el corazón".

Sorprendido por tener pensamientos que rozaban tanto lo romántico como lo certero, Hiashi aprovecho aquel nuevo estado de quietud y reflexión en su ser para interrumpir el entrenamiento de su hija y sobrino. Sentía y sabía que era el momento adecuado para dejar las cosas como correspondía. Era el día en el que sellaría el destino de su hija.

Mientras Hiashi se levantaba de su asiento habitual, Hinata se despedía con una reverencia de su primo, a modo de gratitud por el entrenamiento, luego, ella se colocó al lado de su padre para quitarse las sandalias y entrar al hogar. Ahogó un gemido de placer al sentir la fría madera en la planta de sus pies; cosa que después de sudar y calentar su cuerpo era algo verdaderamente agradable.

—Ve a limpiarte —ordenó su padre mirándola a los ojos, ella desvió los suyos con rapidez al piso mientras asentía, aún no se acostumbraba a la severa mirada del adulto—. Luego ve a mis aposentos.

Hinata se inclinó antes de moverse en sentido opuesto a su padre, camino a sus habitaciones.


{...}


Estando ya limpia, y luciendo un kimono sencillo, Hinata se dirigió al encuentro con su padre, con un latente nerviosismo que se manifestaba exteriormente en su frente y manos sudorosas –ella agradecía infinitamente que su flequillo ocultara la brillantez de su frente, aunque se cociera de calor con ello-. Caminó por la lustrosa madera hasta llegar a la puerta corrediza. Respiro profundamente para intentar tranquilizarse, pues sabía que no podía presentarte en ese estado frente a su padre.

Volvió a respirar con profundidad y sacudió sus manos para que el aire dispersara ligeramente el sudor, y golpeó la madera de la puerta; sabía que su padre había sentido su presencia pero lo hacía por mera formalidad.

—Adelante —fue la seca respuesta detrás de la puerta.

Tímidamente, Hinata deslizo la puerta y entró con lentitud, luego se acomodo frente a su padre, sintiendo el agradable tacto del tatami.

Reuniendo todo el valor que era capaz de reunir, se atrevió a preguntarle que deseaba. El tenso silencio que él le devolvió no hacía nada más que aumentar su propio temor; fuera que eran muy pocas las veces que era llamada a ese tipo de reuniones, dejando en claro que eran situaciones importantes, su naturaleza introvertida y extremadamente tímida no ayudaba demasiado y su temor ascendía a niveles catastróficos. De hecho, el solo pensar que los gestos huraños de su padre significaba algo malo, comenzaba a sentirse mareada.

A veces, no entendía porque la dejaban tener tantas responsabilidades. Ella no estaba calificada para poder hacerle frente ni siquiera a su propio padre, por eso, dudada ser capaz de hacerse cargo de un Clan entero…

Era verdaderamente curioso que en momentos así se pusiera a pensar en sus debilidades más pronunciadas, en lugar de infundirse ánimos para no aumentar sus miedos.

—Debemos hablar de la edad que tienes —dijo Hiashi de pronto, haciendo que Hinata se sobresaltara levemente por la impresión, ella elevó la vista y se encontró con sus pálidos y severos ojos, dejando ver en los propios la duda al no entender las palabras—. Ya es el momento en el que debo asignarte un prometido.

Ante sus palabras, Hinata tragó saliva, desde hace mucho que era consciente de la regla del Clan, en donde el compromiso era forzado, para así poder mantener el alto a la cabeza principal y que éste no se emparejara con cualquiera. Pensó que fue mejor que en su momento le prohibiera salir con Kiba, quizás, si le hubiera permitido ese compromiso, ahora se vería envuelta en una confusa pelea consigo misma y con su padre y las reglas del Clan que la mantenían prisionera.

— ¿Q-Quién es, padre? —Preguntó tartamudeando, aún, con tener veinte años de vida, y haber sabido desde siempre de su vida armada, no era capaz de estar tranquila. La sensación de cadenas invisibles rodeándola era difícil de sobrepasarla.

Sentía que no era la persona adecuada, pero sabía que era imposible discutir. Era su destino.

Escuchó la pesada respiración de su padre, para ella, era como si en cada bocanada soltara azufre. Apretó las manos entre la tela que resbalaba del kimono, el sudor por el nerviosismo nuevamente se hizo presente.

No quería escuchar. No quería hacer frente a aquella nueva realidad.

—Te casarás con Uchiha Sasuke.


Notas:

Es el primer SasuHina que hago, creo también que uno de los primeros heteros que escribo. Por eso, cualquier tipo de comentario al respecto siempre será bien recibido. Reconozco que ésta área se me hace un poco complicada de escribir...

Orquídea, espero que te guste como va. Y también que se vea a pesar de todo, lo que intento decir.

Gracias por leer.

¿Review 8D?