Un Sueño Hecho Realidad

Autora: Princess Lalaith

Prólogo.

El sol se alzaba lentamente por entre los techos de las casas, aunque en una recámara en especial una persiana azul parecía querer impedirle el paso; y ni siquiera el insistente sonido del despertador en el buró junto a la cama parecía ser suficiente para despertar a la joven que aún roncaba enredada entre las sábanas con diseños marinos.

La joven era de estatura promedio, tez apiñonada, de cabello castaño claro hasta la cintura con reflejos cobrizos (ocasionados principalmente por el sol y no un producto químico) y sus ojos (en ese momento cerrados) eran de un suave tono miel.

-¡Izuki!

Y todo lo que el sol y el despertador no lograron, lo logró una súbita voz que parecía estar gritando desde el cuarto contiguo.

-¿Eh¿Qué? –le joven entre las sábanas, Izuki, se enderezó de golpe, aunque aún bastante adormilada.

-¿Te piensas quedar en cama toda la mañana? –preguntó la misma voz, ésta vez desde la puerta.

Ésta segunda joven era alta (al menos una cabeza más alta que la primera), tez morena clara, de cabellos que extrañamente parecían ir de un castaño medio a casi un rubio oscuro así como de un lacio a ondulado en las puntas, largo a media espalda, sus ojos de un verde azulado también bastante raro.

-No es mala idea. –dijo Izuki ahogando un bostezo y girándose para volver a dormir.

-Como quieras. –dijo la otra joven dándole la espalda. –Pero te recuerdo que son las 8:40, el autobús estará partiendo en veinte minutos…

-No juegues Silvain, -dijo Izuki a la vez que buscaba el despertador. –El autobús sales hasta las nueve y…¡son las 8:40!

-Eso fue exactamente lo que dije.

-¡¿Por qué no me levantaste antes?! –se levantó de la cama de un salto, rápidamente sacó unas ropas del clóset y corrió al baño. –Maldición, no voy a llegar.

-Yo me estaba bañando. Y tu despertador ha estado sonando con bastante insistencia los últimos veinte minutos, al menos.

-Es que estaba soñando con mi gran amor… -suspiró Izuki a la vez que se metía a bañar.

-¿Otra vez Hiei? –preguntó Silvain mientras se dirigía a la cocina a preparar algo de té y pan tostado para desayunar.

-Pues claro. ¿Quién más?

Cinco minutos después Izuki estaba en la cocina, secándose el cabello con una toalla a la vez que trataba de masticar un pan.

-Izuki, quizás deberías tratar de enamorarte de alguien más. –dijo Silvain mientras bebía su té.

-¿Alguien como quien? –preguntó Izuki dejando la taza de té y dirigiéndose al espejo más cercano para mirarse mientras se peinaba.

-No lo sé, alguien real.

-Nah, tú y yo sabemos que no hay nadie realmente interesante por aquí. Además, tú no eres precisamente alguien para hablar en ese respecto. Puedo recordar perfectamente tus suspiros mientras veíamos la película anoche, decías: "Ay, mi querido Kurama…" –Izuki habló dramatizando la voz para mayor efecto y volteó a ver la reacción de la otra joven.

-Es que sí es lindo… -Silvain se interrumpió bruscamente, había caído en la trampa.

-¡Ya¡Lo ves! Tú estás enamorada de Kurama, yo de Hiei. Es perfectamente justo.

-Perfectamente ilógico, esos dos ni siquiera son reales. –recalcó Silvain a la vez que dejaba los trastes en el fregadero, los lavaría cuando volviera.

Por un rato no hubo respuesta, hasta que Izuki volvió a salir de su recámara jalando una maleta llena de ropa y que tenía ruedas. Ambas jóvenes fueron hasta el pequeño coche que tenían y se subieron.

-Quien sabe. –dijo Izuki siguiendo la plática. –Quizá un día de éstos descubras que son reales y vengan a sacarnos de ésta vida nuestra tan aburrida.

-Que te saquen a ti si quieres, yo estoy muy bien con lo que tengo. –le aseguró Silvain.

-¿Lo que tienes? –preguntó Izuki. -¿Qué es eso? Un negocio como traductora de varios idiomas, y los estudios de la universidad; intentas hacerte carrera con tu habilidad en la arquería o de escritora pero simplemente nadie te apoya de la manera en que lo necesitas. Eso no me parece precisamente algo interesante.

-Quizá, pero al menos es mucho más sensato que el sueño de que dos galanes de ánime nos caigan del cielo.

-Mmm…a veces puedes ser muy aburrida Silvain…Yo no dudaría ni un solo instante en dejar todo si mi querido Hiei apareciera y quisiera llevarme con él.

-¿A dónde¿A un mundo donde seguramente serías un blanco por estar con él, te atacarían los más crueles youkai y estarías envuelta en las peores peleas? No gracias.

-Disculpa, pero soy perfectamente capaz de defenderme.

-La teoría no es igual a la práctica.

-Ah sí¿Y qué me dices de esos tipos hace cuatro años?

-No quiero hablar de eso.

-Ay, Silvain, lo siento. –Izuki pareció notar que había metido la pata.

-Olvídalo. –Silvain la interrumpió. –Y date prisa que ya llegamos. No quiero que en mi conciencia quede si pierdes el autobús y no logras llegar al bautizo de Jimena.

-Jimenita, mi sobrinita adorada. –Izuki sonrió a la vez que bajaba la maleta del coche. -¿Estás segura que no quieres venir Silvain? Alexa, mamá y papá, sé que todos estarían encantados de saludarte.

-Sabes que no puedo. Tengo trabajo que atender dando clases de natación, y aunque sean vacaciones de verano el Club de Arquería sigue.

-De acuerdo, les llevaré tus saludos y un beso a Jimena.

-Haz eso.

-Y por favor trata de no sobre-esforzarte. –le dijo Izuki justo antes de irse. –No quiero que por tanto estrés vuelvas a enfermarte.

-Tranquila, estaré bien, yo también sé cuidarme.

-Bien. Ya me voy. ¡Adiós onee-san!

Silvain esbozó una pequeña sonrisa ante la despedida. –Hasta luego, Izuki-nee-chan.

.---.

Silvain conducía su Chevy azul rey por las casi-desiertas calles que llevaban a su casa en las afueras de la ciudad. Muchos le habían dicho que el carro era un modelo ya algo viejo, pero a ella le gustaba mucho pues lo había comprado con su propio dinero, y realmente no le importaba lo viejo que pudiera ser ella lo cuidaba mucho.

-Creo que pondré algo de música. –se dijo Silvain a sí misma.

Estaba feliz esa mañana, aún con el comentario hecho por Izuki, no le había afectado tanto como para amargar su día. Encendió la radio y empezó a buscar alguna estación que tuviera buena música, pero le extrañó encontrarse únicamente con estática.

-Mmm…Que extraño. –se dijo ella. –No puede ser que todas las estaciones de radio tengan problemas al mismo tiempo¿o sí?

Justo en ese momento escuchó lo que hubiera podido catalogar como un espantoso trueno si no fuera por el hecho de que no estaba lloviendo, apenas si había nubes en el cielo.

-Que demo… -Silvain se vio obligada a meter el freno cuando vio lo que parecía ser un rayo caer justo frente a ella.

Respiración entrecortada, Silvain de inmediato apagó el coche y se bajó a toda prisa, temiendo haber atropellado a algo o a alguien. Y sin embargo lo que vio frente a su auto fue más de lo que jamás pudo imaginar.

-No puede ser… -dijo ella a la vez que se veía obligada a apoyarse en el cofre del auto, siendo que sus piernas no parecían estarle funcionando muy bien en ese momento.

Y es que ahí, tirado en la solitaria calle, se encontraba un hombre de cuerpo atlético, tez bronceada, y brillante cabellera roja y cuyas ropas, consistentes en un pantalón y playera sencillos, estaban prácticamente deshechas, dejando ver varias heridas considerables.

Después de pensarlo por unos momentos Silvain tomó una decisión, corriendo a la cajuela del carro sacó unos plásticos que usaba para cubrir el asiento cuando iba a la alberca, los puso en su lugar y después, con no poco esfuerzo, depositó al inconsciente hombre encima de éstos. Apenas lo había hecho cuando éste pareció reaccionar por un instante, mostrándole a Silvain unos profundos ojos verdes que la dejaron en shock. Y es que ella estaba segura que ese hombre tenía un asombro parecido con alguien más…

-Peligro… -dijo él en un murmullo, aferrándose al brazo de ella. –Advertir…Rápido…Muy peligroso…Huir…

Silvain se espantó de verlo súbitamente consciente, pero trató de mantenerse tan tranquila y concentrada como fuera posible; algo tenía que hacer y si no pensaba las cosas con calma podía acabar regándola.

-Tranquilo, -Silvain trató de calmarlo. –Estás a salvo. Yo no te voy a hacer daño. Sólo quiero ayudarte. Te llevaré a donde alguien pueda atenderte, un hospital.

-No…Peligro… -él pareció ponerse aún más tenso.

-Está bien, está bien. –accedió ella. –No te llevaré a ningún hospital, te atenderé yo misma, pero necesito que me sueltes o no puedo ir adelante y arrancar el auto. Supongo que querrás que nos vayamos de aquí antes que alguien más llegue.

-Sí, irnos…pronto… -asintió él, finalmente soltándola.

-Debo estar soñando. –dijo ella cerrando la portezuela trasera y pellizcándose el brazo. -¡Auch! Nop, definitivamente no es un sueño, aunque quizá sí sea una pesadilla, porque lo que estoy viendo frente a mí simplemente no puede ser real. –Decidiendo que no había nada que pudiera hacer con ese respecto por el momento subió al asiento delantero y arrancó el auto. –Bien. Por cierto, me llamo Silvain, Silvain Carrey.

-Shuichi. –murmuró él. –Shuichi Minamino.

Lo sabía, y aún así el escuchar el nombre de labios de él no lo hizo precisamente más fácil.

Y fue lo último que dijo antes de quedar inconsciente nuevamente.

-Creo que acabo de meterme en la locura más grande de mi vida. –murmuró para sí la joven a la vez que reiniciaba su trayecto a casa.


Aquí está, como lo había prometido, el nuevo fic de YYH. De nuevo Kurama y Hiei con parejas independientes. Excepto que ésta vez voy a manejar las dos relaciones, no una sola.

Como pueden ver ésta vez el fic está hecho en tercera persona, era muy complicado hacerlo en primera. La historia ya está terminada, y las acualizaciones se irán haciendo conforme yo reciba los reviews.

Por cierto, algo más. Tengo una oferta que hacer. A los que sean dibujantes de fanart, que se avienten a hacer un dibujo de éste fic, tengo ideas para tres, pero aún no tengo voluntarios que los hagan. Si alguien se ofrece les diré de qué se trata, les pediré que me manden por mail su dibujo para una cierta fecha, y después pondré un link al final del fic, como lo hice con Aihana. Interesados díganme en un review, o pueden accesar mi cuenta de correo electrónico en mi profile.

Gracias. Nos vemos!