Capítulo 1
RORONOA ZORO
El espeluznante frío de la habitación oscura iba calándome, produciéndome escalofríos en mi columna vertebral. Tumbado boca abajo, desangrándome con los latigazos de mi espalda intentaba moverme, fue un intento inútil, mi cuerpo golpeado no obedecía ninguna de mis órdenes, sino conseguía desplazarme ejercitando mi cuerpo, mi temperatura corporal disminuiría añadiendo el ambiente nada favorable.
Más que una habitación eran unas mugrientas paredes sin puertas ni ventanas, pero lo suficientemente grande para situarme en el centro, estando a una considerable distancia de la salida. La humedad más la suciedad de estas cuatro paredes no acabarían conmigo aunque este pálido, temblando, apenas sintiendo mi cuerpo. Tengo que resistir no he llegado hasta aquí para rendirme, conseguí convencerme a medida que el frío era más inevitable.
Abrí mis ojos contemplando el panorama, había sido una pesadilla, mi subconsciente me está haciendo recordar, los fragmentos que deseaba enterrar. A medida que mis ojos se adaptan a la oscuridad observe todo con detalle, no solo estoy situado en la parte izquierda de una agradable cama, tumbado de forma que se puede apreciar mi tonificada espalda con todas sus cicatrices, peor aún me encuentro completamente desnudo sin nada que me cubra los glúteos, era evidente que este no es mi departamento, situación obvia, la estancia está ordenada y huele a naranjas mezclado con dinero, un olor raro pero agradable. En la mesita de noche veo mi móvil, mis llaves y un reloj que marca las 04:37 sin rastro de mi cartera.
Sin cambiar de posición me volteo para encontrar a la chica con la que he estado bebiendo y jugando al póker esta misma noche hasta que perdí la consciencia, al parecer no perdí el tiempo, esta pelirroja de cabellos cortos con ojos azules ha sido un buen entretenimiento, se encuentra en la misma situación que yo, solo la cubre una sábana. Creo que se llama Nemo o Namu o algo por el estilo, voto más por la primera opción ya que me resulta familiar pero no caigo. En parte ella es la culpable de que no tuviera con que cubrirme, acaparando toda la sábana puedo distinguir debajo de toda esa tela esas curvas tan bien formadas. Admiré en la parte superior cerca del hombro del brazo izquierdo de la muchacha, un tatuaje azul bastante raro. Aprovechando que está profundamente dormida me levante buscando mis bóxers, mi ropa mezclada con su ropa interior, por suerte se encuentra profundamente dormida, no se percató del ruido que ocasioné mientras me visto, intenté hallar mi cartera por desgracia estaba desaparecida.
Pude quedarme buscando mi cartera así de paso le daría los buenos días a mi manera, no me interesa repetir, se puede decir que alcancé mi límite de alcohol, cosa extraña aguanto bebiendo el día entero y nunca se me olvida mis acciones, mucho menos si son de este tipo. Lo mejor será irme con suerte se me habrá caído en el bar y no estará por aquí, decidí irme con la esperanza de que no encontrará mi cartera con mi carnet y empezara como aquellas lunáticas a acosarme.
Camine sigilosamente hacia la puerta justo donde estaba la mesita de noche en la que dormía plácidamente, la abro despacio resultando ser el baño, normal en mi estado anterior no asimile por donde había entrado, solo queda la puerta enfrente de la cama, lentamente cierro la del baño dirigiéndome a la correcta. En el instante que tengo el pomo de la puerta, únicamente tendría que cerrarla ya me encuentro en el pasillo, ¡pero no! Tengo que parame durante unos minutos mientras descansaba a pierna suelta, no pude evitar dibujar una sonrisa en mis labios sin apartar los ojos de mi compañera de noche.
-Buenas noches, Nomi.- le deseé a la pelirroja, normalmente me quedó con los nombres por lo menos hasta media hora después de despedirme de ellas, podría haberle dicho nena como a todas, no es que necesite saber su nombre, al fin y al cabo nunca más la veré, solo fue una noche de alcohol, algo nuevo que no recuerdo, pensé cerrando la puerta y alejándome de esa habitación, ni siquiera me quede con el nombre, no tiene caso se perfectamente que no volveré por aquí y mucho menos volveré a verla.
Sin dinero para un taxi, solo tengo la esperanza de que no me hayan cambiado las calles, tengo que descansar mañana, ósea hoy, empiezo como interno en el hospital ONE PIECE y con mi historial a la hora de ir a un sitio que digamos no era puntual, algo que no pienso reconocer en público. Sin chaqueta y a las 05:23 me dirigí a casa, claro llegue a las 07:33, como había previsto, el gracioso de siempre desordeno las calles, cansado entre derrumbándome en el sofá cerrando mis parpados cada vez más pesados, con la decisión de levantarme a las 08:00, ya que tendría que estar en el hospital a las 09:30.
Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, empezó a vibrar el móvil en el interior del bolsillo de mi pantalón derecho, sin separar mis parpados deslice mi mano hacia el bolsillo cogiendo el escandaloso teléfono táctil, rompí completamente mi descanso depositando la vista hacia el perturbador aparato que no cesa, era la alarma que marca las 09:30. Que me parta un rayo, me he quedado cao en el sofá, corrí desnudándome hacia la ducha, si me apresuro llegaré a tiempo, ojala hallan devuelto las calles a sus respectivos lugares.
Me las apañe como pude para terminar en cinco minutos con el cuarto de baño, continúe mi maratón en la habitación poniéndome lo primero que alcance. Con un gruñido de estomago deje atrás mi apartamento, aventurándome en las calles como siempre caóticas, a paso ligero llegue a un parque, no es que me haya perdido sino que al cambiar las ubicaciones, fallé de atajo. Mire a mi alrededor, en circunstancias desesperadas se toman medidas desesperadas, por primera vez tome la decisión de preguntar a cualquier persona que pasara. A lo lejos se podía visualizar a un chico moreno con un sombrero de paja estrafalario, no me queda de otra si quería reducir mi tiempo de tardanza, me acerque al moreno que canta una ridícula canción.
-Luffy comía cuarenta y cinco trozos de carne pero como no se le quitaba el hambre pidió otro trozo de carne, Luffy comía cuarenta y seis trozos…- toso interrumpiéndolo a lo que reaccionó llevándose un dedo de la mano derecha a la boca poniendo cara pensativa.- ¿Estas malito?- me preguntó el del sombrero.
-No- respondo secamente- ¿sabrías indicarme el camino hasta el hospital One Piece?- le pregunte esperanzado ya que es mi única oportunidad para llegar, no hay nadie en todo el parque excepto nosotros.
- Si- sonrió de oreja a oreja,- de hecho caminaba así allí, sígueme te mostrare el camino.- el moreno resulto ser el gracioso que cambiaba las calles, porque aparte de hablar durante todo el trayecto, solo tardo diez minutos y aquí estamos justo en la recepción, mientras espero que las enfermeras confirmaran mi nombre, y el seguramente tendrá la revisión médica con el psicólogo.
La enfermera no tardo mucho en comprobarlo guiándome a la tercera planta, la planta superior del edificio, el moreno nos seguía al parecer después lo llevarán a su control. El sombrero de paja salió como una bala hacia la puerta que abrió la doctora gritando a pleno pulmón.
-¡Abuelo! Perdón ser impuntual,- puso cara de cachorro degollado- estaba desayunando por tercera vez.
-¡Pedazo de idiota te he repetido mil veces que en el hospital me llames Dr. Gold!- le da un coscorrón produciéndole un chichón.
-Pero dentro y fuera del hospital seguirás siendo mi abuelo gruñón- llora a moco tendido.
-Dr. Gold- le interrumpe la enfermera- estos son los dos internos que faltan.- nos señala a el moreno y a mí, que me encuentro fuera de la sala. Entre viendo a ocho individuos, sin contar al Dr. y su nieto, sentados en una amplia mesa de reuniones, entre ellas una persona en especial, me llama la atención una pelirroja de melena corta con ojos azules, con la que desperté esta noche, por lo visto me tendría que haber aprendido su nombre, no sé si es peor que el lunático del sombrero es también interno o encontrármela a ella.
Estaba atónito, con todos los lugares que existen en la cuidad he tenido que toparmela precisamente aquí, mi lugar de trabajo durante este año. Respire hondo, asimilando la situación nada favorable.
El Dr. Gold, un hombre robusto, moreno al igual que su nieto, con bigote y buena cantidad de melena, estaba en buen estado, demasiado, sino fuera por ese chico nadie hubiera dicho que es abuelo.
- Usted es,- intenta adivinar el Dr. mientras se sienta en la inmensa mesa ofreciéndome asiento con el brazo derecho.
-Roronoa Zoro,- me presento depositándome en la silla junto a un muchacho de cabellos rizados y nariz puntiaguda, su nariz es tan cantosa que me recuerda a la de pinocho, sus ojos marones oscuro me analizan sin perderse ninguno de mis detalles; quien en su sano juicio no me observaría, por las prisas mi presencia no es impecable, más bien ridícula por no decir que parezco un vagabundo, me he puesto unas deportivas Nike negras con un pantalón de chándal marón el que uso para entrenar con mis espadas y una camisa rosa manchada de comida, un payaso atractivo para mi defensa.
- Ahora que nos encontramos todos, empezaremos, si alguien tiene alguna duda tendrá que esperar a que pase lista y termine mi discurso,- el sombrero de paja levanta la mano, enfrente mí, pude notar sus ojos marones desprendiendo energía, debajo de su ojo izquierdo hay una cicatriz, empecé a fijarme mejor en él, lo único que tiene que llamaba la atención es el ridículo sombrero y las chanclas que lleva por lo demás parecía normal, con vaqueros y una camiseta roja.-No hay comida hasta el almuerzo y tampoco ningún descanso para picar, no te creas que por ser mi nieto tendrás privilegios, se te tratara como a todos los internos, me encargare personalmente de ello. Luffy tienes prohibido levantarte del asiento, hablar, cantar, tatarear, cualquier ruido existente o inventado.-Al menos me ha quitado un peso de encima, Luffy, el del sombrero llamativo es un simple interno, menos mal que no me daría ordenes; ojeando una carpeta se puso en pie el Dr. abriendo la caja que tiene enfrente.-Prosigamos,- pronuncio sin apartar la mirada de la carpeta que sostiene.
- Chopper- alzó la voz mientras pronuncio el nombre, levanto la mano uno de los chicos que se encuentra en la sala, piel bronceada con cierto rubor en sus mejillas, pelo castaño, ojos color miel, también con un desastroso sombrero rosa que tiene como dibujo una equis blanca, viste una camiseta sin mangas de color amarilla con letras HELP, unos vaqueros y deportivas Pumas amarilla y naranja. El Dr. Gold metió su mano derecha en la caja sacando un collar con una tarjeta y un localizador, acercándose y entregándoselo a Chopper.
-Camie- nombro provocando que una chica levante la mano, es peliverde pero no en el mismo tono que mi cabello, su color es más suave, era corto hasta los hombro, tenia ojos grises, lleva una blusa negra, un collar plateado, una falda gris de secretaria y tacones negro, muy elegante. También le deposito delante de ella el colgante y el aparato.
-Luffy- suspiro cuando el moreno infantil se levanto subiendo ambas manos todo lo que pudo colocándose de puntilla hasta que su abuelo le dio las cosas y un nuevo chichón a la colección.
-kaya-sonrió la chica de pelo corto al igual que Camie solo que es rubia de ojos caramelo, lleva un vestido marón claro no muy largo ni muy corto lo suficiente para que no pase calor ni enseñar más de la cuenta y unos tacones beige, como es de esperar le dios ambos artefactos.
-Ussop- sube la mano el narizota que tengo al lado, viste raro con un mono marón y sin ninguna camiseta interior, atado en la cabeza un pañuelo del mismo color que la vestimenta, el Dr. le entrego ambos artilugios.
-Vivi- alzó la mano una peliazul de melena extremadamente larga recogida en una cola alta, camiseta blanca, pantalones negros y zapatos marón oscuro, dejándole en la parte de su mesa sus nuevos instrumentos.
-Sanji- elevó la mano al igual que la cabeza un rubio con flequillo situado al lado izquierdo tapándole ese lado, dejando solo al descubierto sus ojos azules y su ceja rizada, va con traje negro al igual que los zapatos y una camisa azul de rallas, le coloco en la mano que aun levantaba ambos utensilios.
-Conis- inclino la mano hacia arriba otra rubia pero de cabellera más extensa con dos trenzas a ambos lado de su cara, ojos marones, luce un largo vestido fucsia y unos tacones azules, como es de esperar obtuvo como todos los nombrados el colgante y el chisme localizador.
-Zoro- me entrego mis nuevas adquisiciones,
-Nami- levanto la mano la pelirroja con la que había compartido más que unas copas, a esta hora se puede apreciar su belleza, no insinuó que las demás chicas no sean bellas, pero Nami mucho más sensual, es la única que se puso un vestido blanco con estampado de rosas azules, que deja al descubierto sus brazos, un generoso escote, la mayoría de su espalda y piernas, con sandalias azul marino, vi claramente el tatuaje, parece una aspa y en una de ellas hay una pequeña bolita, ella dispone también de la nueva adquisición que le dejo en la mesa. Ahora que me sabe los nombres tengo que retenerlos, más el de Nami, para evitar posibles malentendidos. El Dr. se sentó situando la carpeta en el mismo lugar del que la cogió.
-Todos sois licenciados en medicina, estáis aquí por vuestras magnificas calificaciones, aquí no entra cualquiera, sois solo diez este año, como dicen más vale calidad que cantidad, habéis sido seleccionados por un riguroso estudio con la mejor puntuación para ingresar en ONE PIECE. Antes estabais aprendiendo de los médicos, ahora sois los médicos. Los siete años como residentes serán los mejores y los peores de vuestra vida, sobrepasara vuestros límites, aquí empezareis a crecer como cirujanos. Mirar a vuestros compañeros, serán vuestros competidores, algunos optaran por una especialidad más fácil, otros sucumbirán a la presión, a otro los despedirán, solo resistirán los más fuertes. Este hospital será vuestro escenario, el espectáculo dependerá de vosotros,-volvió a levantarse al terminar el discurso observando la ventana dándonos la espalda a todos los de la mesa.
-Os informo que actualmente está casi listo el nuevo hospital ONE PIECE, versión moderna con las últimas tecnologías, 25 plantas, varios quirófanos, con pista de aterrizaje, etc... Por problemas de espacio la mayoría de los residentes vendrán cuando tengan citas, programadas operaciones, o los llamaremos a los localizadores, normalmente os tendría que asignar un residente, pero al ser un grupo pequeño cada día estaréis con los cirujanos que os reclamen, haréis lo que se os mande sin rechistar, aun tenéis mucho que aprender.- Se giro mirándonos fijamente con un rostro serio.
-Los colgantes son para identificaros, el localizador en todo momento tiene que estar disponible, no es un juguete, aparte de eso tendréis taquillas individuales, se os dará un uniforme que en el hospital tendréis que llevar en todo momento, nada de sombreros, ni gorras, solo se permitirán gafas de vista para quien lo necesite. Tener muy presente que no es un juego muchas vidas dependerán de vosotros y es muy posible que trabajéis más que los residentes.- Camino hacia el mueble situado a mi espalda cogiendo el teléfono,- dígale a la Dr. Califa que venga a la sala de reuniones,- descolgó acercándose a la puerta por la que hemos entrado, de repente se abre, añadiendo a la sala a una mujer rubia de largos cabellos, ojos verdes que se esconden detrás de una mirada seria y unas gafas de vista, llevaba un uniforme al igual que el Dr. Gold.
-Ella es la Dra. Califa, hoy será la encargada de asignaros las tareas y enseñaros el edificio,- sale por la puerta, pero en el mismo instante retrocede quedándose justo en ella apoyando sus manos en ambos marco,- Sanji, lo mismo que le dije a Luffy para ti, que Califa sea tu hermana, no se tratara de forma especial, mejor dicho, aunque tengáis familiares o conocidos en este hospital no esperéis ser tratado de forma especial, al revés se os exigirá mas, para que demostréis que estáis aquí por vuestros propios méritos, espero no tener que regañaros hoy, eso va por ti Luffy hasta luego.
De esa forma se despidió el Dr. Gold tuvo un buen discurso, muy largo, me produjo sueño debido a mis pocas horas de descanso y eso que el día solo ha comenzado por desgracia.
-Moveros, no tenemos todo el día,- ordeno bordemente la Dra. Califa fulminando al ceja rizada que tiene cara de mala digestión.
