INOCENCIA

Frío

Allen se recostó sobre el pecho de Kanda.

Frío.

Notaba los movimientos del samurai al respirar y también sentía su corazón latir.

Allen sabía que había sangre corriendo bajo esa piel blanca y que el tatuaje palpitaba bajo sus dedos.

Pero era tan frío…

Volvió a su boca.

Cálida, húmeda y ardiente; carente de sentimiento alguno.