Una historia de detectives.
01
-odio los días como estos– dice Misato Katsuragi con un resoplido malhumorado mientras observa a través de la ventana la tormenta que cae sobre la ciudad. –simplemente me ponen de malas.
El sonido seco de una máquina de escribir se pierde bajo sonido de los truenos. Un relámpago lejano ilumina totalmente el oscuro callejón que Misato observa sin provocarle la más mínima reacción. El ruido del trueno que acompaña a la luz es abrumador. Un gato salta de una mesa a un librero. El sonido de la máquina de escribir continua, mecánica y monótonamente.
-deja eso ya… o al menos enciende alguna otra luz. Te quedaras ciega.
El sonido de la máquina de escribir se detiene de pronto. Otro relámpago cae con fuerza iluminando la habitación y dejando un tenebroso silencio. El gato que había trepado hasta el librero baja de su posición y busca acercarse hasta un pequeño y humilde escritorio. Misato observa el lento recorrido del felino. En el aire se percibe una gran nube de humo de cigarrillo, formando extrañas y surreales formas. Nuevamente empieza el sonido de la máquina de escribir.
-"…cuando el cielo bajo y grávido pesa como una losa sobre el gimiente espíritu presa de largos tedios…"- Misato vuelve su atención hacia el cielo oscuro lleno de nubes de aspecto atemorizante, como viejos fantasmas de la infancia. –"…y el horizonte abarcando todo el círculo nos depara un día negro más triste que las noches…"- Un relámpago cae con fuerza cerca de la ventana donde Misato se encuentra de pie, provocando un apagón en el edificio, y por consecuencia también en la habitación.
En la oscuridad solo brilla la punta del cigarrillo que pareciera estar flotando entre la nube de humo. El tic tac del reloj de pared que domina la habitación sustituye al martilleo de la máquina de escribir.
-¿y bien doctora... como termina su cita?- pregunta Misato mientras toma su lugar detrás de su escritorio.
-la verdad…no lo recuerdo- contesta la doctora mientras enciende algunas velas y las coloca en puntos estratégicos en la habitación. En el exterior la tormenta se torna más fuerte y fría. El viento sopla con hostilidad.
Misato observa como las sombras danzan bajo la luz de las velas. -¿y se puede saber qué es lo que estas escribiendo?-
-de saber… puedes saberlo, pero dudo mucho que te interese…
-ya…- apunta rápidamente Misato- ¿una de esas novelas de aficionados sobre amor en el laboratorio y sexo sobre tubos de ensayos y mecheros bunsen?
La doctora detecta el tono burlón –inofensivo como ha comprobado a través de los años- y asiente de manera pesada, cansada.
-si así es como lo quieres ver, puede ser que sí, que sea una novela de aficionados- El tono condescendiente pone de malas a Misato, quien ya sabe como terminan siempre este tipo de discusiones. Le concede una sonrisa maliciosa a la doctora y un chasquido con los labios.
Ambas se miran con complicidad y malicia a través de la oscura habitación, reprimiendo una nueva agresión que resultaría en carcajadas y recuerdos de universidad, los viejos buenos tiempos dicen los más sabios. El humo del cigarrillo se ha dispersado casi por completo. A pesar de la lluvia y el viento, dentro de la habitación el ambiente es sofocante.
De pronto, acompañado por un nuevo destello en el cielo, una figura alta y sombría abre la puerta de la oficina. El sujeto, de aspecto militar, actitud reservada, con lentes a lo John Lennon y traje de 2 piezas entra acompañado de 2 niños. Una chica de mirada seria y fría, de actitud un tanto repelente, y un chico tímido con expresión de tristeza y confusión, que se mantiene a relativa distancia detrás del tipo misterioso. Misato observa al sujeto alto que avanza en la oscuridad. La doctora observa a los 2 niños mientras Misato los invita a tomar asiento.
-es un escenario un poco lúgubre, ¿no le parece?- dice el tipo de gafas a lo John Lennon.
-en efecto lo es…- Misato hace una seña casi imperceptible a la doctora, quien responde con una seña casi igual de inadvertida. Mira al tipo misterioso a la cara y se echa atrás en su asiento.
El misterioso sujeto parece no prestar atención al comentario. Su mirada se clava sobre Misato de la misma manera en que se clavaria si tratara de hacer retroceder a un perro a base de fuerza de voluntad. Misato deja su actitud relajada y se acerca al escritorio poniendo las manos sobre la mesa en actitud dominante.
-Mi nombre es Rokubungi.- dice el sujeto de gafas a lo John Lennon –he escuchado buenos comentarios con respecto a su trabajo.-
-me halaga, pero no estamos interesadas en una agencia de publicidad.- La doctora observa en un segundo plano.
Rokubungi sonríe como si estuviera complacido con la respuesta. Le dedica una fugaz mirada a la doctora, casi imperceptible. –Necesito que realicen un trabajo para… mi organización.
-¿su organización eh? Suena misterioso, ¿Y en que podría consistir ese trabajo?- pregunta Misato con aire desinteresado. Vuelve a reclinar su asiento y se echa hacia atrás. Ha decidido no aceptar el trabajo. Los años y su peculiar estilo de vida le han dado cierta habilidad para confiar en su intuición. Habilidad que ha resultado ser muy útil.
Rokubungi no parece inmutarse, su mirada (casi invisible detrás de sus gafas) es fría, se mantiene fija, como si con ella pudiera mantener a raya a Misato. –los detalles están en la documentación que he traído conmigo. –dice secamente, sin tono en su voz, al momento que se ajusta las gafas.
La doctora avanza hacia el escritorio de Misato y toma el sobre, lo abre y empieza a hojear una serie de papeles tratando de apuntar hacia la luz de las velas. Misato observa a la doctora, tomando nota mental sobre las expresiones en su rostro. Finalmente, la doctora vuelve a meter los papeles al sobre y le dirige a Misato una mirada que no significa nada en concreto.
-Por la expresión de mi compañera, deduzco que la información que trae no es para nada útil, o visto de otra manera, no trajo más que basura- Misato observa nuevamente a la doctora. -No es buena idea contratar un servicio de investigación si no se dan algunos detalles sobre lo que se quiere investigar. –dice en un tono desafiante, pretensioso. Rokubungi, es un sujeto misterioso y no le gusta nada. Le pone los nervios de punta. Y si fuera por ella, ya lo hubiera despachado. Si no fuera por esos niños que lo acompañan que han despertado su curiosidad.
Rokubungi observa a través de la ventana como la lluvia continua cayendo con fuerza. La chica de mirada áspera se acerca hacia el escritorio de la doctora, de donde sale el gato que se había escondido debajo. Pasea su mano sobre la superficie del escritorio hasta llegar a una placa de identificación.
-Dra. Ritsuko Akagi- lee en voz baja, sin ningún tono en particular. La doctora observa como el gato se pasea entre los pies de la chica ronroneado suavemente, como si buscara su atención o una muestra de cariño.
Rokubungi sonríe. Misato le responde el gesto con una sonrisa llena de confianza. Ambos se observan como si estuvieran empujando con la fuerza de sus ojos. La doctora Akagi observa en un segundo plano a los 2 niños que acompañan al misterioso sujeto. Primero a la chica de mirada repelente que tiene casi a un lado. Le dedica una sonrisa amistosa. No recibe respuesta. La niña, de cabello azul, corto, la mira con severidad, frialdad e indiferencia. El niño, que se encuentra en un tercer plano, rezagado casi en el rincón mantiene su mirada en el piso, con las manos cruzadas sobre sus rodillas y sus pies recogidos por debajo de la silla donde se encuentra. La doctora lo observa rápidamente, su actitud le hace recordar los días en que su mamá la regañaba frente a otras personas, personas que al parecer tenían un poder superior al de su madre. Eso la apenaba bastante y la hacía encerrarse en sí misma.
-Si en última instancia se decidieran usted y su compañera a tomar este trabajo se les proporcionará la información necesaria.- dice Rokubungi en voz baja, pausada. Misato comprende que se trata de una pantalla. Su sonrisa se ha desvanecido. –solo puedo anticiparle que se trata de un trabajo de búsqueda de información.
-¿está perdida, o la tiene otra persona? –dice Ritsuko mientras se lleva un cigarrillo a la boca. Rokubungi se acomoda las gafas. A Misato no le gusta nada ese ademan.
-esta información la tenía una persona. La persona desapareció y la información también.
-¿Murió?
-eso no puedo decirlo.
La tormenta empieza a bajar su intensidad. El ruido del agua ahora es solo un débil rumor ahogado por el ruido de la ciudad. La luz regresa de golpe a la pequeña oficina. Misato observa por primera vez con atención a Rokubungi. Es un sujeto alto y delgado. Parece algo mayor, tal vez rondando los 40 años. Por la forma en que la doctora lo observa Misato le concede que al menos se mantiene en buena forma. Su cara es dura e inexpresiva.
-la información que traje conmigo es referente al contacto.- Rokubungi se pone de pie, confirmando la suposición de Misato de que es un tipo en efecto alto. Al estudiarlo nuevamente, observa algo que le llama la atención. Rokubungi observa atento y sonríe en su interior. Sabe que ha ganado este encuentro –Buenas noches, a ambas. Espero su respuesta.
Al dejar la habitación, Misato observa a los dos niños que acompañan a Rokubungi. Se pregunta qué clase de persona es como para traer a esos niños con él a un lugar como este. La hace pensar en su padre, una razón más para sentir desprecio y asco por el tal Rokubungi. Definitivamente no le gusta nada. El chico se detiene y voltea para ver a Misato antes de dejar totalmente la oficina. Las miradas de ambos se encuentran. El chico le sonríe tímidamente, Misato le devuelve la sonrisa. Sus ojos cargan una enorme soledad y tristeza. Misato entiende un poco de eso. Siente como si pudiera ver sus pensamientos. El chico amplia su tímida sonrisa y Misato piensa que no debe sonreír de esa manera muy seguido. Nuevamente siente que empieza a pensar en su padre.
-Shinji, apresúrate…- Dice Rokubungi con frialdad en su voz, con un tono controlado. El chico pierde por completo la sonrisa y se aleja rápidamente, internándose en la oscuridad de las escaleras.
El silencio en la habitación seria total si no fuera por el ruido del segundero del reloj de pared, el ronroneo del gato que se pasea por toda la oficina y el débil sonido del agua golpeando las ventanas.
-¿y bien? Pregunta Ritsuko al tiempo que enciende otro cigarrillo. Acaricia a su gato.
-eso va a matarte, sabes…
-es probable… el alcohol también mata- dice Ritsuko mientras observa a Misato con fastidio y exhala una larga bocanada de humo.
-Rokubungi…- dice Misato mas como un pensamiento que como una frase para iniciar una conversación mientras sostiene entre sus manos la cruz blanca que lleva colgada del cuello.
-¿tomaremos este caso?
-Hay algo que odio más que un refrigerador sin cerveza doctora…- Ritsuko observa a Misato apretar la cruz que lleva colgada del cuello y siente una leve preocupación -… y eso, son las extrañas casualidades que se dan algunas veces haciendo ver que las cosas parezcan planeadas por alguien.
Misato observa por la ventana. La tormenta ya ha terminado, sin embargo las nubes aun cubren el cielo dando un aspecto tenebroso a las calles. La luz de la luna se filtra difícilmente hacia los oscuros callejones. En su cabeza giran la imagen del chico llamado Shinji, su triste sonrisa y los recuerdos de su padre. Conoce esa mirada, la expresión de alguien que está atrapado en un mundo de indiferencia y desapego. Alienación es la palabra de moda. Ritsuko se acerca a la ventana con el gato en sus manos. Un tipo llega a una oficina. Trae consigo una cara de pocos amigos, un misterioso trabajo, posiblemente de espionaje industrial, un tipo desaparecido, presumiblemente muerto y dos niños. Es como para contar un chiste. Y el chiste no es para nada gracioso.
02
El reloj dice 11:11. Parece una señal. El bar es ruidoso. Alegre a su manera. Deprimente a su manera. Especial… a su manera. La banda acaba de tocar. Ritsuko aplaude discretamente y Misato silba y pide a gritos cualquier canción de Omar Rodríguez-López. Los músicos le sonríen y anuncian que la banda se tomará un descanso y que regresaran dentro de poco. Ahora, en la rockola suena un grupo que ella no conoce y pierde rápidamente el interés en la música. Ambas avanzan hacia la barra, tratando de llevar un perfil bajo y no toparse con nadie. Solo saludando de pasada a unas cuantas personas que las reconocen.
El lugar está lleno de parejas. Heterosexuales y homosexuales. Usuarios amistosos. Hipsters en su mayoría. Tipos vestidos a la vieja moda inglesa. Con sus pantalones entallados, chaquetas o camisas de cuello amplio, fumando cigarrillos que parecieran liados a mano. Las mesas y las botellas suenan al unísono haciendo que la música de fondo se pierda en el ambiente.
-¡Vaya, Vaya! Mira lo que trajo la marea.- dice una voz animosa detrás de la barra. Mientras destapa unas cervezas y las extiende hacia Misato y Ritsuko.
-Parece que tienen una buena noche, eh Hyuga- dice Ritsuko casi gritando para poder ser escuchada por sobre todos los demás ruidos y voces.
-Si…- grita de igual manera Hyuga detrás de la barra –ha estado así varios días, parece que este lugar se está poniendo de moda entre los pseudointelectuales. En lo personal no me molesta… - suspira con falsa resignación –…pero Maya es un poco más tradicionalista. Ella prefiere una clientela que sea fiel y honesta, no importa que no sea mucha. Siempre y cuando no sean wannabes. Ya la conocen.
-¿A quién conocen?- dice una voz femenina detrás de la barra, un poco mas retirada de donde se encuentran Misato y Ritsuko.
-A nadie- vuelve a gritar Hyuga.
-No mientas… estás hablando de mi… ¿verdad? –dice la chica mientras voltea y saluda con la mirada a Misato y Ritsuko.
-No. Eso no es verdad… -dice Misato con complicidad al momento que le dirige una mirada a Ritsuko. Maya observa a ambas, regalándoles una sonrisa amistosa.
-¿Qué las trae por aquí?- pregunta Maya con curiosidad.
-lo de siempre… trabajo…
-y nada de placer- añade hyuga en tono burlón
-un posible caso… ¿podemos ir a la oficina para poder hablar con más tranquilidad?- pregunta Ritsuko con un tono serio, confidencial, que es percibido por Hyuga y Maya.
03
-Rokubungi.- dice Maya lentamente –no me suena el nombre, veré que puedo investigar.
Misato se encuentra sentada en un amplio y vistoso sillón. Ritsuko escudriña una caja de cigarrillos tratando de sacar el último cáncer que le queda.
-¿tomaran este caso?- pregunta Hyuga con un poco de preocupación. Con el paso del tiempo a aprendido a leer las expresiones de Misato. Y esta noche ella se ve seriamente preocupada.
-eso depende de la información que nos puedan proporcionar.- Misato mira con frialdad hacia el vacio. –este tipo es extraño, y tal vez enredarse en sus asuntos pueda ser peligroso…
La preocupación se extiende a Maya, que observa con consternación a las dos mujeres.
-hay algo mas…- dice Misato sin hablarle a nadie específicamente. Sopesa las palabras. Todos en la habitación esperan. -…llevaba escrita la palabra NERV en su saco.
Ritsuko observa a Misato. No le gusta nada el aspecto sombrío en su cara. Es como si ya se estuviera preparando para lo peor.
-Bien. Mañana veré si puedo encontrar algo de él por los canales normales de comunicación- dice Hyuga al momento que se levanta de su silla y se pasea por la habitación hasta llegar a la ventana. –Posiblemente trabaje, o trabajó para una organización o empresa llamada NERV… eso hará el trabajo un poco más sencillo.
Fuera de la pequeña oficina que hace de administración del bar conocido como Blue Jay Way (nombre elegido por Maya) el grupo empieza nuevamente a tocar. La gente se anima y las botellas y tarros siguen el ritmo de la música. Fuera del bar la lluvia empieza nuevamente. Fría y sin descanso sobre la oscura ciudad. Dentro de la administración Misato y Ritsuko se despiden de sus amigos y hacen una cita para el día siguiente.
Camino a su casa Misato piensa sobre todo lo que ocurrió hace escasas horas. De pronto todo en su cuerpo le dice que no debería tomar este trabajo. El mundo trata de hablarle y ella parece no escuchar. Los tipos sombríos que llegar a una oficina en medio un apagón y no da detalles de lo que quiere siempre suelen ser malas noticias. Pocas horas después, ya en la comodidad de su casa, descubre que no puede sacarse al sujeto misterioso de la cabeza. Algo en el no le agrada nada, y no es solo la actitud que tomo en su breve entrevista. También piensa en el chico que acompañaba a Rokubungi, y con esos pensamientos en su cabeza cayó inconsciente por el sueño, olvidando momentáneamente sus preocupaciones.
