Disclaimer: Los personajes de Free! Son propiedad de Kōji Oji, Hiroko Utsumi y KyoAni.
Aviso: Este fanfiction participa en el Reto libre: "Haz una tabla" perteneciente al Foro Iwatobi swim Club.
Época.
Compartiendo paraguas.
Las manos blancuzcas de Hayato se aferraron al paraguas rojo con fuerza, decidido; ese día le hablaría al muchacho de cabellos verdes-opacos que tanto le cautivaba. Y estaba seguro que ese era el día indicado porque la lluvia de junio caía sobre Iwatobi, y Ren no llevaba un paraguas para volver a casa.
Ren Tachibana, hermano menor de Makoto Tachibana —primer amor de Hayato—, había entrado a su clase de natación dos meses atrás y desde el instante que atravesó la puerta de los vestidores Hayato estableció que los genes Tachibana eran mejores cada nueva generación. Fue un flechazo casi tan repentino que le dio miedo imaginar que tal vez se estaba volviendo loco, pero prefirió deliberar en que el sujeto simplemente le gustaba mucho.
— Ho…la —saludó torpemente, casi avergonzado de tartamudear.
Ren despegó un momento la vista de la pantalla táctil de su celular para fijarse en el de cabellera rosada; Hayato era un chico de dieciséis años —dos menos que Ren—, muy callado e introvertido, y, sobre todo, ridículamente alto. Era este último hecho lo que jodía un poco a Tachibana; que él siendo mayor a penas le llegara a los hombros, y le tuviera que mirar hacia arriba era… frustrante. Aun así, le sonrió de vuelta al saludo, porque Ren tampoco podía ser una mierda con un chico tan lindo que no le había hecho particularmente nada para desagradarle.
— ¿No tienes un paraguas? —Hayato estaba tan nervioso que su voz a penas si salía en un hilillo.
— Nop —canturreó, volviendo la vista al frente—, hoy en la mañana pronosticaron una tarde soleada. Que estafa, ¿eh?
Era la primera vez que hablaban, y Ren esperaba que la voz de Hayato fuese diferente, menos temerosa. El mayor no era tonto, sabía el interés que ese niño tenía en él, pero también le gustaba ese juego de ponerle nervioso sin necesidad de hablarle, por lo que esperó paciente a que el menor diera el primer paso.
— Yo… yo tengo uno —Hayato extendió el objeto rojo mientras su mirada caía poco a poco al suelo—. Si quieres…
— ¿En serio? —Ren sonrió, encantado con la situación, definitivamente era un gigantón muy tierno—. ¿No te importa que yo…?
— ¡Pa…para nada! —Levantó de golpe la cabeza, con los pómulos rojos como su sombrilla.
— Eres muy amable, Hayato-kun —las manos trigueñas de Ren tomaron el paraguas que el otro le extendía, asegurándose de crear un ligero roce en el proceso—. ¿Seguro que no hay problema?
La cabeza de cabellos rosados asintió frenéticamente, rojo de la emoción y con el corazón al mil; compartiría el paraguas con su amor platónico, ¿podría haber algo mejor? No. Sonreía sin poder evitarlo.
— Bien, hasta mañana entonces —Ren abrió la sombrilla y se dio media vuelta, tomando el camino a su casa, dejando atrás a Hayato rápidamente.
Fin.
Pia.
