Published: 12-12-10, Updated: 12-12-10
Título: La felicidad no espera. Pareja/Personaje: 8695. GL. Shoujo-ai. Lesbs. Kyoko y Haru. Resumen: Juntas al fin y al cabo. Notas/advertencias: Boobs. No se emocionen, not pornish. ANGSTTTTT.
Kyoko piensa que la soledad cala hondo, en los huesos, en lo más intrínseco del ser. Kyoko piensa que sonreírle a la vida es el remedio más apropiado para enfrentar los males más mortíferos del mundo: la incertudumbre y la desolación.
Haru no puede ni imaginarse una vida sin ruido. El silencio le escoce la conciencia y le arruina los pensamientos. Y la soledad la mata, la mata poco a poco. Y le hacen falta, de verdad que ellos le hacen falta. Las peleas, los tartamudeos, las risas, los gritos; los necesita casi de una manera enfermiza.
Kyoko es más fuerte, y no le gusta admitirlo, pero lo hace; pues sonríe y con calma aguarda, sintiendo el escozor de la soledad. Cuando ellos llegan, cuasi-muertos, ella los recibe con la mayor de las alegrías; Haru no puede más que llorar ante sus maltrechos y preocupados perfiles.
Estos días, cuando Tsuna falta, cuando Ryohei no está; son los más duros de todos. Bianchi sale de la casa a hurtadillas, esquiva, y ambas se quedan sólo con la incertidumbre de lo que pasará. A veces les hace falta un regazo cálido, una caricia; contacto humano.
Y Haru agradece que se tengan la una a la otra.
Es suave su pecho, es cálido al tacto. Su respiración no se turba. Las manos entrelazadas y ése cariño fraternal es todo lo que ellas tienen en esos momentos de ausencia masculina. Y lo saben.
Las primeras noches se fueron rápido, ambas omitían el tema por las mañanas. Se sonreían con naturalidad; con una naturalidad que fluía casi como cualquier discusión con Gokudera, casi como cualquier beso con Tsuna. Casi como cualquier abrazo a Lambo. Como cualquier plática estúpida con Yamamoto.
Un día las cosas fluyeron más de lo que cualquiera de las dos esperó. La cercanía puede doler también, pensó Kyoko, después de un beso furtivo. Después de arrastrarla en contra de su pecho, después de las manos sobre su cadera, después de sentir que cada vello de la nuca se le erizaba.
La desnudez las envolvió como la noche. Eran dos figuras yuxtapuestas, distorsionadas, juntas, muy juntas. Tristemente juntas. Las comunicaban los besos, las caricias y la humedad. Y los pechos y los labios. Y la memoria de los que no estaban.
Quizás para antes de que se enteraran, todo este movimiento, toda esta perversión que se les había presentado como sustituto de amor; se les había vuelto en contra. Ellos regresaron y ellas siguieron en la misma cama. Ella hablando, ella escuchando. Combatiendo eternamente la soledad.
Luchando en contra de esta inicua enemiga juntas, (y quizás tristemente juntas).
Pero juntas al fin y al cabo.
