Bien. Ésta sí que es mi primera vez escribiendo sobre Touhou. Es un lindo juego, y siempre quise escribir algo en relación sobre Rumia, mi youkai favorito.

Ahora bien, haré pequeños drabbles sobre cosas de su vida. Ya que es una chica simple (o eso se dice) no se da a conocer mucho de ella…

Sea éste mi pequeño tributo.

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Palpitar

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Hubo una vez, en una noche de cuarto creciente, en donde dos amantes salieron a pasear, juntos, tomados de sus manos. Quién sabe qué fue lo que pasó en la mente de aquellos humanos aquél día, saliendo a pasear justo a tiempo cuando los youkai despertaban para merendar.

Y para su desgracia, se toparon con una niña de cabellos claros y ropa oscura, tal como la nube que la rodeaba. Estaban en el camino de Rumia, el youkai de la oscuridad, y ella estaba hambrienta.

"Que suerte " - Pensó ella, toda brazos abiertos - "¡A nadie se le aparece la comida así de fácil! Y nada más que dos humanos, ¡Qué festín!"

Y atacó, pese a las plegarias de los humanos. El hombre temblaba de una manera deliciosa bajo sus manos, y la mujer que lo acompañaba lloraba, primero viendo como el chico terminaba en el piso, y luego viendo como su novio era despedazado lentamente. Sin poder hacer nada, tal era el poder de la youkai.

Rumia prefería comer cuando la víctima aún se encontraba viva, extrayéndole el corazón – la parte más tierna según ella – frente a sus ojos, mientras ella sonreía con ansias.

Luego lo mordía. Lo saboreaba. Lo succionaba como si manzana fuera.

Y eso hizo aquella vez, frente al pobre humano y a su novia.

Pero ésta vez algo sucedió. Algo que no había sucedido antes, nunca desde que ella a comenzó a atrapar personas solitarias para merendarlas.

El corazón palpitante esta vez no sabía tan bien como otras veces. Y no sabía si era por el sabor – no podía ser el sabor, era tan delicioso como todas las demás ocasiones – o porque ambas víctimas lloraban, sabiendo que tanto su amor como sus vidas acabarían en ese horroroso instante.

A cada lamida (no hacía mucho más que eso al principio) sentía una daga clavarse en su interior – siendo que los youkais no sentían, o no deberían sentir.

La próxima vez lo tendría que comprobar por sí misma, para que no le sucedieran cosas así nunca más.

"Ya no quiero seguir comiendo…" – dijo lentamente, hablando como la niña que parecía ser. Luego dirigió su mirada a la mujer, que lloraba aterrorizada, mientras se arrastraba para alejarse de su mirada– "… Cuida bien de su cuerpo. Dejé algo junto a él para que lo puedas recuperar. Espera a que funcione ".

Y sin decir nada más se fue.

Voló para fundirse con la noche, dejando a que sus víctimas se abrazaran, tal como los había encontrado.