Antes que otra cosa, déjenme explicar que esto es un trabajo colaborativo entre una persona maravillosa llamada Zyan (Zyan92 en AO3) y yo, pero dado que ella no tiene cuenta en este sitio ha sido mi obligación moral subirlo aquí.
En segundo lugar, esto es una suerte de Canon!AU (No, no pregunten, ni yo tengo idea de cómo es eso) ubicado en MCU pero como una suerte de What if..? antes de todo lo sucedido en Thor.
Una vez aclarado eso, procedamos.
Brothers will fight
And kill each other
sister's children
will defile kinship
It is harsh in the world
whoredom rife
– an axe age, a sword age
– shields are riven –
a wind age, a wolf age –
before the world goes headlong.
No man will have mercy on another.
Völuspá
El silencio se extiende sobre Jotunheim. Heimdall mantiene sus ojos pétreos fijos sobre el pacífico país de los gigantes y su rostro impasible oculta sus pensamientos; hay que observarle muy de cerca y conocerle muy bien para percatarse del velo de desazón en su expresión. Siglos han pasado desde la última vez que los Jotuns se atrevieron a amenazar Asgard. Nunca desde entonces se ha perturbado la tranquilidad de los glaciares de Jotunheim ni la de su pueblo decadente. Para Heimdall, esa quietud con el tiempo ha cobrado un matiz sobrenatural y preocupante. Demasiada quietud para un pueblo sangriento como son los gigantes. Demasiada calma.
En silencio el hielo crece y en silencio destruye. Un presentimiento oscuro nubla la legendaria visión de Heimdall y alborota sus pensamientos.
Un presentimiento que para desgracia de los Nueve reinos, se hace realidad.
Cubiertos bajo un manto de secreto, un grupo de gigantes de hielo se introducen en la estancia sagrada del Bifrost, ocultos no por hechicería ni artimaña alguna; es la mano del destino la que los esconde y guía. La sorpresa de Heimdall al verse emboscado ralentiza su reacción y lo condena. Los gigantes son hábiles a pesar de su tamaño, y aprovechando la fracción de segundo que dura su distracción, desarman al vigilante. Una daga cristalina y de filo agudo cercena la voz de alarma antes de que Heimdall sea capaz siquiera de pronunciarla. El cuerpo cae y la armadura dorada repiquetea al estrellarse con el suelo, esparciendo el eco en el techo abovedado.
Llojt, jefe de los cinco gigantes, sonríe. Arroja la daga helada y cubierta de sangre roja junto al cadáver que se desangra a sus pies. Toma la espada de Heimdall y la observa con gesto burlón. Ensaya un par de mandobles, y el resto de los gigantes ríe con anticipación. El Jotun lleva el arma al centro del recinto, para activar el puente Bifrost.
– Ha llegado la hora – dice, y en sus ojos arden las llamas de un venganza largo tiempo anticipada–. Llamemos a los otros.
La luz que sale del puente baña los rostros despiadados y ansiosos de batalla de los gigantes. Cinco pares de ojos rubíes retroceden para hacer espacio al primer grupo de soldados que llegan para iniciar el ataque a la ciudad de los dioses, la resplandeciente Asgard.
XXX
Una corriente gélida de magia recorre la espina dorsal de Loki, que abre los ojos de golpe. Ha estado dormitando sobre antiguos pergaminos, en un sueño intranquilo, y tarda algunos momentos en recordar dónde está y qué significa esa corriente eléctrica que lo ha despertado.
La palidez de su rostro se hace cadavérica al comprender.
Loki nunca confió del todo en la vigilancia de Heimdall para salvaguardar el reino. Muy bien sabe que existen métodos para burlarla, caminos vedados para aquellos que no saben dónde mirar, y aunque él los conoce, nunca los compartiría con nadie; es un conocimiento peligroso. Así que nadie puede culparlo por instalar su propio sistema de alarma, sólo por si acaso.
Y ese golpe eléctrico es la señal de que Heimdall ha fallado. Asgard está en peligro y Loki ha sido el primero en saberlo.
Se levanta tan rápido que los pergaminos amarillentos caen de la mesa, y echa a correr hacia la muralla de la ciudad. Llega para ver unas siluetas azules, de entr metros de altura, aproximarse sobre el puente hasta la ciudad. Apenas tiene tiempo para cerrar las puertas con una orden seca y dar la voz de alarma, dejándola correr por todo Asgard, convocando a la defensa de la ciudad.
XXX
Los cuernos de batalla resuenan en el espacio negro que rodea el Bifrost. La luz de las estrellas ilumina el puente y sus destellos se reflejan dorados sobre las armaduras de los Aesir y azules sobre las armas de los Jotuns. Las espadas forjadas en fraguas enanas de los asgardianos chocan contra el hielo de la dureza del diamante y el estruendo llena los oídos de los combatientes, mezclándose con los gritos de batalla de ambos bandos. Una densa escarcha cubre parte del puente, señalando el territorio controlado por los gigantes.
En el centro de la refriega se encuentra Thor, comandando la vanguardia asgardiana. El olor a ozono producido por los rayos y truenos que convoca se confunde con el de la sangre de ambas razas, que se encharca a los pies de los guerreros, escarlata y azul cobalto sobre el destello irisado del puente. El martillo de Thor se cruza con el hacha de Llojt, jefe de los Jotuns, y el suelo tiembla con cada impacto; ninguno de los dos cede terreno, pues ambos representan la quintaesencia de los guerreros de su pueblo. Del rostro de Thor, plagado de cortes, gotea sangre y la armadura de cuero del Jotun se encuentra desgarrada y bañada de azul. Llojt tiene que emplearse a fondo para esquivar los golpes de Mjölnir y Thor no pierde nunca de vista el hacha cristalina, engañosamente frágil, letal.
A la derecha de Thor, Sif mantiene a raya a la guardia personal del gigante, con los movimientos vertiginosos que la caracterizan. Su pequeña figura es borrosa, y entre sus hábiles manos gira su arma favorita, la espada, entre los dos soldados que la triplican en tamaño. Uno de ellos se distrae, un segundo, y la guerrera aprovecha la oportunidad para incrustar el filo de su espada bajo la barbilla del gigante hasta destrozar el hueso. Esparce gotas azuladas en el aire al sacar el arma del cráneo, que se parte como un melón. Sif se vuelve contra el gigante que aún queda en pie, levanta la espada sobre su cabeza para bloquear un golpe y... el gigante cae, con un cuchillo profundamente hincado en la clavícula. Sif esboza una mueca, pues sabe la procedencia de la ayuda; se vuelve contra otro Jotun que se aproxima por su espalda, con evidentes intenciones.
La técnica de batalla y el valor de los asgardianos en defensa del reino se imponen, pero los Jotuns tienen el puente y las tropas de refresco que llegan continuamente impiden que la balanza se incline hacia alguno de los lados combatientes.
El Bifrost capturado vomita batallones desde Jotunheim que reemplazan a los caídos, cuyos cadáveres son arrojados por el borde del puente conforme la lucha avanza; las pérdidas de los Jotuns son enormes, pero su número permanece constante, y el flujo de llegada de más soldados los mantiene en la pelea, confiados en que el cansancio invada a los asgardianos y les permita a los gigantes alcanzar la victoria.
Las horas transcurren empapadas en sangre y sudor, y Loki sabe que el agotamiento no tardará en hacer estragos sobre el ejército de los Aesir. Él tiene un plan, como siempre, y no es momento de convocar a los dirigentes de la batalla para exponerlo; sabe que debe actuar de inmediato y lo hace. Un par de encantamientos elementales lo ocultan de los ojos de los Jotuns y se introduce en el recinto del Bifrost. Tres rápidos cuchillos se clavan entre las cervicales de los gigantes que están operando el puente, que se cierra de golpe.
Ya no hay forma de reforzar el ejército de los gigantes.
Los Aesir ejercen presión y los Jotuns caen uno a uno, pues su moral se desploma al correrse la voz de que Jotunheim los ha abandonado a su suerte. Con el Bifrost cerrado, Loki regresa a observar el final de la lucha. Queda un solo gigante en pie y el príncipe llega justo a tiempo para enterrar su lanza en el esternón del enemigo al borde mismo del puente. Los gritos de entusiasmo de los soldados resuenan en su oído invitándolo a a dar un final dramático a la batalla. Thor, Sif y los demás guerreros, al otro extremo del puente, agitan sus armas en señal de celebración.
En un movimiento rápido y convulsivo, el Jotun se aferra a las manos del príncipe.
Las muñequeras de Loki se destruyen al contacto helado del monstruo. Esperando sentir una ráfaga de dolor por congelamiento, Loki cierra los ojos, pero los abre cuando el bullicio de victoria de la multitud se silencia de súbito. El azul glacial, propio de los gigantes, se esparce sobre su piel, diseminándose desde sus muñecas hacia arriba, invadiendo codos, hombros, cuello. El golpe de adrenalina lo saca del shock y saca su lanza del cuerpo del gigante, que cae muerto, soltándolo.
Cientos de miradas caen sobre Loki. El reflejo de uno de los escudos le devuelve una mirada roja y brillante, rodeada por la palidez azulada propia de un Jotun. Los soldados que le rodean están boquiabiertos, y nadie parece comprender del todo lo ocurrido.
Loki en definitiva no lo entiende.
Algunos guerreros intercambian miradas confusas. Otros comienzan a murmurar y el ambiente, tenso, se carga de electricidad. Los cuchicheos suben de volumen.
– ¿No fue Loki quien se enteró primero del ataque?
– Nadie sabe cómo fue sorprendido Heimdall... Se necesitaría magia...
– Quizá un hechicero con poder suficiente...
Con la fiebre de la batalla aún corriendo en sus venas, los asgardianos empuñan sus armas con fuerza. Loki observa alternativamente a sus compañeros de batalla y a sus propias manos, azules, culpables, acusadoras. Trata de hablar, de preguntar, de exigir una explicación, pero ni una sola palabra sale de su garganta reseca.
Un grito atraviesa la tensa atmósfera, partiéndola de golpe. Tiempo después, nadie recuerda a quién podría pertenecer esa voz.
– ¡Monstruo! ¡Traición!
Los rostros de los soldados más cercanos se ennegrecen. Algunos avanzan unos pasos hacia Loki, quien al verse acorralado retrocede, acercándose peligrosamente al borde del puente.
– Parece ser que Asgard ha estado albergando a un espía todos estos años...
Las implicaciones de las palabras pronunciadas por fin impactan en la mente de Loki.
– ¿Qué? ¿Espía yo? ¡No! – exclama, y no puede evitar notar el deje de pánico en su voz. Balbucea negativas incoherentes, con el shock atenazando su mente, mientras da pequeños pasos hacia atrás, tratando de poner distancia entre sí mismo y las armas que ahora lo amenazan, buscando a Thor con la mirada. Sus ojos al rojo vivo relampaguean y una brisa helada detiene a los guerreros, que se detienen a unos cuantos metros de Loki.
Uno de los guerreros más cercanos, de cabello anaranjado y la mirada llena de la locura sagrada de los berserker en combate, avanza hacia el príncipe con su hacha en mano.
– Basura de Jotunheim – dice, y escupe a los pies de Loki, levantando el hacha para golpear.
Las manos de Loki se mueven solas, y siente una explosión helada recorrer su pecho, arrojando un golpe de escarcha sobre el soldado.
Cuando vuelve a mirar, una estatua de hielo se yergue entre él y los Aesir. Loki contempla la estatua y a los guerreros que ahora se acercan con intenciones letales. Su respiración se agita. Los asgardianos han jurado no dejar un solo gigante de hielo vivo sobre el puente ese día y en la sangre llevan ardor suficiente para cumplir su juramento.
Thor observa estupefacto los sucesos desde el otro extremo de la multitud. Intenta llegar hasta el círculo violento que se cierra en torno a Loki, aún tratando de asimilar lo que ven sus ojos, pero la multitud le impide el paso varios metros antes de llegar. Las órdenes que grita para que los soldados se aparten son ahogadas por los gruñidos de rabia que llenan el ambiente. La impotencia y el desconcierto lo clavan al piso, al verse ignorado por su propio ejército.
Loki retrocede, con un temblor en las manos, y tropieza con un cadáver de Jotun. Sus botas resbalan en un charco azul cobalto y lo último que ve antes de caer por el borde del puente son unos ojos rojos, brillantes como rubíes, reflejados en un escudo asgardiano.
Notas de las autoras
-Izumi_Silverleaf:
Hola, soy Izu, y me declaro culpable de la existencia de este pequeño monstruo nacido en una sobredosis de mitología nórdica, cocacola y música.
(Aún así, permítanme culpar en un gran porcentaje a Zyan, porque, en serio, ¿a quién se le ocurre darme cuerda cuando empiezo a rantear sobre música e imágenes mentales?)
Déjenme decirles que suena increíble el estar finalmente empezando a publicar esto. No tienen idea de cuanto tiempo lleva encerrado en una carpeta, esperando el día que nos dignáramos a sacarlo a la luz. Y vale, es la primera vez que publico (?) algo de más de un capítulo y estoy aterrorizada y muerta de nervios y no ayuda que cierta persona *mira no-tan-discretamente- a su co-autora* me apresure, así que sólo puedo decirles que, en serio, hemos disfrutado y sufrido y llorado y pasado largas noches en vela lo indecible escribiendo esto, así que en verdad espero que les guste. Por el otro lado, como ya he mencionado antes, esta historia se ha movido a base de música. En lo personal, este capítulo para mi avanza al ritmo de la parte 1 del Minimum Maximum de Kraftwerk.
-Zyan92:
Así que... aquí estamos. Casi un año de trabajo (si no es que más) después, Izumi_Silverleaf y yo hemos conseguido exprimir nuestros cerebros y traer esto a la existencia (y qué les voy a decir yo después de lo que ha escrito ella?). Estaremos subiendo un capítulo cada semana. ¡Toda clase de comentarios son bienvenidos! ¡Nos vemos el próximo Thursday, gente!
Soundtrack: Zyan92: Gods of War - Manowar, Meet the Enemy - Eluveitie (Asgardian full power!)
Izumi_Silverleaf: Minimum Maximum - Kraftwerk
