Señoras, señores he indecisos, les hablo desde el inframundo para comunicarles que aparentemente vivo. Han pasado meses desde la última vez que publico aquí, y para el colmo, son viñetas no relacionadas entre sí ni. No son la continuación de mis fics su Su Aroma y Tú mis ojos, yo tus labios. No daré excusas, prefiero decirles que estoy a mitad del capítulo 5 de Su Aroma.

Gracias por aún leer mis historias.

A continuación, viñetas/drabbles de mis parejas favoritas de League of Legends. Díganme si quieren de alguna es específico, aunque no sea común o no me guste me esforzaré por hacer una de su agrado, como regalo por tener paciencia de monje con mis historias.

Sin más, aquí la primera historia corta.


Armas ocultas.

¿Qué pensaba con tanto brillo en los ojos esa noxiana? Katarina Du Coteau estába lejos de ser una idealista, ella no era una blanca paloma como su hermana, quien se la pasaba todo el puto día en las nubes, inmaginando incontables fantasías románticas e indecorosas, propias de una doncella virgen y soñadora. Luxanna siempre había sido igual.

Y cuando ella notó que era observada, en vez de lanzar una de sus dagas al centro del pecho, como solía hacer al verlo, sus ojos se iluminaron más. Cosa que no paso desapercibida por el demaciano. Instintivamente Garen se inclinó hacia ella, y la hermosa peliroja lo besó tímidamente en los labios.

¿Qué acababa de suceder? No tenía idea. ¿Por qué se sintió tan bien? Nop, eso tampoco lo sabía. El Poder de Demacia estába bastante acostumbrado a ese tipo de situaciones, las mujeres de su patria podían ser damas en la mesa, pero eran putas en la cama. Bien lo había comprobado muchas veces, con distintas cortesanas y mujeres nobles, si hasta había tenido sexo casual con Fiora varias veces, y la última hace apenas unas horas, en la madrugada en un sofá en la taberna de la Liga. Pero lo que estaba sintiendo en ese momento era diferente. El modo en que Katarina lo miraba era diferente. El tierno, tímido y torpe beso era definitívamente diferente a los que había recibido antes. Y eso le gustó demasiado, siendo sinceros.

- Garen... - Susurró contra sus labios, la muchacha frente a el, mientras abría sus bellos orbes claros con lentitud. - Garen...

La manera suave y ronca de pronunciar su nombre probocaron que el hombre de casi dos metros de alto se tambaleara. Había sonado como un delicioso ronroneo, una delicada e inesperada suplica. Garen apartó todo malestar provocado por la batalla recién librada en los campos de la Justicia y clavó sus ojos azules en los esmeralda de la chica, sin perder demasiado tiempo la volvió a besar, con profundidad pues ella le dejó el camino libre para introducir su lengua. Y vaya que eran dulces esos sensuales labios enemigos. Su eterna rival besaba bastante bien a decir verdad, y no se lo esperaba.

Las manos del demaciano no podían quedarse quietas a pesar de que él había intentado detenerlas, no quería ceder más ni romper la atmósfera de inusual paz e intimidad que se había formado entre ellos. Acarició las mejillas ajenas con la delicadeza puesta al tocar un cristal muy delgado, con su mano izquierda sostuvo la nuca de la muchacha, mientras que su diestra seguía el sinuoso camino que había soñado tantas veces recorrer.

Recorrió su costado, curvas perfectas. Se detuvieron los besos y el movimiento de su mano al llegar al lugar en donde estaba enfundada una de sus dagas. Se miraron a los ojos por unos segundos insignificantes y procedieron ambos con rapidéz: Garen clavó en la pared las dagas de Katarina y esta lanzó lejos la espada enorme del hombre frente a ella, quedando ambos desarmados, sonrieron.

- ¿No vas a revisarme en busca de armas ocultas, demaciano? - Preguntó divertida e inocente la chica, mientras acariciaba la mano de su rival con cariño implícito.

- ¿Crees que no lo voy a hacer? - Dijo él, y rápidamente la alzó con un brazo. Caminó con naturalidad a su habitación y con la mano libre abrió la puerta, para luego ponerle pestillo.