Disclamer: Harry Potter y el potterverso pertenecen a J.K. aunque no veréis a nadie conocido por aquí.

Discl amer2: La sorg-espansión o MH pertenece a Sorg y esta historia pertenece a la vertiente norte de la magia hispanii.

Este fic participa en el Desafío Semanal del foro de las Expansiones

La hija del Hombre-Pez [1]

Había nacido en la localidad de Liérganes y desde el primer momento sintió la imperiosa necesidad de zambullirse en las cristalinas aguas del Miera. Pero su madre nunca la dejaba acercarse al agua.

Mas conforme Melibea [2] crecía también lo hacían sus ganas de meterse en las tranquilas aguas que fluían delante de su casa. Por eso su madre se la llevó lejos, a Sariñena, en medio de un desierto.

Cuando cumplió los siete años un hombre fue a buscarla y le dijo que era bruja. Empezó a estudiar magia en Madrid y aunque sacaba notas mediocres en muchas asignaturas, nunca hubo quien sacara mejores notas en Zoomagia.

Podría haber sido una gran biologa mágica, pero decidió encaminar sus pasos hacia la enseñanza. Cuando terminó sus estudios y se puso a dar clase en una academia privada ya no tenía a nadie en el mundo. Por eso, cuando la llamaron para una sustitución en Picos aceptó encantada, hizo las maletas y cogió el primer tren.

Picos era completamente distinto al secarral de su niñez. Era un lugar húmedo, fresco y el aire olía a magia.

Fue en una excursión en busca de unicornios que su vida cambió.

En la pequeña laguna que tenían delante un pequeño alicornio [3] gemía de dolor mientras trataba de aliviar el dolor de sus heridas con el frío de las aguas. Melibea corrió hacia el animal para ayudarlo a salir. En cuanto entró en el agua sintió una rara sensación en todo su cuerpo. Junto a los otros profesores sacaron a la cría del agua y con cuidado la curó.

Volvieron todos a los campamentos pero Melibea no podía dejar de mirar una única escama en su tobillo, una escama que no obedecía a su deseo de metamorfomaga de hacer que volviera a ser suave y lisa piel.

Desde entonces cada noche sentía la llamada. Acudía a la laguna, se metía en el agua y al salir siempre tenía una escama más. Pero los campamentos llegaban a su fin y ella tendría que volver a sus clases de Zoomagia en el Jardín Botánico.

Melibea volvió una vez más para decir adiós. Se sumergió y se sintió como nunca antes. El agua escurriéndose entre sus escamosos dedos, sus cabellos flotando y los peces nadando a su alrededor invitándola a seguirlos. Le costaba creer que su madre la hubiera mantenido tan lejos de allí. Tenía un mundo nuevo a su alcance y no dejaba atrás a nadie en el viejo.

Siguió a los peces en su descenso por los ríos menguando su tamaño cuando la ocasión lo requería para no quedar barada como una ballena en la playa. Y terminó llegando al mar. Era inmenso. Era la primera vez que veía el mar. Estaba salado y plagado de seres interesantes.


[1] Sacado de .es/

Hace muchos, muchísimos años, vivía en Liérganes un muchacho muy aficionado al agua pues le encantaba zambullirse en las aguas del río Miera.

Tantas horas se pasó este chavaluco metido en el agua que un día se dio cuenta de que no necesitaba salir de nuevo a flote para poder respirar y animado ante este descubrimiento, siguió buceando y buceando hasta que, de pronto se encontró con una inmensidad... ¡había llegado a la bahía de Santander!. Tanto le impresionó el espectáculo que sus ojos contemplaban que siguió explorando la nueva "tierra" que se abría ante él, seguro de que nadie hasta aquel momento había visto lo que él.

Años más tarde, y dándole su familia por desaparecido y ahogado, en la bahía de Cádiz, encontraron unos pescadores una especie marina totalmente desconocida para ellos. El animal que surgía del agua tenía cabeza de hombre y el cuerpo blanco y cubierto de escamas.

Le llevaron a un convento de frailes donde no pudieron conseguir ninguna información, pues el hombre-pez no hablaba, sólo un día le oyeron decir : "Liérganes", y un monje compadecido le llevó hasta su casa, pero poco tiempo estuvo en ella, pues echaba de menos el mar, que tan bien lo había acogido, así que volvió a él y nunca más se le volvió a ver.

[2] Melibea hace referencia a una de las oceánides y no a la doncella de La Celestina.

[3] Es un caballo blanco, con patas de gamo y cola de león, cabeza púrpura, ojos azules y un cuerno largo y retorcido en la frente, blanco en la raíz, negro en el centro y rojo en la punta. Es el unicornio autoctono de Cantabria, más bien del norte de la península en general, y se diferencia de otros unicornios en que tiene unas alitas encima de las pezuñas y de ahí el nombre de "alicornio".