PARA AMARNOS MÁS.
¡Hola a todas!, Primero quiero aclarar que los personajes de esta historia, al menos los principales, no me pertenecen, pertenecen a Kyōko Mizuki y Yumiko Igarashi.
Esta historia esta hecha con mucho cariño, con el simple deseo de entretener.
Espero que sea de su agrado.
CAPÍTULO UNO
"Lo que antes fueron"
¿A cuál de las dos amó más? Nunca hubo respuesta a esa pregunta pues, ni siquiera él mismo quería formularla.
Una entró a su vida una fría noche, a bordo de un barco, rumbo a Inglaterra. La otra, si, ella, llegó sin ser invitada y mucho menos bien recibida.
Terruce Grandchester, a los 28 años, su carrera se encontraba en la mejor etapa. Reconocido como uno de los mejores actores de su tiempo, los críticos lo adoraban y las mujeres lo asediaban, más él, solo tenía ojos para una.
Susana Marlow, caprichosa y voluntariosa, acostumbrada a obtener todo cuanto se le antojaba, vio truncados sus sueños, cuando en un acto reflejo salvó y perdió a sus dos grandes amores, Terry Grandchester y el teatro, respectivamente.
Candice White Andley, después de la traumática separación, se dedicó a cometer un erros tras otro, que lamentablemente la convierten en un ser amargado e irreconocible.
Tres personas, completamente distintas entre sí, pero que se vieron envueltas en situaciones que de una u otra manera cambiarán sus vidas para siempre.
Iban a dar las 12 de la noche y ella aun no llegaba, hacían casi 15 horas que salió de la mansión y no daba señales de vida. Su esposo se veía preocupado y hecho una fiera, pese a estar acostumbrado a las continuas desapariciones de su mujer. Recorría impacientemente desde el cuarto matrimonial hasta el cuarto de los niños, pasaba a la cocina, miraba nuevamente el reloj y se acomodaba en el sofá. 15 minutos después, realizaba el mismo recorrido.
Así trascurrieron tres horas más, hasta que se escuchó el ruido de llantas sobre la gravilla del camino que conducía a la entrada de la casa. Ella descendió del auto y no hizo ningún esfuerzo por no hacer ruido, al igual que el conductor del automóvil que la trajo de vuelta, pues aceleró de manera tal que, el sonido de los neumáticos hirió el silencio de la oscura noche. Al cruzar la puerta, se topó de frente con la figura de su esposo que la esperaba sentado con cara de pocos amigos.
-¿Dónde estuviste todo este tiempo?- fue la única pregunta que pudo hacer, pues una mezcla de rabia y alivio le impidió reaccionar como quería.
-¿A caso importa? Desde hace tiempo tendrías que haberte acostumbrado a…esto -dijo señalándolos a ambos.
-Claro que me importa, eres la madre de mis hijos.
-No me hagas reír, sabes muy bien que todo esto es una soberana porquería -se deshizo de sus zapatilla y quitaba su arete mientras hablaba.
-¿PORQUERÍA, pero que estas diciendo?, ¿es que tus hijos son una porquería? -ahora la indignación se reflejaba en el rostro cansado de aquel hombre, soportando las ganas enormes de abofetear a la mujer- SON TUS HIJOS, debes al menos tratar de amarlos, no paraban de preguntar por ti.
-¿En algún momento has escuchado salir de mi boca que no los amo? además, sé que aquí estarán bien atendidos. –ella hablaba con toda la calma y descaro que había en su ser.
-Pero ellos te necesitan a ti. Debes pres… -fue interrumpido.
-Basta –dijo casi inaudiblemente- No pienso tener otra vez esta discusión, ya estoy harta de lo mismo, me voy a dormir, estoy un "algo" cansada -dijo haciendo una seña con sus dedos índice y pulgar y se marchó de allí.
Él quedó solo en el gran salón y deshago su frustración lanzando un suspiro resignado y finalmente se sentó.
De camino a su alcoba, se vio tentada a entrar en el cuarto de los niños y detuvo sus pasos frente a la puerta, giró la perrilla, pero se arrepintió y decididamente fue a su recamara. Una vez allí tomó un corto baño y se acostó sin remordimiento alguno.
A la hora del almuerzo, bajo al comedor y encontró a su esposo en compañía de sus dos hijos. Los niños al verla, corrieron a su encuentro y cayeron al suelo en un revoltijo de abrazos y besos. Él observaba complacido, mientras ella se sentaba a la mesa para almorzar en "familia". No sabía si insultarla por lo que sucedió la noche anterior o abrazarla y comérsela a besos por la forma en que abrazaba a sus hijos. A final de cuentas, esa mujer lo trastornaba, pues podía llegar a ser insoportable sin siquiera proponérselo.
-¿A dónde crees que vas? No debes levantarte de esta cama. –El esposo tenía cara de enojo y preocupación.
-Terry, sabes que no me gusta estar acostada sin hacer nada.
-Pues tú sabes que si por mi fuera, hasta la comida te daría en la boca. No quiero que te esfuerces, le hace mal al bebé.
-Solo iba por un vaso de agua –dijo ella resignada.
-Entonces yo lo traeré.
Así pasaban los días los esposos Grandchester, desde que le dieron reposo absoluto a la mujer, pues su embarazo era de alto riesgo. Mientras el joven marido iba por el agua, ella recordaba el traumático inicio de su matrimonio y agradecía profundamente lo que ahora tenía con el castaño.
FLASH BACK
-Puede besar a la novia -dijo el sacerdote que oficiaba la ceremonia.
Terry se inclinó y dio un suave beso a Susana, quien lo recibió ansiosa, mientras tímidas lágrimas asomaban a sus ojos. No hubo fiesta de bodas, por lo tanto se despidieron de los pocos invitados cuando salían de la pequeña iglesia. Los novios abrazaban a sus respectivas madres, mientras intercambiaban rápidas palabras.
-¿Estas seguro de esto? -Preguntó Eleanor a su hijo.
-Si lo estoy, además es un poco tarde para arrepentimientos.
-No, no lo es, este matrimonio puede anularse. –La mujer estaba realmente molesta viendo como Terry se unía a una mujer sin amarla.
-No madre, no puede anularse. –fue la dura respuesta.
-Terruce, ¿A caso tú….? La mujer estaba casi al borde del colapso.
-No hagas conjeturas precipitadas Eleanor. No puede anularse por el simple hecho de que no quiero hacerlo. He dado mi palabra y se que es lo correcto..
-En ese caso, te apoyo en lo que hagas de ahora en más.
-Dijiste eso mismo cuando te dije que me casaría con ella y sin embargo, no paras de insistir en que desista de este matrimonio.
-Bueno, soy tu madre y siempre haré la lucha para que seas feliz, ya me conoces. –la mujer tenia un brillo pícaro en su mirada.
Ambos actores se abrazaron, mientras el fotógrafo contratado por la señora Marlow hacía su trabajo. Por su parte, madre e hija se fundían en un caluroso abrazo, mientras la mayor de las mujeres se felicitaba internamente por el buen matrimonio que había logrado su rubio retoño.
-Muy bien querida, ya lo logramos, ahora vete con tu maridito y nos vemos mañana.
-Te quiero mucho mami, no sabes lo feliz que estoy. –No podría negarse que Susana se veía radiante, a pesar de estar en silla de ruedas, pues se negaba a usar una prótesis, se veía hermosa vestida en su traje blanco.
-Yo también linda, ya sabes que nunca te dejaré sola. –dijo la mujer soltando una lagrimita, después de eso, empujó la silla de su hija hacia donde se encontraba Terry con su madre. Este tomó la silla y se dirigió hacia el auto.
Fueron directamente al departamento del actor. Ninguno dijo nada durante mucho rato. El se había prometido ser paciente y tratar de quererla, pero tan pronto cruzó la puerta, lo invadió la ira y la impotencia y recordó que había sido orillado a esta situación, donde definitivamente ninguno sería feliz y fue allí cuando volvió el Terry egoísta y rebelde. Se dijo para sí mismo, que si ella lo había manipulado, para que estuviera a su lado, pues estaría con ella, pero bajo sus condiciones.
Dejó la silla de ruedas en medio de la sala y se sentó en el sofá a hojear el periódico que había abandonado en la mañana sobre la mesa de centro. Susana no se movía y así transcurrió media hora hasta que el pronunció palabra.
-¿Por qué no te has ido a la cama? -preguntó mientras pasaba la hoja.
-Es que estoy esperando que entremos juntos a la alcoba -dijo ella colorada hasta los pies.
-Esta bien. –lanzó un suspiro resignado, mientras empujaba la silla.
Entraron el la alcoba y Susana se puso tensa al observar la cama matrimonial, que era el punto focal en la habitación, además pudo ver dos mesitas de noche, sobre as cuales reposaban lámparas clásicas, un mueble con largas gavetas y un enorme armario, todo en un sobrio color oscuro. Para ser un hombre joven y dedicado a una profesión tan poco común, como lo es el teatro, el gusto de Terruce era si se quiere simple.
Susana temblaba y su pulso estaba muy acelerado, se veía realmente nerviosa, ni siquiera en sus pocas presentaciones como actriz estuvo tan agitada. Esperó pacientemente a que su ahora esposo saliera del baño y al verlo se tensó aun más. El comprendió lo que ella esperaba y decidió que era mejor continuar para salir de una vez de aquella situación.
Se acercó a ella y se inclinó de un modo que sus rostros quedaron muy cerca, tanto, que ella pensó que la besaría, pero contrario a lo que ella pensaba o esperaba, él deslizó sus brazos, uno por la espalda y el otro por debajo de sus piernas, para poder así, cargarla y sentarla en la cama. Cuando él se disponía a deshacerse de su camiseta, se dio cuenta de un detalle que había pasado por alto, pensando que ella empezaría a desvestirse. Los botones del vestido se encontraban en la parte trasera de este. Por lo visto había sido diseñado para que el "atento y romántico" novio despojara a su virginal esposa de la blanca prenda, pero en este caso, el novio no se portaba atento y mucho menos romántico.
Resignado, se colocó a su espalda y dio inicio a la tediosa tarea de desabotonar botón por botón mientras descubría la nívea piel de la joven, para luego darse cuenta que después de terminar con los botones del vestido, tendría también que desatar el corsé que ajustaba la cintura de la mujer. La imagen habría sido romántica, si el joven mostrara un rostro enamorado y ansioso, en lugar de uno de fastidio.
Cuando hubo terminado, ayudó a su esposa a sacar los brazos, cayendo la parte superior del vestido sobre el regazo de Susana, el corsé también cayó, dejando el busto de la joven libre y a la vista.
Susana Marlow era hermosa, sus pechos, redondos pero de un tamaño bastante llamativo, se movían en un vaivén cadencioso al ritmo de la agitada respiración de la rubia, invitando a ser tocados.
Por más que no quiso disfrutarlo, no pudo evitar sentir placer al tocar los senos turgentes y juveniles de su esposa, ella se dejó llevar por quien se suponía era el más experimentado de los dos. Él dejó la actividad que estaba gustosamente realizando con el busto de la joven, para terminar de zafar el vestido de la parte inferior del cuerpo femenino, pero cuando se disponía a hacerlo, ella se sobresaltó y se negó de tajo.
-NO, por favor, no lo hagas -dijo casi gritando.
-¿Qué te pasa? -preguntó él en una mezcla de molestia y curiosidad.
-Es que…no quiero que me…veas, no es agradable. –se refería a su extremidad mutilada.
Fue así que ella se metió bajo las sábanas y se deshizo por completo del vestido y a su vez de la estorbosa ropa interior que llevaba puesta. Él hizo lo propio con sus ropas e igualmente se metió bajo las sábanas. Terry ya no pensaba ni en él, ni en Candy y mucho menos en Susana, solo quería saciar la necesidad inmediata que le produjo el besar y tocar los senos duros de la mujer que tenía a su lado, sentía que moriría si no satisfacía el deseo que ahora lo quemaba y hacia que su entrepierna latiera en una mezcla de dolor-placer.
Terry Grandchester, sería un gran mentiroso, si no reconociera que no le gustó y disfrutó del cuerpo de su esposa. De hecho disfrutó "tres veces" esa noche. Para Susana fue muy distinto, pues no sabía como comportarse y el complejo que sentía por su incapacidad física, no la dejó disfrutar de la noche más importante de su nueva vida. Además esta el hecho de que su flamante esposo, al terminar la "faena" le daba la espalda y aunque estaban uno junto al otro, la chica se sentía completamente sola.
Esta vez fue ella quien rompió el silencio en aquella habitación.
-¿Estas dormido? -preguntó entre apenada y temerosa, pero no hubo respuesta alguna y volvió a preguntar, -Terry, ¿estas dormido?
-Estaba a punto Susana, ¿Qué quieres?
-Disculpa, es que necesito asearme. –ella sabía que la convivencia con él no sería fácil y estaba en lo cierto.
-Ya te asearas mañana, ahora por favor durmamos, estoy cansado -él hablaba sin cambiar de posición y con voz notablemente somnolienta.
-Es que de verdad necesito asearme y además necesito ir al baño, -ella no estaba cómoda con la sensación es esa "parte" de su cuerpo, donde además había rastros de sangre.
Él se levantó, entró al baño y salió al poco tiempo, apartó la gruesa sábana que cubría a Susana y vio su total desnudez, así como también la extremidad faltante, la cargó en sus brazos y la llevó al baño donde había estado él.
Mientras ella estaba sentada en el retrete, él abrió el agua de la bañera. Para la mujer, todo aquello le parecía humillante, pues por increíble que parezca jamás se detuvo a pensar en quien resolvería situaciones como esa, siempre tuvo a su lado a su madre para ayudarla y consentirla en todo, pero ahora ella no estaba y por lo tanto debía recurrir a su esposo.
-Cuando termines me avisas, -fue lo único que dijo y salió del baño.
Mientras Susana se aseaba, él vio las sábanas de la cama en la que se podía comprobar la virginidad perdida. Fue por sabanas limpias y vistió la cama con ella. Cuando trajo a Susana de vuelta a la habitación se acostaron y ella intentó explicarle algo pero él la interrumpió.
-Terry, lo siento, no quiero ser…
-Mañana hablaremos de eso.
Al despertar, Susana se hallaba sola en la cama y así estuvo durante una hora, pues esperaba que Terry viniera a ayudarla a trasladarse al baño. Cuando este apareció, adivinó las pretensiones de su mujer.
-Voy a llevarte al baño y tendré lista tu ropa, luego hablaremos seriamente.
-Esta bien Terry.
La mujer no estuvo mucho rato en el baño. Su esposo la cargó y la sentó en la cama. Allí pudo ver la ropa que le había escogido, incluyendo la ropa interior, la ayudó a vestirse y luego puso los puntos sobre la íes.
-Escúchame bien Susana, es hora de que empieces a hacer las cosas por ti misma. No estoy dispuesto a servirte de mucama el resto de la vida, -el rostro serio de Terry reflejaba el enojo que sentía- entiendo que es difícil, pero debes empezar hoy mismo.
-Tienes razón querido, se que debe ser molesto para ti, pero no te preocupes, a partir de hoy no tendrás que hacer nada, pues mi madre vendrá a ayudarme y si tu lo permites, se quedará con nosotros.
-NO -fue la clara respuesta.
-¿Qué quieres decir? - estaba desconcertada.
-Simplemente no. Tu madre no se quedará con nosotros. No la quiero metida aquí todo el día. –ya se imaginaba la tortura que sería la Sra. Marlow, reclamando, exigiendo y mandando a cada rato.
-Pero Terry, es mi mamá, necesito verla, -estaba a punto del llanto- ella es quien me ayuda en todo.
-Susana, ya dije que tu madre no se quedará, además no le estoy prohibiendo que te visite, claro que puede hacerlo, pero no todos los días, es más, hoy mismo hablaré con mi madre para que tampoco venga tan seguido de visitas.
-Eso es distinto, a ti no te falta una pierna, -al decir eso, se arrepintió de inmediato, había prometido dejar de manipularlo una vez que se casaran, pero estaba desesperada y solo lo soltó sin pensar en las consecuencias.
-he dicho que no Susana, -si ella había prometido no manipularlo, él se prometió no dejarse manipular. Si tu mamá se queda más de lo debido o si pretende quedarse con nosotros, pues hasta ese día vivimos juntos. Ni a mi madre quiero aquí metida de cabeza, así que tú decides.
Dicho esto, Terry salió de la habitación seguido de Susana en su silla de ruedas. Justo cuando llegaron a la sala del departamento, sonó el timbre de la puerta, al abrir, vieron a la Sra. Marlow sonriente y maleta en mano.
-Buenos días, -dijo la mujer y sin esperar a ser invitada, entró con toda confianza.
-Buenos días, pase adelante, -dijo Terry en tono sarcástico.
La mujer pasó directamente a abrazar a su hija, quien se veía nerviosa.
-Hola princesa ¿cómo estas?, bueno eso ni preguntarlo, debes estar feliz después de tu noche de bodas.
-Mamá -se sonrojó en extremo- por favor no hables de eso.
-Por favor querida ya eres toda una mujer, no tienes que sonrojarte por todo lo que escuches.
Susana no sabía como hablar con su madre respecto a la discusión que acababa de tener con su esposo.
-Y bien, ¿ya desayunaron?, yo puedo preparar el desayuno por el día de hoy, ya mañana contrataremos a alguien para que se encargue de eso y de atender las labores domésticas, yo había pensado en traer a Nancy, pero eso depende de usted, yerno. La mujer no paraba de hablar y Terry solo miraba a Susana, quien a su vez se debatía entre desairar a su madre o acabar con su matrimonio en tiempo record.
-Pues si y lo más conveniente es mudarnos a un lugar más grande, tal vez una casa en las afueras con jardines y… -Terry se levantó dispuesto a sacar a la mujer, pero en eso Susana tomó la palabra, adelantándose a las intenciones de él.
-Madre, creo que debemos hablar, -dijo casi desesperada.
-Si cielo, dime.
-Mamá, creo… que será mejor que Terry y yo…vivamos…solos por un tiempo
Al escuchar esto último, el hombre abrió los ojos en señal de desaprobación y de inmediato Susana corrigió.
-Bueno, en realidad creo que puedo arreglármelas por mi misma y además Terry ofreció ayudarme en todo cuanto pueda, -mintió y se sintió avergonzada.
-Pero hija, ¿Cómo es posible?, tú aun no puedes valerte sola, me necesitas para todo. La madre estaba envuelta en lágrimas y Terry entendió, de donde venían todas las inseguridades de Susana y también supo quien fue su mentora en ese engañoso arte de la manipulación.
-Pero con el tiempo se que podré hacerlo mamá, -dijo esto último no muy convencida.
-¿Pero quién te ayudará a subir y bajar de la silla, quién te peinará, quien te bañará? Tú no puedes hacerlo, no puedes hacer nada sin mí.
-SEÑORA MARLOW -Terry habló en un tono bastante alto, para luego modularlo- Susana no es ninguna inválida, aun, -dijo acentuando la última palabra- pero si continua sobreprotegiéndola, como lo ha hecho siempre, tenga por seguro que ella NO PODRÁ NI TOMAR AGUA SIN SU AYUDA. Así que por el bien de su hija y sobre todo por mi salud mental, le sugiero que se marche y venga solo de visitas, que además no pueden ser tan seguidas. Susana podrá ir cuantas veces quiera a visitarla, pero le pido encarecidamente que usted la visite, cuando mucho cada 15 días. Buenos días, -dicho esto, Terry se encerró en su habitación, dejando a Susana metida en un berenjenal.
La Sra. Marlow se quedó con la boca y los ojos abiertos de par en par, ante las palabras de su recién convertido yerno. Mientras Susana solo mantenía la cabeza baja, mirando las manos que descansaban en su regazo.
-Susana, ¿Cómo vas a permitir eso? -preguntó indignada.
-Lo siento mamá, pero él tiene razón. Si no empiezo a valerme por mi misma, seré una completa inútil, además no quiero arruinar mi matrimonio. De ahora en adelante, trataré de hacer las cosas yo sola.
La señora Marlow supo en ese momento, que su hija había tomado la determinación de superar su estado y lejos de alegrarse por ella le dijo en un tono que denotaba el mas burdo resentimiento…
-Muy bien Susana Marlow, tú crees que ya no me necesitas, pero ya verás que llegará el día en que toques a mi puerta pidiendo mi ayuda y ten por seguro que ese día no estaré allí para ti. –la mujer tomó su maleta y salió del lugar dejando a su hija desconsolada.
Fin Flash back
Continuará….
¡Hola chicas! He vuelto. Reeditaré la historia, eliminaré y sumare aspectos que considere necesarios, pero conservaré la trama. Disculpen la demora y el corton de nota.
