Disclaimer: Los personajes que aparecen en este fic pertenecen, prácticamente en su totalidad a J. K Rowling (cuando no sea así, avisaré). No está escrito con ánimo de lucro, sólo pretendo divertirme, y, bueno, que nos divirtamos todas.

Este fanfic lo escribí en abril del 2008, es decir, cuando tenía 18 añitos. Ha pasado el tiempo, y ha cambiado mucho, tanto mi forma de escribir como mi forma de ver las cosas, pero pase lo que pase, una parte de mí siempre seguirá siendo Sirius. Porque es yo, yo soy él, y creo que nunca ha existido un personaje al que entienda a ese nivel. De hecho, creo que nunca existirá uno, a no ser que lo cree yo.

Este fic se ambienta en el verano que Sirius huye de casa. Es bastante introspectivo, mucha reflexión de Sirius. Es un fic bastante serio, en cierta forma. No sé si a todas os gustará, pero espero que sí. La verdad, ya está terminado, y mis ganas de subirlo serán directamente proporcionales a vuestras ganas por leerlo (esto es, a los reviews) y sí, soy una marrana chantajista. Pero me adoráis.

Sin mucho más prolegómeno, APB Productions os presenta…


Rebelde 0.0

Prólogo


El silencio a veces se hace tan absolutamente pesado que es como si una manta sofocante se subiese por sus piernas e intentase aplastarlo, asfixiarlo… matarlo. No hay demasiada luz, y tiene que sacudirse la cabeza un par de veces para alejar de su cerebro las telarañas de la borrachera de la noche anterior.

Se sienta en la cama y distingue, en la penumbra de su cuarto, un brazo blanco y aparentemente suave que descansa extendido sobre el colchón. Una espalda menuda y blanca, en la que se empiezan a notar las marcas de sus mordiscos y chupones. Y Una larga melena dorada cae en ondas sobre la almohada, cubriendo parcialmente un hombro de la chica.

Sirius respira profundamente. No sabe qué ha pasado allí. Solo tiene claras tres cosas. Anoche estaba bebiendo con Narcissa un par de cervezas. Se ha tirado a la tía que está en esa cama, un placentero dolor palpitante en la punta de su polla se lo hace notar. La tía que está en la cama, es, sin lugar a dudas, Narcissa… que se casa en menos de tres semanas.

La realidad cae sobre él como una losa. Van a caparlo. Y a su prima le cancelarán la boda. Será un escándalo, y la familia Black se convertirá en el hazmerreír del mundo mágico, cuando, durante tanto, tantísimo tiempo, ha tenido que luchar por ganarse su respeto.

Y la culpa será toda suya, porque, a quién pretende engañar. Sabe que su prima dirá que la violó antes de reconocer que fue ella la que empezó a mordisquearle la oreja. A él. Al Gryffindor.

Sirius está cansado. Muy cansado, de hecho, de aguantar todas las broncas de esa casa, tanto cuando tiene la culpa, como cuando, en realidad, no. Siempre se lo gritan todo a él, porque es el heredero, es el Gryffindor, es la vergüenza.

Nota como su prima va despertando, desnuda en su cama, pero él ya está a medio vestir. Narcissa parpadea ligeramente confusa, pero al darse cuenta de la situación se limita a sonreír y desperezarse.

-Buenos días, primito.-dice con esa dulzura suya, tan diáfana como un cristal, e igualmente frágil.-¿Qué tal has dormido?-pregunta luego, gateando hacia él sobre el colchón, completamente desnuda.

Está muy buena. Eso no tiene ni el poder ni el derecho de negarlo. Pero es una Black, y como todos ellos, está prohibida. Porque Sirius, pese a haber nacido en medio de ellos, ni tiene, ni por asomo, nada que ver con su familia.

Comparte con ellos el 99,99 por ciento de la carga genética que gira en su cuerpo, pero no tiene el gen Black. Ese gen que hace que se crean mejores al resto de la humanidad. Sirius no se cree mejor que nadie. Es mejor que nadie. Es mejor que el resto de la humanidad porque es un Black, y es mejor que los Black porque en lo más hondo de sí mismo, no es como ellos, no piensa como ellos… no vive como ellos.

Porque Sirius adora todo lo muggle. Especialmente las motos y las chicas. Más de lo primero que de lo segundo. Y adora sentir entre sus piernas la vibración de un motor potente.

Aunque, en realidad, no todos los Black tienen el gen Black. Porque su tío Alphard no lo tiene. Trabaja para Gringotts y tiene que relacionarse con magos y muggles de las finanzas por igual. Y tiene pasta. Y le ha regalado a Sirius su pequeña preciosidad. Esa pequeña preciosidad es una moto. Concretamente una Harley del 69, y el primer y único amor de Sirius. Al único al que va a guardarle eterna fidelidad. Por los siglos de los siglos.

Se gira hacia su prima y alza una ceja muy levemente, con ese cinismo que caracteriza a los Black.

-Ha sido una experiencia nueva…-dice con un leve encogimiento de hombros.

-¿Nunca antes habías estado con una chica?

-No es eso… nunca antes una tía se había aprovechado de mi cuando estaba borracho-suelta, venenoso, sacudiéndose el pelo y levantándose de la cama.

-Oh, vamos, Sirius… anoche no te quejabas tanto-replica ella coqueta, componiendo un mohín.

-Ya…-suelta el aire con fuerza por la nariz, antes de mirarla con ese aire Black de frialdad e indiferencia, que al mismo tiempo posee una intensidad sin punto de comparación.-Apuesto a que tú tampoco.

Y por fin lo logra. Narcissa se ruboriza, o bueno, lo que en ella es un leve tono rosa tiñéndole unas tersas mejillas, y que hace parecer sus ojos todavía más azules.

-¿Por qué no te largas, Narcissa?-dice luego, con esa sequedad tan Black, acercándose a la ventana de su dormitorio, cubierta por una gruesa cortina de terciopelo rojo, que lo único que hace es sofocar el calor del verano. De ese caluroso verano del 76. A Sirius le sorprende que sus padres permitan que las cortinas sean rojas. Sean… Gryffindor.

Aparta la cortina, y ve la fría plaza londinense despejándose de las últimas brumas del amanecer, dando paso a un nuevo día. Cargado de calor y sol. Oye como su prima termina de vestirse, y, sin decir ni un rencoroso "que te pudran", o algo así; sale del dormitorio.

Sirius se apoya en la ventana, sentado en el alféizar, y respira profundamente. Sentir como el aire llena sus pulmones, aunque sea ese aire caliente y viciado; es sentirse vivo.

Su tío Alphard le habló en una ocasión de lo tremendamente agradable que es tener una vida que tú mismo controlas. Y desde entonces, Sirius solo sueña con eso. Con gobernar su propia vida, seguir sus propios pasos, decidir su destino, montar en una moto, notar el viento, y sentirse libre.

Y sabe que en esa casa, jamás podrá hacer que sus sueños, no demasiado utópicos, se hagan realidad. Pero una parte de él. La parte del Black rebelde, esa que, antes de llegar a entender realmente qué le pasaba y por qué no estaba de acuerdo con lo que se suponía que debía estar; ya lo había mandado a Gryffindor. Esa parte, esencial en su propia esencia, empuja en su interior, peleándose con su autocontrol, con su paciencia, con su deber; esa parte, llamada rebeldía innata, lucha contra sí mismo, para poder salir.

Sirius quiere dejarla salir, porque siente que hacerlo será el final de todo lo que odia. De sentirse un perro negro entre una jauría de dálmatas. De sentirse diferente y calladamente despreciado.

Respira profundamente y ese chispazo de decisión que todo Gryffindor lleva dentro toma el control. Adiós al Sirius Black. Mundo, prepárate para recibir a Canuto.

Decididamente. Ese verano en el número 12 de Grimmauld Place, muchísimas cosas cambiarían para siempre.


¿Os ha gustado? :)

Thaly