LOCURA TRANSITORIA
Capítulo 1: Bram Stoker
"Este fic participa del Reto Anual "The New Long Story" del foro The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
Aquel lugar era realmente horrible. Un enorme edificio de color gris, sucio y cubierto de musgo y enredaderas, saludaba a los recien llegados sin un atisbo de luz en su interior. Los jardines, ya de por sí extensos, se parecían más un bosque: la hierba crecía sin control, enmarañada por la hiedra y otras plantas extrañas. Lo gracioso de aquello era que el manicomio era relativamente moderno, con grandes ventanales que dejaban pasar algún que otro rayo de sol, aunque estando al norte de Minesota, donde el clima era bastante lluvioso, se dudaba mucho que el astro rey acudiera con frecuencia. El camino que conducía al lúgubre caserón era una mezcla de gravilla y piedrecillas pequeñas, tenía un aspecto tan dejado y desagradable que incitaba a darse la vuelta.
Alexia Branson miró con desaprobación el que sería su lugar de trabajo durante los próximos dos años, poco después posó su mirada hacia el atractivo chico que cargaba con sus maletas.
-Lexi, este sitio es espeluznante -dijo el muchacho sin apartar sus ojos verdes del cartel que había en pared próxima a la verja- ''Hospital de Salud Mental Bram Stoker'' -leyó en voz alta- encima se andan con ironías... Joder, parece sacado de una novela de los años cincuenta...
-Stefan -recriminó Lexi- deja de ser tan quejica -suspiró profundamente- este lugar es perfecto para que termines tu tesis. ¿No querías estudiar la parte del cerebro que CREA la realidad? Pues ahí tiene un montón de personas que pueden ayudarte.
El joven rostro del chico se tensó, solo tenía veintidós años y todavía se dejaba llevar por sus impulsos, Lexi, en cambio, a parte de ser cuatro años mayor que él, ya era una reconocida psicóloga con nervios de acero. Ella había cedido a llevar al mejor alumno de medicina de la Universidad de Nashville a hacer unas ''pequeñas prácticas'' en su nuevo trabajo, además, ese chico siempre le había hecho gracia y creía que esta experiencia le serviría de mucho para su profesión. Un gran punto a su favor, según había dicho Stefan, era que su hermano mayor ejercía como abogado en la ciudad más cercana, así que podría ir allí de vez en cuando a despejarse de todo el nerviosismo que le iba a causar tratar a... los locos.
Lexi llamó por el telefonillo que estaba justo a la derecha de la placa con el nombre del hospital. Una voz de mujer, susurrante y abatida contestó al otro lado de la línea. La cámara les enfocó meticulosamente, tan bien que se podía ver los perfectos bucles rubios del cabello corto de Lexi y las ligeras motitas marrones que tenía Stefan en su iris verde.
-Somos la doctora Alexia Branson y el becario Stefan Salvatore -comunicó ella, poco después la verja se abrió para ellos.
Les abrió la puerta un hombre de unos treinta y cinco años, bastante atractivo, pero de mirada seria. Hizo un ademán y los nuevos inquilinos pasaron dentro.
-Señor Saltzman -saludó Lexi con un inclinamiento de cabeza.
-Señorita Branson, señor Salvatore -respondió este- siganme por aquí, por favor.
Stefan miró a su alrededor mientras aquel hombre les guiaba por un laberinto de pasillos blancos sin una pizca de encanto.
-Mañana pueden tomarse el día libre, les aconsejo que lo utilicen para visitar nuestras instalaciones e ir Madtown, por si alguna vez precisan de algún servicio que no les podamos ofrecer. -El señor Saltzman se paró en seco y miró al muchacho- Tengo entendido que usted es hermano de Damon Salvatore, ¿correcto? -Stefan asintió- Si mañana decide ir a verle digale que se pase por aquí, necesitamos disponer de sus servicios.
El chico volvió a asentir y siguieron caminando.
-¿Cuando podré disponer de las fichas médicas de los pacientes? -inquirió Lexi- Me gustaría tener el material lo antes posible.
-No se preocupe, mañana tendrá los documentos en su despacho -respondió seguro de sí mismo.
El director se detuvo en la primera puerta gris de la zona residencial, sacó una llave del bolsillo derecho de su bata blanca y se la tendió al becario:
-Mandaré a alguna de las chicas para que le enseñen esto -después siguió caminando, sin despedirse si quiera ante la atónita mirada de Stefan. Lexi le miró con una disculpa divertida en los ojos y aceleró el paso para alcanzar a su superior.
-Vaya criatura el pequeño Salvatore -dijo el hombre con un deje ronco- Lexi, pensé que tendrías mejor criterio a la hora de elegir becario... Seguro que no llega a la altura de mis chicos.
Alaric siempre había sido así, serio, fanfarrón, frío y sin apenas chispa, parecía mentira que se Lexi y él se conocieran desde hace años y fuesen amigos.
-Stefan será capaz de superar a tu mejor alumno... -farfulló Lexi- va de tipo duro, pero es muy inteligente, Ric, el chico promete. Y mucho. Sé de lo que hablo.
-Alumno no, alumna -corrigió con orgullo, después hizo un amago de sonrisa- Hace años que no nos vemos y ya estamos discutiendo sobre quien es el mejor. ¿Qué tal tu madre?
-Bien, o eso creo -respondió ella con una carcajada- en el caribe se vive muy bien, tengo entendido...
Los dos se pararon frente a una puerta exactamente igual que la de Stefan.
-Me alegra oir eso - volvió a su pose rígida- mañana hablaremos sobre nuestro... problema.
-¿Te refieres a Kai? -la rubia entrecerró los ojos- por él es la razón por la que estoy trabajando aquí, Alaric.
-Cierto -confirmó él- pero eso lo dejamos para mañana- le tendió un llave- ¿desayunamos en mi despacho... digamos que a las nueve?
-Perfecto- Lexi sonrió- Buenas noches, Ric.
-Descansa, Lexi.
La psicóloga entró en su cuarto y se llevó una sorpresa, al contrario que se había imaginado, la habitación era bastante acogedora, hecha de madera de roble y con las paredes pintadas de un suave color naranja. La cama se encontraba cerca de una pequeña ventana donde se veía la única parte decente del jardín, que era donde suponía que dejaban pasear a los enfermos que no suponían una gran amenaza. Al otro lado del cuarto había un escritorio, cerca del armario. Había flores en la mesilla de noche, unos preciosos crisantemos que daban personalidad a la estancia.
Después de que terminase de deshacer la maleta, Lexi se puso el pijama y miró el movil. Apenas había cobertura... no, directamente no había. Que triste. Se tomó un par de pastillas para sus migrañas y se acostó, esperando que mañana, en su primera toma de contacto con el hospital psiquiátrico, no fuese un fracaso, porque de lo que más se conocía de Alexia era sobre sus desastrosos inicios, pese que después era una de las mejores profesionales en su campo, tras adaptarse, claro está. Aunque realmente lo que Lexi temía era de equivocarse con Stefan, es decir, de que ese trabajo fuese demasiado duro o que no estuviese lo suficientemente preparado.
Pero eso ya lo iría viendo mañana.
El chico entrecerró los ojos, se había dejado la ventana abierta y aunque el sol le daba de lleno en la cara, no había conseguido despertarse. Se puso en pié y se paso una mano por el pelo castaño claro y bostezó, se puso unos vaqueros y abrió la puerta con el torso desnudo y con aire soñoliento.
-¿Si? -balbuceó Stefan mirando a aquella chica de voz contundente.
Abrió los ojos de golpe y admiró a la guapa chica que tenía en frente, su pelo castaño, largo y ligeramente ondulado, le llegaba hasta el pecho (muy buen pecho) y enmarcaba con pulcritud el rostro ovalado y sus ojos almendrados, del color del chocolate, tenía una sonrisa preciosa, con los dientes muy blancos y vestía encima de una camiseta de tirantes azul bajo una bata de médico.
-Tierra llamando al nuevo-refunfuñó la chica- Te estábamos esperando, has tardado tanto que la mayoría se han ido ya a la ciudad. Me he tenido que quedar aquí sola.
Stefan sonrió, la verdad es que la chica parecía una modelo, no era exactamente su tipo, pero sabía apreciar las cosas bonitas.
-Me dijeron que era mi día libre, siento que tengas que cargar conmigo... -el chico utilizó su mejor sonrisa seductora- ¿Y te llamas...?
-Elena, Elena Gilbert -contestó ella- venga, vístete que tenemos cosas que hacer. Tengo que enseñarte esto y... mierda, tendríamos que ir antes a Madtonw -le miró de mala gana- por tu culpa voy a tener que cancelar una cita.
-¿Una cita con tu novio? -inquirió el chico, obviamente interesado.
-Más o menos -contestó sin prestarle mucha atención- Date prisa. Te espero fuera en veinte minutos.
Elena se marchó y dejó a Stefan más aturdido de lo que ya estaba ¿fuera? ¿dónde era eso?. Tras ducharse y ponerse algo decente, es decir, unos pantalones negros, una camiseta blanca y una chaqueta vaquera, salió de la habitación y siguió el pasillo, largo e inmaculado. Le daba un poco de grima, pero continuó hasta que ya no supo donde se encontraba.
Había llegado un punto en el que la pared solo había puertas blancas y una abertura rectangular acristalada en cada una de ellas para ver lo que había dentro. Había llegado donde estaban los locos. Stefan miró por una de las puertas y se quedó petrificado por lo que vió: dentro de aquella habitación blanca, una chica lloraba, una chica que era exactamente igual que Elena, la Elena que había conocido minutos antes.
Se fue de allí con paso ligero, le habría gustado seguir investigando un poco, per no era el momento. Sin saber cómo, encontró el hall principal tras aventurase entre pasillos. Elena, esta vez sin bata, sustituída por una chaqueta de cuero, le esperaba frunciendo el ceño.
-Te insultaría pero todavía no me se tu nombre -recriminó.
-Stefan Salvatore para servirla -dijo el chico con una de sus mejores sonrisas.
Elena le miró atónita para después reirse a pleno pulmón, después, le guió hacia el aparcamiento que se encontraba unos metros más allá del edificio. Montaron en un coche antiguo, de color rojo, del que Stefan no sabía la marca, la verdad, los coches no le atraían demasiado, él era más de deportes de contacto, como el rudby, de hecho, él había jugado en varios equipos, y era bastante bueno.
-Vas a conocer a tus compañeros, creo que son todos de tu edad, año más año menos... -comenzó a explicarse Elena.
-Pero... ¿cuantos años tienes tú? -preguntó él ya que hablaba como si fuese mucho más mayor.
-Soy de la edad de tu hermano -contestó ella- Veintiséis cumplidos en Abril.
Ahora entendía Stefan el porqué de su perfecta cintura y su marcada mandígula. Esa chica era otro nivel. Aunque no entendía que tenía que ver su hermano en esto.
-Voy a darte varios consejos rápidos -comentó con impaciencia- No te hagas el chulo, y menos con Tyler, Matt es muy legal, pero como le des mala espina... Luego están los chicos del bar, Enzo y Kol, son amigos nuestros, Enzo tiene un carácter... peculiar y Kol, simplemente es imbécil -se rió ante su propia broma- luego están las chicas, Rebeckah, Beckah para los amigos, es la hermana de Kol, trabaja con ellos, como Bonnie, las dos son chicas normales, podrás lidiar con ello, luego está mi hermano Jeremy y su novia Anna -le miró divertida- ya les conocerás en otro momento... -después suspiró- y por último, pero no menos importante, tenemos a Caroline...
Entramos en la pequeña ciudad, las casa eran bajas, pero bonitas y pulcras, era un modelo de pueblecito grande perfecto, perfectamente dispuesto, Stefan podría atreverse a decir que hasta refumaba alegría.
-Caroline es indescriptible, muy niña, pero sorprenderte -sentenció la joven- creo que ya sabes lo sufieciente para no cagarla. -Aparcó cerca de un bar llamado MadWine- Ahora todo depende de que no seas muy Salvatore -le dió una palmadita en la espalda antes de bajarse- Ánimo chico.
Stefan miró aquel edificio de ladrillo rojo, de aire encantador y tragó saliva. ¿Cómo podía dejar de ser muy Salvatore?
-Y este es tu despacho -Alaric abrió la puerta, para que Lexi pudiera ver la luminosa habitación- ¿Qué te parece?
-No está mal... -contestó ella inspecionándolo todo- tiene todo lo que necesita un despacho... -Lexi sonrió al ver las flores que había en un jarrón junto a la que sería su mesa, eran exactamente iguales que las que se había encontrado en la habitación- Gracias, Ric.
El hombre sonrió levemente y, tras cerrar la puerta silenciosamente, volvió a su seriedad habitual, se sentó en la silla frente a la de Lexi.
-Siento abordar el tema tan pronto... pero tenemos que hablar de lo de Kai -suspiró pesadamente- todos los chicos están fuera, excepto los guardias y la seguridad electónica se ha duplicado -la rubia le miró- Sí, tu protegido se ha ido con mis chicos...
-Perfecto -asintió, abrió el expediente y enseguida pudo ver a un muchacho bastante atractivo, de unos veinticuatro años, de ojos castaños piel bronceada y cabellos oscuro, sonreía de forma inocente, hasta se podría decir que hasta con dulzura- Así que este es el famoso Kai..
-Si... -suspiró el hombre- El peor psicópata que he visto en mi vida... Mató a toda su familia después de intntar suicidarse él. Los mató mientras se desangraba, siempre mostró un trastorno múltiple, pero no pudimos confirmarlo, se comportaba así pero no padecía esa enfermedad... es algo, distinto, más...
-¿Oscuro? -susurró ella- ¿Crees que podría ser...? -Alaric asintió.
-Solo tú sabes de eso, Alexia. Está arraigado en su subconsciente y no sabemos lo que es... Algo hizo que se comportase de esa forma, algo le pasó, estuvo desaparecido durante cuatro meses cuando solo tenía doce años... nadie sabe ni cómo se fue ni cómo volvió. La policía estuvo investigando el caso durante años, pero nunca encontraron pistas. Pero fuera lo que fuese, lo volvió loco- el director se levantó bruscamente- no sé que hacer.
Lexi miró a su amigo, seriamente preocupada, nunca le había visto así, tan confuso y tan preocupado.
-Quiero ver al chico- pidió Lexi- no puedo hacer nada sin por lo menos mirarle a los ojos.
-Hoy no -negó- sería peligroso.
-Ric, no va a hacerme nada -replicó ella- solo tengo que verle la cara un segundo...
-No -respondió tajante- Puedes ir al pueblo- añadió antes de cerrar la puerta, después se volvió- no es una sugerencia.
La rubia miró a su amigo con los ojos entrecerrados y le ignoró deliberadamente, en cuanto el hombre cerró la puerta, repasó el expediente de Kai.
Todo era muy extraño, trastorno de personalidad, carácter violento, irónico, sentido del humor bastante negro... Poco después miró sus análisis de sangre: todo normal... Posó la mirada en un número cualquiera, y su ceja se frunció ligermante. Había algo que no encajaba. Tendría que consultarlo con Stefan. Tras un rato pensando sin llegar a ninugna conclusión lógica, siguió revisando expedientes de otros pacientes, esperando encontrar otro reto como el de Kai, pero todo eran trastornos sencillos. Los que más problemas daban eran Klaus Mikaelson, Katherina Petrova, Aprill Young y una tal Tessa. Eso sería fácil de solucionar y, si todo salía como esperaba, en menos de un año ya tendría su puesto de trabajo soñado y su premio en psicología.
Con una sonrisa, comenzó a hacer anotaciones adicionales en las fichas de los perturbados mentales.
Holaaa! Espero que les guste :)
