todos los sakamaki son la representación de un pecado capital
y por qué cayeron en aquel pecado?

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hola que hace, espero que les guste esta idea que se me ocurrió
Diabolik lovers no me pertenece.

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Pereza
Qué es la pereza... no lo sabía... o más bien no le interesaba saber, hace mucho que no le interesaba nada, bueno eso pensaba, no pensaba en otra cosa que no fuera descansar, dormir, permanecer inerte bajo el manto de la oscura noche o bajo la sábana azul que cubría el día.

Aquel joven permanecía con los ojos cerrados a cada segundo, a cada hora y cuál era el motivo, pues era muy simple, se había cansado de vivir, de correr, de hablar. Para qué servía salir al mundo revosante de vida si al instante te percatabas que la vida era tan corta, sí lo era, pero solo para los humanos, él resultaba ser un vampiro, para ellos la juventud era eterna y para los humanos era momentánea y ese momento era doloroso, mientras permanecían con vida, no podían disfrutar estarlo con toda seguridad, debían cuidarse de las enfermedades que atrapaban a las personas y luego si resultaba ser mortal simplemente esperaban a morir, a un humano una bala en la cabeza o justo en el corazón era sinónimo de una muerte inmediata, un veneno una muerta lenta y dolorosa, un accidente automovilístico en algunas ocaciones era una muerte instantánea y en otros el que sufrió el accidente agonizaba lentamente, todos los humanos eran propensos a morir por cualquier cosa insignificante. Pero él era un vampiro, un ser que era casi imposible exterminar.

él recordaba con claridad aquel día, fatídico, sí, lo venía venir, tal vez, pero algo estaba seguro él maldecía el día en que decidió salir del castillo a la aldea humana que se encontraba serca.

En casa estaba algo cansado, las responsabilidades que ya se le otorgaba como futura cabeza de la familia le tenían cansado de sobremanera, así que creyó que no estaría mal salir un rato a dar un paseo fuera de esas paredes llenas de los alagos de los sirvientes y de las exigencias de su madre.

Escabullirse fue muy fácil, había lugares que no solían ser protegidos por ningún guardia del castillo.

Recorrió varios cenderos hasta dar con la aldea humana, veía como muchos niños disfrutaban serca de sus padres, que mal que él no podía hacer eso, en cuanto veía a su madre debía huír aunque elapresio que tenía por su madre era muy grande, odiaba todo lo relacionado con las responsabilidades al cargo que heredaría en el futuro.

Había llegado a la aldea y logró divisar a un niño que traiá ropas comunes, no se comparaban al traje formal que vestía.

- Señorito, pero qué hace alguien como usted en este lugar-

Eso molestó a Shu, no sabía por qué, pero le molestó mucho.

- ¿Señorito?- dijo Shu con gran enfado gravado en su rostro.

- Vamos no te molestes conmigo quieres, bien entonces, olvidemos aquello, mi nombre es Edgar- dijo el niño perteneciente a la aldea humana.

- El mío es Shu-

- ¡Apuesto a qé un señorito como tú no podrá ganarme en una carrera de aquí al lago!-

Después de eso el joven Sakamaki se sorprendió , pero le parecía interesante jugar a las carreras con aquel niño . Durante unos largos minutos corrieron entre risas y miradas de complicidad las mismas que se deberían dar los hermanos al realizar una travesura.

Al cabo de un buen rato los niños llegaron agitados a la orilla del lago, siguieron con su entretenido juego de hacer carreras, lanzar piedras al lago compitiendo por ver quien logra la mejor distancia.

- Me gustaría a volver a jugar con tigo Shu-

- A mí también te prometo regresar mañana a jugar, me he divertido mucho-

Después de su despedida Shu regresó al castillo, pero al instante de hacerlo recibió una gran reprimenda por parte de su madre quien le exigía saber su paradero durante todo ese tiempo a lo que el joven Sakamaki no respondió y simplemente se alejó de la mirada penetrante de su madre quien realmente esta vez estaba encolerisada hasta el punto de poder dirigir algunas maldiciones en contra de quien sea.

Shu había tomado una decisión, se rebelaría, estaba arto, arto... realmente arto de las clases de violín, los estudios, las exigencias, las reglas, las reglas, las maravillosas reglas que por tanto tiempo le habían impedido jugar como lo hizo en ese día.

Al día siguiente como lo había prometido fue a la aldea humana al encuentro con su nuevo mejor amigo con quien jugó una vez más, hasta ese momento no sabía que dos palos de madera podían ser una idea realmente entretenida, las usaban para simular una pelea con espadas y a pesar de que cualquiera diría que eso era peligroso al joven Sakamaki le parecía el juego más natural y divertido que alguna vez pudo haber compartido con alguien.

Sus huídas cada vez más eran mucho más frecuentes y los regaños de su madre aumentaban conforme a sus escapadas, pero eso qué importaba al pequeño niño de rubios cabellos y ojos azules solo le importaba poder compartir grandes momentos de diversión junto con su amigo Edgar.

Pero entre más huía y entre más su madre trataba de que él cumpliera con sus responsabilidades alguien incrementaba su odio en una gran magnitud.

Reiji, el hermano menor de Shu se sentía desplazado, toda la atención de su madre era para su hermano mayor, no podía soportar eso, él pensaba que si trataba de ser un mejor niño que Shu, su madre le pondría un poco más de atención y dejaría de desperdiciar su atención en alguien tan problemático como el heredero al título de su padre.

Pero todo lo que hacía era imposible, nunca lograría ganarse el cariño, la atención de su madre.

Por otro lado en la aldea humana Shu recibía un regalo muy especial de su gran amigo Edgar, el niño humano le había entregado un cachorrito y le dijo que lo cuidara mucho y que durante el tiempo en que no puedan jugar los dos él podría jugar con el cachorro, Shu lo aceptó gustoso y lo llevó a casa después de oír que Edgar le decía que el perro es el mejor amigo del hombre y que ahora podría ser el mejor amigo de un niño.

Al llegar al castillo en medio de risas provocadas por los grandes lametones que le daba el pequeño animal fue emocionado ante su madre a mostrarle el pequeño cachorro que le habían regalado, sin embargo lejos de ver alegría en la cara de su madre, solo pudo observar una gran reprobatoria mirada y el gran aprecio que él sentía por su madre se iba esfumando al ver que le pidió a uno de los sirvientes que le quitaran a su nuevo amigo, no pudo hacer nada y lo que pudo fue salir corriendo inmediatamente de ahí.

Durante un largo tiempo no fue a la aldea humana, no sabía que le diría a su amigo humano, no podía decirle que había perdido el cachorrito y mucho menos que es probable que en esos momentos esté muerto.

Pero mientras Shu se lamentaba por la pérdida de su pequeño animal, Reiji buscaba la manera de causarle un gran dolor a su hermano mayor y la razón era simple estaba cansado de que el rechazara la atención de su madre y él que deseaba tanto tenerla para sí. Planeaba algo, algo muy malo, algo que haría que Shu sintiera lo que es perder algo preciado para tí porque Reiji desde hace mucho había perdido el cariño de su madre.

Después de varios días de haverlo meditado Shu decidió que era mejor enfrentar el problema así que decidió ir a la aldea humana y contarle todo a Edgar.

- No te preocupes son cosas que suelen pasar.- decía con una voz muy bajita el niño humano mientras veía el lago.

- Lo lamento mucho, no era mi intención el que ocurriera esto- la voz de Shu se oía muy aflijida.

- Y te dije que no importa, pero... ¿Escuchaste eso?-

- Escuchar qué-

Depronto se oían fuertes gritos de personas, los dos niños se encaminaron con rapidez al escuchar que aquellos gritos benían de la aldea y cuando se encontraban serca de ella podía divisarse en el cielo una gran nuve de humo negro que cubría el cielo de la aldea, con mucha más prisa corrieron hacia la zona que era el hogar de Edgar, y al llegar observaron como el fuego ya casi había consumido todo en su totalidad, se quedaron ahí, sin poder moverse debido al asombro.

De pronto Shu vio como Edgar corría con gran velocidad hacia el fuego.

- No, Edgar, no... es peligroso el fuego te atrapará...- gritaba el joven Sakamaki a su amigo.

- Tengo que salbar a mi familia-

Shu lejos de moverse para lograr salvar a su amigo se quedó ahí quieto, paralisado y viendo como el fuego destrosaba todo a su paso, las pequeñas casas se desplomaban ante él y sabía algo, Edgar estaba muerto.

Regresó al castillo y como era de costumbre su madre lo detubo a la entrada buscando una explicación a su ausencia , pero ni siquiera se inmutó, solo siguió con su camino.

Recorrió los grandes pasillos del castillo hasta llegar a su habitación y ahí solo se encerró, su mirada se había transformado, dejó de ser una revosante de vida a una inexpresiva.

Con los días transcurriendo el joven Sakamaki permanecía encerrado en su habitación, sumergido en el sueño, cuando un sirviente del castillo ingresaba a su alcoba solo recibía un callate por parte de Shu, lo único que quería en ese momento era dormir, estar alejado de la vida, por un instante sentir la muerte, la cual era imposible, en las noches la oscuridad de su habitación era mucho más densa ya que no permitía que nadie encendiera los candelabros y ni siquiera él se atrevía a hacerlo. Le tenía miedo al fuego , si fue capás de acabar con la vida de su amigo que sería si él llegara a tocarlo.

Desde que perdió la gran amistad de Edgar dejó de vivir, para qué le servía la vida, si no era para causarle dolor, prefería permanecer dormido ya que era la única manera de estar ajeno a lo que ocurría a su alrededor, gracias a su sueño dejó de sufrir, cuanhdo dormía no pensaba, no pensaba en qué pudo haver ayudado a su amigo, no pensaba en que si lo habría yudado él estaría con vida, no pensaba, no sufría , no conocía humanos que morían con rapidez.

Nunca más volvió a experimentar sentimiento alguno, lo único que sentía era pereza, pereza de vivir, de hacer cualquier cosa.

Así no sintió el dolor de haber perdido a su madre. .. Si su madre había muerto, pero no podía hacer nada, asistió al funeral, pero solo eso... derramar lágrimas para qué, eso no le devolvería la vida, y no tenía ánimos de hacerlo...

Ya no hacía nada, todo se lo dejó a su hermano menor, ahora Reiji era quien cuidaba del resto de sus hermanos tras haver perdido a su madre.

No, nunca más volvería a estar vivo, prefería dormir y aunque sea solo en sus sueños y lleno de un gran sufrimiento podría disfrutar aquellos momentos en que era feliz y revosante de vida.

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espero que me haya quedado bien