Disclaimer: El Potterverso no me pertenece, es de una señora Rowling que vive en Edimburgo.

Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible Navideño 2015-2016" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Este fic es para mi AI, Adigium21, que pidió una historia navideña con los Weasley. Y claro, sugirió la primera Navidad sin Fred, por lo que mi alma malvada y amante del trama decidió coger el guante. Así que ahora prepárense para los feels. Porque soy mala.

Adigium21, espero que te guste.

Navidad, 1998

I

12.00

Las ollas y cacerolas a su alrededor despiden distintos aromas, mientras Molly corre por la cocina. Todo tiene que ser perfecto para sus invitados y la familia. Siempre lo ha sido, y ahora no tiene por qué ser una excepción.

Ron se asoma por la puerta de la cocina. Su larga nariz parece más llena de pecas de lo normal. Seguramente se debe a que está nervioso. Los padres de Hermione también están invitados a la cena. Quizás por eso el chico se levantó muy temprano para asegurarse de que todo estuviera en orden, a pesar de las burlas de Ginny y George.

—¿Necesitas ayuda, mamá? —ofrece.

—No, cariño. Creo que está todo listo. Puedes revisar que esté la mesa puesta…

No puede terminar esa oración. Este año hay un puesto menos para los Weasley. Han sumado amigos, pero eso no sirve para compensar a quien han perdido.

—Mamá…

Ron, torpemente, se acerca a ella y le rodea los hombros. No dice nada, pero no necesita hacerlo. Molly puede adivinar lo que el chico quiere decir, porque es lo que ella misma se ha estado intentando convencer por meses. Que todo va a estar bien.

Aunque Fred ya no esté sentado a la mesa, riendo con ellos. Nunca se hubiera imaginado que algún día echaría de menos las bromas del muchacho. A veces recuerda todas las cosas duras que le dijo durante su corta vida y se siente culpable. ¿Cómo es que no aprovechó el tiempo con él? Molly no puede evitar sentirme mal por eso.

—Estoy bien, cariño —musita ella, a pesar de que tiene los ojos llenos de lágrimas y siente un nudo en la garganta que apenas la deja respirar—. Estoy bien.

—Mamá… —vuelve a decir él, como si las palabras no lograran salir de su garganta. Y la estrecha con más fuerza, para decirle que no tiene por qué ser fuerte todo el tiempo. Después de todo, tiene a sus otros hijos. Puede apoyarse en ellos.

—Gracias, Ron —murmura ella, aferrándose a su sexto hijo. Ron siempre ha tenido problemas para expresar sus sentimientos, pero con ella no necesita palabras. Sabe perfectamente qué es lo que él quiere decir—. ¿No quieres echarme una mano con la salsa? No sé si puedo concentrarme en tantas cosas a la vez.

—Por supuesto, en lo que necesites. Para eso estoy.

Molly le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Sí, la ausencia de Fred duele todos los días. Ninguna madre tendría que pasar por eso jamás. Pero no había forma de volver en el tiempo.

Y había que seguir viviendo.

—¿Quieres probar la salsa para el pollo? Siento que le falta algo, pero no sé qué… —le pregunta a su hijo, que se ha hecho cargo de algunas ollas, que se revuelven solas y borbotean alegremente. De todos sus hijos, Ron siempre ha sido el que más disfruta de la cocina. Molly no recuerda cuándo fue la última vez que le pidió ayuda para algo.


Este es un conjunto de viñetas, y las próximas serán publicadas en los días que vienen. Tarde, seguramente. Mi trabajo tiene unos horarios ASQUEROSOS. Con decirles que esta semana trabajo siete días seguidos. Nada de fin de semana para mí.

¡Hasta la próxima!

Muselina