Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

-Bla bla – Diálogo.

-Bla bla – Pensamientos.

Disfruten la lectura...


~oO:: Behind Blue Eyes ::Oo~

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Capítulo I/IV
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Saltó de un árbol a otro, llevando un ritmo constante y ligero. Habían pasado más de 10 minutos desde que había salido de la aldea.

Estaba en busca de magnolias silvestres, que casi estaban en extinción. Sabía que cerca de la frontera de la aldea de Konoha, encontraría algunas.

Su objetivo era obtener algunas para poder cuidarlas y ayudar a salvar la especie. No era tarea fácil, iba a tener que estar pendiente de la tierra, el clima y ambiente en general, pero si no lo hacía pronto no quedarían más. Ella se iba a encargar de su preservación, sin importar cuanto esfuerzo conllevara.

Respiró profundamente.

Se sentía ofuscada, ella le había pedido a Shikamaru que la acompañara, pero el respondió con un simple y monótono: "Es muy problemático"

Sabía que él había llegado de una misión bastante peligrosa el día anterior, por lo que estaría cansado, era lógico, pero ella quería pasar más tiempo con él, pues ya hace 2 semanas que no lo veía. Y al parecer él no tenía ni la más mínima intención de estar con ella, o al menos así lo sintió.

Suspiró frustrada.

Sólo se lo había pedido porque quería y sentía la necesidad de estar con él. Lo extrañaba de sobremanera, además era un viaje corto y para nada agotador. No era tampoco que iba a aburrirse en demasía, ni mucho menos terminar cansado.

-Vago perezoso… - murmuró recordando los momentos antes de salir en busca de las flores.

........

Abrazó al moreno a su lado y sonrió. Hace ya muchos días, para ella infinitos, que no despertaba con él a su lado, verlo dormir plácidamente junto a ella, a escasos centímetros de su cuerpo, le provocaba una reacción riquísima, e indescriptible. Le era inevitable no sentir mariposas en su vientre cada vez que lo miraba.

El olor de él llegó sigiloso a sus fosas nasales, aspiró aquel embriagador aroma provocando que lo aferrara más a su cuerpo.

Colocó su rostro entre el cuello y hombro de él, dándole un suave y tierno beso en aquella fibrosa cavidad muscular.

Luego continuó con otro beso, pero más extenso y más arriba, casi llegando a la mandíbula. Sintió al Nara suspirar cuando ella posó sus labios en aquella zona, no pudiendo evitar sonreír.

Siguió su juego, pero esta vez depositando un beso cerca de la comisura de sus labios. Después descendió lentamente por su cuello, mordiendo de vez en cuando su adictiva piel.

-Ino… - el Nara abrió los ojos, somnoliento y la miró. Ella simplemente le dedicó una sonrisa seductora.

-Shika – lo abrazó y besó sus labios con pasión.

-Ino estoy cansado – advirtió antes de que la rubia comenzara a actuar de manera sexual.

-Pero Shika, hace más de 2 semanas que no te tenía acá. Quiero recuperar el tiempo perdido… - le susurró en el oído de manera lenta y sensual, para que de alguna manera él, despertara su apetito por ella.

Y a decir verdad, dos semanas era demasiado para alguien como Ino que disfrutaba intensamente del espectacular sexo que mantenía con el moreno.

-Ino tenemos toda la vida para eso, ahora quiero dormir. Estoy muy cansado.

-¡Shikamaru Nara, soy tú esposa, se supone que tienes que satisfacer mis necesidades! – se quejó frunciendo el ceño.

-Mujer problemática – murmuró ignorándola y volteándose rápidamente antes de que ella le gritara o algo parecido.

Apretó sus puños con fuerza y se contuvo de golpearlo por no querer complacerla, y más aún por ignorarla por completo.

-Está bien… después no te quejes – replicó dando un salto de la cama al piso.

El cabeza de piña se sentó y la miró incrédulo. - ¿Qué insinuaste, Ino?

-Nada. – Se encogió de hombros, restándole fingida importancia al asunto.

-Eso no responde mi pregunta, necesito argumentos.

Ella hizo una mueca de fastidio y cruzó sus brazos por debajo de sus pechos con actitud autoritaria.

–Escucha bien Nara, no quiero que después te arrepientas porque no quiero nada contigo. Si después terminas siendo amante de "manuelita" no quiero quejas. Tú decidiste por perezoso que eres no darme ni la hora. – Volteó para salir de la habitación, pero antes de hacerlo, miró a su marido de reojo. – Ni aunque andes muy necesitado te voy a tomar en cuenta.

-Ino, no escupas al cielo – sugirió y bostezó con flojera su marido – Siempre dices lo mismo y resulta que tú después me andas buscando.

Casi lo fulminó con la mirada.

No, no caería en su juego. Ella mantendría su palabra, esta vez, juraba por sus más costosos perfumes que no caería en tentación.

-¡Ah! Estúpido – le gritó, saliendo de la habitación hecha una fiera.

Luego de darse un relajante baño de burbujas, y enfriar su cabeza después de su absurda discusión con su adorado esposo, fue a la habitación a vestirse.

Cuando entró, miró al Nara de soslayo y le dedicó un gesto de desprecio. Estaba molesta, pero ni siquiera porque no había querido tener sexo con ella, sino porque siempre él decía la última palabra logrando sacarla de quicio.

Él sí sabía cómo hacerla enojar.

Se vistió rápidamente, acomodó una kunai en un pequeño estuche atado al muslo y ya estaba lista para partir.

-Shika…

-¿Uhm?

La rubia puso ambas manos sobre sus caderas ¿Es que acaso no se iba a dignar siquiera a mirarla?

Respiró largo y tendido antes de reaccionar mal, no quería arruinar su estado de ánimo una vez más.

-Iré a buscar unas magnolias cerca de los alrededores de la aldea. ¿Me puedes acompañar?

Shikamaru la miró por el rabillo del ojo y negó con la cabeza.

-¿Y se podría saber por qué no? – preguntó conteniéndose de alzar la voz.

-Es muy problemático… No tengo ganas, además andas mal genio. – Ella frunció el ceño.

-Esa no es excusa válida.

-Sí lo es. – La miró tratando de contener la risa. Ino siempre actuaba de manera infantil por cosas absurdas. Amaba eso.

Se cruzó de brazos y comenzó a golpear insistentemente su pie contra el piso, en señal de que perdería la paciencia sino recibía una verdadera respuesta de parte él. ¡Pronto!

Shikamaru sonrió divertido y le dijo; – Sólo quiero dormir un rato más. Mañana si quieres te acompaño. Te lo prometo.

-Haz lo que quieras, ya me cansé de esto. Me voy, no sé a qué hora vuelvo –. Y dándose por resignada, salió de la habitación.

-Ino – escuchó que la llamó el Nara, inmediatamente cuando la vio salir por la puerta.

Se detuvo y asomó su cabeza por el marco de la puerta, lo miró sin decirle nada, y sin ninguna expresión en el rostro.

-Ino, te amo –. Él le sonrió.

-¿Eso es todo? – preguntó ignorando las palabras del Nara, no había querido sonar tan antipática, incluso le dolió decirle aquello, pero no pudo contenerse.

Le encantaba que le confesara su amor y esa no había sido la excepción, sólo que se sentía tan frustrada con él que respondió por puro enojo.

-No… a decir verdad quería decirte otra cosa. – Ella enarcó una ceja. – Te amo demasiado.

Ino cerró sus ojos y suspiró. –Nos vemos – bueno, eso no era exactamente lo que iba a decir, de hecho iba a responder "yo también te amo", pero su estado anímico irritado la obligó a decir algo completamente diferente.

Y sin más, salió de la casa en busca de las magnolias. Al menos sola tendría tiempo para pensar y despejar su cabeza.

........

Se detuvo en la superficie de una extensa rama y divisó un paraíso de hermosas flores, de todo tipo, colores y especies, a unos cuantos metros de dónde se encontraba.

Sonrió, la vista era, sin duda, bellísima.

Inhaló y exhaló profundamente antes de bajar del gran árbol. Caminó hacia el inmenso campo florido y se arrodilló a apreciar las hermosas flores que adornaban su entorno.

Estuvo un largo rato admirando el paisaje, hasta que decidió explorar más. Se levantó y caminó unos metros, cuidadosamente tratando de no aplastar ninguna flor.

Se acercó a unas amplias plantas, ocultas bajo un frondoso arbusto y sonrió. Ahí se encontraban unas cuantas magnolias blancas, protegidas del sol bajo el arbusto.

Se sentó y sacó la kunai de su muslo. Con sumo cuidado comenzó a picar el pasto para sacar de raíz la hermosa magnolia.

Una vez terminado su objetivo guardo su kunai, tomó la flor silvestre en sus manos y se levantó. Quiso ver más flores, y así lo hizo, quizás encontraría más y se llevaría algunas para cuidarlas.

Recorrió unos minutos aquel lugar.

Iba a detenerse a sacar unos bellos crisantemos cuando escuchó estrepitosas risas cerca de ella.

Miró en dirección al origen del sonido y notó a varios hombres, al parecer ninjas armados que husmeaban el terreno.

Se escondió detrás de un tronco, y observó a los sujetos. Ninguno de ellos era de Konoha, lo dedujo por los hitai ate atados a sus brazos. Se trataba de shinobis de la aldea oculta de la lluvia.

No pasó mucho tiempo cuando sintió una presencia detrás de ella. Volteó rápidamente, tomando entre sus manos la filosa kunai de su muslo.

Frente a ella, estaban dos sujetos bastante mayores que ella, de la aldea de la lluvia, alrededor de 27 años de edad en promedio, mirándola con evidente lujuria en sus ojos.

-Mira lo que tenemos aquí, una hermosa kunoichi de Konoha. – Dijo uno de esos sujetos. Era de cabello castaño, alto y corpulento, tenía una horrible cicatriz que atravesaba todo su rostro de manera vertical.

-Me encantan las kunoichi, sobre todo tan lindas como tú. – Agregó el otro sujeto, de menor altura que el anterior. Era calvo y tenía una extensa barba.

-Pervertidos – dijo a si misma, esbozando un gesto de repulsión.

Retrocedió unos pasos, o al menos esa era su intención. No pudo, ya que detrás de ella estaba el tronco por el cual se escondía segundos atrás.

Maldijo la situación.

-¿Por qué te alejas preciosura? –. Preguntó el calvo saboreándose los labios. – No te haremos nada malo, al contrario – avanzó unos pasos hasta quedar a menos de dos metros de la rubia.

-¡Aléjate! –. Amenazó sujetando con fuerza la kunai.

-Parece que tendremos que hacerlo a la fuerza. – Dijo el más alto, caminando hasta detenerse al lado del calvo.

Ino saltó a un árbol al lado de ella y comenzó a correr. Ella podría luchar con esos tipos, sin embargo en número ya estaba en desventaja, por lo que enfrentarlos no era una decisión muy buena.

Saltó más a prisa hacia otro árbol, mirando de vez en cuando hacia atrás para ver la distancia de esos sujetos.

-Mierda son rápidos – murmuró entre dientes aumentando la velocidad.

-¡Ven acá puta! –. Gritó unos de esos hombres, no pudo reconocer cual, simplemente siguió arrancando.

Fijó su mirada al frente, estaba cerca de la aldea, por lo que si mantenía el ritmo podría llegar en poco tiempo y conseguir ayuda.

Iba a saltar a otra rama de un árbol, mas se detuvo. Frente a ella había otro hombre, con larga cabellera, de ojos verdes y gran nariz. Lo había divisado antes, era de los sujetos que estaba espiando. Sólo pedía que no salieran más ninjas a atacarla.

¡Diablos! Estaba en problemas.

Miró hacia atrás y ahí estaban los otros 2 sujetos. Ambos tenían armas en sus manos, al parecer una shuriken y una katana.

Respiró profundo y miró al hombre frente a ella.

-¿Escapando de mis compañeros? –. Le dijo ese tipo mientras sacaba una gran kunai de sus ropas.

–Creo que no podrás escapar.

Ella frunció el ceño. ¿Qué más podía hacer? Estaba sola y con una pequeña kunai en su mano. Ni con los mejores pronósticos podría vencer a esos bastardos. Y ni hablar del Shintenshin no jutsu, eso sería su condena.

-Mierda – mordió su labio inferior en señal de nerviosismo. No le quedaba de otra, por lo que decidió atacar al sujeto frente a ella.

En un pestañeo se abalanzó sobre él tratando de apuñalarlo. Pero no pudo, ya que el hombre saltó y en un rápido movimiento la golpeó en la espalda con su pierna, haciéndola caer pesadamente al suelo. Su kunai había caído a metros de distancia. Ahora su única arma de defensa tangible se había perdido, así que sus posibilidades estaban prácticamente nulas.

Se levanto rápido, pero no con la velocidad suficiente. No pudo arrancar, puesto que estaba rodeada por esos tipos.

Los miró a todos de reojo, en posición de combate, preparada para enfrentarlos. Después de todo ella era una shinobi y si debía luchar lo tendría que hacer, como ninja que era.

Lanzó una violenta patada al sujeto calvo, provocando que perdiera el equilibrio, pero no cayó. No alcanzó a golpear al de larga cabellera, debido a que el de la gran cicatriz la había agarrado de los brazos. Trató de pegarle unas cuantas patadas, pero fue inútil, la tenía completamente inmovilizada, y sus piernas no alcanzaban a darle golpes.

-¡Suéltame! –. Gritó sin darse por vencida.

-Es una fiera, así me gusta – comentó el calvo, acariciándole el rostro. Ella sacudió su cabeza para que el estúpido dejara de tocarla.

-¿Qué hacemos con ella? –. El de la cicatriz le pregunto al hombre de larga cabellera. – ¡Deja de moverte perra! -. Gruñó cuando Ino movía sus piernas incansablemente para golpearlo.

-Diviértanse con ella, yo iré a hacer algo pendiente – los 2 asintieron y sonrieron maliciosos.

El de gran nariz partió al lado opuesto de la dirección de la aldea, Kami sabe dónde, perdiéndose entre los árboles de alrededor.

-Propongo atarla – el de la cicatriz frunció el ceño.

-¿Y con qué supuestamente?

-¡Suéltame desgraciado! –. Chilló una vez más, pero lo único que consiguió fue que el calvo le diera una fuerte cachetada. Su blanco rostro se enrojeció de inmediato.

-¡Cállate! ¡Eres muy gritona!

-¡Suéltame! –. Con una fuerza sorprendente logró zafarse del agarre, dándole una certera patada en los genitales al calvo, dejándolo tendido en el suelo.

El de cicatriz se lanzó sobre ella, pero lo esquivó hábilmente, dándole uno que otro golpe en el pecho. Sin embargo, ese tipo no se dejó vencer, por lo que le lanzó una shuriken que ella con dificultad evadió.

Con la respiración agitada, miró de reojo al calvo que ya se levantaba. Ese hombre comenzó a sacar la katana que tenía en su espalda, claramente preparándose para atacarla.

Iba a golpear nuevamente al de la cicatriz, no obstante cuando iba a levantar su brazo, el calvo con una velocidad que no supo de dónde la obtuvo, le dio una patada en el vientre dejándola tumbada en el piso.

Se levantó como pudo, quedando sentada, apoyándose contra un árbol. Tenía la respiración irregular, pesada y su corazón latía a mil por hora.

Temió lo peor, al parecer ese sería su fin.

Cerró sus ojos con fuerza, y la imagen de Shikamaru invadió su mente. ¡Kami! Ella tenía que luchar, no podía darse por vencida, no podía hacerlo. No podía dejar a su amado, no podía ni quería.

Con sus últimas fuerzas trató de levantarse, pero el golpe había sido tan fuerte que dolía como el infierno, imposibilitándole esa opción.

-Jajaja ¿Eso es todo preciosura? -. Miró al calvo que la apuntaba con la katana, el otro hombre sólo la miraba con sonrisa fingida. Podía notar la furia en sus ojos.

-¿Vas a matarla? –. Le preguntó el de la cicatriz al otro. El calvo sólo se encogió de hombros, sin embargo pronto asintió en silencio, dibujando una malévola sonrisa en su rostro.

-Sí, ya me hizo pasar muchas rabias. – Miró a la rubia – ¡Pagaras por lastimar mi hombría! –. Le gritó levantando la katana para apuñalarla.

Ino cerró los ojos y esperó lo peor, ya no había nada más que hacer. Sólo esperaba que todo fuera rápido.

-¡Espera!

Al escuchar esa interrupción, abrió los ojos y miró a los 2 hombres. ¿Ahora que les sucedía a esos dos?

-¿Y ahora qué te pasa?

-Por qué no le dejas de recuerdo tu otra katana. – El calvo lo miró confundido. – Le entierras la katana y la dejas atascada al árbol, así se desangrará y sufrirá. Todo por comportarse como una perra.

-Tienes razón. – Envainó su katana y sacó otra más pequeña que la anterior, pero muy filosa.

-Oh no… este es mi fin – volvió a cerrar los ojos, dejando caer varias lágrimas que humedecieron sus finas facciones.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió la katana recorriendo su abdomen superficialmente por sus ropas.

-No lo hagas por favor… - susurró temerosa, implorando por vivir. -No lo hagas...

El calvo sólo rió estridentemente. -No me hagas reír.

Ella no quería morir, no de esa manera… Ella tenía mucho que hacer aún, no podía dejar este mundo. Aún tenía que ser madre…, tenía que disfrutar de su matrimonio, de Shikamaru… ¡Kami! Cuánto se arrepentía en ese momento de no haberle dicho cuanto lo amaba, de haber discutido por tonteras con él… Ahora todo era demasiado tarde.

-Shikamaru… - susurró antes de que sentir la filosa hoja de la katana adentrarse en lo más profundo de su abdomen y ver todo oscuro.


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Terminó de beber su taza de té verde y la cuando lo iba a dejar sobre la mesa, se trizó completamente.

El nombre de su amada se le vino inmediatamente a la cabeza, y su corazón comenzó a latir rápido, como nunca antes. Sintió una punzada en su pecho, pero no sabía la causa de aquello.

Se sentía extraño, era como una aflicción que embargó sin consentimiento su corazón, dejándole un sabor agrio.

-Ino…

Miró la taza con preocupación.

-¿Qué pasa? – Un ojiazul a su lado miró la taza que estaba en sus manos y sonrió. –No creo que seas supersticioso Shikamaru, eso es cosa de mujeres-¡ttebayo!

Sólo se encogió de hombros y esbozó forzosamente una débil sonrisa. - Supongo que tienes razón...

Y sin más continuó desayunando con el rubio hiperactivo, cabeza de chorlito de Konoha.


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TO BE CONTINUED…

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Les confesaré algo… Tengo la historia terminada, y les daré un avance, se vienen muchas lágrimas... De hecho lloré como un bebé cuando terminé de escribirlo. ¡Diablos! Ahora todos sabran que soy una llorona.

Bueno, ya saben, dudas, consultas, reclamos, amenazas de muerte y demás, a través de un review.

Si se me pasó alguna falta de ortografía, o comas, o cualquier error, perdonen. ¿ok?

Saludos a todos, suerte y besitos. ^^