Criminal

Espera algo que surja de entre los vendajes amarillentos. Algo como un monstruo de horrendos ojos brillantes y mandíbula afilada. Un cazador inglés, de bigote y todo, con una escopeta del siglo pasado. Por completo el elenco animal de Jumanji, seguramente (eran vendas muy apretadas, abultadas hacia dentro, que podían contener cualquier cosa, en serio). Una mandrágora que brotara precisamente desde el centro de su corazón. Una niña de rubios cabellos, con sombrero de paja y vestido azul, buscando un conejo o predispuesta a preguntarle la hora. Un basilisco de mirada paralizadora entre las tetillas violáceas. Una planta de habichuelas de entre su pelo púbico. Al final solo tropezó con un par de ojos rellenos de noche cerrada, cansancio y angustia. Nada de barcos de vapor encallando en sus axilas o modelos rusas brotando de su pecho lampiño, con la espalda en carne viva. Y con o sin mafia, se sintió el más criminal de los dos por hacer esa mueca de asco desde antes de empezar.