5 Años Antes de temen-ni-gru
Era una hermosa mañana. En las calles no podía oírse ningún sonido y en la habitación solo podía oírse la respiración calmada de los dos únicos individuos ocupándola. Ambos yacían en la única cama de la habitación, desnudos y somnolientos. Uno llevaba los ojos vendados. Tony Redgrave, el nombre por el cual era conocido aquel, se encontraba acariciando tiernamente el rostro del segundo ocupante, pues si bien esta no era la primera vez que llegaban a esta situación jamás había visto el rostro contrario y la única referencia que tenía de él eran las facciones que obtenía por medio del tacto. Gilver, ese era el nombre del otro chico, siempre llevaba el rostro cubierto por vendas, una gabardina azul y una katana que desprendían la misma familiaridad que su dueño. Como si les conociera de antes, en otra vida talvez.
Al notar que su compañero se perdía en sus pensamientos Gilver aprovecho para levantarse de su posición y sentarse a orillas de la cama. Si bien siempre se dejaba llevar por el contrario hasta llegar a este resultado el sentimiento de culpa jamás dejaba de hacerse presente. No sentía remordimiento por lo acontecido, pero si sentía culpabilidad por ocultar su identidad de aquel al que había entregado tanto. Más tenía miedo de que una vez el otro se enterase de quién era en realidad todo lo que tenían se desvaneciera. Pues lo que hacían... Era un pecado en el mundo mortal. Por otro lado estaba el hecho de que el otro había olvidado todo, su pasado, su tragedia, lo que en realidad eran... Demonios. Normalmente esto lo habría molestado, pero al notar su felicidad no podía más que alegrarse por él. Aún si esto significaba que tarde o temprano tendría que marcharse y dejarle atrás. Pues mientras la presencia de Tony no atraería demonios, al haber renunciado este a su legado demoníaco, la suya si lo haría y en algún momento alguno reconocería a su compañero por quién era en realidad y aprovecharía su estado debilitado para acabarlo... Ya había fallado en proteger a su madre hacía mucho tiempo atrás, esta vez no fallaría. Por mucho que está decisión doliera.
- Hey Gil... Aún es temprano- dijo Tony somnoliento mientras estiraba su mano en la dirección en la que sentía al otro chico sentado - vuelve a la cama-
- Tengo mucho que hacer hoy Tony y tú tienes un negocio que atender- dijo al tiempo que se levantaba y comenzaba a vestirse, teniendo especial cuidado con el espacio entre su hombro y cuello donde una mordida más o menos profunda había sido dejada en algún momento de la noche, más no le dio importancia pues él también había dejado una igual en el contrario- ya puedes quitarte la venda - añadió luego de terminar de cubrir su rostro.
Una vez libre de aquel trozo de tela el albino inmediatamente poso su mirada en su amante, esperando en vano lograr un atisbo de la piel que solo había tenido el privilegio de sentir. Quería... No, necesitaba ver ese rostro que le quitaba el sueño al menos una vez. - No importa como luzca tu cara nada cambiaría. Lo sabes ¿Verdad?-
Gilver termino de arreglar su ropa antes de dirigirle al otro una mirada de lado y responderle casi con pereza- si nada cambiaría entonces es irrelevante si la ves o no- y luego se dirigió a la puerta con la intención de marcharse pero fue detenido por un grito de - ¡espera!- Lo cual lo hiso voltearse a ver a su compañero.
Tony se hallaba sentado en el mismo lugar que previamente ocupaba el otro y en su rostro se hacía ver su conflicto. Por un lado deseaba insistir en el asunto de su rostro. Por el otro, deseaba preguntarle quién era esa persona a quién llamaba durante el sexo. Al final no hizo nada de eso, en su lugar se levantó aún desnudo y se dirigió seductoramente hacia el contrario hasta depositar un beso donde creía debían estar sus labios para luego susurrarle al oído - oh vamos, déjame probarte una vez más hoy- mientras jugaba con las vendas que cubrían los labios - después de todo no te veré en todo el día-
Por su parte, Gilver no podía evitar el tremor que recorrían su cuerpo al sentir la cálida respiración acariciar su oído - cierra los ojos... Y no te atrevas a abrirlos- susurro de vuelta y, a penas los ojos contrarios se cerraron, llevo sus manos a sus vendas y las desató lo suficiente para liberar sus labios. Una vez libre rodeo con sus brazos el cuello contrario y sin titubear lo besó pasional y hambriento en los labios, un beso salvaje pero a la vez íntimo. Gilver pudo sentir una mano de Tony serpentear por su cintura y los dedos de la otra enredarse entre los pocos mechones de cabello que se habían escapado por entre las vendas en la base de su cuello al tiempo que ejercían presión para acercarlo más a su cuerpo. Una vez comenzó a faltarles el aliento se separaron lo suficiente para que Gilver arreglara sus vendas sin necesidad de que el albino tuviese que retirar sus brazos, que habían rodeado completamente la cintura del contrario en medio del beso, de su posición - ya puedes abrir los ojos-
Lentamente, y como si quisiera saborear el momento lo más posible, dos ojos de un azul profundo se abrieron para encontrarse con otros del mismo color y profundidad que lo miraban con anhelo, pero ¿De qué? -Bueno, espero que esto fuera suficiente- hablo su compañero antes de separarse completamente de él, tomar su espada y marcharse sin esperar respuesta.
Al verse completamente solo en la habitación Tony dio un suspiro y se dispuso a arreglarse para empezar un nuevo día mientras se perdía en sus pensamientos que rondaban en los ojos contrarios, tan iguales a los suyos. Los ojos de Gilver y sus labios eran lo único que había tenido el privilegio de ver desde el momento que lo conoció, aun si sus labios solo los había visto pocas veces sus ojos siempre habían estado ahí para observarlos. Sus ojos fríos y distantes para todo aquel que los observaba a excepción de él mismo. Para el albino eran unos ojos que parecían haber pasado por tantas tragedias que cualquier otro ya se habría quebrado bajo el peso de todo lo que escondían esos posos azules que desde el momento en que se posaron en el por primera vez siempre le observaron con el mismo anhelo con en que le acababan de observar y, por más que intentara, Tony no podía quitarse la sensación que esos ojos le rogaban silenciosamente que fuera alguien más... Talvez ese al que llamaba estando con él.
Ese nombre le molestaba pero no por la razón que debiera. Sentía que aquel nombre significaba algo pero no podía recordar el que, aún si lo que sentía no era exactamente molestia quería saber ¿Que era esa persona para Gilver? ¿Algún ex? Ese último pensamiento siempre le dejaba un mal sabor de boca. Aunque no tuviera sentido la verdad era que no le molestaba que Gilver llamará ese nombre en particular al llegar al orgasmo pero pensar en el siendo de otro, antes o después de Tony, le hacía sentir posesivo. Y era en esos momentos en que notaba lo importante que se había vuelto aquel excéntrico extraño en su vida.
Termino de vestirse con una leve sonrisa en su rostro y se dirigió a su "oficina", que no era más que un cuarto con un teléfono dentro de la casucha que arrendaba, mientras seguía dándole vueltas al asunto. Gilver, ese extraño con delirios de momia se había alojado en su corazón sin que lo notara. Habían empezado con la intención de ser un posible contacto y, con suerte, una noche de sexo. Tony lo vio sentado en un bar, solo, vendado completamente a excepción de una abertura a la altura de los labios que no dejaban ver casi nada de piel y cargando su fiel katana mientras disfrutaba de una copa del vino más fino del bar y le había parecido un sujeto interesante.
Flashback
Pudo ver como el bar tender, un anciano de lentes rectangulares y finos que siempre parecía de buen humor, se acercaba al extraño sentado en el rincón más alejado del bar con una botella de whisky y un vaso y también al hombre vestido de azul que le observaba atentamente mientras servía. Gracias a que, por alguna razón, sus sentidos eran mejores que el promedio pudo oír claramente al viejo decir - de parte del caballero de allá- como si la situación no fuera de por si un gran cliché. El extraño, que para entonces Tony había concluido era un cazador o un mercenario, levantó su mirada hasta conectarla con la propia y el mundo pareció detenerse por un momento antes de continuar su eterno girar. Y al parecer no solo él lo había sentido, si la ligera expansión de las pupilas contrarias era una indicación. Al principio había querido entablar contacto con otros cazadores y así no solo conseguir más trabajo, las pizzas no eran gratis, si no que lograr una red organizada de cazadores. Aún era su principal objetivo pero si tenía la oportunidad de pasar un buen rato quién era el para decir que no. Con esa idea en mente se abrió camino entre los borrachos que llenaban el bar hasta ubicarse en el asiento contiguo al de su nueva conquista, los ojos de este no se habían apartado de sus movimientos en ningún momento.
-te conozco?- pregunto en tono frío, casi glacial, pero con cierto interés mientras seguía bebiendo de su copa a través de la pequeña abertura entre las vendas que cubrían toda su cara ignorando completamente el vaso de whisky que seguía exactamente en el mismo lugar donde lo dejase el bar tender un tiempo atrás.
-Tony Redgrave, a tu servicio- dijo seductoramente y acompañado de un guiño y una sonrisa socarrona. Esto pareció confundir ¿O talvez decepcionar? a su acompañante quien pareció cerrarse a su compañía ligeramente.
-hum... Creí que dirías otro nombre- susurro de forma que era difícil saber si le hablaba a él o a sí mismo.
- pues me temo que no, he sido Tony desde que tengo memoria- dijo con una sonrisa confiada y algo burlesca ya que si bien no mentía al decir que llevaba aquel nombre desde que "tenía memoria" si era cierto que no recordaba nada antes de los nueve años, más nadie nunca sospechaba de sus crípticas palabras.
- interesante... Gilver, mi nombre es Gilver- dijo el espadachín mirándole fijamente a los ojos como buscando algo que, al parecer, logro encontrar pues su postura se relajó visiblemente mas no así su disposición a hablar la cual parecía no querer regresar. El hombre de las vendas depósito la copa ya vacía sobre la barra con un movimiento preciso y elegante que Tony no pudo evitar notar y admirar pues hablaba mucho de su habilidad con la espada y talvez, si lograba salirse con la suya, lograse saber si esa habilidad con las manos se expandía a otras áreas más ... Íntimas. Pero primero lo primero.
- linda espada, Gil ¿eres un mercenario o un cazador?- pregunto mientras señalaba al bar tender por otra ronda, normalmente pediría algo fuerte pero si iba a hacer negocios necesitaba mantener la cabeza clara, o tan clara como pudiera, por lo que optó por la cerveza como su elección esa noche.
- ¿Que te hace pensar que tengo algo que ver con cualquiera? Y mi nombre es Gilver no Gil- respondió
- bueno, en primera no cualquier lleva una espada de ese calibre a un bar- dijo levantando un dedo, ignorando completamente la corrección, y como si hablara del clima - segundo, cuando entraste, a un bar de mala muerte y frecuentado por alimañas nada más, observaste el lugar buscando todas las salidas y entradas- levantó un segundo dedo y miro de reojo a su acompañante, quién parecía interesado en sus deducciones -Y tercero, te escuché preguntando por el mismo trabajo por el que vine. Así que ¿Cazador o mercenario?- termino con una sonrisa victoriosa que mostraba todos sus dientes. Muchos consideraban esa sonrisa particular como perturbadora pero al parecer Gilver no era uno de ellos, es más parecía que le agradaba si la pequeña sonrisa en su cara indicaba algo.
- muy buenas observaciones. Pero me temo que te equivocas- dijo algo burlón mientras paseaba uno de sus enguantados dedos por el borde del vaso de whisky que hasta entonces había olvidado - no soy ninguno de los dos. Mato demonios por mis propios motivos- mientras hablaba su dedo había dejado el borde del vaso y en cambio lo había tomado y lo mantenía a medio camino entre la barra y sus labios meciéndolo suavemente para revolver el contenido.
- ha, sabía que serías un tipo interesante- respondió el de gabardina roja antes de darle un trago a su cerveza - ¿Y? ¿Qué motivos te llevan a buscar este demonio en particular?-
- nada que necesites saber- su voz era sería dando por terminada la discusión. sus ojos observaban el contenido del vaso que ahora sostenía a centímetros de sus labios pero sin intención aparente de beber - ¿Vas a decirme porque decidiste acercarte a mí en primer lugar?-
- shesh directo al grano ¿Eh?- definitivamente había un tono de humor en la voz del cazador - bueno, la verdad si vine con algo más que tú compañía en mente- el de azul no supo si le estaba coqueteando o no, ni como eso le hacía sentir, así que decidió dejarlo pasar.
- entonces habla de una vez- su voz denotaba aburrimiento pero sus ojos se notaban curiosos.
- quiero que trabajes conmigo en mi negocio de cazadores de demonios- declaró el de rojo totalmente confiado, mientras el contrario solo sonrió burlesco antes de responder
-¿Y qué te hace pensar que tengo interés en eso? No soy un cazador-
- buen punto - dijo sin darle mayor importancia - pero sé que si piensas quedarte aquí por más tiempo, o incluso marcharte pronto, necesitaras dinero- respondió emocionado, como si fuera una respuesta indudable, mientras le guiñaba el ojo y pasaba uno de sus brazos por los hombros contrarios - si aceptas trabajar para mí...-
- ¿disculpa?- interrumpió incrédulo su interlocutor al tiempo que bajaba el vaso y fruncía el ceño -¿trabajar para ti?-
-bueno... Trabajar conmigo. Si aceptas tendrás alojamiento gratis y la mitad de las ganancias-
-no voy a tener sexo contigo - su voz se había vuelto gélida, sus ojos se habían tornado amenazantes y su mano libre se encontraba en la empuñadura de la katana - estás muy equivocado si crees que soy de esa clase-
- ¡No! ¡Enserio no es por eso!- dijo mientras colocaba sus brazos en forma de rendición. El instinto asesino que podía percibir del otro fue suficiente para que Tony supiera que si decía algo estúpido terminaría con una espada atravesada en el pecho y eso le ponía nervioso y al estar nervioso no media sus palabras, además estaba algo ebrio - digo, toda esa aura de misterio y frialdad te hacen ver bastante atractivo y tienes bonitos ojos... pero! Te juro que es solo una oferta de trabajo- el silencio que siguió fue tenso e incómodo y Tony siendo quien era, no podía dejarlo seguir mucho más- ¿a no ser que tú quieras?...- de todas las reacciones que esperaba está definitivamente no figuraba en la lista. Los ojos de Gilver se agrandaron cómicamente y su boca quedó entreabierta de una forma que lo hacía ver completamente adorable, sospechaba que si pudiera ver su rostro este estaría sonrojado.
Una vez controlado su asombro, y algo de vergüenza, el espadachín volteó su rostro fijando su mirada hacia el lado contrario al cazador - como sea...- susurro antes de ponerse de pie, dar un sorbo pequeño al whisky, dejando el resto del contenido en la barra - dijiste que buscamos al mismo demonio. Si puedes mantener mi ritmo pensaré en tu propuesta- y dicho esto se fue del bar, siendo seguido momentos después por un excitado albino.
- fin flashback -
Al final acepto el trato y comenzaron a trabajar juntos y cada día que pasaba Tony se sentía cada vez más cautivado por su socio. Fue entonces que su decisión de seducirlo volvió con más fuerza. Aunque debieron pasar semanas de mucho esfuerzo y coqueteo antes que Gilver aceptará pasar la noche con él y ambos creyeron que sería la única vez, pero una noche se convirtió en dos y luego en tres. Algo en Gil lo atraía, fuera su voz, su piel, sus ojos o esa sensación de bienestar y familiaridad que parecía desprender, no importaba. Él le hacía sentir que llevaba esperándolo toda su vida, incluso antes de recordar. Y algo en el atraía al contrario, pues sin importar cuántas veces declarara que "es la última vez, Tony" siempre terminaba correspondiendo sus besos o toques y en ciertas ocasiones incluso los iniciaba.
No eran novios, nunca se habían molestado en darle nombre a lo que tenían. Pero esperaba que aun así Gilver sintiera lo mismo que él pues amar sin ser amado era una mierda.
Termino de arreglarse, tomo sus armas y se dirigió a la puerta del cuarto. Tenía un extraño presentimiento pero no dejaría que eso le arruinara el día. Llamaría por una pizza y luego "abriría la tienda", que significaba conectar el teléfono conectado a su negocio sin nombre, después de todo tendría que hacer tiempo hasta que Gil volviera
- - - con Gilver - - -
Esta era la tercera infestación pequeña de demonios de nivel bajo que eliminaba en el día. Esta estaba ubicada en uno de los almacenes del puerto, un trabajo bastante simple y aburrido a comparación de los que llegaban al negocio y era por eso que Tony había decidido no participar. Normalmente serían colonias completas, lo que significaría la presencia de un demonio de nivel mayor a los demás, que tomaban posesión de algún lugar abandonado para convertirlo en un nido o al menos algunos de nivel medio causando caos en algún lugar. Algo que lo mantenía entretenido al menos un momento.
Dio una última estocada al único demonio que quedaba y con una sonrisa satisfecha guardo su katana y se dispuso a marcharse, en un par de horas anochecería y quería llegar a la casa de Tony antes de eso. Se disponía a llamar a su "socio" para reportar el término de otra misión, tal y como había sido parte del trato, y que este pudiera ir a cobrarle a los clientes. Pues si había algo que el de azul no aceptaba era interactuar con otros si podía evitarlo, la única excepción siendo Tony. Cuando al voltearse pudo sentir otra presencia demoníaca cerca, distinta y mucho más fuerte que las que acababa de eliminar. Era el tipo de criatura que su compañero insistía en combatir juntos para evitar "muertes innecesarias", ha, sí claro.
- hijo de Sparda...- pudo oír la voz de la criatura lo cual no era bueno pues solo los demonios poderosos podían comunicarse en la lengua humana - eliminar... La sangre de Sparda- al menos no parecía ser muy inteligente, eso sería una ventaja en la batalla. Volvió a desenfundar su espada y se puso en posición de ataque al tiempo que la criatura, del doble del tamaño de Gilver, se revelaba de entre las sombras del almacén. El demonio tenía la apariencia de un centauro con escamas de un color cobre en el torso humanoide, y brazos como hojas de espadas del mismo material, la mitad bestial parecía recubierta con piezas de piedra muy oscura o talvez carbón y su cabeza se asemejaba a una estatua de piedra agrietada de cuyos ojos emanaba lo que parecía cobre fundido y un casco de apariencia vikinga también de piedra.
- interesante... Espero que seas un desafío mayor que tus amigos- dijo con burla. Al menos no volvería a casa insatisfecho por lo aburrido de la misión.
El demonio levantó uno de sus brazos en posición de ataque e inmediatamente se abalanzó sobre él híbrido a más velocidad de la que su tamaño indicaba. Sin dudar Gilver esquivo el ataque y mientras que la criatura pasaba a su lado le asestó un corte certero en el costado para luego ubicarse atrás del centauro, el cual colisiono con algunas cajas metálicas que se encontraban en su camino. Aprovechando su oportunidad el cazador invoco sus espadas espirituales para atacar la espalda descubierta de la criatura, causando un daño considerable.
Hasta ese momento el demonio demostraba rapidez superior, pero una vez en marcha no podía alterar su trayectoria ni era capaz de detenerse hasta chocar con algo. Gracias a esto Gilver había logrado dañar de tal forma a su oponente que la batalla no duraría mucho más, el mismo había recibido apenas algunos golpes y cortés no graves debido a su estrategia. Pero debido al cansancio de ambas batallas el rendimiento del híbrido no era el mismo y, con la desesperación de un animal herido, los ataques del centauro se habían vuelto más persistentes y las oportunidades de ataque del cazador eran menos y más difíciles de encontrar.
Fue por eso, talvez, que las estalagmitas que surgieron del suelo donde estaba ubicado tomaron a Gilver por sorpresa al punto que no tuvo tiempo de esquivarlo recibiendo el ataque de lleno. Usando la energía espiritual que le quedaba incineró los vestigios del ataque del demonio liberándose y quedando, con mucho esfuerzo, de pie frente a su oponente.
Si lograba darle una estocada más ganaría la pelea, era lo que pensaba en ese momento el cazador. El demonio se abalanzó en un último ataque, más fuerte que cualquier otro hasta el momento pero en lugar de esquivarlo Gilver saltó sobre el centauro para quedar montado en su lomo y clavar su fiel katana completamente en el la espalda contraria a la altura del pecho dando por terminada la batalla y declarándose victorioso.
Estaba cansado. Las vendas en su cara y su ropa estaban manchadas de su propia sangre y se pegaban incómodamente a su piel pero no tenía tiempo de hacer nada al respecto pues si quería evitar a la policía y los curiosos que llegarían gracias al ruido debía irse de inmediato. Con eso en mente se alejó del moribundo demonio y se dirigió a las puertas del almacén.
- jaja...ja- la risa entrecortada de la criatura llegó a sus oídos deteniéndome a pasos de la salida - el viene... Eliminará la...sangre del traidor - susurro con satisfacción indigna de algo a punto de morir.
- ¿Quién viene?- pregunto algo ansioso el híbrido. Algo en ese mensaje lo alteraba pero no lo demostraría, no mostraría debilidad frente a un enemigo caído.
-Mundus... - susurro sonriendo antes de desaparecer. Esa sola palabra fue suficiente para enviar una oleada de terror por el cuerpo de Gilver. Recordaba ese nombre de las historias que su padre le había contado a él y a su hermano de niños.
El camino a casa lo había realizado en auto-piloto. No recordaba cómo llegó, solo que había sido con la oscuridad de la noche rodeándolo, el conocimiento de la pronta venida de Mundus lo había choqueado y entumecido al mundo exterior. No fue hasta que sintió una mano tomar su brazo firme pero cuidadosamente que noto que estaba sentado en el sillón del negocio de Tony con él mismo sentado a su lado
-¡qué demonios te paso!- la preocupación era evidente en los ojos de Tony aun cuando el tono de voz utilizado no lo demostrará - se suponía que era un trabajo fácil ¿Que significan esas heridas? Espera no me digas ¿Te estás volviendo lento?- la primera mitad fue dicha con normalidad mientras la segunda con algo de humor y así aligerar el ambiente. En algún momento Tony había traído el botiquín de primeros auxilios y se dispuso a limpiar sus heridas. Gilver se mantuvo en completo silencio mientras el otro vendaba las heridas que, por suerte, habían sanado en gran medida y ya no eran tan graves. Una vez todas habían sido tratadas y las vendas de su cara cambiadas fuera de vista, ambos cazadores quedaron en silencio sentados uno al lado del otro.
Sin saber que más hacer el dueño del negocio se giró para iniciar una conversación con su acompañante, pero fue sorprendido cuando un par de labios se encontraron con los suyos y unos brazos serpentearon su camino alrededor de su cuello. El beso en si transmitía una desesperación y necesidad abrumante pero por el momento el albino solo se dejó llevar, correspondiendo al besó con pasión y de forma que esperaba fuera reconfortante. No entendía el porqué de las acciones de Gil. Solo sabía que había llegado a casa de su misión cubierto de sangre, con heridas profundas y completamente ido. Talvez ¿el caso había sido más de lo que el cliente había dicho? ¿Había pensado Gil que moriría? De solo pensar en esa posibilidad se le hacía un nudo en el estómago y le entraban ganas de matar al idiota que les había dado el trabajo, pero en ese momento tenía mejores cosas que hacer y un amante al que complacer.
-mm... Ah- Gilver se escuchó a si mismo gemir en el beso. Necesitaba guardar en su memoria cada detalle, cada caricia y cada palabra susurrada en su oído. La forma en que las manos contrarias serpenteaban por su cuerpo quitándole la ropa casi con reverencia, el calor que dejaban aquellas manos en su piel desnuda, la sensación de los dientes ajenos hundiéndose en su carne demandando cada vez más de él, la lengua que exploraba su boca de vez en cuando con ansias, como si fuera la primera vez. Cada estímulo que le era proporcionado a su cuerpo era como electricidad recorriéndolo y le hacía perder poco a poco la capacidad de pensar claramente. No notó en que momento fue alzado del sofá ni cuando sus piernas rodearon la cintura contraria con fuerza, mostrando lo posesivo que podía llegar a ser, sólo notó que era depositado en una cama. Inmediatamente pudo sentir el aroma del otro, un aroma masculino algo dulzón y picante al mismo tiempo, rodearle haciéndole perder el poco control que mantenía sobre sí mismo. Pudo sentir como el cuerpo contrario se posicionaba sobre el suyo, como separaba sus piernas de forma brusca y luego entraba en el con cuidado de no hacerle daño. Cada sesión era igual, brusco y salvaje pero lleno de detalles y cuidados que dejaban en claro que ya no era solo sexo. Lo que ambos compartían era mucho más profundo que solo satisfacción y eso Gil lo sabía mejor que nadie. Él sabía que cada vez que tenían un encuentro sexual, ellos hacían el amor.
-Da... Ah~ ma... más - a estas alturas la mente de Gilver solo podía procesar un pensamiento y era el buscar más contacto, más fricción. De su boca solo se emitían gemidos empapados de placer que de vez en cuando eran acallados con besos pasionales que llevaban el distintivo sabor dulce de las fresas. Su cuerpo se arqueaba y tensaba al compás de las fuertes embestidas que sacudían por completo su ser. Era como un baile del que solo ellos dos conocían la coreografía.
Ya estaban cerca del clímax, Gilver podía sentir su cuerpo prepararse para llegar al orgasmo y por la velocidad y fuerza de las estocadas podía asumir que no era el único a punto de terminar. El calor que se acumulaba en su entrepierna era doloroso en cierta medida pero aquello no era nada comparado con el placer que sentía en aquel momento. Las paredes de su interior se estrechaban creando más fricción con el miembro contrario, que con una última embestida libero su semilla dentro de él al mismo tiempo que la suya propia se derramaba sobre su pecho y su espalda se arqueaba.
- ¡Dante!- grito al llegar al orgasmo para luego caer rendido en la cama y lentamente cerrar los ojos para caer dormido sintiendo el calor de unos brazos rodearle y atraerle hacia un cálido cuerpo.
Despertó más temprano de lo normal. Faltaban un par de horas para que el sol asomara en el cielo pero sabía que si no era ahora no sería jamás. Gilver se levantó con extremo cuidado de la cama para no despertar a su otro ocupante y se dirigió al baño. Al entrar se quitó las vendas del rostro y se giró topándose con su reflejo en el espejo y notó que la mordida del otro día seguía ahí, había cerrado pero la marca permanecía. Era extraño pero por el momento no tenía tiempo para preocuparse por ello. Se ducho tan rápido y silencioso como pudo. Se vistió y volvió a la habitación para reunir las pocas pertenencias que tenía, guardo a Yamato en un bolso mediano para no llamar la atención y en el bolsillo interno guardo un colgante que había mantenido secreto de Tony. Terminó de arreglar sus cosas y se dispuso a marcharse pero al llegar a la puerta de la habitación algo lo detuvo. Se volteó lentamente para mirar a su compañero aún dormido tranquilamente y sin preocupaciones, ajeno a lo que sucedía. Se acercó cuidadosamente y quito de su rostro algunos mechones de cabello para luego plantar un beso tierno y fugaz en su frente.
- Gil...- le escuchó susurrar entre sueños y sus ojos se humedecieron con sus lágrimas. No quería irse, quería quedarse con él en aquel sucio departamento que había llegado a sentirse como un hogar, trabajar con él cazando demonios. Pero debía irse o guiaría a sus perseguidores directamente a Tony y por mucho que esté fuera bueno peleando no tendría oportunidad frente a tantos enemigos fuertes a la vez. Sería vivir esa noche una vez más.
- te amo- admitió en un susurro antes de marcharse. Tomo su gabardina y salió del departamento con rumbo desconocido, una solitaria lágrima se deslizaba por su mejilla pero no había nadie para verle por lo que dejó que a esta le siguieran otras más, este era el fin de Gilver, amante de Tony y cazador. Volvía a ser Vergil Sparda, hijo del demonio Sparda y la humana Eva, último heredero de la voluntad de sus padres y eterno enamorado de un hombre que desde el principio le era prohibido.
El sol se encontraba alto en el cielo cuando Tony despertó, solo, en su habitación. Inmediatamente supo que algo no estaba bien, Gil siempre se quedaba en la cama con el hasta que despertara. Se levantó y rápidamente se puso unos pantalones antes de ponerse a buscar alguna señal que eliminará el nudo en su estómago, pero mientras más buscaba algo que lo aliviará más ansioso se ponía. Todas las cosas del misterioso cazador habían desaparecido. Salió de la habitación y corrió hacia la salida, esperando ver la gabardina azul tan característica de su compañero colgada en el perchero como siempre pero no la encontró. Sintió la desesperación clavarse en su corazón sin piedad.
La noche anterior fue la primera vez en el año que llevaban juntos que Gil no le había obligado a ponerse la venda al tener sexo. Había podido ver la forma en que sus ojos se nublaban y entrecerraban debido al placer, como sus labios formaban palabras mudas y poco a poco enrojecían por los besos que compartían o por la forma en que Gil los mordía levemente para acallar sus gemidos. Pudo apreciar por primera vez su cuerpo y la forma en que este se perlaba de sudor, las marcas que dejaba al morder y saborear la piel ajena jamás se habían visto tan nítidas y sexys como en aquel momento. Pero definitivamente lo mejor de la noche fue que los vendajes, que habían sido soltados a la rápida, se habían corrido en algunos lugares dejándole ver por fin esa tersa y suave piel blanca como la leche, esa mandíbula definida pero aun así de apariencia delicada, las mejillas sonrojadas, su elegante y algo respingada nariz y los mechones de cabello plateado que se dejaban ver por todos lados. Fue algo mágico, el poder apreciar todos aquellos detalles que hasta ese momento le habían sido negados. Debió saber que era una despedida, talvez si lo hubiese notado habría podido detenerlo, hacer que se quedará.
Sin ánimos de nada pero sabiendo que aún tenía cosas que hacer se dirigió hacia el baño sin realmente notarlo. Se sentía adormecido, como si todo fuera solo un sueño del cual solo tenía que despertar y volvería a tener a Gil a su lado. Al entrar en el baño vio tiradas en el suelo unos vendajes y solo entonces la realidad de lo ocurrido le golpeó y, como algo en él se hubiera roto, callo de rodillas aferrándose a lo último que quedaba de lo que fue el mejor año de su vida mientras las lágrimas surcaban su rostro como si de ríos se tratase. Ahí se quedó, tal vez por horas, llorando silenciosamente la perdida de quién se había convertido en su mundo. No había notado la emoción que burbujeaba en su pecho cuando al llegar a casa Gil le estaba esperando sentado en el sofá, leyendo o las veces que Gil preparaba el almuerzo o la cena y luego se sentaban juntos uno frente al otro. Pequeños escenarios cotidianos que le habían dado algo que esperar cada día, algo además de la caza que le diera a su vida algo de color. Algo que ya no volvería
¿Había significado para Gil lo mismo que significaba para él? Y de ser así ¿Porque lo había dejado sin siquiera decir adiós? ¿Tendría algo que ver con la misión del día anterior?
-maldita sea Gil... Te amo- pero ya no tendría oportunidad de confesárselo. Él sabía que de la misma manera que apareció en la ciudad, de la noche a la mañana y sin rastro de siquiera haber existido anteriormente, no podría encontrarlo a menos que él lo quisiera.
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¿Qué tal? ¿Debería dejarlo hasta aquí? Ustedes dirán.
Algunas cosas a tener en cuenta: de seguir la historia contendría M-preg y un poco (mucho) OoC, más que este cap.
Si no les molesta díganme y lo continuaré
