Disclaimer: Naruto y ni ninguno de los personajes y escenarios que aparecen en esta historia me pertenecen. Son creacción de Masashi Kishimoto.

Antes de comenzar a leer, me gustaría ponerles al tanto de ciertas cosas:

- Han pasado cinco años desde que Sasuke se marchara de Konoha, por lo que los protagonistas tienen aproximadamente diecinueve años.

- Naruto pertenece al cuerpo ANBU y Sakura ocupa un puesto distinguido en el hospital de la villa.

- Akatsuki ha sido erradicada

Y ahora sí, espero que "Nebulosa" os haga pasar un rato agradable.


NEBULOSA

Capítulo I: Cambios

Tenso, Naruto se ajustó la máscara blanca de zorro y se colocó en posición de defensa. Las manos apuntando hacia arriba y los brazos ligeramente separados del torso le dejaban el margen suficiente de visión para no perder de vista al objetivo. Sobre su cabeza una cortina de agua helada acentuaba la rabia que se había ido acumulando en su cuerpo con el paso de los años y que en más de una ocasión lo había obsesionado hasta el punto de perder la cabeza. No volvería a haber una oportunidad como la que se presentaba y Naruto lo sabía. Tenía que hacer uso de toda su fuerza e ingenio y salir airoso del combate. Ésa era su misión, y ningún traidor de Konoha iba a impedir que la completara.

Una sonrisa corrompida se dibujó bajo su máscara al contemplar cómo el enemigo desenvainaba su katana. Le señaló con los dedos que atacara y ante la provocación, el arma salió empuñada hacia su frente, certera y cargada de electricidad. Naruto dio un paso atrás y la esquivó sin dificultad, desequilibrando al atacante y proporcionándole el ángulo ideal para realizar el contraataque. "Ya eres mío", masculló entre dientes. Con ayuda de una copia ejecutó una tanda de sellos que materializaron un Rasengan y en su deseo de terminar con la persona que lo había hecho sufrir durante años, lo lanzó contra su espalda.

La espiral giratoria pasó de largo el cuerpo inmóvil del adversario, el cual había caído al suelo segundos antes de que Naruto completara la técnica. Frustrado, el ANBU lo agarró de la camisa y lo levantó bruscamente del suelo.

—¿Qué coño te pasa, Uchiha? ¿Te gusta hacerte el muerto como las cucarachas? —le gritó furioso. Sasuke apenas abrió los ojos ante la ofensiva. Estaba demasiado débil hasta para cerrarle la boca al imbécil de Uzumaki. Desafortunadamente para él, su silencio no fue del agrado de Naruto, quien lo zarandeó hasta casi provocarle náuseas— Respóndeme, maldito traidor: ¿qué estás tramando?

—Naruto —musitó con esfuerzo—, he decidido volver a Konoha.

Bajo su máscara de zorro, Naruto alzó una ceja con escepticismo. ¿Qué había decidido volver a Konoha después de abandonar al Equipo 7 y tirar por tierra tanto su carrera como ninja como sus lazos de amistad?

—Permíteme que lo dude —respondió Naruto con acritud. Sasuke frunció los labios y se dispuso a protestar, pero el ANBU no le dejó—: Si piensas que volviendo a Konoha recuperarás tu antigua vida estás muy equivocado. Te recuerdo que tu cara aparece en el libro Bingo y que eres considerado uno de los criminales más peligrosos del País del Fuego. Desde que pongas un pié en la villa serás inmediatamente ejecutado. Es imposible que de verdad quieras regresar, así que deja de jugar conmigo y…

—He matado a Uchiha Madara —le interrumpió Sasuke—. En Konoha seré recibido como a un héroe —añadió irguiendo el rostro, complacido de hacerle tragar su estúpido discursillo.

—¡Ja, un héroe! —escupió Naruto, asesinando a Sasuke con la mirada— Siempre he detestado esa costumbre tuya de burlarte de todo lo noble que te rodea.

—¿Es envidia lo que noto en tu voz? —le pinchó él con una débil sonrisa autosuficiente— ¿Tanto te molesta que me haya encargado de Madara antes que tú?

—Lo único que me molesta es que mientas con tanto descaro —respondió Naruto, hastiado.

—Llévame a Konoha —le instó Sasuke, cansado de perder el tiempo con el cabeza hueca de Uzumaki—. Y que sea… rápido —agregó, justo antes de perder el conocimiento.

Lleno de rabia, Naruto reprimió un estremecimiento cuando un hilo de sangre espesa se derramó por la comisura de los labios del Uchiha. ¿Por qué rayos sangraba y se desmayaba si apenas habían luchado? Procurando no hacerle demasiado daño, depositó de nuevo a Sasuke en el suelo y registró sus pertenencias en busca de alguna respuesta. Entre las cosas que encontró, hubo una que hizo que la respiración se le cortara de golpe: un frasco lleno de formol con un inquietante ojo flotando dentro.

—¡Maldita sea! —exclamó, histérico. Y de un rápido movimiento cargó a Sasuke sobre su hombro y echó a correr a toda velocidad hacia Konoha.

o0o0o0o

Cuando Sasuke abrió los ojos las estrellas ya brillaban en el firmamento oscuro. Le dolía mucho la cabeza y el recuerdo de su encuentro con Naruto en el bosque cruzó su mente como una flecha silbante. Súbitamente inquieto, trató de situarse en la oscuridad de la habitación, y aunque el reconocimiento del lugar fue negativo, el reconfortante tacto de una cama cálida bajo su cuerpo le hizo olvidar por un momento su extravío.

Con aire meditabundo, Sasuke palpó su abdomen, acariciando cuidadosamente las gasas esterilizadas que lo cubrían. El dolor de la brutal herida que le había propiciado Uchiha Madara segundos antes de morir a manos suyas era ya apenas la reminiscencia de un leve pinchazo. No podía negar que estaba impresionado por las técnicas curativas del médico de turno que lo había atendido mientras estaba inconsciente. Pero él era un Uchiha, pertenecía a una familia de ninjas excepcionales, le había dado muerte a las mentes enfermizas de Orochimaru y Madara, y su nombre era pronunciado con temor en todos los países del Mundo Ninja. Era totalmente impensable que alguien de su linaje alagara a otra persona que no fuera él mismo.

Incluso aunque dicha persona le acabara de salvar la vida.

—Ya veo que te encuentras bien —dijo una voz que Sasuke reconoció como la de Uzumaki Naruto—. Va a ser verdad eso de que las cucarachas son inmortales.

—Dijo el bocazas número uno de Konoha —replicó llevándose una pálida y lánguida mano hasta su frente con fastidio. Lo último que le apetecía en ese momento era tener que ver al imbécil de Naruto y escuchar los comentarios que éste consideraba sumamente ingeniosos—. ¿Dónde diablos estoy? Este lugar apesta a humedad —farfulló.

—Estás en el lugar donde deberías pasar tus últimas horas antes de ser colgado de una cuerda —respondió Naruto, que aún permanecía oculto en la negrura de la sala. Sasuke supuso que su ex-compañero de equipo encontraba divertido jugar con él al escondite y sonrió maliciosamente para sus adentros—. Claro que gracias a ese desagradable ojo que llevabas contigo la Hokage ha decidido hacer la vista gorda por tu desinteresada contribución a la seguridad de la villa.

Al escuchar este último comentario Sasuke se incorporó triunfante de la cama. En un principio había dudado de que en Konoha lo volvieran a aceptar tras todo lo sucedido con Orochimaru, pero ahora que sabía que el trueque de la vida de Madara por la suya había funcionado, se vio con la fuerza necesaria para dedicarle un bufido de superioridad a Naruto.

—Que Tsunade te haya perdonado no significa que nosotros lo hayamos hecho, Uchiha —se apresuró a decir el ANBU, dispuesto a cortar el regocijo de Sasuke de raíz. Pero éste ya había escuchado todo lo que quería escuchar, y de un fluido movimiento se levantó de la cama y anduvo por la oscura habitación hasta detenerse frente a la rígida figura de Naruto.

—¿Sabes una cosa, Uzumaki? Lo que cualquiera de vosotros piense de mí… me importa una mierda —le confió entonces al oído, con desprecio, reduciendo la defensa de Naruto a cenizas.

—¿Pero qué…?

Sobresaltado, Naruto intentó retroceder hacia atrás pero un muro gélido se interpuso en su camino. ¿Cómo había dado Sasuke con su posición exacta en la oscuridad? ¿Se había estado riendo de él desde que recuperó el sentido?, se preguntó desconcertado. La respuesta apareció al instante cuando un rayo extraviado de luz lunar se colara por los barrotes oxidados de una ventana, iluminando tenuemente la estancia, y permitiendo al ninja apreciar el intenso color rojo de los ojos del Uchiha. Al verse descubierto, éste curvó sus labios en una sonrisa ladina y afiló peligrosamente la mirada.

—Nunca cambiarás, Naruto —se lamentó sin sentirlo lo más mínimo—. Sigues siendo igual de imprudente e impulsivo que de costumbre. No sé si ese nuevo puesto de ANBU que ocupas ha influido en esto, pero de verdad que es una lástima. ¿Realmente pensabas que era seguro entrar aquí aún estado yo dentro? Ya sabía que eras idiota, aunque tampoco sospeché que tanto —estas últimas palabras salieron de sus labios envueltas en un halo de desdén que Naruto supo filtrar con un simple encogimiento de hombros. Claro que sabía que era peligroso estar a solas con el discípulo de Orochimaru, pero también era consciente de que todavía estaba convaleciente de una herida que le habría resultado mortal de no haber recibido la mejor de las técnicas curativas. ¿Es que acaso el Uchiha se lo tenía tan creído que pensaba que podría derrotarlo a él, el número uno de Konoha, estando en ese estado?

—Hace tiempo que lo que yo sea o no dejó de ser asunto tuyo. Ahora deja de fanfarronear y quítate de mi vista.

Sasuke apretó con fuerza los nudillos ante la respuesta mordaz de Naruto. ¿Desde cuándo ese cabeza de chorlito se creía con la suficiente autoridad para darle órdenes? ¿Se habría equivocado rotundamente al decir que nunca cambiaría? Si lo pensaba detenidamente, no era cierto que el chico no estuviese cambiado, más bien todo lo contrario. Su aspecto distaba mucho del que tenía la última vez que se encontraron en la guarida de Orochimaru. Lo encontraba bastante más alto, con un rostro más adulto y una indumentaria más sobria. El pelo lo seguía llevando igual de alborotado y del mismo fulminante color rubio. No obstante, ya no era un brillo de competitividad sana lo que veía en sus intensos ojos azules cuando éste lo miraba, sino un resentimiento frío y amargo que contrastaba radicalmente con su naturaleza alegre y optimista.

Sintiendo una punzada en el orgullo, Sasuke comprendió que ese mismo resentimiento habría terminado con su vida en el bosque de no haber pronunciado a tiempo las palabras mágicas, y por primera vez en muchos años, se sintió intranquilo.

—¿Es que no me has oído? —insistió Naruto, sacando al Uchiha de sus pensamientos— Apártate de mí, y no intentes nada raro hasta que vengan a buscarte Yamato y Kakashi.

—¿Kakashi? —repitió, paladeando el nombre de su antiguo maestro. No estaba seguro de si quería verle, pero al observar el semblante serio de Naruto supo que nada ni nadie le iba a librar de esa visita. De mala gana, hizo algunas agradables observaciones—: ¿Qué se le ha perdido a ése aquí? ¿Es que no tengo suficiente con tener que verte a ti ahora mismo?

—Si no querías verme en primer lugar no tendrías que haber manifestado ese condenado Sharingan, ¿no crees? —repuso secamente Naruto, quitando de en medio a Sasuke con un antebrazo y dirigiéndose a la puerta de la habitación — Y segundo —continuó, con la mano cerrada torno al pomo de la puerta—, más vale que no te comportes como el bastardo que eres cuando Kakashi venga a por ti. Es lo mínimo que puedes hacer por él.

Sin nada que decir, o al menos por el momento, Sasuke dio media vuelta y se dirigió con paso resuelto hasta la ventana, donde podía divisarse parte de la villa bajo un mato de agua y luz de Luna. En esas calles y tejados irregulares había vivido cientos de aventuras que, aunque ahora le resultasen insignificantes, antaño habían sido grandes proezas. Parecía mentira que las cosas hubiesen cambiado tanto… y tan deprisa. Con una mirada indescifrable desvió sus ojos hacia Naruto y una mueca igual de enigmática tomó forma en su cara. "Oh sí, monstruosamente deprisa", concedió.

—¿Y bien?

—Me lo pensaré —respondió al cabo de un rato, y su iris volvió a teñirse de negro.

—Piénsalo con calma y ten cuidado con lo que haces, Uchiha —dijo Naruto mientras salía por la puerta—. Recuerda que en tu mano está aprovechar la oportunidad que te ha dado la Hokage de quedarte… y la que te he dado yo de seguir con vida.

Y tras esa breve advertencia la puerta de hierro se cerró con un quejido metálico, dejando a un Sasuke escalofriantemente pensativo en el interior de la estancia.


¡Muchísimas gracias! Nos leemos pronto.

Faylinn