Té negro

By: KitsukyR

Series: Soul Eater no me pertenece

Personajes: Soul Eater Evans, Maka Albarn

Género: Romance

Rating: T

N/A: Universo alterno

¡Gracias por leer!

Su intención y misión era clara como el agua. Estudiar en Shibusen. Y su padre no la ayudaría como solía hacerlo cuando tenía cinco años y se tropezaba –incluso sin llorar- en medio de la calle. Ahora era una adulta. Y por más que el pelirrojo fuese un profesor, no importaba cuántas veces se lo ofreciera, ella se negaba rotundamente a tomar su ayuda. Sabía que cada alumno de esa escuela estaba ahí por su cuenta, trabajando duro y nunca podría verse a un espejo firme sin culpa sabiendo que ella estaba ahí a causa de otra persona. En especial, por su padre. Eso sería hacer trampa y Maka no lo aceptaría. Llevaba los pies sobre la tierra, y eso significaba que tenía que hacer las cosas por sí misma. Si eso representaba tener que ahorrar un dinero que no tenía, lo haría. Trabajaría, ahorraría y enviaría su aplicación para Shibusen.

No estaba asustada. No lo estaba ni siquiera un poco.

Por más difícil que resultara ese camino, estaba dispuesta a tomarlo.

Wes Evans había sido la persona que la había llamado y le había concedido su primer día de prueba. Su actitud la había tomado por sorpresa. Muy diferente de lo que ella esperaba, tratándose de un hombre con mucho dinero. Intentaba no juzgar demasiado a la gente así, pero por experiencia; tendía a hacerlo. Se comunicó con ella por teléfono, y cuando entablaron su primer encuentro, intentó no ser tan obvia observándolo. Pero había sido un poco inevitable. No sólo porque era un hombre indudablemente atractivo. Si no, más bien; porque su cabello la había llamado mucho la atención. Era blanco, cada pequeño mechón de su cabello era blanco como la nieve.

Su primer día de prueba había resultado mejor de lo que esperaba. La mansión era enorme, sí. Y hermosa. Esperaba, con naturalidad, conocer al resto de la familia. Aunque eso no sucedió. Su posible jefe no lo había mencionado y de todas formas, no había preguntado, supuso que preguntar solo le traería problemas y tampoco le era necesario. Sus órdenes eran básicas, igual. Y era su día de prueba. Quizás se equivocaba en alguna tarea y terminaría trabajando en una cafetería con un suelo mínimo, otra vez. Sólo tuvo la oportunidad de conocer a uno de ellos. Ése chico que se llamaba Soul. Era, definitivamente, un integrante de la familia. Lo sabía por ese cabello blanco tan parecido que Wes llevaba. Aunque, no sabía de quién se trataba y él tampoco se había mostrado muy interesado en presentarse.

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Él estaba acostado sobre una cama que podría haber ocupado tranquilamente, espacio para dos personas. Se veía aburrido, con un libro en sus manos. Sus ojos estaban enfocados en esos textos que, para su opinión; eran monótonos, estúpidos, horriblemente tediosos y sin sentido alguno. Se suponía que debía leerlo desde la primera hasta la última página y aprendérselo de memoria en seis días. No era broma. Seis malditos días. Podría hacerlo, obvio. Pero podría haber empezado a leerlo un mes antes, también. Era sólo que había tenido muchas cosas que hacer. Como comer. Bañarse. Hablar. Juntarse con BlackStar y los otros. Mierda. El profesor Stein iba a abrir su cuerpo sin anestesia y cortarlo en dos piezas.

-Mi nombre es Maka Albarn- sonrió, -Es un placer conocerte.

No había tocado la puerta. Abrió los ojos al escuchar una voz detrás de él. Aún con eso, sin mostrarse muy interesado, su mirada se enfocó en la rubia desconocida de ojos verdes que llevaba una sonrisa en sus labios rosados. Él había dejado la puerta semi-abierta, recordó. Cosa que jamás hacía. Pero ese día, se había distraído. Y antes de que pudiera preguntar quién demonios era y qué demonios hacía en su casa, recordó cierta conversación que había tenido con su hermano unos meses atrás. La chica de limpieza. Oh, no. La chica que ayudaría a llevar la limpieza. Repasó, con gracia; las palabras que había transformado su hermano para que no sonara tan despectivo. No que le importara, de todas formas. Aunque ya había formado una imagen en su mente. Y esa no se trataba más allá que de una mujer enorme y vieja. Con pechos enormes caídos y desagradables a la vista. Gorda. Tan gorda que no podría ser capaz de entrar a la casa casa. Con una voz ronca, y con una cara fastidiosa las veinticuatro horas del día. Con un ridículo y desagradable uniforme de mucama. Maldita sea, BlackStar. Si no hubiese sido por él, jamás se hubiese imaginado tal horrible imagen en su cabeza. Pero la persona que se había presentado en su puerta no era nada parecido, en cambio; se trataba de una chica. Una minúscula. Con pelo rubio oscuro, lacio. Atado con dos colas en cada costado. Pecho plano. Con ojos grandes y de color verdes. Su voz, suave y dulce. Su ropa se bastaba en una remera grande –mucho más grande que todo su cuerpo-, un pantalón y unas zapatillas. Ningún uniforme de mucama a la vista.

-Soul.- respondió él, tajante. No parecía que estaba prestándole mucha atención. Era algo raro. Sus ojos estaban clavados en ella, pero no era exactamente así. Sentía que debía mirarla, por educación; pero no parecía con muchos deseos de hacerlo. Como una obligación. Honestamente, él tenía demasiado que lidiar en su casa como para tener que hacerlo con otra persona más. Toda ésta idea de una mucama o "persona que ayudaría con la limpieza" sonaba demasiado tedioso para él. Si fuese por propia elección, podría limpiar esa maldita mansión en su propia cuenta, sin la ayuda de nadie. No era que la idea lo divertía, pero lo haría con gusto si certificaba que no debía tener contacto con alguien más. Era, sencillamente; incómodo. Una incomodidad que ella notó.

-Es un placer conocerte, Soul.- dijo con una leve reverencia. ¿Soul? Ese era un nombre inusual. A pesar de eso, su sonrisa no se borró en ningún momento. Después de unos segundos en total silencio y antes de que ella pudiese preguntarle algo más, el chico murmuró unas palabras sin sentido que no logró escuchar, en voz baja y se levantó de su cama en un salto. Colocó sus manos en los bolsillos de su pantalón color marrón y se retiró de su habitación sin decir algo más, pasándola de largo.

-Bueno… eso fue un poco grosero, ¿cierto?- susurró la rubia.

Aparentemente y como supuso en primer lugar, los hombres eran todos iguales. Más que nada los que tenían mucho dinero encima.

Pero, era ridículo. Porque, por más grosero o amable que esa persona fuera, no tenía por qué darle importancia o afectarle de ninguna manera. Ella no estaba para pensar en ésas cosas. Y el día terminó más rápido de lo que esperaba.

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-Buenos días, Maka- dijo el hombre de cabellos blancos –idéntico que el mismo otro chico- pensó ella. Excepto que éste poseía unos ojos azules. Y el otro, en cambio, tenía unos muy inusuales. Unos rojos carmín. Como… sangre. Ugh, ella siempre hacía eso. Su mente desviaba tanto por las cosas más pequeñas a veces, que luego olvidaba que estaba hablándole a su jefe y si seguía así, tan distraída; podría perder su trabajo con suma facilidad. –Oh, lo lamento. ¿Está bien que te llame así?- preguntó, haciéndola entrar en sí, con un poco de culpa en su voz. Tal vez debía llamar a la chica por su apellido.

La rubia sonrió, sacudiendo sus manos en negación. -¡Claro, claro! ¡No hay problema, no hay necesidad de ser tan formal conmigo!-

El hombre que se encontraba frente suyo, esbozó una encantadora sonrisa. No demasiado amigable, solo educada. De la misma manera que todo su ser era. O al menos, parecía ser.

-Entonces, me alegro.- hizo una pausa. -Maka. ¿Cómo fue tu primer día?-

¿Cómo había sido? Esa había sido una pregunta algo extraña, quizás. O quizás fue cuánto tiempo se había tomado ella en pensar en los detalles. La mansión Evans era mucho más sorprendente de lo que había esperado. Todavía no había entendido cómo había conseguido para encontrar un puesto en una casa así.

Wow, un momento. ¿Ya estaba contratada?

-Quiero decir.- comenzó él, ante la mirada extrañada de ella y simplemente lo dijo -¿Te sentiste cómoda? ¿Está en tus planes quedarte por más tiempo?-

Por supuesto.

Si ella planeaba estudiar en Shibusen –algún día- y realizar su carrera tan esperada y poder ser, en algún momento; tan admirable como su madre, necesitaba ser realista. Necesitaba dinero. Y definitivamente contar con su padre no era opción.

Aunque, su pregunta la había sorprendido un poco. Había pasado de un simple día de prueba a un quedarse por más tiempo. Eso significaba que ¿había aprobado? Pero, ¿cómo?

-C…¡Claro!-

Evans sonrió ante su respuesta –Me alegra mucho escuchar eso.- por unos segundos se quedó callado y la expresión de su cara cambió completamente, a una un poco más seria. –Quería hablar de algo en particular, Maka…- le susurró y ella sintió una inseguridad repentina en su espalda. –Estoy consciente de que haz conocido a mi hermano menor.-

Honestamente, no. Pensó ella con una mueca en sus labios.

-No estoy segura…-

-Sí. Mi hermano menor, Soul.- explicó.

Los ojos verdes se abrieron ante la sorpresa.

-¿Soul es su hermano menor?- preguntó ella con incredibilidad en su voz acompañado de un tono más agudo que antes.

Ese muchacho no podía ser su hermano. Detrás de su evidente apariencia física jamás hubiese imaginado que eran hermanos. Aunque, bueno; ambos tenían el cabello de ése color tan extravagante. Esa tendría que haber sido su primera y única pista. Pero más allá de eso, por los pocos minutos que había compartido palabras con ambos; le habían parecido muy distintos. Uno parecía un simple niño enfadado que quería alejarse de ella lo más rápido posible. Y el otro, no sólo que no quería eso; sino que parecía interesarse por ella. No en una manera extraña. Sino más bien… como cualquier otra persona.

Otra vez, Maka se sintió mal con ella misma.

Tenía que dejar de juzgar a los hombres.

Y acababa de ser muy grosera ante él.

Wes se rió ante su sorpresa evidente.

-Um… lo lamento, no quería…-

-No, no. Está bien. Entiendo que habrás tenido un encuentro algo incómodo. Es por eso que quería decirte que a pesar de eso, es un buen chico.- suspiró. –Bueno, si es que decides quedarte aquí, te acostumbrarás. Lo entenderás. Soul es una buena persona. Sólo que es un poco complicado.-

Maka lo miró.

Después de todas las cosas que se había imaginado en esa fracción de segundo, no se había imaginado eso.

No tenía hermanos ni hermanas. Sólo tenía a un padre que había engañado a su madre toda su vida y, a una madre ausente que enviaba cartas de vez en cuando. No podía entender cuál era el sentimiento de tener una familia real.

Ella no quería ser el tipo de persona que juzgaba inmediatamente.

"Un poco complicado"

La sensación de pedirle disculpas a ese chico la aprisionó. No que le hubiese dicho algo ofensivo o desagradable en particular, de hecho; ni siquiera habían compartido una conversación decente, solo…

-En fin, Maka. Me alegro mucho que hayas decidido quedarte. Por el tiempo que quieras, claro. Y cualquier cosa que necesites, sólo házmelo saber.-

Maka hizo una reverencia, acompañada de una sonrisa.

Hacer reverencias, actuar con extrema educación y regalar sonrisas falsas no era exactamente lo suyo.

Pero no era ninguna chica estúpida. Si realmente quería quedarse por un par de días más en una casa así, debía hacer ese tipo de cosas. Y no le molestaría en absoluto hacerlas.

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Su cuerpo físico estaba ahí y al mismo tiempo, no.

Así se sentía, cada vez que estaba cerca de él.

Eso era porque Soul Evans la evitaba. Todo el tiempo. Y evitarla no era precisamente una tarea difícil en una casa enorme como lo era ésa.

Aunque debía remarcar que estando en la misma casa, él intentaba –casi con emoción-, ignorarla.

Cuando ella estaba limpiando la cocina y él se acercaba, quizás buscando algo de comer o un simple vaso de agua, al instante que la veía, se retiraba de ahí. Seguramente hubiese dicho una excusa tonta como "voy a mi habitación, olvidé algo." Y nunca volvería hasta la hora de la cena. Y lo diría sin decir su nombre, porque posiblemente ni siquiera lo recordaba. Excepto claro que, él no le dirigía la palabra.

En serio, ¿qué sucedía con él?

Al principio no le importaba. Bueno, no es que no le importara en absoluto, sólo que no le interesaba… tanto. Es decir, Maka no era una mala persona, pero su plan era el mismo. Trabajar, ahorrar dinero e ir a Shibusen. No tenía tiempo para tratar con personas que no se interponían en su objetivo. Además, no es que esas situaciones la hacían sentir totalmente incómoda. Eso era algo completamente distinto. Lo que en realidad consideraba sobre Soul es que…la sorprendía. Nada más que eso. No la molestaba. No tenía un mal trato. No le gritaba y le decía que era un ser horrible, solamente la trataba como si su alma no existiese en absoluto.

¿Eso no era peor?

Wes le agradecía y sonreía cada vez que la veía, incluso aunque estaba pagándole por eso, siempre se mostraba amable con ella sin dudarlo. Y desde su segundo día, no le había comentado una palabra más sobre su hermano menor.

"Está bien, pensó; "no interesa".

No podía pensar nada más porque a pesar de estar trabajando hace un mes en su casa, sus charlas habían sido limitadas. ¿Charlas? No, no podía llamarlo así. Su nombre había sido lo único que había escuchado decirle personalmente a ella.

Algunas veces, había sido presente también de pequeñas palabras que había compartido con su hermano mayor, pero eso era todo.

No podía explayarse más.

La hora de la cena era un momento en el que Soul tenía que estar en la misma habitación que la rubia, sí o sí.

Y mientras que Wes le hablaba, unos ojos verdes se distraían mirando a su hermano menor. El cual, por cierto, debía tener la misma edad que ella.

Pero éste sólo masticaba y tragaba su comida en puro silencio antes de regresar a su habitación. Soul no le decía ni una mera palabra. Y Maka tampoco intentaba iniciar una conversación. Eso hubiese sido incómodo. "Al menos le gustó la comida" pensaba la rubia con estupidez.

Y durante ese tiempo, jamás se quejó.

¿Qué podría decir? Se imaginó la conversación en su cabeza y era algo parecido a:

"Tu hermano me ignora."

"Es un poco complicado."

"Es algo raro."

"¿Y eso te molesta en algún aspecto?"

"No, pero es algo raro"

"¿Entonces?"

"No estoy segura. Voy a seguir con mi trabajo. Gracias por la charla."

"Está bien, señorita Albarn. Cualquier cosa que necesites, puedes decirme."

Sonaba anormal en cualquier aspecto.

Y a ella realmente no le importaba. Quizás era cruda y fría –cosa que podía ser cierto-, pero no le afectaba la reacción que un chico malcriado tenía. El cual se sentía superior a una simple chica. Seguramente no sabía lo que era el hecho de trabajar duro por algo.

Y eso estaba bien.

Podía hacer lo que quería.

Pero, inevitablemente, después de un tiempo, la curiosidad la llamó de una forma más potente que antes.

¿Cuál era su problema? ¿Tenía algo que ver con ser un niño malcriado? Ella pensaba que estaba demasiado grande como para creerse mejor que los demás sólo por tener mucho dinero.

Era ridículo.

Y ella quería golpearlo. Fuerte. En medio de su cara. Sabía cómo dar un golpe y moría por hacerlo cada vez que él ignoraba su presencia.

A veces se preguntaba si por casualidad, Maka había hecho algo que lo había ofendido de un modo personal a él.

Posiblemente había una razón detrás de todo eso.

Pero por más que lo meditaba, no se le ocurría ni una sola cosa que hubiese podido molestarlo.

Y si acaso había sucedido, estaba segura que su jefe le habría comentado algo al respecto. De una manera educada, sí. Pero le habría dicho algo. En cambio, parecía estar cada vez más encantado con su presencia en su hogar.

Entonces, ¿qué era?

La curiosidad de la rubia siguió firme y presente en su cabeza.

Y cada día que pasaba, Maka se fijaba cada vez más, más y más en Soul.

De una manera correcta.

Sí.

Nada especial.

Nada que sea visorio a la vista y nada que arriesgara su trabajo de forma específica.

Incluso había días en los que no tenía la chance de verlo.

Porque estaba encerrado en su habitación y se aseguraba estar lejos de ella, porque no aparecía en su casa por alguna razón que desconocía y a la mucama no le incumbía saberlo.

Hasta que esa vez, llegó.

Esa vez en que lo arruinó.

Había sido un accidente.

Podía jurar, que había sido tan solo un error.

Uno simple.

Uno que le habría podido pasar a cualquier persona.

Uno que hizo que se quedara casi paralizada frente al lavarropas.

Junto a sus ojos verdes que se abrieron como platos y su boca se abrió a causa de la sorpresa.

Lo destiñó.

Tomó el abrigo en sus manos y lo dio vuelta varias veces para asegurarse.

Deseó y pensó que estaba soñando.

Pero no, estaba despierta. Esto era real, lo había hecho en serio y todavía no entendía cómo.

En qué momento.

Cómo.

La chaqueta amarrilla que Soul usaba todo el tiempo, -al menos, las veces que lo veía- había adquirido un asqueroso color casi rosado.

Era horrible.

En un instante le dijo adiós a su sueño estúpido de estar en Shibusen.

Oh.

Estaba despedida.

Absoluta y completamente despedida.

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Escondió la chaqueta detrás de su espalda. Se dirigió hacia la habitación en la que él se encontraba.

Tocó la puerta una vez. Un momento que le pareció eterno, sobre todo cuando no escuchó respuesta.

Otra.

Hasta que escuchó su voz.

-¿Qué?-

Sonó grave. Áspero. Y –casi-, fastidiado. O solo había sido su imaginación.

Por algo que ni siquiera le había dicho aún.

-Umm… ¿puedo pasar?-

Podría haberle dicho detrás de su puerta, cerrada: "¡Hey! ¡Acabo de desteñir tu ropa favorita por error! Me retiro, que tengas un lindo día, idiota." Pero, si iba a terminar siendo despedida, por lo menos; iba a realizar la última acción de forma correcta.

Maka Albarn no era ninguna cobarde.

Hubo una pequeña pausa de su parte antes de decir: -Seh. Pasa.-

Con suavidad colocó su mano sobre el picaporte, y la abrió. Él estaba acostado sobre su cama. Otra vez, idéntico al día en que lo había visto por primera vez.

Todo era como una horrible ironía.

Cargaba la punta de una lapicera entre sus dientes y esta vez, estaba mirándola.

No le preguntó qué es lo que quería, porque en cambio, parecía que sus ojos estaban preguntándole eso.

La rubia fue la que tomó una leve pausa ésta vez.

La cual duró un poco más de lo que se imaginaba.

Con eso, Soul colocó una mano sobre su nuca.

-Mi hermano está trabajando.- dijo él, interrumpiendo el silencio que casi los apoderó a ambos.

-¿Qué?-

-Te estoy diciendo que Wes no está en casa.- repitió, entrecerrando las cejas, como si estuviese hablando de una gran carga. ¿Acaso estaba sorda? Pensó, con molestia. –Tendrás que esperar unas horas más. Hasta las ocho, creo.-

-No, no, no. No estaba buscándolo a él, estaba buscándote a ti.-

Con eso, los ojos de Soul se abrieron en sorpresa más que antes al escucharla.

¿No era evidente?

Por algo había entrado a su habitación.

Maka escapó un suspiro largo de sus labios. Miró al suelo y admitió con vergüenza en su voz: -Lo lamento mucho.-

Antes de que él pudiese preguntarle de qué estaba hablando, la chica de ojos verdes quitó su mano detrás de su espalda, mostrándole la chaqueta –ahora, por su culpa- rosada.

La lapicera se cayó de sus labios.

Lo cual la asustó un poco más.

-Ugh.- mordió su labio inferior. -Lo siento mucho, de verdad. Me distraje con el lavarropas, y yo-

La carcajada repentina de Soul interrumpió su disculpa.

Su ropa preferida se veía realmente chistosa.

Una mano se reposó sobre su frente –Qué idiota.-

Los ojos verdes de ella se abrieron. Después de un mes de estar casi todos los días alrededor de él, esa era la primera vez que lo había escuchado reírse. Como…en serio. Y escucharlo decirle idiota con tanta facilidad y honestidad, también. Quiso golpearlo. Pero se lo tragó. No era el momento, no era el momento.

-…No me parece oportuno que te rías del error de otra persona así.-

Pero eso no lo detuvo, y la risa siguió presente.

-Es decir… entiendo que me despidas por esto, pero aún…así…-

-Espera, espera. ¿Qué estás diciendo?-

-Entiendo que me despidas por esto, pero aun así…- repitió, casi harta; como una pieza rayada.

-Oi, no voy a despedirte por esto.- la interrumpió, otra vez. Y su carcajada se borró con una mueca de desconcierto. -¿De verdad pensaste que ibas a perder tu trabajo por esto?-

Y Maka lo miró confundida desde la puerta de su cuarto.

-B…Bueno-

-A menos que quieras irte.-

-¡Por supuesto que quiero quedarme!- dijo ella, con una mirada determinante que hubiese podido sorprender a cualquiera, incluso a él.

Lo cual hizo con facilidad.

Soul se levantó de la cama y se acercó hacia ella. Se rio y le arrebató la chaqueta de sus manos. -¿Cómo pensaste que iba a hacer eso?-

Maka entrecerró los ojos. –Hace pocos minutos dijiste que era una idiota.-

El chico de ojos rojos levantó su chaqueta enfocándola con la luz. –Seh. Puedes cocinar pero no puedes usar un lavarropas. ¿Qué es lo que sucede contigo?-

Las mejillas de la rubia se enrojecieron. La vergüenza y el enojo se mezclaron.

-Hey, descuida. No le diré a Wes si eso es lo que te preocupa.- dijo, enfocando sus ojos en ella. –Además, ya estaba pensado deshacerme de esto.-

Maka quiso matarlo. Y con eso, olvidó las reverencias y su buena educación. -¡¿Pensabas deshacerte de eso?! ¿¡Me asustaste por nada?! ¿¡Hablas en serio?!-

Soul dio un paso hacia atrás. –Bueno, ¡sí! ¡No puedo seguir usándolo!- Era tan uncool usar lo mismo después de tantos años. -Además, ¡fue tu culpa, deberías ser más atenta! ¡No es tan difícil usar un lavarropas, ¿¡sabías?!-

-¡Pensé que ibas a despedirme!- gritó. -¡Casi tengo un ataque!- gruñó, elevando su voz a un tono más grave. -¡Y NO ES MI CULPA, PUDO HABERLE SUCEDIDO A CUALQUIERA!-

Soul esbozó una sonrisa, mostrando cada uno de sus colmillos. –Pero te sucedió a ti. No eres tan buena con éstas cosas, ¿no?- respondió sin borrar su sonrisa, divertido.

-¡Fue solo un error! ¡¿Estás diciendo que tú podrías ser mejor?!-

-No sé si el mejor. Pero definitivamente, mucho mejor que tú.-

Ambos siguieron con los gritos un poco más de tiempo, decidiendo quién era más idiota y qué tan difícil era usar un lavarropas.

Ninguno de ellos habló sobre el hecho de que porqué su actitud había cambiado de un instante a otro. Y al final del día, Soul guardó su chaqueta desteñida escondida en un cajón de su armario.

Ahora todo era mucho más entretenido.

Y cuando Wes regresó, la cena se sintió más agradable que de costumbre y Soul fue capaz de decir unas palabras más que sólo comer en silencio. Cosa que sorprendió a su hermano mayor.

La verdad es que ahora todo tenía un gusto diferente.

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N/A: Woaaaah. No pensé que iba a seguir escribiendo algo más de Soul Eater, pero aquí estoy y me hace muy feliz. Aunque sí, éste es un super AU! Y ufff, no puedo negar que me es muy entretenido hacerlo. En fin, espero que les haya gustado y espero que hayan tenido un lindo día de San Valentín. (Y con eso merefiero, a haber comido muchos chocoaltes y haber aumentado un mínimo de seis kilos. WAAAH.) Miles de gracias por tomarse la molestia de leerlo =).

Kitsuky R.