El frío llega… Es lo que ocurre cuando las bombas asolan el mundo. La última gran guerra, la III Guerra Mundial se estaba cocinando. Y explotó, en cientos de hongos nucleares. "La Guerra Champiñón", como la llamarían cuando los años pasasen. ¿Y qué quedaba tras ella? El humo de las bombas desaparecía, el viento se lo llevaba con el paso del tiempo. Y así llegó el invierno eterno. Invierno nuclear… La estación única provocada por las guerras.
No pensemos en los motivos de este Gran Guerra. Sino en sus consecuencias y es que ¿quién puede sobrevivir a un mundo trastocado, tras una batalla encarnizada llena de héroes muertos y mártires vestidos con traje militar? ¿Quién puede aguantar las bombas y sus consecuencias? Los cadáveres se multiplican por miles y el frío acabará con los que quedan. ¿Entonces? ¿Quién queda?
Una pequeña está sola, ella es especial y lo sabe. No comprende qué es una guerra, una bomba atómica o el frío nuclear, pero si sabe que ya no hay más niños con ella. Lleva cerca de tres o cuatro días andando sin rumbo fijo. En busca de algo o de alguien que le ayude, que le de una palabra de consuelo. De pronto se para. Ya no hay nada que hacer al fin y al cabo está sola ¿verdad?
Las lágrimas empiezan a caerse lentamente por la mejilla, son silenciosas, pero su llanto es alto. El frío llega y está sola ¿qué más da que ya no se haga la dura y llore?
Inesperadamente unas manos frías pero llenas de calidez le secan la mejilla. Un grito ahogado sale de la boca de la pequeña y alza la vista un poco asustada.
-¿Quién…?
Ante ella un hombre en apariencia mayor. Lleva gafas azules, traje y pajarita roja. En la mano izquierda carga con una corona de un metal dorado con grandes piedras rojas. ¿Será un rey? ¿Un caballero? ¿O un príncipe que ha venido a salvarle?
No puede decirle nada pues su salvador desaparece durante unos segundos. Asustada ante la huida de su rey, le sigue con la mirada y da pequeños pasos. Tal vez no sea un hombre bueno. Le ve meterse en una tienda y se mantiene callada ¿qué hará? ¿Qué pretende?
-Toma.
Un osito de peluche rosa con botones azules como ojos aparece ante la niña que no puede evitar abrir la boca emocionada. El muñeco es suave y blando. No, no es un muñeco, es su amigo.
-Me llamo Simón ¿y tú pequeña?
Duda, el hombre tiene una gran barba blanca y una nariz larga y fina. Pero entonces cae en su color de piel, es azulado, se parece al suyo, sonríe.
-Me llamo Marceline.
Las comisuras de los labios de la pequeña se elevan todo lo posible.
-¡Y este es Hambo! –Dice sosteniendo a su nuevo amigo blando entre las manos.
-Me gusta el nombre, creo que le queda bien.
Las sonrisas del Rey Simón son amargas, como si la tristeza las cubriera.
-¿Qué te pasa?
-Oh nada. Hace mucho frío. ¿Verdad? Vayámonos de aquí Marceline.
El viento se lleva el humo, los tanques quedan expuestos a la luz, como los cuerpos sin vida, los electrodomésticos viejos, los trozos de vidas olvidadas y los sueños de una niña.
Tú y yo nos conocimos ese día.
En fin, este es el primer capítulo del que espero que sea un fanfic en el que se vaya describiendo como el Rey Hielo (Helado en Latinoamérica), se va transformando y el porqué de ello. En este capítulo quiero simplemente presentar a Marceline en lo que será su vida junto con su "Rey Frío". Aquel que con las manos congeladas es capaz de transmitir calidez al a su vez fría piel. Espero que guste. ^^
