Bueno, hola lectores! Soy nueva en esta página, hace años que la conozco pero nunca me atreví a escribir nada hasta ahora. Es mi primer fic espero les guste!
Síntesis: es mi versión sobre como eran las vidas de Inuyasha y Kikyo antes de conocerse, como fue su primer encuentro y como fue la relación que tuvieron. Para aquellos que hayan visto el especial de primavera quizás lo entiendan un poco mas y/o recuerden alguna que otra escena, para los que no les será igual de comprensible. Simplemente se me dio por imaginar y atar los cabos sueltos que Rumiko dejo sobre su historia de amor.
Todos los personajes son propiedad de Rumiko (excepto aquellos que invente yo), esta es solo una combinación de sus personajes y mi imaginación por y para fans. Espero lo disfruten :D
Capitulo 1
Los orígenes de Kikyo
Era una calida mañana de verano en la época feudal, dentro de la escuela de sacerdotes se encontraban dos hermanas gemelas Keiko y Meiko, aprendices de sacerdotisas.
Sin duda eran las mejores aprendices del lugar, aunque era bastante notorio que Meiko sobrepasaba a su hermana en todo lo que hacían.
Las jóvenes entrenaban muy duro todos los días, su esfuerzo y dedicación las volvían muy respetables. Su maestro había puesto toda la fe en ese par de chiquillas que habían sido rescatadas de una aldea que había sido atacada por demonios. Lo perdieron todo, su familia, sus orígenes, su hogar…
Provenían de una respetable familia con varios antepasados que ya pertenecían al clero.
El tiempo paso y las muchachas completaron su carrera, luchaban siempre juntas y realmente lo hacían de maravilla. Keiko siempre envidio un poco a su hermana, el verla luchar con esa fuerza con ese poder, sabiendo que jamás seria tan buena como ella. Pero solo se limitaba a ayudarla, a ser su sombra…
Ambas fueron designadas para cuidar de un templo en la región del este. Durante un tiempo se dedicaron a sus labores en aquella aldea. El señor feudal de la aldea llamado Takenshi apareció luego de regresar de una larga guerra en la que habían resultado victoriosos. Se sentía bien volver al hogar, a su palacio ubicado en las afueras de la aldea.
El hombre salio del palacio dispuesto a visitar la aldea y a sus habitantes a quienes hacia ya mucho tiempo que no veía. Pero algo le llamo la atención, una joven sacerdotisa de piel blanca y largos cabellos negros, su mirada algo tímida y alerta lo cautivo al instante.
¿Quién era esa chica? ¿Cuándo habían designado a una nueva sacerdotisa al templo? ¿Acaso había fallecido el sacerdote anterior? Sin duda muchas cosas cambiaron durante su ausencia. Nada de eso le importaba realmente, solo conocer a aquella joven.
Antes de partir a la guerra, el Señor se había casado, su esposa había dado a luz a un niño llamado Kotaro. Para desgracia de todos, su amada había fallecido durante el parto. Pasaron 5 años, el sabia que su hijo necesitaba una madre, tal ves esa jovencita que tanto lo había sorprendido podría llegar a convertirse en su esposa.
La sorpresa fue grata, la joven tenia una hermana sacerdotisa, es decir, el podría desposarla sin ningún inconveniente ya que el templo no quedaría solo. Pero… ¿ella lo aceptaría? Aun ni siquiera sabia su nombre...
Luego de unos meses de tratar de conquistarla, pidió su mano. La joven Keiko no sabia que responder, si se casaba tendría que dejar sus deberes como sacerdotisa y dejar que su hermana luchara sola, aunque Meiko era perfectamente capaz de ello. En el fondo Keiko sabía que nunca seria tan buena como su hermana, su fuerza espiritual no tenía comparación y no era para menos siendo las últimas descendientes vivas de la gran sacerdotisa Midoriko.
Ella acepto ser su esposa, al menos tener una familia la reconfortaría de no poder ser la fuerte y admirable sacerdotisa que ella deseaba, era su sueño, pero sin duda alguna era su hermana la que lo seria.
Pasaron los años y la joven, ya princesa, Keiko dio a luz a una pequeña niña.
-Kikyo…- susurro- ese será tu nombre, eres tan bella como una flor –dijo Takenshi sosteniendo en brazos a su pequeña hija.
Todos en la aldea estaba felices de la noticia, una nueva princesa había nacido, el señor había recuperado su sonrisa con aquella pequeña luz que llegaba al mundo.
Sin duda la infancia de Kikyo al lado de su hermano mayor Kotaro, quien la adoraba y la protegía como si fuese una delicada florecita, fue muy feliz. El niño le llevaba 8 años a su hermana, era bastante mayor cuando ella era apenas una niña.
Lo hacían todo juntos, recolectar flores, jugar a las escondidas en el palacio…, si sus vidas eran perfectas siendo niños. Sin preocupaciones, nada invadía su pequeño mundo inocente. Todo era felicidad para ellos, pero eso estaba a punto de cambiar…
Aquella tarde todo cambiaría para los hermanos, se encontraban volviendo a la aldea luego de haber ido a recolectar flores para el cumpleaños de su madre. El joven de ya 15 años acompañaba a su hermanita cargando un gran cesto de flores.
-Kikyo, no te alejes demasiado- le grito a la niña que corría varios metros por delante de él.
-Estaré bien, apresúrate que llegaremos tarde, si mama se despierta arruinaría la sorpresa- le contesto a su hermano bastante inquieta.
Ambos apresuraron el paso, pero de repente un fuerte ruido se oyó, un youkai estaba cerca. El joven corrió hasta su hermana tomándola del brazo y obligándola a correr.
-Es un demonio, rápido Kikyo, ¡corre!- le grito.
El monstruo media unos 12 metros, su piel era oscura como la noche, tenia unos grandes cuernos a ambos lados de su cabeza y unos ojos rojos encendidos que aterraban a todo aquel que se le cruzara.
Al ver a los niños exclamo: – Comida fresca, un bocadillo ideal para estas horas del día…
- ¡No pondrás un solo dedo sobre mi hermana! – exclamo el joven manteniendo atrás a la niña.
- Entonces comenzare contigo- le respondió el demonio tomando al joven por el cuello.
-Suéltalo!- grito ahogadamente Kikyo al ver como ese youkai tomaba a su hermano para comérselo, se acerco a el con rabia a ira en sus ojos.
-Kikyo, vete de aquí ahora- le ordeno su hermano, - No te dejaré solo- le respondió ella.
- Que adorable escena- dijo el demonio, - dos hermanos muriendo juntos- tomo a la niña con su otra mano.
-¿Morir?- dijo Kikyo - ¡Yo no voy a morir en las sucias manos de alguien como tu!- grito intentando soltarse de la fuerte mano del youkai.
Lo siguiente fue sorpresivo para todos los presentes. Una fuerte luz morada salió de las pequeñas manos de la niña destruyendo por completo el brazo del demonio. El dolor provocó que soltara al chico que tenia en su otra mano.
-Pagaras por esto chiquilla- le dijo con un tono amenazante
La niña no podía creer lo que había echo, semejante poder había salido de ella, ni siquiera sabia que lo tenia.
El demonio se acerco a ella, la niña estiro sus brazos delante de su cara tratando inútilmente evitar que aquel demonio la lastimase.
-¡NO QUIERO MORIR!- Grito con todas sus fuerzas, la luz morada volvió a aparecer haciendo desaparecer por completo a aquel youkai.
No podían creer lo que acababa de pasar, Kotaro miro con asombro a su pequeña hermana, que a sus ojos ella tan indefensa y débil parecía. La misma niña que había visto nacer acabo con un demonio sin esfuerzo alguno.
-Kotaro, ¿que fue lo que ocurrió?, ¿como es posible que yo haya echo esto?- le pregunto asustada y asombrada a la vez.
Su hermano sabía lo que ocurriría si alguien se enteraba de lo que había pasado, la enviarían a la escuela de sacerdotes y la encerrarían por años para que entrene muy duro hasta convertirse en una sacerdotisa. La llevarían lejos de el pero eso no era lo peor, la convertirían en un ser frío, orgulloso y despiadado, igual que su tía. La harían sacrificar su vida para proteger a otros, a enfrentarse a youkais todo el tiempo, arriesgando su vida en cada batalla. No, el no podía dejar que le hicieran eso a su única y pequeña hermana, tan dulce e inocente.
-Escúchame Kikyo, y escúchame claro, no puedes decir ni una palabra de lo que ocurrió aquí, ¿oíste?- le dijo tomándola de las mejillas y mirándola a los ojos.
-Pero hermano porque…- dijo antes de que su hermano la interrumpiera, - ¡No puedes decirle a nadie!, si lo haces van a obligarte a hacer cosas horribles y a poner en riesgo tu vida - la miro seriamente, ella entendía muy poco pero comprendió que su hermano hablaba en serio. El continuo -Yo no voy a dejar que eso te pase Kikyo, eres mi hermana y siempre voy a protegerte aunque me cueste la vida, no dejare que seas uno de ellos…
La niña comprendió lo que pasaba, a sus ojos la vida de sacerdotisa no se veía tan cruel, pero confiaba en su hermano y en lo que le estaba diciendo. Luego de prometerse ambos no decir una sola palabra regresaron a la aldea tratando de ocultar lo más posible el shock y la angustia del momento que habían vivido.
Los días pasaron, el incidente con el demonio quedó en el pasado. Sus vidas siguieron como acostumbraban.
La señora Keiko pasaba sus tardes viendo a su hija y a su hijastro jugando como de costumbre por los jardines de palacio. Se preguntaba si su hija habría sido bendecida con los poderes espirituales de la familia. De ser así debían enviarla cuanto antes a la escuela de sacerdotes, pero no había indicios de que su hija hubiese heredado esos poderes. –Que decepción- pensó para si, - supongo que ella tampoco esta destinada a ser grande como Meiko.
Caía la noche sobre la aldea, las familias regresaban a sus hogares luego de largas horas de trabajo, buscando su bien merecido descanso.
En el palacio la familia del señor se preparaba para la cena. Keiko vio entrar a su hija a su habitación y la siguió para sacarse la duda al interrogante que tenia hacía varios días.
- Hija mía- le dijo dulcemente- ya estas tan grande y hermosa…
-Mama, ¿que sucede?- le pregunto con curiosidad, rara ves su madre se mostraba tan expresiva.
- Hija quiero preguntarte algo- le dijo a la niña haciéndola sentar en el suelo – me gustaría saber si te ha ocurrido algo fuera de lo normal estos días…
Kikyo recordó la promesa que le había hecho a su hermano, y tratando de disimular lo más que pudo le respondió a su madre con la mayor naturalidad que pudo:
- No madre, nada inusual ha ocurrido, ¿por?, ¿acaso hablaste con Kotaro?
-¿Debería hacerlo?- le contesto extrañada.
-No, no es que el es tan exagerado, piensa que siempre estoy en peligro- dijo riendo torpemente.
- Esta bien, pero si te ocurre algo inusual, por tonto que sea igual quiero que me lo digas ¿de acuerdo?
-Si madre- dijo asintiendo con la cabeza
La mujer abandono la habitación, sin estar del todo conforme con la respuesta de su hija...
Fin del primer cap! :D espero les haya gustado, en muy poco tiempo subiré el siguiente! Tratare de actualizar lo mas rápido que pueda! (trataré de no demorar mas de 2 o 3 días)
Agradecería los reviews para saber si voy por buen camino!
