Kurt Hummel era toda una estrella de Nueva York, en sus inicios había sido un cantante de Broadway con éxito, varios premios Tony, un bonito apartamento de 3000 metros cuadrados en el Upper East Side de Nueva York, numerosos amantes, dinero y éxito a paladas.
Luego más tarde se había echo diseñador de moda, y varias celebridades de todo el mundo de la música e espectáculo habían llevado sus prendas.
Como uno de los cien mejores solteros de Nueva York catalogado así por la revista Gente.
Sin embargo Kurt, odiaba estas navidades, todas en concreto, no tenía a nadie con quien compartirlas, sus amigos se iban fuera de la ciudad o con sus familias, sus amantes desaparecían también, no tenía a nadie. Y la navidad le recordaba a desgracias, la muerte de Elizabeth su madre, el engaño de Blaine, y sobre todo la oportunidad perdida, cuando le dijo no a casarse con Blaine y había huido a Nueva York.
Pero ahora, su mejor amiga Mercedes se casaba en Lima, Ohio, o como a él le gustaba llamarla, en mitad del mundo de la nada. Volver a su pueblo no le hacía especial ilusión, pero tenía que ir había dado su palabra hace muchos años de que estarán en sus mejores eventos y tenía que ir.
Lo que Kurt no entendía era que si Mercedes vivía en Los Ángeles, porque hacia la boda en Lima, nadie en su sano juicio haría algo así.
Subió a su apartamento, mientras que Eduardo su asistente le abría la puerta y arreglaba los papeles del avión para que todo estuviera en su punto justo.
Mientras Kurt subió a su habitación, paredes pintadas de negro, cornisas blancas, una gran cama decorada con sabanas también blancas. Algunos jarrones de diseño siempre que fueran acorde con la decoración del resto. Abrió su vestidor, inmenso, lleno de camisas, zapatos, pantalones, corbatas y llena de demás ropa de su colección y de diversos diseñadores.
Cuando termino la maleta bajo las grandes escaleras que separaban la planta baja de la más alta y dijo a Eduardo.
-Volveré en unos días –dijo Kurt a Eduardo quien sonreía.
-De acuerdo señor Hummel estará todo a su gusto en su regreso –dijo Eduardo mientras sonreía como siempre.
-Bien y ya te he dicho que me llames Kurt no señor Hummel.
-Está bien se… Kurt –concluyo Eduardo.
Kurt se encamino entonces a la calle, buscando un taxi que le llevara al aeropuerto, no tardó mucho en encontrar uno, cuando el conductor le dijo dónde quiere ir, Kurt se imaginó miles de sitios donde poder ir, pero finalmente confirmo su destino:
-Al Aeropuerto por favor –dijo Kurt mientras miraba por la ventana pensando en pocos días volveré y todo será igual que siempre.
Llegaba al inmenso aeropuerto, entraba con paso firme hasta la taquilla del vuelo 9675 destino Lima Ohio.
-Bueno señor en que puedo ayudarle –dijo la chica que atendía el mostrador.
-Quería facturar estas maletas –dijo Kurt dándose la vuelta y viendo las 4 maletas que llevaba todas llenas de ropa.
-Alguien se va a ir de vacaciones una larga temporada –dijo la chica
-Si claro –dijo Kurt pensando para sí, que esta chica le había afectado el cambio de estación, quien en su sano juicio pasaba con la familia más de 2 días. Si quiera que su salud mental se conservara en buen estado no podía estar más de dos días.
-Aquí tiene todo listo –dijo la chica quitando a Kurt de sus pensamientos.
-Bien, muchas gracias –dijo Kurt entrando a la cafetería allí pidió un café.
Como siempre parecía que hoy alguien tenía algo que decir el camarero también dijo algo.
-Debe estar muy ilusionado de volver a casa con la familia a celebrar la navidad –dijo el camarero.
-No crea –dijo Kurt sin añadir nada más para no dar pie a más conversación.
-Pues yo daría lo que fuera para tenerla cerca –dijo el camarero.
-No todo el mundo tiene lo que quiere –dijo Kurt sin dejar de mirar su café.
-O a veces no sabemos que queremos –dijo el camarero para volver al mostrador donde tenía clientes esperando.
No saber que quería, todo el mundo sabía lo que quería, incluso el mismo, Kurt no quería nada de esto, quería Nueva York y la vida perfecta que tenía allí, no necesitaba ni los viejos conocidos, amigos o familia anclados en la vieja y maloliente Lima.
Todo el mundo parecía tener algo que decir algo, es que acaso la navidad volvía loca a la gente o todo el mundo había sufrido un cambio radical. Kurt no podía entenderlo como todo el mundo parecía añorar tanto a una familia, y el que la añoraba tan poco.
-Vuelo 6789 Con destino a Ohio, puerta 1 por favor –dijo un voz mecanizada haciendo que Kurt saliera disparado hacia la dirección a la puerta uno. Allí se sentó en primera clase y se relajó.
Sin embargo poco tiempo tuvo para relajarse porque cuando quedaba dormido, alguien le despertaba. Estaban llegando a Lima Ohio. Sus peores pesadillas echas realidad.
Kurt Hummel bajo del avión, esperando encontrar a alguien que le recibiera, y allí después de un pelotón revoltoso de gente pudo diferenciar a alguien que le hacía señas. Y él fue hacia esa dirección.
-Hijo –dijo un hombre mayor mientras le daba un fuerte abrazo.
-Hola papa, que tal todos –dijo Kurt más por cortesía que no por interés.
-Bien, Carole ha preparado tu cena favorita, y Finn también está en casa para navidad.
-Me alegro –dijo Kurt mientras iba en busca de sus maletas, una vez que las tenía Burt, cogió dos.
-Deja que te ayude –dijo su padre mientras llevaba dos maletas al coche.
-Que tal todo por Nueva York, algo que declarar –medio afirmo medio pregunto su padre.
-Soltero, y todo tan fantástico como siempre –dijo Kurt mientras observaba el paisaje desde la ventana.
-La última vez fue hace dos años, te echaba tanto de menos –dijo Burt mientras observaba a Kurt.
-¿Decías algo? –pregunto Kurt
-Me alegro que estés otra vez en casa –contesto Burt y Kurt respondió con una sonrisa.
Mientras observaba el paisaje Kurt se daba cuenta que nada había cambiado en la pequeña Lima, todo parecía igual, los mismos edificios en la calle principal, las mismas vestimentas, casi las mismas caras un poco más viejas, los mismos locales, cafeterías. En resumen todo seguía igual y Kurt daba las gracias mil veces por haberse ido de ese pueblo a tiempo.
-Mercedes estará muy ilusionada por su boda –dijo Burt
-Si debe de estarlo después de tantos años con Sam, era normal que se casaran tarde o temprano.
-Lastima lo que Mercedes no puede tener hijos, por ser ya sabes estéril –dijo Burt con lastima había estado tantas veces a casa cuando Kurt era adolecente, y esporádicamente llamaba para preguntar que hacían, llamaba más Mercedes que Kurt y aunque Burt no quería decírselo para no asustar a Kurt y que automáticamente se fuera a Nueva York y no volviera jamás le rompía el corazón ver tanta indiferencia de su propio hijo.
-Sam dijo que utilizarían vientre de alquiler –dijo Kurt.
-Me alegro que tengan recursos.
