Hola, hola~. Leaf al habla.

Bueno, este es mi primer fanfic medianamente largo sobre Ansatsu Kyoushitsu y está centrado, como ya lo habrán visto, en Gakushū y Karma. Hay muchas cosas que quiero decir al respecto, pero supongo que lo haré capítulo a capítulo mientras la historia avanza, por ahora aclararé uno o dos puntos y prometo que será la primera y última vez que hable tanto en un capítulo:

El fanfic se ubica sólo algunos meses después de la graduación de secundaria, cuando los personajes principales entran a la preparatoria.

Esta historia fue empezada a finales de 2015, cuando ni siquiera el manga había sido terminado y ni qué decir de la segunda temporada del animé que ni siquiera había empezado a ser emitida, por lo que habrá un par de cosas que quizá no cuadren mucho con la historia original. Aun así, al darle una última revisión procuré disminuir en la medida de lo posible las discordancias entre ambas versiones, pero está bien si consideran este trabajo como un Alternative Universe (AU) si creen que es demasiado alejado del original.

¿Por qué la historia se llama "Lunes"? Porque cuando lo empecé a hacer fue este el nombre con el que se guardó al ser la primera palabra del fic y… bueno, los títulos no son lo mío(?). Pero espero darle más relevancia al nombre en capítulos posteriores.

Y creo que esos son todos los puntos para comenzar. Obviamente la idea original y los personajes pertenecen a su creador Matsui Yuusei, yo sólo aporto mi grano de arena al fandom. Sin más que agregar, espero disfruten de la lectura y me apoyen en el transcurso de esta historia. ^^


Lunes, 07:10 am.

El timbre del despertador empezó a sonar puntualmente a la hora estipulada, primero en un tono bajo y luego resonando fuerte y sin ninguna piedad hacia la persona que se encontraba aún acurrucado entre sus cobijas. Asano Gakushū emitió un suave gruñido y asomó perezosamente la mano derecha fuera del grueso edredón que lo cubría intentando buscar a tientas su despertador en la mesa de noche. Una vez lo encontró y ubicó el botón correcto, lo apagó.
Incluso siendo un alumno modelo, ni él se salvaba de querer a veces esos 5 minutos más luego de escuchar la tan odiada alarma.

07:15 y su recién recuperado sueño fue interrumpido por una voz femenina proveniente de algún lugar más allá de su habitación:

–Gakushū, cariño. Ya está listo el desayuno.

Frunció un poco el ceño con su cara hundida en una mullida almohada y quedó otro par de segundos ahí. En momentos como ese se preguntaba si esa mujer, su madre, tenía alguna clase de sincronización con sus pensamientos o el reloj, pues la precisión con la que hacía las cosas era tan sorprendente que en más de una ocasión se planteó el analizarla para saber si era alguna clase de psíquica.

–….Voy –contestó todavía con somnolencia en un tono de voz tan bajo que era prácticamente imposible que su madre le escuchara, aunque él de alguna forma sabía que así había sido.

Luego de eso se escurrió hasta la orilla de su cama y, una vez puso un pie fuera de ella, el resto dejó de ser un problema. Echó una rápida mirada al interior de su cuarto y se detuvo al llegar a una silla donde se encontraba dispuesto para él su nuevo uniforme escolar, no era tan diferente al que había usado anteriormente, pero sin duda extrañaría esa banda con dos franjas rojas y una blanca al centro que solía indicar su superioridad ante todos como presidente del consejo estudiantil, pero ya tendría oportunidad de recuperarla.

Se vistió, arregló su cabello, tomó su maletín y finalmente dio un último bostezo antes de salir por la puerta, bajar las escaleras y reunirse con sus padres quienes ya se encontraban en la cocina.

–Buenos días –saludó mientras se acomodaba en una de las sillas, recibiendo el mismo saludo de su madre y un mhn por parte de su padre, que al parecer estaba demasiado absorto escribiendo algún documento en su laptop como para siquiera levantar la mirada.

Gakushū lo observó fijamente hasta que su atención fue desviada hacia el plato de comida servido delante de él, donde el tazón de arroz había sido adornado con un par de pequeñas ciruelas y una tira de alga formando una curiosa cara sonriente. El chico alzó una ceja y dirigió la vista hacia su madre quien le indicaba hiciera lo mismo, suspiró y permitió que en sus labios se dibujara una casi invisible sonrisa con la cual la mujer se dio por satisfecha. Junto con sus poderes psíquicos, también se cuestionaba cómo una persona tan dulce como su madre había terminado casada con alguien cuyo carácter tiránico y sangre fría aterrorizaba a cualquiera que estuviese en un radio de 5 metros alrededor de él…

"–Ah claro, es porque ella es el único ser vivo en la Tierra al que él se digna a mostrar emociones…" –Se contestó a sí mismo mientras observaba, no sin cierta pena, la forma en que su padre sonreía cariñosamente a su madre cuando esta ponía una taza de café a su lado en tanto le correspondía el gesto con el mismo aprecio. El menor desvió la mirada indiscretamente hacia un costado para evitar seguir viendo la molesta escena, que más que molesta era bochornosa, pues en esos momentos sentía cómo el Presidente de la Junta dejaba de ocupar tal puesto y se convertía en un simple esposo torpemente enamorado de su pareja. Sentía curiosidad por saber cómo reaccionaría su madre si se enterara que su marido ejemplar había sido el responsable de aquella venda en la mejilla del chico hacía unos meses, además de traumatizar a una clase completa de alumnos para cumplir con su objetivo de destruir a otro grupo. En serio quería saberlo.

–Estás a un paso más cerca de entrar a la verdadera competencia, Asano –dio un discreto sobresalto al escuchar la voz del otro hombre–. La entrada a la preparatoria es uno de los tantos filtros por los que un alumno debe pasar antes de hacerse de un lugar en una buena universidad y luego un buen trabajo.

–¿Qué quieres decir con eso? –Increpó de inmediato, ya era un reflejo para él ponerse alerta frente al mayor.

El padre levantó la vista de la pantalla para dirigirla hacia su hijo.

–Es normal desertar a medio camino: hay algunos que se darán por satisfechos con haber cursado la secundaria en una escuela de alto rendimiento y se estancarán en este punto, otros no estarán dispuestos a cargar de nuevo con la presión ejercida por este colegio y decidirán cambiar a institutos de menor rigor, y otros tantos se darán cuenta de que este no es el sitio al que pertenecen. A lo que quiero llegar, Asano –cerró de golpe su portátil antes de continuar–, es que a este nivel, en esta escuela, encontrarás personas cuyos futuros ya están decididos; si no es por ellos, es por alguien de más poder, y no te será tan sencillo jugar a ser su titiritero como lo has hecho los últimos 3 años con tus compañeros de clase y amigos.

El chico sonrió, desafiante.

–Bien, te demostraré que aun si aumenta el grado de dificultad, yo sobresal-…

–Lo esperaré con ansias, la clase de actuación que darás en esta nueva etapa –y terminó la conversación dando un sorbo a su café y empezando a comer su desayuno. El menor quedó un segundo cavilando sus palabras. Eso… a pesar de que el ahora expresidente sólo hablaba con él para darle alguna lección como si de un maestro se tratara, el anterior discursillo no se parecía en nada a las pláticas que tuvo alguna vez con él. Más bien era similar a… ¿un consejo? ¿Sería posible que aquel hombre haya querido aconsejar a su hijo por primera vez en la vida? Incluso creyó haber escuchado decirle que guardaba expectativas sobre su persona… Extraño, sin duda.

Luego de esa breve charla en la mesa (la cual dejó al chico con una curiosa sensación de incomodidad en el estómago), las cosas se normalizaron y el trayecto hacia la escuela pasó en completo calma a bordo del autobús que lo llevaba a la escuela. Gakushū fue dejado en la entrada del instituto, donde empezó a caminar mientras maldecía internamente por la lejanía de las instalaciones de preparatoria en relación a la puerta principal o el estacionamiento de ejecutivos, se había acostumbrado a las cómodas distancias de la secundaria, donde tenía que andar apenas unos cuantos metros desde la entrada para llegar a los edificios centrales y sólo unos pocos más al gimnasio.

Detuvo su marcha una vez llegó a la puerta del mismo, se estaba preparando la ceremonia de apertura y los estudiantes de secundaria empezaban a llenar el lugar poco a poco en desordenados grupos de amigos, cuyas pláticas probablemente se centraban en poner al día al resto sobre sus actividades vacacionales. Mas su interés se desvió hacia la escena que estaba a punto de presentarse donde, por la orden de algún maestro estricto, las filas fueron tomando forma hasta quedar integradas en cuatro únicos bloques: uno por cada clase.

"–Así que la clase E en verdad desaparecerá a partir de este año…" –pensó, recordando haber escuchado hablar de esto a su padre por teléfono con otra persona. – "Supongo que tuvo suficiente de su propio sistema" –una sonrisita asomó por sus labios cuando esto pasó por su mente. Aunque no había sido su obra, el escarmiento que se llevó el expresidente frente a la clase E en los últimos exámenes sirvió como una mínima compensación de su orgullo herido en esas misma fechas.

–Hey, Gakushū –por segunda vez en el día, el nombrado dio un sobresalto al ser sorprendido en sus cavilaciones. Ren Sakakibara, quien le había dado un golpecito en el hombro para llamar su atención, sintió cierta satisfacción por haber sorprendido a alguien tan inmutable como su amigo–. ¿Recordando viejos tiempos?

–Es de mal gusto llegar por detrás de las personas, Ren.

–Lo siento, lo siento, pero eras tú el que parecía estar en las nubes –encogió los hombros–. ¿Y bien? ¿Qué haces aquí? No me digas que te confundiste y estabas a punto de entrar a la ceremonia de apertura de secundaria. ¡Qué vergonzoso, deberías agradecerme por haberte detenido! –se mofó y consiguió con ello que el ceño del expresidente se frunciera en una mueca de disgusto.

–No seas ridículo –reclamó volviendo a caminar–. Sólo me detuve porque quería averiguar si la persona que recomendé logró convertirse en el nuevo presidente estudiantil. Eso es todo.

–Si tú lo dices… –incrédulo, comenzó a andar un par de pasos por detrás del otro con el maletín colgando en un costado de su espalda y su mano libre dentro del bolsillo de su pantalón.

–"Como todo un casanova…"

Pasó un suspiro por su gargantacomo si estuviese cansado del comportamiento de su amigo, y tal vez así era, pero no sería tan desalmado para hacérselo saber a Ren. Él y el resto de los virtuosos ya tenían suficiente con saber que Gakushū los reemplazaría fácilmente si la situación lo requería, aunque el autodenominado poeta podía darse el lujo de presumir ser más cercano al estudiante no. 1 que cualquier otra persona, o por lo menos lo era en apariencia.

–Como sea, ¿no estás entusiasmado? –Empezó a hablar de nuevo– ¿No sientes esa embriagante emoción por desconocido invadir tu cuerpo? ¿El sano temor de dar un paso adelante en nuestras vidas? ¿La curiosidad por saber qué nos encontraremos tras las puertas de la adolescencia, o… a quién?

Gakushū rodó los ojos con hastío. Sin necesidad de verlo, sabía que esas últimas palabras estaban dirigidas a alguna alumna atractiva con la que su amigo trataba de coquetear, en algún punto había considerado el hablar con él respecto a eso, pues sabía de primera mano que quienes caían más fácilmente en sus galanterías no eran precisamente mujeres jóvenes, como a él le gustaría. Aunque no podía decir nada, él mismo daba una simpática sonrisa a las chicas que le saludaban en el camino, ya que era consciente que para recuperar su privilegiada posición de la secundaría debía ganarse el favor de cuantos pudiera desde el principio y el que todos los viesen como alguien superior sólo facilitaba las cosas, a veces era un poco aburrido.

Mientras andaban, pudo notar cómo entre más se acercaba a las puertas de la preparatoria, menos rostros le eran reconocibles. Los chicos a su alrededor superaban con más facilidad su altura a comparación de sus días en la secundaria y todos pasaban dirigiéndoles una corta mirada curiosa como si se trataran de las nuevas adquisiciones escolares. Se dio cuenta de la poca presencia que tenía en ese lugar a pesar de ser el hijo de quien algún vez gobernó esa escuela, y por un segundo, se sintió insignificante. Insignificante porque inevitablemente habría personas más influyentes que él en ese nuevo nivel, porque tendría que labrarse de nuevo esa fama de estudiante perfecto que había cargado durante toda la secundaria, y porque no sería sino hasta segundo grado cuando tendría la oportunidad de recuperar su poder como presidente del cuerpo estudiantil.

Sabía que debía comenzar de cero y aunque confiaba en su poder de persuasión y socialización, tener algunos respaldos de su antigua escuela nunca estaba de más. Pero ese era el problema, pues a pesar de que no faltara mucho para dar inicio al discurso de bienvenida, eran relativamente pocas las caras conocidas con las que se había encontrado en el camino, es decir, ni siquiera el resto de los virtuosos habían hecho acto de presencia ese día y ni qué hablar de las clases B, C y D con cuyos alumnos, si bien no estaba completamente familiarizado, sí que podría recordar algunos rostros de los cuales pocos rondaban por ahí.

"–Y la clase E… debió haber por lo menos uno o dos que lograran aprobar el examen de ingreso, ¿no?"

–Es un alivio que ya no tengamos que lidiar con cosas como el consejo estudiantil o incluso esa odiosa clase E, ¿cierto? –Como si hubiese leído su mente, Ren alzó la voz una vez más por encima de los pensamientos de Gakushū.

–¿Sabes si alguno de ellos logró entrar? –Preguntó con la mirada siempre al frente.

–Qué va, incluso el número de los que se presentaron para la prueba de admisión fue ridículo. Supongo que sus resultados en los últimos exámenes fueron sólo un golpe de suerte si decidieron dejar de estudiar o cambiarse a una escuela más barata o sencilla –encogió los hombros–. Es una lástima, en verdad me hubiese gustado salir con esa chica Kanzaki por lo menos una vez.

Se detuvo. Sintió como si las palabras de su amigo hubiesen evocado las de su propio padre esta mañana y todas las ideas en su cabeza comenzaron a tornarse en un solo pensamiento.

–Con que a esto se refería con "filtros"… –dijo más bien para sí mismo en un tono pensativo una vez recuperó el paso.

–¿Dijiste algo?

–No, nada. Será mejor que nos apuremos si no queremos llegar tarde al discurso de bienvenida.

Durante su estadía en el gimnasio de la preparatoria, Gakushū se dedicó a pensar sobre la plática que había tenido con su padre esa mañana, con Ren hace un rato y lo que él mismo había visto mientras caminaban hasta ese lugar. Echó una rápida y discreta ojeada a la mayor cantidad de asistentes que pudo y luego bajó un poco la cabeza sujetando su barbilla con los dedos índice y pulgar de su mano derecha. Del molesto grupo de seguidoras que tenía sólo lograba localizar a unas cuantas dispersas entre la multitud, Teppei Araki y Tomoya Seo probablemente sólo habían llegado unos cuantos minutos después de ellos, pero estaban ahí, y a pesar de que lo más común sería que los alumnos de la secundaria Kunugigaoka fueran los principales aspirantes en entrar a la preparatoria del mismo nombre, podía deducir que muchas de las caras desconocidas eran estudiantes de otras escuelas que habían entrado ahí con el examen de ingreso o por conexiones dentro del colegio. Y lo más importante; no había un sólo rastro de cualquier estudiante de la anterior clase E en todo el gimnasio.

Después de lo que había pasado en secundaria, no es como si guardase alguna clase de rencor contra ellos luego de que aceptaron hacer el favor que él personalmente les había pedido, pues incluso llegó a admitir la capacidad de ese grupo de sobreponerse a su papel asignado como escoria de la escuela. Pero era exactamente ese favor lo que causaba más bochorno a alguien tan orgulloso como él.
El último año había estado lleno de frustrantes derrotas, misterios sin resolver y enfrentamientos con su padre día tras día, pero ahora que estaba en preparatoria las páginas volvían a ponerse en blanco, era libre de abrirse paso entre los demás sin ningún obstáculo; sin una clase E él podría hacer las cosas a su manera con todos sus seguidores obedeciendo cada una de sus órdenes al pie de la letra, sin nada en su camino o un objetivo fijo al cual derrotar, podría incluso ser paciente y ascender al poder tranquilamente para demostrar al expresidente de la junta que sus métodos de liderazgo eran los correctos. Podría ser todo como debió haber sido hace un año…

Gakushū sonrió inconscientemente por ese último pensamiento y por más que lo intentó no pudo reprimir la risilla de júbilo que se escapaba por sus labios, la cual no pasó desapercibida por Ren quien se sobresaltó un poco con ello e incluso alejó de un par de brinquitos su silla del sitio donde se encontraba su amigo. Escucharlo reír de esa manera sólo le provocaba un mal presentimiento.

–Creo que esto de los filtros no está tan mal… -murmuró con complacencia cruzando los brazos e incluso relajando la expresión de su cara para volver a prestar atención en el discurso que se estaba dando frente a él.

Pero lo que Gakushū no sabía, era que sus planes durarían apenas los 17 minutos restantes del discurso más los 6 que le tomara llegar a su nuevo salón, pues al correr la puerta se encontraría con la única persona capaz de saltarse su propia bienvenida y arruinarlo todo en tan sólo 5 segundos.

Porque ahí, sentado despreocupadamente en el fondo del salón mientras bebía una malteada de fresa y se balanceaba sobre su silla, se encontraba la persona con la que menos quería toparse en ese lugar, en su misma clase: Karma Akabane.


Y~ hasta aquí el primer capítulo, espero lo hayan disfrutado y les interese continuar la historia, que apenas ha comenzado.
Recuerdo que empecé a escribir esto por la semana Karushuu del año pasado, pero debido a mi inconsistencia y falta de inspiración no pude avanzar de forma significativa hasta después de algunos días, en verdad estuve triste de no participar.

¿Algunas anotaciones antes de despedirme? Sí, sólo unas cuantas:

La imagen de Gakushū siendo un chico normal que no quiere levantarse de la cama es preciosa.

Me tomé la libertad de darle personalidad a la desconocida madre de ese niño. Como ya lo habrán notado, pienso en ella como una persona amable y algo ajena a la relación que tienen su padre e hijo. En lo que me baso para esto es porque… bueno, antes Asano padre no era el monstruo manipulador que fue hasta últimas instancias. Seguro cuando él y su mujer se conocieron y enamoraron ambos eran personas amables y compatibles entre sí y me gusta pensar que ella no cambió. Eso de hacer situaciones familiares tan dramáticas no es lo mío.

Por último, sé que en la historia original en la graduación Gakushū tiene un par de líneas con Karma e incluso le dice que le hará revelar todos los secretos de ese año, pero como ya dije, la mayor parte de este fic fue escrito antes incluso de la finalización del manga, y yo, por motivos de la historia, no quise cambiar el factor sorpresa de esos dos encontrándose en el mismo salón de la preparatoria. Espero que esto no les moleste.

Creo que eso es todo, sí. Lamento aburrirlos con tantos detalles si leyeron todo hasta aquí, pero también se los agradezco. Nos vemos en el próximo capítulo y pasen un buen día uwu

Leaf.