Me alegra finalmente estarles trayendo esta nueva entrega de lo que podría ser una saga (ojo, es posible). Espero que disfruten de la historia y que me hagan saber con sus comentarios lo que podría añadirle mas adelante o lo que quizá les gustaría ver menos. Acepto todas las criticas en tanto sean constructivas, quiero asegurarme de que mi historia sea del gusto de todos. Disfruten ;)
DISCLAMIER: No, Junjou sigue sin pertenecerme, nomas me pertenecen la trama y los personajes que cree yo -me voy al rincón a sufrir-
Mientras el sol cubría las calles de Londres antes de que por fin cayera la noche, en un bello hotel no lejos de la iglesia donde tendría lugar una hermosa boda, dos de los invitados se alistaban para poder llegar a tiempo luciendo sus mejores trajes. Uno de ellos, de baja estatura, cabello castaño claro y bellos ojos color chocolate, arreglaba su camisa lo mas rápido que podía, ya que la llegada al hotel había hecho que su amante se pusiera muy cariñoso y quisiera estrenar la habitación cuanto antes, generando que ambos terminaran retrasándose. Estaba notablemente molesto, y su cara mostraba un leve sonrojo, el cual era más bien un rastro de las actividades previas con su novio que por estar irritado.
Hiroki (apurado): ¡Oi, Nowaki! Date prisa, ya se nos hizo tarde para llegar a la boda, empieza en quince minutos y aun debemos llegar a la iglesia
Nowaki (nervioso): -sale de su habitación- Y-Ya estoy listo Hiro-san
Hiroki: ¿Se puede saber por qué tras esa cara? Hace solo un rato estabas todo cariñoso y sonriente
Nowaki: Hiro-san… hay algo que necesito preguntarte
Hiroki: Bien, pero que sea rápido, el taxi ya está en la puerta del hotel
Nowaki: Hiro-san, lo ocurrido los últimos meses en la guerra y ahora la boda de Usami-san me han hecho pensar un poco mejor las cosas, me voy mañana en la tarde junto con los demás y no quiero irme sin antes hacerte sacarme algo del pecho, no quiero dejarte solo sin nada que nos una, así que…
Hiroki: Baka, solo haz la pregunta de una vez, no tenemos todo el día
Nowaki: Lo que quería preguntar era… -saca una caja de su bolsillo y se arrodilla- Hiro-san… ¿te casarías conmigo?
Hiroki quedo en shock tras semejante proposición, no se imaginaba que ahora sería su amante el de la idea de casarse, aunque no era extraño, muchos soldados que pudo conocer en el campo de batalla tenían prometidas en casa a las cuales no podían esperar para volver a ver. No sabía que había sido de muchos de ellos, si acaso podrían volver y cumplir con su promesa o no, pero el solo hecho de tener a alguien especial aguardando su regreso ya era suficiente. Veía a Akihiko y lo ilusionado que estaba con volver y celebrar su boda también, y ahora que era él quien se encontraba con ese escenario, ya la verdad no sabía qué hacer…
Hiroki (sonrojado y sudando): Nowaki… ¿tienes idea… de lo que me estas ofreciendo?
Nowaki: Lo sé muy bien Hiro-san, le estoy ofreciendo mi corazón y mi vida a la persona de quien me enamore hace ya casi ocho años, lo único que espero es que esa persona lo acepte y me permita hacerla feliz
Hiroki: Nowaki…
Nowaki: ¿Entonces… es un sí?
Hiroki: -voltea la mirada y murmura algo-
Nowaki: ¿Uh? ¿Qué dijiste?
Hiroki: -lo mira- ¡Que acepto casarme contigo, baka!
Nowaki: -se levanta y lo abraza- ¡Hiro-san, me haces tan feliz! -lo suelta y le pone el anillo en su dedo- No puedo darte una boda lujosa como la que Usami-san seguramente estará ofreciendo hoy… pero prometo darte una que jamás olvidarás
Hiroki: -pone la cabeza en su pecho - Eres un idiota cursi ¿sabías eso?
Los dos se quedaron abrazados eternos momentos, no queriendo soltarse para nada, pero el sonido de la bocina del taxi que los esperaba abajo los saco de su pequeño mundo privado. Hiroki se seco un par de lagrimas que no había dejado que Nowaki viera, y lo siguió a la salida para irse juntos a la iglesia. Secretamente… él hubiera querido que fuera su boda a la cual se estuvieran dirigiendo, pero eso debería esperar.
Un molesto ruido muy insistente se dejo escuchar por todos los rincones de la casa esa mañana, era el despertador que sonó puntualmente a las seis con treinta minutos, avisándole a quien estaba durmiendo en la cama que ya tenía que alistarse para irse a trabajar. Un bulto cubierto por las sabanas y el cobertor se comenzó a mover, el ruido era incómodo y estaba sacando de un hermoso sueño a quien estaba debajo de todas esas mantas.
Hiroki (medio dormido): Nowaki… apaga esa cosa… -lo sigue oyendo- Nowaki, ¿no me oíste? Te dije que lo apagaras -sigue oyéndolo, así que se da vuelta y lo apaga- Nowaki, te dije que… -mira a su lado pero esta vacio-
Un mes… todo un mes había transcurrido desde que Nowaki junto con Miyagi y los demás habían emprendido el viaje de regreso al campo de batalla para continuar la guerra contra el sur de Japón. No podía creer que aun a pesar de tanto tiempo que ya había pasado siguiera pidiéndole a su novio (y ahora prometido) que apagara la alarma por las mañanas. Mientras se levantaba no dejaba de pensar en que extrañaba su compañía, el dormir junto a él cada noche y despertar abrazados al alba. Claro, todo era mucho más tranquilo y fácil ahora que estaba solo en casa, ya no mas Hiro-san, Hiro-san ¿Qué quieres de cenar esta noche? Preparare algo especial para los dos y podremos comer juntos, acompañado de esa condenada sonrisa que al parecer ni el mismísimo fin del mundo le podría arrebatar de los labios al pediatra, pero de todos modos necesitaba estar con él, llegar a casa después de un día cansador ya no era lo mismo desde que estaba solo… lo único que deseaba y cruzaba los dedos para que pasara cuanto antes, era que su querido amante volviera a salvo, que nada le haya pasado y pudieran olvidarse de toda esa situación.
Tras salir de la ducha con una toalla en su cintura y dirigirse a su habitación para vestirse, notó el anillo de compromiso que Nowaki le había dado antes de volver a la guerra. Era muy sencillo, pero a la vez muy lindo, totalmente hecho de plata y con una única y pequeña joya en el centro, la cual brillaba hasta con la mas mínima luz. No solía llevarlo puesto con mucha frecuencia, pero esta vez quiso hacer una excepción y usarlo mientras estuviera dando su clase, tal vez eso le ayudaría a soportar un poco más a todos sus irritantes alumnos, que parecían quererlo hacer enojar a propósito con su falta de atención y poca preocupación por la literatura. El reemplazo que habían dejado mientras él estaba combatiendo junto a Nowaki parecía haberlos malacostumbrado, ya que ponía tareas muy fáciles y los hacía leer en casa, no donde él pudiera vigilarlos. Menos mal que ya estaba arreglando eso.
Una vez listo tomó su portafolios y se fue camino a la universidad como cada mañana. Aun se estaba acostumbrando a no recibir un beso de despedida de Nowaki antes de partir, pero prefería fingir que no le importaba, aunque en realidad no engañaba a nadie, era obvio que quería recibir uno otra vez, aunque fuera por unos instantes nada más.
La entrada de Mitsuhashi estaba llena, alumnos iban y venían en todas direcciones esa mañana, algunos con mucha prisa porque se les había hecho tarde, otros cruzando los dedos antes de entrar a un importante examen, como siempre era una locura, pero Hiroki parecía ya estar acostumbrado a todo eso. Pese a eso, aun muchos de sus alumnos volteaban a mirar cada vez que algo diferente aparecía de pronto, en esta ocasión, un hermoso convertible rojo deportivo que se había detenido no muy lejos de la entrada. Cualquiera esperaría ver bajar de allí a un celebridad o algo parecido, pero no, solo se bajo un chico común y corriente de cabello castaño oscuro y vivos ojos verdes, que se veía feliz porque estaba llegando a tiempo.
Misaki: -se baja rápido y cierra la puerta- Gracias por traerme Usagi-san, nos veremos en la tarde
Akihiko: -se baja también y lo sigue- Misaki, espera, olvidaste algo
Misaki: -se detiene en seco- ¿Uh? ¿Qué cosa?
Akihiko: -lo besa gentilmente y luego lo mira- Eso
Misaki (sonrojado): ¡Baka! ¡No hagas cosas como esa en público!
Akihiko: -lo toma de la cara con cuidado con ambas manos- Eres mi esposo Misaki, y puedo besarte cuando yo quiera, no me importa lo que otros piensen de eso -le rodea la cintura con un brazo-. Procura venir a casa temprano, quiero que terminemos lo que empezamos esta mañana
Misaki: -trata de soltarse- Esta bien, está bien, ya entendí, pero ya suéltame, se me va a hacer tarde
Akihiko: -lo besa por última vez en la frente y lo deja ir- Nos vemos, ten un buen día -sube al auto-
Hiroki entonces vio como el avergonzado chico trataba de componerse y ocultar su sonrojo mientras corría a su primera clase del día, la cual era con él. Vio como Akihiko se alejaba en su deportivo, seguramente esperando con ansias porque pasara el día y pudiera volver a ver a Misaki, un placer que durante la guerra no se había podido dar por mas que lo deseara. Él por otro lado casi no se había separado de Nowaki en todos esos meses que habían estado combatiendo, ahora que los papeles se habían cambiado no podía evitar sentir envidia. Deseó por lo bajo que ahora que ambos estaban casados, llevaran una vida lo más tranquila que se pudiera, lejos de problemas y de la angustia que causa el tener a tu pareja en un lugar tan peligroso como lo es el campo de batalla.
Ambos llegaron al mismo tiempo a la puerta del salón de clase cuando éste ya tenía dentro a algunos de los compañeros de Misaki. Los dos nunca habían sido especialmente cercanos, pero esta mañana algo le decía al chico que quizá debía ser amable con su profesor, así que como pudo sonrió y trato de ser gentil.
Misaki: -lo saluda con una mano- Buenos días Kamijou-sensei
Hiroki (serio): Buenos días Takahashi… al menos esta vez llegaste temprano, trata de seguir así -nota algo-. Linda argolla
Misaki: -ve su argolla de oro en su dedo y se sonroja- Ah… gr-gracias
Hiroki (sin mirarlo): -entra con Misaki a su lado- Como sabes, una vez concluida la guerra civil con el sur del país Nowaki y yo nos casaremos, espero que puedas ir
Misaki: Si, seguro sensei, a mí y a Usa… a Akihiko nos encantaría
Hiroki: -sonríe un poco pero vuelve a estar serio- Ve a sentarte, vamos a empezar
La lección de ese día paso muy rápido, pero el resto del día parecía no acabarse nunca, Hiroki se había sentido aun mas malhumorado y cansado que de costumbre desde que Nowaki se había ido y eso no le gustaba, aunque la mayoría de sus alumnos ya estaban habituados a sus rabietas cuando a uno se le ocurría no prestar atención o quedarse dormido incluso. Por el momento, una vez finalizadas todas sus clases, estaba feliz de poder volver a casa, aunque lo estaría aun mas de tener a su querido Nowaki esperándolo.
Al llegar y abrir la puerta lo primero que noto era que tenia correo. Normalmente todo lo que recibía eran cuentas y molesta publicidad, pero de vez en cuando Nowaki le escribía, cosa que lo ponía de buen humor de inmediato. Dejo el resto de las cartas y si portafolio sobre la mesa del recibidor y se sentó en la cocina con una taza de café mientras leía la carta escrita en una letra ya muy conocida.
Querido Hiro-san:
¿Cómo has estado últimamente? Espero que estés comiendo bien y que el trabajo no este resultándote muy pesado. Las cosas por aquí siguen igual, no sé si has visto las noticias, pero hemos tenido muchas bajas los últimos días y el lado del norte se ha debilitado mucho por todos los soldados que han resultado heridos o muertos. Me alegra que no estés aquí, prefiero que estés a salvo en casa antes que tener que cargar con la culpa de haber tenido que matar o herir a alguien solo por una orden del sargento, pero aun así te extraño mucho, cuento los días para que pueda volver a verte y que estemos juntos de nuevo. Ahora mismo muchos soldados de otras compañías están escribiendo a sus casas, supe de uno que pronto va a ser padre de gemelos y de otro que no pudo asistir a la boda de su hija por estar aquí peleando, pero me mostró las fotos y lucía muy feliz por ella, eso me hizo pensar en que pronto seremos nosotros los que nos casaremos, eso me da fuerzas para seguir de pie cada día, aunque sigo sin estar de acuerdo con toda esta barbarie que está ocurriendo, pero como podían meterme a la cárcel por negarme fue que decidí aceptarlo.
Sea como sea Hiro-san, me alegra que estés en casa a salvo, espero que tu pierna ya esté mejor, la última vez que te vi cojeabas mucho y eso me preocupó, por favor cuídate, yo también me encargaré de estar bien para que nos veamos lo más pronto posible. Hasta entonces. Te amo mucho.
Nowaki
Hiroki solo suspiro al momento que leyó las ultimas líneas y tomaba un sorbo de su taza. Imaginaba la voz de Nowaki diciéndole todas esas cosas al momento que las leía en el papel, lo imaginaba con ese tono tierno, cariñoso y risueño que no dejaba de oírle ni siquiera cuando estaban en la cama. Se preguntaba que estaría haciendo en ese momento, si acaso estaría pensando en él. Todo eso le pasaba por la mente a Hiroki mientras que de hecho, a varios kilómetros de allí, las cosas seguían igual de turbulentas que siempre en el campo de batalla. Los soldados peleaban incansablemente y hasta el final de sus fuerzas por mantener las trincheras a salvo y a sus compañeros libres de cualquier fuego enemigo que los pudiera alcanzar en cualquier momento y desde cualquier ángulo. Entre ellos se encontraba Nowaki, quien hacia un tiempo ya no estaba a cargo de las granadas sino que de abrir fuego contra el lado sur cada vez que fuera necesario, usando su potente M16 a la par con Miyagi, quien lo ayudaba disparando con su AK-47 desde el lado oeste de la trinchera.
La pelea era muy dura, el lado sur superaba en número al lado norte por una proporción de tres a uno más o menos, lo que hacía que a todos los del lado de Nowaki las cosas se les dificultaran enormemente. Las bajas que habían sufrido habían sido terribles y necesitaban más gente, pero hasta que no llegaran deberían arreglárselas con los soldados que tenían. Nowaki disparaba y su arma se descargaba rápidamente, incluso cuando su cargador estaba provisto de treinta balas, por eso debía dejar de disparar y sentarse en la orilla de la trinchera, poner la munición nueva y volver a abrir fuego lo mas rápido que pudiera, ya que cada segundo era vital y no podía perder ni uno solo. Las gafas protectoras que tenía puestas para evitar que partículas de pólvora entraran a sus ojos se estaban empañando por el sudor de su frente, estaba muy nervioso ya que el ambiente se ponía cada vez más y más tenso y no sabía cuánto más podía resistir así, sobre todo porque ya estaba cayendo la noche y pronto la oscuridad seria tal que quizá no podría ver de donde venían las balas. Cualquiera de ellas podría ser un posible disparo asesino y debía cuidarse muy bien, tanto a él como a quienes estaban a su lado.
A pesar del acuerdo de que no podían haber ataques de noche, nada impedía que los disparos pudieran seguir poco tiempo después de comenzada ésta, debían parar una vez que ya estuviera demasiado oscuro, pero con solo unos minutos en completa oscuridad bastaban para que varios soldados cayeran muertos debido a un disparo venido desde cualquier lado.
Nowaki tenía la adrenalina hasta el cielo cuando repentinamente los disparos cesaron, no quiso abrir los ojos por temor a encontrarse quizá con un escenario de muerte y desolación frente a él. Odiaba eso, detestaba tener que enfrentarse con la pérdida de tantas vidas todos los días, como pediatra sabía que su primer deber era salvarlas, y ahora las estaba eliminando o ayudando a eliminar. Muchos de esos soldados hacia unos diez años o un poco mas tenían quizá la edad de muchos de los pacientes que él atendía, y seguramente de niños habían sido atendidos por alguno de sus colegas más experimentados en el hospital. No podía creer semejante carnicería, tantas vidas perdidas, tanta crueldad ocasionada solo por diferencias políticas, tanta maldad, tanto rencor, tanto… tanto…
Miyagi: -le pone una mano en el hombro- Eh, Nowaki…
Nowaki: -se exalta y lo apunta con su arma-
Miyagi (con las manos abiertas frente a él): Eh, cálmate, solo venía a decirte que el enfrentamiento acabó por hoy, podemos ir a comer…
Nowaki (más calmado): -baja su arma y se quita el casco y las gafas- ¿A comer? ¿Qué horas es?
Miyagi: Sólo sé que por hoy ambos bandos pueden descansar y mañana seguiremos desde temprano. Ahora vamos, guarda tu arma con las otras y ve a lavarte, ya van a servir la cena -se va-
Nowaki respiró aliviado. Un día mas que pasaba y el seguía vivo y sin ninguna herida, ahora solo debía procurar mantenerse a salvo el resto de la guerra, solo era cuestión de tiempo antes de volver con su amado Hiroki y dejar todo eso en el pasado. Pero aunque su cuerpo estaba cansado y débil por el hambre y el esfuerzo físico, su mente estaba más despierta que nunca. No veía nada en el horizonte debido a la oscuridad y al polvo levantado por cientos de soldados corriendo a todos lados y los residuos que las granadas habían dejado en el aire luego de estallar, pero sabía que más allá, los soldados del lado enemigo seguramente estaban enfrentando la muerte de muchos de los suyos, ya fuera al instante o quizá después debido a las heridas. En su lado las cosas estaban así, por eso no veía motivo porque hubiera alguna diferencia en el contrario.
Tras haberse lavado la cara y haberse sentado a comer Nowaki ya se sentía más relajado y tranquilo. No sabía quién era la cocinera, pero una probada a su sopa de fideos cada noche lo hacían olvidarse de sus problemas por unos instantes antes de volver a la realidad. No estaba seguro de que lo lograría, pero esa noche intentaría dormir bien para estar lo más alerta posible al día siguiente. Le era difícil dormir en una de las literas de su compañía ahora que sabía que Hiroki no estaría durmiendo en la de abajo, oír su suave respiración lo hacía conciliar el sueño mas rápido y dormir en paz y feliz, pero al menos se consolaba con el hecho de saber que el estaría durmiendo en su cama allá en casa. No lo tenía a su lado, pero al menos lo tenía seguro y lejos de peligros, eso ya era suficiente para él.
Esa misma noche, cuando ya los soldados estaban terminando de cenar y se disponían a descansar hasta la mañana siguiente, el sargento Iwao, junto al cabo primero Murazaki Souta, revisaban los papeles de algunos nuevos soldados que se habían enlistado hacia poco. La mayoría de ellos jóvenes que acababan de cumplir la mayoría de edad y que estaban dispuestos a arriesgarse en batalla con tal de proteger a su país, incluso a pesar de la negativa de sus familias. Pero uno de ellos llamó la atención del sargento, ya que tenia treinta y dos años, no tenía hijos, no estudiaba y su historial médico era el de un hombre joven perfectamente sano. Por reglamento debió haber sido llamado al empezar la guerra.
Sargento Iwao: Murazaki, háblame de este tipo, veo que cumple con los requisitos que solicitábamos para los que debían ser llamados a enlistarse, pero no fue llamado
Cabo Murazaki: -lee los papeles- Oh sí, es un caso especial, estuvo en el extranjero desde tres años antes de comenzada la guerra, pero regresó a Japón luego de enterarse e hizo el papeleo necesario para poder enlistarse. Está afuera ahora mismo, con los demás soldados nuevos ¿quiere que lo haga pasar?
Sargento Iwao: Hazlo, quiero conocerlo
Cabo Murazaki: -va hacia la puerta y lo abre- Puedes pasar, el sargento quiere verte
Soldado: -entra y hace una reverencia-
Sargento Iwao: Me alegra que hayas decidido dejar tu vida allá en Italia para poder pelear en la guerra con tus compatriotas ¿te importaría decirme tu nombre? No lo veo aquí en los registros
Soldado: DaPonte, Albertino DaPonte. Es un placer ser parte de su ejército
CONTINUARÁ…
