Hola queridos lectores "La felicidad es efímera" fue una de las primeras historias que tuve en mi primera cuenta, pero debido a que la perdí, por así decirlo (he recuperado el correo y la cuenta) pues ahora la traigo acá como un remake. (Además la hice del 5 al 14 de abril de 2016, por lo que esta tan mal escrita, de estructura, que me dio repelús leerla :,v por eso estará en remake)
Esta si la terminé en su tiempo, por ello vuelvo a realizarla con mejor estructura, aunque la trama se quedara de la misma forma, quizá con pequeñas diferencias.
Si ya lo has leído, imagino que encontraras aquellas diferencias de las que hablo, y si no lo has hecho pero tienes curiosidad siempre puedes checarlo en mi anterior cuenta "Lana-yruZword" (Esta no será única historia de la que haré remake)
En fin, disfrútenla.
Capítulo I: Como por obra de las diosas.
Querido diario…
Hoy es otro de esos grises días de los que quisiera escapar. La tristeza de mi corazón es apenas soportable. No he podido deshacerme de estos sentimientos tan deprimentes. Aun lloró sobre tus páginas. Tus páginas en blanco con lo único que ha podido llenar el vacío, hasta ahora…
De no ser por ti no podría siquiera desahogarme un solo instante, incluso ahora es demasiado tarde ya. He llegado fatídicamente a mi límite.
Mi nombre es Zelda… soy la joven princesa del reino de Hyrule.
He perdido amargamente a seres amados y he estado encerrada en una torre por mano de mi propio padre sin ninguna explicación desde hace tres años. Tal vez se escuche dramático para una persona… pero han pasado cosas horribles. Pesadillas que no paran, visiones extrañas. No me han dejado más que locura en mis pensamientos, y por ello es que hoy deseo terminar con todo.
-Ya no sé qué hacer – Mis ojos derramaron un par de lágrimas amargas. En un instante, al cerrar mis ojos imagine sus rostros con tristeza – Impa… madre, ayúdenme – Con estas últimas palabras sobre mi boca me arroje al vació sin titubear.
Escuché las voces de la gente, horrorizada con todo el derecho ¿Quién hubiera pensado que su princesa haría tal tontería? Los soldados también estaban ofuscados "¿Cómo había pasado aquello?" Quizá eso pensaba en el instante. Y el peor de aquellos. Mi padre extendiendo su mano con desesperación en el balcón de donde me había arrojado, como si quisiera alcanzarme ansiado.
-Lo siento… – Articularon mis labios en medio de la caída.
Escuchaba en la lenta caída como mi padre gritaba al cielo una súplica a las diosas ¿Y qué milagro habría de ocurrir? Mi corazón sintió un pinchazo. Estaba consciente de lo que sentía y hasta ese miserable día habría pedido un "milagro" Era una estupidez.
-Adiós, reino de Hyrule… – Cerré mis ojos esperando el inevitable final.
Todos los súbditos del castillo estaban anonadados con la escena, tanto como aterrados. Nadie tenía idea de las razones por las que la princesa haría tal cosa. Tenía todo, o era lo que pensaban con fervor. No sabían ni la mitad de las cosas que había estado sufriendo en aquel "encierro" por su propia protección.
Su hermoso cabello castaño ondeaba a la par de la fricción que el viento hacia contra este. Era como una estela color de la caoba, cayendo hacia el vació.
La princesa estaba preparada para morir, pero su caída no fue exitosa. En el momento en que sintió una fuerte sacudida abrió sus ojos sintiéndose tal y como se sentía estando en el balcón segundos antes de caer.
-¡Te tengo! – Expresó con felicidad un muchacho que ahora la tenía entre los brazos. Su mirada era profunda, que hipnotizo a Zelda unos cuantos segundos antes de poder articular palabra.
-¿C-Cómo…? – Ambos, de manera inexplicable para ella, se encontraban pegados a la pared, en una de las ventanas con rejillas del castillo. El joven pensaba que había corrido con suerte de que estuviera ahí en ese momento.
-Por favor, sea más cuidadosa, Su Alteza – Bajó de una salto con ella todavía en brazos. La dejó intacta sobre el suelo y sin habla de igual forma. Hizo una reverencia y beso su mano – Nunca pensé que vuestra princesa fuese tan intrépida para saltar de esa forma desde su ventana. Me ha dejado impactado.
Bromeó el joven con la misma sonrisa, Zelda no tenía ningún dialogo para responder.
El muchacho estaba vestido de verde, su cabello era rubio como el sol y su complexión era fuerte. Tenía más o menos su edad, podía verle el rostro joven, y su estatura era notoriamente mayor a la suya.
Pasaron unos momentos para que ella reaccionara con alguna que otra lagrima saliendo de su rostro. El rey bajo a todo lo que daban sus piernas para encontrarse frente a su hija, salvada de milagro.
-¡Hijo! – El rey le abrazo al joven sin dilación y también soltó a llorar con la impresión todavía siendo parte de sus gestos – ¡Héroe de Hyrule!
Zelda quedo helada con las palabras de su padre ¿A caso había dicho "héroe de Hyrule"? Pero era imposible, Hyrule estaba en paz. Aunque con ese encierro pudo haberse perdido de mucho.
-Ya veo. Parece que no le informaron sobre aquello – dijo tranquilo mirando la cara de Zelda – Pues vera… Mi nombre es Link, hijo de un par de humildes campesinos, un habilidoso sastre y una cocinera, lejos del reino.
-No puedes… Digo, t-tú… e-es que Link es el nombre d-del héroe l-legendario, nadie tiene permitido usar su nombre a menos que…
-Sí, ese es el problema, Su Majestad. Yo soy la reencarnación del héroe. Es por eso que estoy aquí –Afirmó el joven, con seguridad la miro para demostrar que su mirada no mentía.
-Imposible, nunca ha habido peligro, todo es demasiado tranquilo… – Pensó un poco. De nuevo recordar que estuvo en cautiverio de dio el beneficio de la duda.
Link le miro sonriendo con algo de inocencia –Es porque usted estuvo a salvo durante los últimos años, la razón es porque yo he enfrentado al mal –Sonrió nuevamente con dulzura hacia la princesa – Ya no tiene por qué preocuparse, todo mal ha sido erradicado.
Se desprendió del pecho de su padre, bruscamente, para tirarse sobre el del joven que estaba ahí. Un tono rojizo invadió el rostro del muchacho, sin saber qué hacer, tan sólo abrazó a la princesa de la cintura y la espalda. Acarició con tranquilidad su cabeza, dejando al rey sorprendido. No se atrevía a quitarle el protagonismo al muchacho. Algo en su interior decía que era mejor dejarlo así. El agudo sonido de su dolor se podía sentir en cada fibra del cuerpo con tan sólo escucharlo.
El muchacho intentaba con sus manos calmar a la princesa, con un suave chitar "Ya… ya, no pasa nada" aquello la reconfortó a la vez que deprimió. Recordó como las manos de su madre hacían el mismo trabajo que aquellas fuertes y ásperas manos del muchacho.
Él había recorrido el mundo, había derrotado todos los obstáculos a su paso. Algo tenía que tener para mantener la calma con esa situación.
-Desde hoy juro que no volverá a sollozar, princesa. Día tras día, año tras año y era tras era, juro ante los ojos de las diosas que le sacare una sonrisa a su hermoso rostro.
El joven miro al rey con decisión. "Yo le haré compañía desde ahora…" parecía decir con esos ojos firmes. No cavia duda de que este muchacho haría muchas cosas por ella.
¿Será qué el por fin la sacaría de ese destino infame al que estaba ligada?
...
