Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, la imagen de portada de su autor. Lo único mío es la historia.
Por cada OneShot el resumen cambia. El último resumen es por el último capítulo.
Si el amor es rosa, el deseo es azul
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Capítulo 1: La Maga Oscura y el guerrero
...
El rayo cayó sobre el mismo árbol por tercera vez. Las flores de Wisteria que adornaban la entrada del pueblo yacían enlodadas sobre la corriente de agua; cargada de suciedad, restos y cadáveres de los que no pudieron resguardarse a tiempo. El azote de la lluvia y la furia del viento arrancaban de su tierra todo lo que estuviese en su paso. Los árboles se partían, las casas se destruían, el pueblo se inundaba, todo lentamente moría. El rio que siempre había sido un regalo y fuente de vida para aquel pueblo, rugía una corriente que se había desbordado de su cauce, que arrastraba a todo aquel desprevenido y lo perdía al filo de la cascada. Los truenos y relámpagos ensordecían por derredor. El clima frío rozaba el punto glacial. Era pleno día, pero el mundo estaba cubierto de oscuridad.
El castillo, como ejemplo ferviente del poderío del Byakugan, inmutable a cualquier arranque de la naturaleza, sirvió como refugio a todo pueblerino, animal y criatura que ambicionó un espacio. Los guardias reales sirvieron como guías, la servidumbre como enfermeros improvisados. El pánico cundía los rostros de todos. La incertidumbre se convertía en el primer pensamiento. Todo lo que amaban, todo lo que conocían, todo por lo que habían soñado y trabajado, todo había sido destruido y arrastrado hasta el olvido.
Ni siquiera sabían si este diluvio terminaría. Ya llevaban tres días y tres noches así, esperando, rogando porque los que se quedaron afuera pudieran aferrarse a la vida. Deseando que acabara pronto, pidiéndole a la Diosa la fuerza, y a la vida paciencia para continuar con este doloroso desafío.
Uno a uno, las sensaciones negativas los embargaron. Para algunos fue más fuerte la desolación; para otros, la pérdida; para los más débiles, el dolor. Para él, la ira.
—Sasuke, ayúdame con esto por favor.
Su compañero de armas lo llamó para retirar los muebles de una de las salas, donde acomodarían a más refugiados. Sasuke acudió como buen guerrero.
—¿Dónde moveremos esto?
—No lo sé, la princesa sólo nos pidió que hiciéramos espacio. La sala de armas ya está llena por las cosas que retiramos de las otras habitaciones.
—¿Incluso hay camas?
—Ya te dije que no tengo idea—dijo, aferrándose al mueble del centro. —Uno, dos, tres.
Juntos levantaron ese enorme mueble con la cabeza de un león forjado de hierro. Pesado como un demonio, e inútil como cada cosa de la quisquillosa realeza.
—¿Qué haremos? Si esto sigue así, la comida se acabará en menos de lo que ladra un perro.
Kiba, un guardia de las puertas llegó por detrás, mirándolos en lugar de ayudar.
—No podemos hacer nada más de lo que nos dicte la princesa—dijo Naruto, su amigo y compañero.
—Hasta ahora no ha dicho nada—murmuró Sasuke, empezando a molestarse. —No hemos sido más que los juguetes de la Maga Oscura. El temor que la princesa le tiene a la guerra nos ha empujado a esto, a refugiarnos como cobardes mientras maneja el mundo a su antojo.
—¡Eh! Más cuidado con lo que dices idiota—exclamó su amigo rubio. —No voy a permitir que ningunees a la princesa. Si bien; es cierto que hasta ahora no ha hecho nada, pero también es porque teme por nuestra seguridad, nada bueno sale de la guerra.
—¿Y qué de bueno ha salido de no hacer nada? ¡Eh! ¿Por qué no sacas tu tonta cabeza por la ventana y te fijas cómo quedó el pueblo?
Naruto gruñó a la par que Sasuke se relajó. Se estaba dejando llevar una vez más, pero es que la situación colmaba su paciencia, se estaba volviendo cada vez más desesperante. Sasuke pensó entonces, que las cosas serían muy diferentes si el lugar de la débil Hinata Hyuga, fuera el poderosísimo Neji Hyuga quien hubiera sucedido el trono de su padre Hiashi, o por lo menos la decidida Hanabi Hyuga quien se hubiera encargado.
Pero la malvada Maga Oscura, burlándose hasta esos extremos del reino del Byakugan, había asesinado a todo el linaje real de los Hyugas, dejando con vida solamente a ella, a Hinata. Famosa entre los Hyugas por no destacar en nada, y tener lo opuesto al temple de un líder.
La Maga Oscura sabía que inevitablemente ella tendría que gobernar a todo el reino, conformado por cuatro pueblos grandes y ricos, aun con su poca confianza e inexperiencia. Una guerra contra ella entonces, sería lo mismo que un elefante jugara pisotones con una hormiga.
—A veces me molesta tu falta de confianza. Yo estoy seguro que esto fortalecerá a nuestra princesa—comentó su amigo.
Nadie aún se acostumbraba a referirse a ella como a una reina, porque hasta ahora, no había demostrado ser una.
—Y sólo tuvieron que morir unos cuantos cientos, tal vez miles. ¡Que ganga! —comentó Kiba irónico.
Sasuke se alejó del grupo cuando llegó Sai, otro guerrero, y Naruto amagó con defender una vez más a su princesa. Echó una mirada superficial a todos los pueblerinos amontonados en las paredes y ventanas, observando como todo se perdía.
Apretó los puños una vez más. Cansado y furioso. Harto de portar una armadura, de cargar una espada, de tener un entrenamiento y de haber hecho un juramento. Él era Sasuke Uchiha, el que peleaba por ser el mejor guerrero de los cuatro reinos, el que había derrotado a dragones, orcos y criaturas nocturnas. El que peleaba, no el que se escondía. El que mataba, no el que cargaba muebles. Y el que, sin embargo, no podía mover ni un solo dedo sin el permiso de su rey, quien ahora yacía muerto, dejándoselo todo a una niña que no tenía ni idea de cual pieza mover.
Todo había comenzado por culpa de la Maga Oscura.
La Maga más poderosa y conocida de los cuatro reinos. Una mujer sin escrúpulos que servía a todo aquel que le rogara por un mísero hechizo, sin importar lo bueno o lo malo de la petición, mientras a cambio se le ofrecía una jugosa recompensa. Entre dichos y hechos, ella había creado plagas, sequías, pandemias e inundaciones; pero también había creado cosechas, curas, belleza y grandes avances para algunas civilizaciones.
Y a pesar de su alta peligrosidad en el mundo, ninguno de los reinos acordó darle caza o castigo, sería como echarse al diablo en contra, cuando ella tenía el poder de hacer temblar a la tierra y de abrir los océanos. Los nobles hablaban de respeto, pero no era más que una descarada mentira para cubrir lo que realmente sentían por ella: el miedo.
Y nadie supo cómo ni por qué aquella Maga Oscura había decidido atacar a todo el mundo, llamando a criaturas de las profundidades, causando largos días de terror que ya no veían el sol. Aburrimiento, decían algunos, y eso era aún más despreciable.
Las puertas de la gran sala se abrieron y de ella salió Hinata Hyuga, heredera del trono. Con sus ojos hinchados de tanto llorar y sus ropas arrugadas, seguida de su acompañante y consejera Tenten y su escolta Shino. Con un débil susurro, no por su estado, sino por su eterna personalidad sumisa, convocó a los fuertes guerreros de su reino a que la siguieran hasta la habitación del trono.
Compartió una mirada con Naruto, entrecerrando los ojos. ¿Por fin había recapacitado esa mujer? ¿Era el momento de declararle la guerra a la malvada Maga Oscura?
—¡Vamos!
Naruto recogió su espada y su escudo de la esquina donde los había dejado, y él empuñó aún más fuerte los suyos, augurándoles de una buena vez la utilidad.
Los guerreros no perdieron el tiempo. Naruto, Sai, Juugo y él se inclinaron ante la nueva reina, recordándole su fidelidad. Ella tranquila, les pidió que se levantasen.
—Gracias guerreros por estar aquí —inició la princesa. —Es un honor para este reino tenerlos de nuestro lado.
Sintió como Naruto vibraba de emoción, arrastrándose como un miserable perro, lamiendo el piso por donde ella caminaba. A él, por su parte, le asqueaban los halagos vacíos, pero no tanto como perder el tiempo. Para los nobles no había honor alguno, todos sus sirvientes eran prescindibles.
—Y por eso es que se me ha hecho muy difícil encomendarles esta misión. La Maga Oscura ha demostrado ser más poderosa de lo que todos pensábamos. Nos ha empujado al punto de aliarnos con los demás reinos buscando la manera de detenerla. Hemos sido pacientes, esperando el diálogo con ella, pero simplemente se niega a darnos razones mientras continúa destruyendo lo que más queremos.
Sasuke apretó los puños, quería que fuera al grano. La princesa era lenta hasta para hablar.
—Me he vuelto a poner en contacto con el rey Gaara, que es el más cercano a nosotros. Me ha dicho que planea enviar a sus guerreros y a sus tropas de soldados para la batalla, y que los demás reinos harán lo correspondiente para pelear contra ella.
Esperaron en silencio a que continuara.
—Nosotros esperaremos a que las cosas se desarrollen, y en caso de que esta situación alcance un nivel crítico, estaremos ahí para apoyarlos.
Inaudito. Sasuke, colérico, se levantó haciendo eco en la sala del trono con su poderosa voz.
—¿Qué quiere decir? —rugió furioso. —Vamos a esperar a que los demás luchen y nos rescaten, ¿es eso? ¿Piensa que deberíamos quedarnos aquí como unos cobardes? ¡¿Por qué…?!
—¡No le levantes la voz a la reina! —interrumpió Tenten ceñuda.
—¡No me voy a callar! ¡Es momento de que alguien le diga lo que todos pensamos! Desde que murió el rey y sus hermanos, ha convertido a este reino y todos los que servimos en él en alguien como ella, ¡sumiso y débil!
—¡Sasuke por favor! —gritó Naruto, poniéndose de pie para empujarlo.
La princesa, por supuesto, no se defendió.
Era inútil hablar. Sasuke colgó su escudo en su espalda y salió de aquella habitación, negándose al llamado de la consejera de la infame reina. Colérico, al azotar las puertas de la sala del trono pateó un mueble con una vasija, haciéndola caer y quebrándola. Seguramente valdría más que toda su armadura, pero no importaba, estaba hirviendo.
Naruto salió detrás de él y lo sujetó del brazo, obligándolo a voltearse.
—¡¿Qué mierda te pasa?! ¿Tantas ganas tienes de ir a prisión?
Sasuke apretó los dientes.
—Sólo eso me faltaría—escupió. —No creas que me voy a quedar aquí sin hacer nada, esperando a que alguien venga a rescatarme. ¡No me hice guerrero para esto! Voy a pelear, le guste a la princesa o no.
—La reina…—recalcó el rubio, ya que a su amigo se le olvidaba. —…Sólo se preocupa por nosotros. Yo tampoco estoy satisfecho con esto, pero nuestro deber también es obedecer a nuestro rey. Si te quieres hacer el héroe serás exiliado. ¿Eso quieres? Te entiendo, yo también quiero pelear para salvar al mundo, pero las cosas ya están decididas, esperemos que a los tres reinos les vaya bien, nosotros podremos ayudar a nuestra manera.
Sasuke luchó con todas sus fuerzas para reprimir su enojo y no contestar nada más, porque no quería tener a Naruto encima todo el tiempo. Asintió para convencerlo, esperó recargado en la pared a lucir más calmado y dio media vuelta, intentando caminar sin apuro. Naruto lo vio alejarse sin réplica, y eso definitivamente, lo inquietó.
—Sasuke por favor, no vayas a hacer nada estúpido.
Por supuesto que no, pensó. Porque aquí los estúpidos eran los que se quedaban con los brazos cruzados sin hacer nada, esperando milagros de los demás. Él tenía su propia manera de conseguir información, sabía muy bien cómo lograr sus objetivos. Había esperado a que le dieran luz verde, pero ya que había recordado que la princesa era una cobarde, no perdería más su tiempo. Sabía incluso en dónde se escondía la Maga Oscura, y la manera de llegar.
El catillo de Cornelia, aquel que había pertenecido al linaje de los Magos Blancos; los Senjus, siendo Tsunade la última heredera de ese trono. Ellos habían desaparecido en un instante, y el castillo quedó tal cual lo habían dejado, como si el tiempo simplemente se hubiera congelado, con la mesa incluso servida. Que la Maga Oscura lo hubiera elegido era extraño. Ese evento había ocurrido hace años, antes de su propia aparición en el mundo. El castillo estaba lleno de energía purificadora con una barrera indestructible de Luz, un hechizo contra las criaturas de la noche. Debería ser una tortura para ella estar en un lugar así. Sin embargo, esos detalles ahora eran lo de menos.
Sasuke caminó con la espalda más erguida que nunca ante la misión que sería legendaria. En donde quiera que estuviesen su hermano y su padre, guerreros de honor, se sentirían muy orgullosos de que él fuera el encargado de salvar al mundo, porque lo haría.
Él mismo se encargaría de clavar su espada en el corazón de esa malvada Maga Oscura, y los cuatro reinos volverían a sus épocas de paz. El apellido Uchiha resonaría por lo alto, y las futuras generaciones hablarían de ellos con respeto. Los mismísimos reyes se inclinarían y obtendría el máximo honor.
Sólo tenía que derrotarla, a ella, a ese demonio, a esa despreciable mujer, a esa malvada Maga Oscura que había nacido bajo el nombre de un humano. Y él… él se convertiría en un héroe.
…
Recurrió a la ayuda de Shikamaru para planear una ruta de escape sin tener tantos problemas. El cielo se seguía cayendo, pero mientras más fácil resultara salir, más rápido los guardias saldrían a pararle, por eso tenía que actuar ahora. Shikamaru le dio uno de los botes de la realeza y le pidió que, ante cualquier circunstancia que se fuera a presentar, su nombre no se viera inmiscuido en su desobediencia.
Le dio su palabra, prometiéndole también que mandaría pronto uno de sus halcones dándole información de su amada Temari del reino Sabaku, por la que realmente hacía todo esto. Se despidió de él tripulando su barco. Se puso una capucha oscura y alzó la vela que lo empujaba hacia el bosque donde avanzaría a pie.
El camino hacia el reino de Cornelia era peligroso, las criaturas de la noche barrían las rutas principales que conectaban a los pueblos, por lo que se vería obligado a tomar atajos sobre las montañas, donde esas criaturas no abundaban porque los espíritus del bosque hacían su mejor esfuerzo por repelerlas. Sería cansado, sí, pero comparándolo con las batallas que tendría siguiendo la ruta principal, suponía que era la mejor decisión.
Dos semanas habían pasado desde que dejó el reino atrás, el viaje en bote fue largo y pesado. Durante la travesía tuvo que pelear unas cuantas veces con peces monstruosos, demonios acuáticos y dragones marinos. El poder del rayo le dio la ventaja ante ellos e hizo fáciles algunos enemigos. Su espada pesada se bañó de la sangre purpura de esos infames y su escudo era la más dura coraza que le protegió.
Caminó entre un frio endemoniado cuando llegó al bosque. Encontró ninfas que lo intentaron seducir y hadas que le brindaron alimento y bendiciones. Los árboles mágicos le otorgaron sabiduría y el sabio del Onion volcán midió su valor. Los árboles hablantes que con sus raíces fuertes se resistían a la penetración de las criaturas de la noche pudieron avisarle a tiempo de la nueva búsqueda que sus compañeros guerreros habían empezado. Esta vez sabía que le buscaban a él, pero no iba a temer, porque la fuerza de los Uchiha le amparaba.
Tuvo que apresurar el paso hacia el castillo de Cornelia. Su mayor ventaja era que La Maga Oscura aun no sabía nada sobre su encomienda. Tal vez la princesa Hinata ya lo consideraba un renegado, pero no sería tan tonta como para exponerlo y que los enemigos se enteraran de su autodesignada misión. Eso sería peligroso y perderían, los cuatro reinos, la oportunidad más factible de derrotarla.
Antes de cruzar el lago de Hielo, una torrencial lluvia le alcanzó, obligándolo a refugiarse en una cueva con una entrada que parecía apunto de bloquearse en cualquier momento. Sin embargo, no había otra opción.
Su espalda le dolía por cargar su espada y el escudo. Sus pies vibraban hartos de caminar. Su boca estaba seca y sus ojos se cerraban por si solos buscando descansar.
Todavía faltaba un largo viaje para llegar al castillo de la Maga Oscura, lo más sabio era parar. Se aseguró de que la cueva estuviera, por lo menos, libre de enemigos. Prendió una fogata con las hojas secas y utilizó buena parte de estas como una improvisada almohada. Estiró sus músculos hasta hacerlos tronar y entonces se relajó.
Lo único bueno de la lluvia era el sonido relajante que lo arrullaba. La armadura era incómoda, pero sería peligroso estar sin ella. Aun así, logró acomodarse y entonces se durmió.
…
Sintió una caricia en su cara como la punta de una aguja, que contorneaba sus rasgos y que lo incitaban a despertar. Sin embargo, no es que no quisiera hacerlo, es que algo se lo impedía. Aunque sus sentidos estaban alertas, su cuerpo no se podía mover, ni siquiera podía abrir los ojos o decir algo. La caricia se extendía por todo su cuerpo hasta alcanzar el cuello, evitando sentir algo por la armadura, pero sabía que continuaba porque escuchaba el metal ser rayado.
Maldijo en su cabeza e intentó mover los dedos. Su espada estaba lo suficientemente cerca para tomarla de una vez y agitarla, pero todo eso era inútil si no se podía mover.
Y de pronto, escuchando un chasquido y sintiendo el tacto entre sus labios, finalmente abrió los ojos.
—¡Tú!
Su cuerpo petrificado no le permitía hacer nada más que mirarla con asombro. Agitado, intentó removerse y luchar para romper el hechizo, pero no funcionó. Le miró con una mezcla de expectación e ira, invadido por la incredulidad.
—Buenos días, niño bonito.
La malvada Maga Oscura que atormentaba los cuatro reinos estaba ahí, volando sobre él, mientras con sus largas uñas rasguñaba su armadura y le provocaba hendiduras como si fuera una simple esponja. Sus ojos verdes con la pupila estirada como los de un gato negro recorrieron todo su rostro buscando algo. Sonreía como una arpía mientras pestañeaba.
—Qué sorpresa encontrar a un joven por aquí. Dime, ¿te perdiste muchacho? —comentó, como si sólo se tratase de un niño.
Era evidente quién era él, la Maga Oscura lo conocía, aunque no supiera su nombre, seguro sabía de donde provenían sus raíces. Un Uchiha no pasaba desapercibido y eran perfectamente reconocibles allá a donde fueran. Ella solamente quería jugar con él, para humillarlo como acostumbraba hacer con cada ser viviente. Pero se equivocaba, porque él no era como cualquiera.
Uno de sus ojos tomó el color carmín y la Maga retrocedió, reconociendo esos ojos al instante. No obstante, la sonrisa malvada cruzó su rostro.
—Un gatito que sabe hacer trucos, que suerte tengo.
—Yo no le llamaría suerte—dijo con su voz sumamente profunda. —¡Voy a hacerte pedazos!
La Maga se abrazó a sí misma ladeando la cabeza.
—¿Qué cosas dices? —soltó risueña, pero fingiendo que se alarmaba. —¿Así nada más? ¿Y sin habernos casado antes?
Sasuke tronó los dientes enfadado.
—Maldita bruja—exclamó, antes de agitar su espada lanzando un rayo.
La Maga apareció detrás de él para abrazarlo. Sasuke sintió su cuerpo muy caliente como si lo abrazara una antorcha y nuevamente se paralizó.
—Veamos, ¿qué hay aquí?
La mujer estiró sus propios brazos sobre los de él, quien los tenía en frente sosteniendo su arma, acariciándolos con la yema de sus fríos dedos.
—Eres muy varonil—susurró muy bajito, totalmente pegada a su oreja derecha. Sentía como sus labios acariciaban su piel al hablar. —No esperaba menos de un guerrero.
La Maga lo soltó y el guerrero volvió a arremeter contra ella, pero los hechizos de la Maga Oscura eran muy avanzados para poder golpearle. Ella hizo que la tierra se abriera debajo de sus pies, y quedó enterrado hasta la mitad de su tórax, empujándose con los brazos para poder salir.
—¡Déjate de juegos y sácame de aquí! —rugió hastiado.
—¿Qué me vas a dar si te libero? —preguntó acaramelada.
Sus burlas, más que cualquier otra cosa, estaban empujándolo al precipicio de la exasperación.
—¡Cierra la boca!
—Sólo si me das un beso.
Sasuke la miró con mortalidad y la Maga se estremeció de gusto. Era un completa psicótica y enferma. Le daba asco todo de ella.
—¡Voy a hacerte pagar por todo lo que le has hecho al mundo! ¡Te lo juro! —gritó, aun empujándose, aunque resultara inútil. —¡Y vas a borrar esa estúpida sonrisa de tu rostro!
La sonrisa de la Maga Oscura lentamente se borró y le extrañó, pero no bajó su guardia.
—¿Qué se supone que le he hecho al mundo? —preguntó, con una cara de incertidumbre que parecía casi genuina.
—No te hagas la tonta—dijo sin titubear. —Has llenado a los cuatro reinos de olas de oscuridad. ¡Hay criaturas malignas y desastres naturales en todas partes, todos están peleando y muriendo por culpa de tu capricho!
La Maga Oscura acarició su barbilla mirando hacia una esquina superior de la cueva, meditando o intentando memorizar. Tronó sus dedos rápidamente, apenas el recuerdo se le presentó.
—¡Ya! Casi había olvidado que maldije al mundo, ¿puedes creerlo? —soltó, golpeando con suavidad su frente, y seguido a eso, también se echó una carcajada molesta.
Sasuke no podía estar más furioso. Ella alzó su mano y frotó la yema de su dedo medio e índice con la yema del pulgar.
—Claro que, eso no significa que no pueda cambiar de opinión, si sabes cómo pagarme.
—¡Voy a destruirte! ¿Qué te parece eso?
La Maga lo miró con satisfacción.
—Me parece encantador.
Sasuke siguió empujando mientras ella le observaba. Estaba molesto a más no poder y mientras más pasaba el tiempo haciendo lo mismo, más furioso se ponía.
—¿Qué tal si me haces una oferta? —cuestionó sonriente, echándole su aliento en la mejilla, volando en círculos a su alrededor.
—Nunca haría tratos con una arpía como tú.
—¿Seguro?
La Maga acarició las venas que se exaltaban en la frente y los brazos a causa de la presión.
—No tiene que ser dinero, ¿sabes? Soy una chica muy sola y tú un hombre muy apuesto, a pesar de mi belleza, los hombres me huyen y no sé por qué— dijo, con un tono falso de inocencia.
Y aunque tuviera una piel blanca y lisa, un cuerpo delgado y suave, unos ojos verdes brillantes y una larga melena rosada que flotaba como si estuviera dentro del agua, era evidente pensar que esa apariencia no era natural, que detrás de toda esa femenina fachada que incluso opacaba a las hadas y sirenas, había realmente una anciana bruja de piel verde con verrugas y enorme nariz.
—Que ni siquiera se te ocurra, prefiero morir a estar contigo.
La Maga le dio un beso en la mejilla tan profundo que lo hizo sobresaltarse.
—¿Seguro? —repitió la mujer. —Eres un poco egoísta para ser un guerrero. Realmente te estoy pidiendo algo muy sencillo. Sí supieras las barbaridades que los demás han hecho para obtener lo que me piden. Incluso hay personas que han entregado el corazón de sus propios hijos por un simple deseo.
—¡Yo no hago negocios con una bruja! —respondió. —Y no tengo por qué hacerlos, simplemente te mataré, y así todo regresará a la normalidad.
La Maga soltó otra carcajada, acariciando su rostro con ternura.
—No puedes matarme, y aunque lo lograras, no salvarías al mundo jamás—la Maga hizo un circulo con su uña en el hombro del guerrero. —Ya te lo dije, esta es una maldición. Solamente la Maga que hace una maldición puede quitarla, sí me mataras, sólo la harías más poderosa.
Sasuke no despegó sus ojos de ella y ella le regresó la intensa mirada.
—¿Por qué haces esto? —quiso saber.
—Te lo contaría si me acompañas al castillo—murmuró.
Sasuke intentó salir por última vez, pero era inútil, no saldría jamás usando su propia fuerza. Apretó los ojos intentando pensar, meditando la situación, haciendo un llamado al cielo para que su respetable padre o su querido hermano le mandaran una señal de qué hacer. Un guerrero no hacía tratos con brujas, pero no tenía más opción. Había sido descuidado, e inclusive ingenuo. Abrió los ojos y la miró con desdén, aunque ella ni se inmutó. Su honor habló por él.
—No quiero acompañarte a ninguna parte, quiero que dejes al mundo tranquilo.
—Eres muy necio cariño. Me encanta.
La Maga Oscura se alejó de él, poniendo por primera vez sus pies sobre la tierra. Unas babosas salieron debajo de su capa y empezaron a acercársele.
—Supongo que, si no quieres hacer un trato, tendrás que ser el bocadillo de mis pequeñas.
Haciendo caso a las palabras de su "madre", las babosas estiraron una protuberancia que a la vez se expandió como una boca, sacando una baba muy espesa y mostrando muchos dientes como sanguijuela.
—Al menos ellas podrán disfrutarte, que envidia— en seguida, la Maga Oscura soltó una risa traviesa y flotó de nuevo.
Las babosas se acercaron a él con una rapidez no propia, les tiró un golpe, pero la baba conseguía calentar su armadura y quemarle la piel. Sería inútil, su propia armadura serviría de olla cuando esas cosas consiguieran derretir su piel.
El guerrero se lo pensó una vez más, ¿qué era preferible? Una muerte deshonrosa o un trato igual de deshonroso. Apretó los dientes disgustado consigo mismo, incapaz de pensar en algo que cambiara el panorama de su situación. Entonces, lo que vino a su mente fue el sacrificio. Si de cualquier manera la Maga Oscura iba a ganar, al menos lo haría dejando al mundo en paz.
—Está bien— soltó resignado, sin mirarla, a la par que las babosas se quedaban quietas. —Te daré lo que me pidas, pero dejarás a todos en paz.
La Maga rio, acostumbrada seguramente a siempre ganar.
—Debes estar consciente de que, para anular una petición especial, debo de recibir algo de igual valor.
—¿A qué te refieres con petición especial?
—Yo no hago cosas sólo por capricho—dijo, acercando su rostro hasta estar a menos de un metro. —Al menos no las que requieren de mucho esfuerzo, dime, ¿qué ganó yo maldiciendo al mundo gratuitamente?
—Que tu ego incremente— cortó.
Eso le causó gracia.
—Sí, tal vez, pero no necesito maldecir al mundo para recordarles que soy mejor que todos. Creo que los cuatro reinos ya estaban conscientes de eso, por eso nunca han logrado juzgarme.
—¿Quieres decir que alguien te pagó para maldecir al mundo? ¿Quién haría tal estupidez? Nadie sale ganando, ni sique…
—Tranquilo muchacho— la Maga Oscura selló sus labios con un haz de luz negra. —Si quieres respuestas, las conseguirás en mi castillo. ¿Nos vamos ya?
Sasuke, con su boca sellada y su cuerpo a medio enterrar, la miró furibundo una vez más antes de asentir y sentirse cegado por la oscuridad.
…
Se sentía desnudo y desprotegido. Sin su armadura, la incomodidad y el sentido del peligro crecía. Le había privado también de su escudo y su espada, incluso de su visión y de su oído. Podía quejarse y sentir el tacto en su piel, pero no era precisamente útil si estaba inmovilizado y con la boca sellada. Estaba flotando y moviéndose de un lado a otro mientras la temperatura cambiaba. A veces hacía calor, a veces frio, a veces podía oler la hierba y sentir las hojas golpear su cara, a veces sentía la presión aumentar y una sensación de vértigo acicalarle la espalda.
Trastabilló cuando el hechizo lo obligó a ponerse de pie sin siquiera ser avisado. Sus piernas estaban medio dormidas y el hormigueo de sus brazos incrementó. Su visión volvió.
El imponente castillo de Cornelia se alzaba ante sus pies. Un castillo blanco y hermoso que resaltaba su pureza, y que estaba erguido al lado de las nubes. El cielo brillaba tan azul y limpio que parecía que el mundo había regresado a la normalidad. Parecía el hogar de un ángel, incluso pequeñas criaturas mágicas que nunca antes había visto lo miraban con curiosidad. Criaturas que no se parecían ni un poco a las criaturas de la noche, estas resplandecían luz, bondad e inocencia, y se repartían los rostros entre ancianos, jóvenes y niños.
Un pequeño ser que parecía un anciano bonachón se acercó demasiado, acompañado de una mujer de su especie. Su oído volvió y escuchó el cantar de los pájaros.
—Hola aldeano, que gusto ver gente nueva por aquí— dijo el anciano enano.
—Desde hace algún tiempo que no se puede bajar—comentó la mujer. —¿Cuál es tu nombre?
El sello de sus labios desapareció. Primero miró a la Maga que parecía distraída recibiendo el regalo de unas niñas con orejas de conejo y oso, y después los miró a ellos.
—Uchiha Sasuke.
—¡Maravilloso! —exclamó la anciana.
—¡Démosle la bienvenida a Uchiha Sasuke!
Las criaturas de los cielos corearon su nombre con bienvenidas amenas, y aunque en otro momento le hubiera parecido algo muy humilde, no podía hacer otra cosa más que desconcertarse.
Miró de nuevo a la Maga Oscura, quien ahora le parecía otra criatura igual de extraña. Para ser una "Maga Oscura" era igualmente deslumbrante, como el resto de los habitantes de los cielos. Estaba pensando incluso que tal vez estaba manipulando a esos seres, o tal vez todo era una ilusión para confundirlo, alguien como ella no podía estar rodeada de algo así sin destruirlo.
Y lo confirmó, cuando las niñas con rostros angelicales voltearon para verlo, en su lugar quedaba sólo el rostro esquelético y agusanado de un infante, y los tiernos ancianos que le habían dado la bienvenida, ahora eran horrendos duendes de caras burlonas quienes le escupieron y luego se burlaron escandalosamente mientras se marchaban a brincos. Todos los demás, cambiaron a su forma original, monstruos que simulaban ser habitantes de los cielos, pero que no eran más que criaturas de la noche.
El majestuoso y blanco castillo ahora se veía tan podrido como el alma de cualquiera de esos seres, y las nubes blancas con el cielo resplandeciente se volvieron grises y el cielo verde. La Maga Oscura rio, ahora desentonando con esa apariencia.
—Una ilusión poderosa, ¿verdad? Así se veía este lugar antes de que cayera en mis manos.
Orgullosa de su maldad, la Maga Oscura terminó por empujarlo dentro del castillo, para que admirara lo putrefacto de aquel recinto que alguna vez fue el lugar más sagrado. Ahora, el aura mágica de pureza se había esfumado por completo y en su lugar sólo quedaba una sensación de escalofrío.
—Dime algo—dijo el guerrero, ayudándose a sí mismo a mantener la calma. Se sentía cada vez más indefenso, y ese sentimiento le asqueaba por lo indigno. —¿Cuál es la razón de tu maldad?
Y es que él podía comprender que los corazones de los seres vivos se llenaran de codicia, odio y ambición, pero lo que hacía ella rayaba los límites de lo inhumano. Cuán ruin hay que ser para poder vivir tranquilamente sabiendo todo lo que sufre el mundo.
—No se llama maldad, querido. Es simple indiferencia— dijo ella y miró a su alrededor. Sasuke observó también las estatuas humanas con rostros de espanto. —La gente tiende a horrorizarse de las Magas Oscuras como yo, no piensan que, para poder ser tan poderosas, tuvimos que recibir un pago que nos hizo llegar hasta nuestro respectivo nivel. Ese pago, cariño mío, fue hecho por la gente que tanto quieres proteger, la gente que, aun sabiendo las consecuencias, fueron capaces de darme un sacrificio egoísta. Pero no seré yo quien te enseñe de moral…
El hechizo hizo que el guerrero se hundiera en una maceta gigante, y la Maga Oscura curvó su cuerpo como si estuviera acostada en una cama invisible con sus dos manos entre su mejilla y su barbilla, y las ropas cayéndole por fin sucumbiendo a la gravedad, pegándose a ese cuerpo femenino que podría ser otra mera ilusión.
—¿Quieres decepcionarte un poco? —se burló. —Gaara, del reino de los Sabaku, me ofreció la vida de su esposa si conseguía que ella primero diera a luz a un hijo poderoso. Nagato, del reino del Rinnegan, sacrifica a las mujeres vírgenes para que su sangre purifique esos ojos malditos. Orochimaru, del reino de Hebi, me da la vida de veinte recién nacidos cada veinte años para seguir manteniendo su juventud.
Pausó, saboreando la reacción del guerrero, incapaz de creer que los reyes, quienes creaban las reglas y exigían que se respetasen con puño de hierro pactaran contra una de las fuerzas a quienes todos tenían prohibido contactar. Las Magas Oscuras que llegaban a obtener la categoría de Brujas Malditas como ella, eras amarradas a palos benditos por los Magos Blancos y quemadas en medio de un ritual que purificaba su alma, para que la Diosa les otorgara el perdón.
Pensó todo este tiempo que con ella había excepción porque simplemente era demasiado poderosa como para capturarla, pero ahora todo lo cambiaba, realmente sólo estaban protegiendo sus propios intereses.
—¿Quieres saber algo más? —propuso ella, acercándose hasta que su respingada nariz tocara su mejilla y lo acariciara unos momentos con ella. —A que no adivinas quién me pagó para que el mundo se llenara de oscuridad. Una chica muy bonita y educada que, sin embargo, tuvo la suficiente sangre fría para darme la vida de todos los miembros de su familia.
El guerrero la observó expandiendo sus ojos, sin creerlo.
—¡Así es! —casi cantó, sintiéndose extasiada de su reacción. —¡Nada más ni nada menos que tu princesa! Ups, quiero decir, tu reina.
—¡Mientes! —gritó casi de inmediato.
—No, no, no. Esa es la verdad —mencionó cantarina. —La pequeña Hinata me entregó el alma de los Hyugas para cumplirle su deseo. Un deseo desesperado y hambriento de almas que complacieran tal capricho, puesto que el amor es un sentimiento demasiado poderoso y difícil de manipular. No para mí claro, pero requería un pago que valiese la pena por recompensarla con el amor sincero, leal y eterno de un humano de alta categoría. Un guerrero, así como tú. Pero, ¿sabes? No la culpo, sí todos los guerreros están tan… como tú…
Sasuke observó a todos lados impactado. Hallaba un poco de sentido a sus palabras. Ese guerrero del que ella hablaba, era ¡Naruto! Por eso repentinamente se había convertido en su más fiel y cercano guardián, mientras la defendía como un perro cuando antes apenas y reparaba en su invisible presencia. Pensó que era por el título que ahora cargaba, que su ciega y tonta bondad le hacía tenerle pena.
—¿Y qué pasa con la maldición en el mundo? —preguntó con exaltación.
—Los eventos se desarrollaron mejor de lo que pensaron mis benefactores. De una u otra manera; con la fuerza, la juventud, la descendencia, y el sacrificio por amor, el deseo cobró un beneficio más grande y de manera simultánea. El egoísmo y la codicia de los hoy reyes hicieron que mi magia se volviera más exigente, y cuando no pudieran aplacar mi hambre con un pago justo, las consecuencias se desataron en el mundo que ellos supuestamente juraron proteger.
Acarició su masculino rostro sorprendido.
—Yo no muevo un dedo por nada ni nadie si no obtengo algo a cambio. Eso sólo debilitaría mi magia. Yo soy por la codicia de los demás, que eso te quede claro. ¿Quieres que sigamos hablando de negocios?
No sabía qué pensar. Estaba demasiado turbado por todo lo que le había dicho. No cabía en su cabeza que Hinata fuera a hacer algo así, dar la vida de su familia sólo para ser correspondida por un hombre. No, había algo que no le estaba diciendo. Puede que dijera la verdad sobre los motivos que llevaron al mundo a las ruinas, pero estaba manipulando la información de seguro. Tal vez los incrédulos que pactaban con ella no sabían las condiciones. Quizá era eso, ella los engañaba.
—Entonces…
—¿Qué es lo que quieres exactamente de mí?
—Uy ¡Sasuke-kun! —exclamó emocionada y se alejó rápidamente flotando hacia todas partes. —Me encanta que no tengas pelos en la lengua, pero yo soy un poco tímida.
—¡Sólo dilo maldición!
La Maga Oscura sonrió complacida, encantada de la salvajada de hombre que tenía plantado ante ella.
—Quiero que te entregues a mí, en cuerpo y alma.
El guerrero la observó dubitativo.
—Que me acueste contigo ¿sólo eso y ya?
La Maga Oscura voló otra vez por toda la habitación echando chispas.
—¡Sasuke-kun! ¡Eres tan pervertido! —carcajeó.
Estaba molestándolo más e incluso ligeramente abochornándolo.
—¡Quiero que te entregues a mí como un sacrificio tontin! Ju, ju, ju —rio exagerada, con el dorso de su mano tapándose la boca. —Sé que los insulsos reyes, al menos los tres más fuertes, vienen hacia mi castillo con sus ejércitos dispuestos a fastidiarme. Ahora resulta que todos están en mi contra, ¡y no me puedo confiar! Sí peleo por mis propios intereses, mi magia se debilitará, pero si existe un sacrificio eso no pasará. No tengo intenciones de acabar con los cuatro reinos, ¡ya no tendría pedidos!
—Entonces si no te vendo mi alma, aunque de cualquier manera me muera, ¿tú también morirás? —rio. —Estas muy equivocada si crees que aun sabiendo esto me ofreceré a ti.
—¿Aun no lo entiendes Sasuke-kun? Este hechizo no parará a menos que yo lo detenga, y sólo tengo intenciones de hacerlo porque me aburro. Pero si prefieres que todo siga su curso y todos mueran, yo no seré nadie para hacerte cambiar de opinión.
La Maga Oscura lo miró con la eterna sonrisa de victoria plasmada. Lo observó diferente por unos instantes hasta que se acercó rápidamente y le plantó un beso profundo en su frente y que tronaba sus labios como si estuviera despegando cinta adhesiva.
—Sé que eres inteligente y harás lo correcto— dijo ensimismada. —Por eso eres perfecto para estar conmigo. Véndeme tu alma Sasuke-kun. Salva al mundo y sé un héroe.
Turbado por todo el choque de emociones y pensamientos que acudían a su cabeza, le costaba tomar una decisión. ¿Cómo estar tan seguro de que el sacrificio cambiará las cosas? ¿Cómo confiar en su palabra si terminaría muerto?
—¿Cómo sé que cumplirás tu parte? ¿Cómo me garantizas que eso salvará al mundo? —soltó sin más.
—No hay manera, tu única opción será confiar ciegamente en mí—afirmó cantarina.
Dejó de concentrarse en ella para mirar a cualquier parte y pensar en su reino, en sus compañeros y en su gente. No quería que todo terminara en su contra, pero ya no había otra manera en la que él les pudiera ayudar a enmendar sus errores. El deber de un guerrero era apoyar a su rey hasta la muerte, aun si éste estuviera equivocado. Y aunque salirse de su reino resultaba igual a una desobediencia, la única verdad era que él sería un guerrero al servicio del Byakugan por siempre.
—Yo… lo haré.
La Maga Oscura apenas despegaba sus palmas para dar pequeños aplausos de alegría y sonrió muy contenta, como una niña. Volvió a acercarse para acomodar sus mechones negros detrás de sus orejas y despejarle la cara. Lo examinó como estuviese mirando una pintura, y le soltó un beso rápido en sus dos mejillas.
—Son las dos de la mañana, mi hora favorita para volar.
Con el chasquido de sus dedos, el cuerpo del guerrero se empezó a inflamar y poner naranja, hasta perder todos los sentidos, quedándose solo con su consciente. La Maga Oscura había convertido a su nuevo guerrero en una simple calabaza.
…
Cuando recuperó su forma humana, estaba en medio de un camino siendo olfateado por un venado.
—¡Querido! Por aquí.
La Maga Oscura llamó su atención, era de noche y estaban al lado de una laguna muy cristalina que, de hecho, parecía un espejo que reflejaba el cielo. Había puntos brillantes en todas partes que parecían estrellas y pequeños dientes de león flotando por doquier. Era como un amplio jardín nocturno, el más bello que había visto jamás.
—Observemos qué están haciendo nuestros queridos reyes.
Las nubes de la laguna se despejaron, aun cuando las del cielo no lo habían hecho, entonces apareció uno de los caminos que conectaban al reino de los Sabaku con el reino de Hebi. Lo extraño era que estaban peleando los unos con los otros, mientras una criatura gigante los observaba desde una esquina.
—Los tontos cayeron en una ilusión. Creen que están peleando contra mis demonios. Ju, ju, ju.
Después aparecieron los del Rinnegan quienes simplemente estaban caminando bien armados. Cuando la vista desde el cielo se alejó un poco, reveló que todo el tiempo estuvieron caminando en círculos ante un escenario que sólo cambiaba su entorno.
—¡Ni siquiera se dan cuenta! No son los más listos. Veamos qué tan bueno es tu reino.
Las nubes volvieron a poner otro lugar, sólo que estaba dentro del castillo. El diluvio de su reino había acabado pero el cielo oscuro y relampagueante seguía ahí. Los soldados aun limpiaban el desastre y los aldeanos seguían heridos. Las nubes se movieron buscando algo más, hasta que encontró a Sai y Juugo, quienes quizá lo estaban buscando a él. Naruto, por supuesto, no se había podido despegar de la princesa y estaba a su lado, calmando su angustia.
—Tu reina ni siquiera ataca porque tiene miedo de que el reino que la ha subestimado se entere de la verdad. Pero en el fondo, es una chica sabia. No vale la pena aventar a sus hombres a una guerra que no pueden ganar, y aunque no lo admitan, hasta esos soldados tienen miedo de lo que pueda pasar.
La Maga Oscura se concentró en él.
—Pero tú eres diferente —comentó. —Te he observado con atención desde la primera vez que cuestionaste a tu propia reina. Eres un guerrero esplendido y bien formado. Le tienes más fe a tu espada que a un refugio, y es más penosa para ti la cobardía que la muerte. Deseaba tanto que fueras mío y al final fuiste tú quien llegó solo hasta mí.
Sasuke se sintió confundido. Aun sentía rechazo hacia ella, pero no podía negar que la curiosidad aumentaba conforme ella hablaba. No sabía ni siquiera si ese sentimiento era propio o era la propia Bruja quien lo estaba influenciando. Acarició su pecho mientras lo miraba enamorada.
—Supongo que era el destino. Tu alma debía estar atada a la mía. Sasuke y Sakura, ¿acaso no suena perfecto?
Sakura, su verdadero nombre, como los árboles más amados de la tierra encantada. Algo que combinada más con su apariencia que su título. La Maga Oscura flotó hasta sentarse en sus piernas y acurrucarse en su pecho. Acarició sus hombros y su cuello con sus finas uñas, que ya no se sentían tan filosas, y besó la parte de su cuerpo que sus labios podían alcanzar. Aspiró muy fuerte su esencia, aunque seguramente olía mal, y pestañeó varias veces causándole cosquillas.
Comenzó a cantar con una voz tan angelical que era irreal. Como si realmente fuera una musa del bosque o un hada de rio, o una sirena. Era un canto tierno y garbado, que desplazaba su apariencia de Bruja y la convertía en una simple mujer.
—Este es el adiós Sasuke-kun. ¿De quién deseas despedirte?
No había nadie en especial al que pudiera extrañar, tal vez a su amigo Naruto, pero durante los últimos meses se habían distanciado cuando parecía que no tenía atención para nadie más que para la reina. Sus padres habían perecido hace tiempo, y su hermano desapareció sin dejar rastro, así como tal vez lo haría él. Aparte de ellos, no tenía nada. Ningún otro amigo, ni novia, mucho menos hijos.
—Ya veo, no hay nada que te ate a esta tierra. Eres un alma libre.
…
Nadie sabía ni cómo ni por qué, pero el cielo azul se mostraba en todo su esplendor esa mañana. Las nubes grises se habían marchado y en su lugar estaban esos algodones blancos. El sol estaba ahí, calentando la tierra seca y resucitando a los arboles caídos. La gente del reino del Byakugan se arrastró por la tierra besándola, agradeciéndole a la Diosa que el infierno se hubiese calmado.
Los tres reinos hicieron retroceder a sus tropas sin tentar al destino. Sabían que no habían sido ellos quienes habían hecho cambiar a la Maga Oscura de opinión, pero tampoco estaban tan motivados a conseguir arriesgadas respuestas. Sin embargo, el mundo decidió no bajar su guardia, y se preparó para el momento en el que esa malvada Maga Oscura decidiera regresar. Era cuestión de tiempo para que su capricho la cegara una vez más, pero para ese momento, ellos estarían preparados.
Desde su trono, la reina Hinata lo supo sin preguntar. Lloró por el alma de uno de sus guerreros, mientras la mano gentil de Naruto le acariciaba la espalda y le daba consuelo. No podía justificar sus acciones, porque ante los ojos de todos Sasuke Uchiha había marchado como un traidor. Pero en su conciencia quedaría eternamente, que realmente él fue un héroe.
Día 1; Héroes.
Puse la alarma para cinco minutos después y me levanté un mes tarde. Gracias como siempre por leer. Todos los días voy a (intentar) actualizar, y pondré una resumen e imagen diferente.
SM~
