Los personajes e historia original no me pertenecen.

Este fic participa del Reto OTP del foro Supernatural: Blood Brothers.
» Sam W./Ruby. 670 palabras.


Witchy demon

Sam Winchester suspira. Por suerte, ni Dean ni Cass están presentes en el búnker; estaban investigando algo fuera y por él está bien. Necesita tiempo, a veces, para recordar. Como en ese momento.

Se tira hacia atrás en la silla y su vista se enfoca en el techo.

Incluso luego de toda la locura del Apocalipsis, del infierno y de lo que siguió a eso, no le cuesta recordar el calor de Ruby. Tampoco el sabor de su sangre, ni el poder que le hacía sentir tenerla y beber de ella.

Tampoco le interesa haberse vuelto un yonqui en su momento,... bueno, no tanto. Le trajo problemas con Dean, y Dios (si es que seguía sintonizando con su antena el mundo que había creado) bien sabía que él no quería problemas con Dean.

De algún modo, todo ese poder que fue suyo se había vaporizado junto a Ruby. No porque ya no tuviera su sangre (podía conseguir otra sangre de demonio), si no por... por su existencia. Ruby había sido su combustible.

No crean ustedes que, así como recuerda a la esplendorosa Ruby con cualquiera fuera su traje de carne, no recuerda también cómo la sostuvo con fuerza y olió el perfume de su cabello, el olor a azufre (que, aunque no lo crean, iba muy bien con su piel) y luego escuchó el último desgarrador grito cuando Dean la atravesó con el cuchillo. Eso también lo recuerda. A veces hasta lo sueña una vez más. Sobre todo cuando las fuerzas dejan su cuerpo y se desploma en sus brazos, lo deja caer al suelo y no vuelve la vista atrás.

Siente placer, también, al saber que fue causante de su muerte. Pero las cicatrices que Ruby había dejado en él, en su alma, perduraban. Incluso la locura que Lucifer le había provocado era de un calibre muy diferente a la de Ruby. Lucifer había sido perdición. Ruby fue (y seguía siendo, para qué negarlo) amor, odio y locura.

Sam se encuentra pensando que, casi tantas veces como en años pasados había evocado el recuerdo de Jess, invoca al de Ruby. Ruby había jugado sus cartas, había sido mentira y demonio, había sido su demonio sobre el hombro izquierdo, susurrándole al oído. Y él parecía haberse inclinado más hacia ella que a su ángel, al que había casi olvidado, con sus cabellos rubios y palabras cálidas.

A Ruby la recordaba más, de cabellos oscuros, y sus ojos aún más, y sus palabras filosas que le llenaban de ira en contra del mundo, que lo mareaban y le hacían caer a su lado.

Estoy para ayudarte, Sam.
Bebe, Sam.
Confía en mi, Sam.

Sam confió. Bebió. Se acostó con ella también, eso estuvo muy bien.

Sam se frota la cabeza con ganas. Intenta sacarse ese tipo de pensamientos de la mente, porque están mal. Dean se enfermaría si se enterara de que su hermanito aún soñaba con Ruby, que aún la ansiaba. Y... y que la extrañaba.

Volvió a suspirar.

—Por un demonio... —gruñó en voz baja. Otra vez esa palpitación dentro suyo. La sangre en sus venas que se revelaba contra él.

No le molestaría cruzarse con ella una vez más. Beber un poco de su sangre, acostarse con ella y luego aferrarla fuerte mientras sentía su perfume y dejar que alguien más la matara por él. Estaría bien.

Extendió las manos queriendo abrazar el mundo y luego volvió a posar gran parte de su cuerpo en la mesa.

De repente le apetecía una cerveza, y tal vez matar a algún hijo de puta. Se incorpora para buscar alguna de la heladera, y piensa que no es necesario esperar a Dean para buscar algún nuevo caso. Algo que lo entretuviera mientras su demonio le susurra cosas que no quiere oír, y mientras piensa que Jess, que su ángel se olvidó de él como él de ella, y muchas otras cosas.

Camina rápido, abre la heladera y se avienta una botellita de cerveza a la que su hermano es tan aficionado.