Lo prometido es deuda, y por fin he tenido tiempo suficiente para ocuparme de un fic que, les aseguró, nunca tuve la intención de abandonar. Muchas gracias a los que me escribieron todo este tiempo pidiéndome por favor continuar, y que, espero, todavía estén por aquí para continuar siendo mis lectores.

En todo caso, lo que me ha retrasado ha sido el editar cada uno de los capítulos. Quiero regresar y planea hacerlo bien. Parece que tuve una época difícil cuando inicié el fic porque hay demasiadas frases, párrafos diría yo, que traspasan los limites de la cursilería y me he tomado el tiempo de arreglarlos. Además, mi estilo ha cambiado un poco a lo largo de estos casi dos años y me gustaría poder adaptarlos a él.

Trato de hacerlo lo más rápido que puedo, pero por favor les pido algo de paciencia. No me alargo más, y no me voy sin antes recomendarles pasarse a leer uno por uno los capítulos editados. ¡Nos leemos!

Prólogo

Uchiha Sasuke ahogó un suspiro amargo, y miró el cielo en busca de un atisbo de paz que nunca encontró.

Se sentía arrepentido de no haber encontrado una excusa para no asistir, ¿por qué lo había hecho todo tan difícil?, ¿qué razón había para complicarse de esa manera?

Todos estaban ahí, familiares y amigos, cada maldita persona que se había cruzado en su camino se había hecho un hueco en la indiscreta ceremonia, y ya no podía soportarlo. La tranquilidad le estaba fallando, iba a quebrarse en cualquier momento.

Inspiró profundo.

Alguien avanzó hacía él desde atrás, y le palmeó la espalda: « Lo siento mucho ». ¿Cuántas veces más tendría que escucharlo? No lo sentían, ¡no podían sentirlo! No existía forma de empatía alguna ante una situación como esa.

Pero aún así, pese a que se había limitado a asentir durante las últimas setenta y dos horas, decidió voltearse y dar las gracias. Entonces la imagen llegó a él. Lacónico y demasiado abatido, Fugaku le observaba con expresión ausente desde un viejo madero.

— ¿Esta es tu manera de enfrentar la situación? —Preguntó.

El hombre entrecerró los ojos.

—No seas igual que él, Sasuke. —dijo, y las palabras lo golpearon tan fuerte como la realidad. —Llora si tienes que hacerlo —continuó. —, nadie lo hará por ti.

¿Era todo? Sasuke apretó los labios. ¿Era todo lo que le quedaba, llorar? Llorar no iba a traerlo de vuelta. ¡Itachi se había ido, Itachi no se había ido y ya no volvería!

Apretó el puño ocultó dentro del bolsillo del pantalón, y sintió el nudo trepar desde algún punto oculto del estomago hasta la garganta. Estaba desecho.

—Entenderás… —Fugaku dijo, poniendo una mano sobre el hombro del menor. —, que muchas de estas personas solo están aquí por conveniencia. Itachi falleció, Sasuke, pero su dinero y sus inversiones siguen vivas. No quisiera tener que estrechar la mano de nadie que no lamente realmente la perdida de mi hijo. Tú puedes hacerlo si lo deseas, por supuesto. En todo caso, será responsabilidad tuya de ahora en adelante lidiar con ellos. —hizo una pausa. —Se duro si se te da mejor. Pero con ellos, no conmigo. Si quieres quebrarte, adelante, hazlo frente a mí.

—Mikoto está llorando, de eso es de lo que deberías estar encargándote ahora, chichi-ue.

Fugaku asintió, observando a su mujer de lejos.

—Vamos, Sasuke.

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Mikoto observó a través de las ventanas a la pequeña multitud dispersarse.

Sasuke aún permanecía ahí, observándola con cautela, indeciso sobre la forma correcta de proceder.

—Fugaku, no podemos dejarla sola. Mírala, es una niña, es… una niña.

El Uchiha torció los labios: —Mira bien, Mikoto, es una mujer la que tienes ahí en frente, no una niña.

—Es una niña para mí, ¿no lo ves? Podría ser tu hija, Fugaku… Es casi tan joven como Sasuke. ¿No sientes al menos…?

— ¡Si esa mujer fuera mi hija no estaríamos pasando por esto! Mi hijo, Mikoto, fue él que murió en el accidente, ¡eres tú la que no ve!

—Ella lo hacía feliz, ¡lo sabes! Incluso Sasuke, ¡incluso él lo sabe!

Fugaku volvió a mirar a través del vidrio empañado: — ¿Qué es lo que piensas hacer?, ¿Vas a convertirte en su madre ahora? Aún te queda un hijo, Mikoto.

—Sasuke es fuerte, te tiene a ti y me tiene a mí. Ella solo tenía a Itachi, y ahora no está. —Volvió a pasar el pañuelo por sus ojos, y noto como la mirada rígida de su esposo se iba suavizando. –Lo correcto es cuidar de ella, sabes que lo habría querido así. No le dimos una oportunidad antes, pero podemos dársela ahora.

Fugaku continuo poniendo peros, pero era solo su orgullo hablando. Por supuesto que Itachi lo habría querido así, era su esposa, la mujer por la que había renunciado a todo. Y habría sido también la madre de su primer nieto, si el accidente se lo hubiese permitido. 18 semanas…

— ¿Vas a quedarte con ella? —Preguntó. Ella asintió.

—Llámame si necesitas algo. Y por favor no olvides que hay que resolver los asuntos legales de Itachi.

Mikoto se despidió con un beso, y un abrazo que se prologo más de lo que habría querido. Sabía que su esposo también la necesitaba, pero él nunca lo admitiría.

Fugaku la vio irse sin reparar en nada mas, excepto en su pequeño Sasuke, al que no pudo sacarle nada más que un beso en la frente y una sonrisa forzada.

Las semanas siguientes transcurrieron con perturbadora tranquilidad. Sasuke se ausento de la universidad tan pocos días como considero necesario, y luego continuo asintiendo regularmente. Y como esperaban, el juzgado llamó para dar un veredicto respecto a los asuntos legales de Itachi y la distribución de sus bienes.

El mayor de los Uchiha no tenía mayores deudas, pero sí una empresa joven y prometedora que había iniciado luego de vender sus acciones de la compañía familiar.

Como era de esperarse, la mayor parte de los bienes pasó a manos de su viuda y su hermano menor, dejando el resto en nombre de Mikoto y Fugaku.

—Uchiha Sasuke, –llamó el juez, indicándole que por favor se acercara.

Un pequeño sobre de papel manila le fue entregado luego de rubricar su firma.

El moreno leyó en voz baja ante la expectativa de todos los presentes. No dijo nada al juez, y se limito únicamente a sus familiares más cercanos. Observo a Fugaku, luego a Mikoto, y en último lugar a su cuñada.

— ¿Hay algo que debamos saber? —Fugaku hizo un ademan de querer tomar el manila en sus manos, pero Sasuke lo impidió. En su lugar, tomo una postura seria, y se dispuso a hablar: —Múdate con nosotros. —Dijo, volteándose hacia le pelirrosa de ojos verdes. —Sakura —recalcó. —Si no tienes ninguna objeción, eres libre de venir a vivir con nosotros el tiempo que necesites.

— ¿Es su última voluntad? —Pregunto Mikoto con voz endeble y ojos llorosos.

—No, es mi decisión.

—Mikoto, si no dices nada, voy a ser yo quien le haga entender que esa mujer no va a venir a vivir con nosotros. —Fugaku acusó al menor con la mirada.

—Debe tener una buena razón, acepta, al menos por un tiempo. Si pasaras un día con ella sabrías cuanto afecto necesita en estos momentos, y… Fugaku, por favor.

—Haz lo que quieras, ¡hagan ambos lo que quieran!

En los días siguientes, Sakura trasladó sus pertenencias a la residencia Uchiha, y Fugaku le asignó la habitación de huéspedes del segundo piso, lejos de la suya, « así podría llorar mares y no tendría que escucharla. »

—Ayúdala en lo que puedas, Sasuke. Tal vez se sienta mejor estando contigo.

El no se negó, pero su naturaleza callada y reservada no le de mucha ayuda. Sasuke no abría la boca más que para lo necesario, y pasaba gran parte de su tiempo ocupándose de la universidad y revisando informes sobre la situación de la empresa.

—Debiste tener una buena razón para hacerme venir aquí, Itachi…, el problema está en que aún no la he encontrado. —Sakura ahogo un suspiro, y apago las luces. Ya era muy tarde, y desvelarse solo le daba más tiempo para pensar en su perdida.

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Sasuke, siempre ha sido mi intención liberarte de cargas innecesarias, incluso de aquellas de las que has querido hacerte cargo.

Por favor, no me veas como el hijo prodigo que permitió que el orgullo lo dejara caminar tan lejos que olvidó el camino de regreso a casa. Ser como chichi-ue nunca fue mi deseo, fue el tuyo. Pero no podía huir de mi responsabilidad, y lamento si lastimé tu orgullo al tomar el lugar que deseabas ocupar.

Fue mi falla el no haber visto más allá de mi deseo de protegerte y hacer de ti un hombre mejor del que yo mismo fui. Pero solo quería mantenerte lejos de un mundo que se llenará las manos de ti sin darte nada a cambio, solo quise ser tu hermano mayor.

Pero nada de esto tiene importancia ahora, porque si esta carta ha llegado a tus manos, significa que ya no estoy aquí.

Por favor cuida de ella y de mi hijo. Sakura sabrá salir adelante, pero necesitará saber que no está sola. Si cae, levántala, camina con ella hasta que pueda continuar por su cuenta. Date la oportunidad de conocerla y permítesela a ella. No pido más.

Itachi.

Sasuke apretó los ojos y dejó la carta a un lado. ¿Por qué le había dejado una carga como esa? Una mujer a la que se había negado a conocer, a la que había tachado de las formas más despectivas que conocía ¿cómo podría ayudarla?, ¿cómo tenderle una mano ahora, solo porque él hacía falta? Era cínico, era insano.

Le haría daño, estaba convencido.

—Tú última voluntad. –Susurro, antes de apagar las luces. —Quien diría que no habría una próxima vez…