Capitulo 1: Un pasado confuso, un futuro incierto
-¡Kenshin! ¡Kenshin! –
Podía escuchar una voz que lo llamaba. Como en un sueño lejano, apenas un eco. Vino a su mente la imagen de Kaoru. Pero no. Aquella voz provenía de algún rincón más oscuro de su mente, de un alma desesperada. Quiso abrir sus ojos para seguir a aquella voz atormentada, pero solo logró ver la oscuridad de la noche cubriendo los callejones de Kyoto. La sangre corría como ríos por las veredas, mientras una mujer ahogaba un grito sobre el cadáver de un joven samurái. De pronto Kenshin se encontró a si mismo sosteniendo una espada ensangrentada, sin su filo revertido. Dejo caer el arma al suelo, aterrado de descubrir que había enloquecido, que había vuelto a ser un asesino. Corrió hacia aquella mujer rogando que no fuera demasiado tarde para ayudarla. Entonces ella se puso de pie, y volteo su rostro bruscamente, mirándolo fijo.
-Tomoe – Kenshin estaba perplejo. Ella lo abrazó, y de pronto la nieve cubrió todo el lugar. Donde quiera que miraba solo veía todo blanco, excepto por la mujer que yacía entre sus brazos, pintada de rojo.
-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Que alguien me ayude! – Él intento gritar pero no había nadie – Tomoe resiste. Estarás bien…- pero la mujer estaba fría y blanca como la nieve. – ¡Ayuda!- sus ojos buscaban desesperadamente a alguien entre las eternas filas de pinos que los rodeaban, cuando volvió a escuchar la voz que llamaba su nombre entre llantos. Solo entonces apareció un hombre de cabellos blancos y lentes oscuros, sonriendo sombríamente. "Enishi" pensó.
-Kenshin… - la voz que lo llamaba sonaba cada vez más cercana. Fue entonces cuando volvió a mirar a la persona que sostenía entre sus brazos.
-¡Kaoru-dono! – fue tan grande el asombro que cayó con ella sobre la nieve, dejando un halo de sangre a su alrededor. – No. No por favor. Por qué está sucediendo esto. Kaoru-dono…no pude hacer nada – sus lágrimas caían sobre la vieja espada que atravesaba el pecho de la mujer, era tal su desesperación que apenas podía respirar. Mientras Enishi observaba y reía eufóricamente.
-¡Kenshin! ¡Kenshin!- el llanto retumbaba en sus oídos, los gritos eran tan fuertes que ya se hacían insoportables, y todo el lugar ardía en llamas…
¡KENSHIN DESPIERTA!
…
-Yahiko – Cuando abrió los ojos le costó trabajo percatarse donde estaba, se encontró sentado afuera del dojo Kamiya. Observó un momento como el agua del estanque llenaba la caña de bambú hasta dejarla caer sobre la otra, y luego escuchó otra vez la voz de Yahiko, volviendo en sí.
-¿Estas bien Kenshin?- Yahiko lo miraba preocupado- llevas sentado aquí toda la mañana sin moverte, te he estado llamando hace un rato.
- no te preocupes, ha sido solo un mal sueño – respondió intentando secar disimuladamente sus ojos.
Sin terminar de convencerse, el chico intentó animarlo– pues entonces apúrate, Kaoru nos está esperando, debe estar enfurecida. Tendrás que hacer la limpieza por mí esta semana.
-¡Es cierto! ¡Casi lo olvido! ¿Qué hora es? Me matará si no llego a tiempo. Gracias por venir a buscarme, se lo ansioso que debes estar por ver a Tsubame-chan
¡Claro que no! Es decir… si estoy ansioso… por verlos a todos, en el Akabeko reconstruido- su voz temblaba mientras su rostro se iba tornando rojo.
Por su puesto – Kenshin sonrió – vamos.
Parecía que el Akabeko tuviera su propio festival esa noche. Las luces llamaban la atención de los transeúntes, que observaban hacia adentro los pasillos adornados con lámparas de papeles y artículos traídos desde occidente. La música alcanzaba hasta las cuadras más cercanas, y la comida y el licor abundaban para todos los amigos y conocidos que habían ayudado a reconstruir el lugar. En el salón principal, Kaoru recibía a los primero invitados que comenzaban a llegar. Kenshin y Yahiko aprovecharon de entrar disimuladamente para dirigirse a la cocina, cuando Kaoru los vio
-Kenshin…se supone que debían haber llegado hace media hora. La pobre Tsubame está sola en la cocina terminando la comida-
-¿Tsubame? - Yahiko corrió a la cocina. Y Kenshin se quedó solo con la mirada amenazadora de Kaoru.
-¡espérame Yahiko no me dejes!- Corrió tras él.
-Es el colmo…- los miro refunfuñado, y rápidamente cambio su expresión a una sonrisa radiante recibiendo a los invitados
En la cocina Kenshin y Yahiko hicieron su entrada triunfal, mientras Tsubame miraba sin saber que hacer las bandejas con 100 rolls de sushi aun sin cortar.
-¡hiten mitsurugi ryu! -
-¡kamiya kashin ryu! -
Y en unos segundos todas las bandejas se encontraban cortadas en varias piezas.
-¡Gracias! Muchísimas gracias Yahiko-ch… Yahiko-kun- dijo Tsubame, y volvieron los tres al comedor para unirse al resto de los invitados en las mesas
Para la sorpresa de Kenshin, Kaoru ya había comenzado a beber sake con los amigos de Sano, recordando buenos momentos, conversando animosamente.
-¿Kaoru-dono no es muy temprano para comenzar a beber?-dijo con una tímida sonrisa
-Ken-san déjala beber en paz, ya es una adulta, recuerda que hace unos días cumplió 18- dijo Tae
-así es, además no tengo por qué pedirte permiso a ti- respondió Kaoru apartando su mirada.
La fiesta continuo, y la gente bebía y comía en cantidades. Kenshin debía vigilar constantemente a Yahiko para que no se acercara al alcohol, a la vez que observaba de lejos a Kaoru beber sin poder decir nada, mientras lo obligaban a servirse otro sake. Entonces noto que Tae trajo unas botellas con forma y etiqueta muy particular.
El vino es un licor que proviene de la uva- aclaró Tae mientras vertía el oscuro liquido sobre las copas- es muy típico en los banquetes occidentales.
Todos los invitados se sirvieron una copa para acompañar los platos calientes. A eso de las 11 de la noche, Yahiko se había rendido ante el sueño y un estómago lleno, recostándose en una esquina. Cuando nadie miraba, Tsubame lo cubrió con una manta tratando de no despertarlo, y se sentó a su lado, y vencida por la pesadez de sus parpados también se durmió.
Ya se había ido la mayoría de la gente, y las copas de más habían hecho que Kaoru olvidara su enojo con Kenshin. Incluso él se había entusiasmado con el vino y se sentía un poco inestable. En general no le gustaba beber, se sentía inseguro, desprotegido, no tenía sus sentidos al máximo. Solo solia beber antes de la Era Meiji, cuando no le importaba morir, y las noches se hacían muy largas cuando veía los rostros de los hombres que había asesinado. Ahora no. Ahora había encontrado la paz en Tokyo, una vida tranquila, por primera vez en muchos años dormía en una cama, y no en vigilia con su espada. Y sin embargo, ese día algo lo incitó a beber. Se sentía inquieto. Sabía que ya había terminado todo el episodio con Enishi, pero aun así, todo había sido muy reciente. Aun no se recuperaba de la culpa que sentía por haber involucrado a Kaoru, ni del shock de ver a la mujer que amaba "morir" por segunda vez. Se sintió mareado, hizo lo mejor que pudo para ponerse de pie y salir, necesitaba aire fresco.
Se sentó en el marco de la puerta de entrada del Akabeko, dejando atrás el murmullo y las risas de sus amigos. Miró hacia arriba y se encontró con un cielo despejado de pleno verano, y de alguna forma se sintió aliviado. Estaba tan concentrado observando las estrellas, que no sintió cuando Kaoru se sentó a su lado.
-mira las luciérnagas- dijo ella, y el lugar estaba rodeado de pequeñas lucecitas- la última vez que las vimos así, te ibas a Kyoto y te despedías, y yo creía no verte más.
-muchas cosas han pasado en tan poco tiempo- guardó silencio un instante para escuchar el canto de las cigarras- quizás lo más importante, es que encontré mi hogar.
-Kenshin- Kaoru lo miro y le sonrió- eso me hace muy feliz. Sabes… he pensado mucho estos días, y he llegado a la conclusión de que lo de Enishi no fue la primera ni será la última vez que nuestras vidas corren peligro, ya que jamás lo volvió a mencionar- Kenshin la miró sorprendido, pues no creía que ella también seguía pensando en lo sucedido – pero ahora sé cuál es la solución. Estoy segura. Quiero quedarme a tu lado, sin importar que el pasado venga a acecharte una y otra vez. No voy a esconderme lejos, ni me quedare cerca para que me protejas. Luchare a tu lado siempre.
-Kaoru-dono- Kenshin le sonrió. Se sentía tan aliviado de no ser el único que le seguía dando vueltas a ese tema, que quiso abrazarla. Estaban muy cerca el uno del otro. Kenshin tomo su mano, y asintió con su cabeza – también quiero luchar contigo a mi lado, y no sentir miedo de perderte.
Kaoru se sonrojo, sin saber que hacer luego de eso, pues él la miraba fijamente y con una sonrisa sincera. Así que cambio el tema apartando la mirada – Kenshin- su rostro se tornó triste y sombrío- ¿No crees que es un poco solitario a veces? Me refiero a la casa, sin Sanosuke y Megumi…
-si a veces se siente un poco vacía, es cierto – dijo melancólico- Pero por otro lado nos tenemos el uno al otro y a Yahiko. Y el dojo cada día va aumentando sus alumnos. Además, Megumi no esta tan lejos, y podemos ir a verla en cualquier momento- Kenshin sonrió
-¿eh? ¡Tienes razón! ¿Por qué no lo pensé antes? Mañana mismo iremos a verla-
-¿oro?…
Kaoru se puso de pie enérgicamente, entusiasmada por la idea de viajar. Pero el alcohol no acompañaba mucho a su cuerpo, y se tambaleo de un lado a otro, perdiendo el equilibrio. Kenshin intento pararse rápidamente para atajarla, olvidando que él también se encontraba entorpecido por el efecto del vino, y ambos tropezaron, cayendo él primero para amortiguar el golpe. Sin moverse del lugar Kenshin preguntó
– ¿estás bien?-
- sí, eso creo- y cuando se incorporaron para sentarse, sus rostros se encontraron, mirándose fijamente. Era primera vez que Kaoru veía a Kenshin con sus mejillas sonrojadas, quizás por el efecto del alcohol, pero le pareció aún más tierno que de costumbre. Se dio cuenta que el aun la sostenía por los brazos, y que se encontraba sentada sobre él. Nunca había visto tan de cerca su cicatriz, y no pudo contener las ganas de acariciarla, dibujando una línea imaginaria con sus dedos sobre ella. Entonces el tomo su rostro entre sus manos, apartando los mechones de cabello de su rostro. Se encontraban tan cerca que podía sentir su respiración. Él se acercó un poco más para acortar la distancia que quedaba entre sus labios…
¡KAORU! ¡KENSHIN! ¡Una carta de Sano! Dice que… - Yahiko entro corriendo por la puerta y observo la escena asombrado – oye Kensin, me alegro que al fin te hayas decidido. Pero por qué te demoraste tanto, hagan eso en otro lado.
Kaoru sentía como la sangre le subía a la cabeza y se tornaba roja de pies a cabeza, y su reacción fue tomar a Kenshin por la cabeza, y estrellarla contra la tierra, escondiéndolo como un avestruz, y rió nerviosamente – ahahaha no es lo que tú piensas Yahiko, solo estábamos…- mientras Kenshin se quejaba desde el suelo
Si claro – dijo Yahiko sin tomarla en cuenta- en todo caso lean la carta de Sano – Kenshin y Kaoru se pusieron de pie para leerla.
Hey amigos, espero se encuentren bien. Yo ya llegue al continente, me encuentro en estos momentos en Shanghai. ¡La comida esta buenísima y muy barata! Conocí a un monje shaolin que hablaba japonés y me ayudo con el idioma, es un excelente luchador. Lo obligué a que me mostrara el templo donde entrena, y estoy afuera esperando a que venga el maestro, pero no me quieren dejar entrar. Aun así entrare aunque tengo que echar el templo abajo hahaha.
Cuidense. Y Kenshi… hazte hombre de una buena vez. Cuida de Kaoru y Yahiko, o quizás ellos tendrán que cuidarte a ti. Saludos a esa doctora loca, pobre de ella que no sea la mejor cuando yo vuelva.
Las caras de todos mostraban una mezcla de felicidad, con decepción y preocupación.
-va a derrumbar un templo… y destruirá toda China…- dijo Kaoru
-hazte hombre…hazte hombre- Kenshin repetía para sí mismo sentado en un rincón
-¡esperen! Hay algo más, miren. – Yahiko apuntó al reverso de la carta
Post Data: Ah, casi lo olvido. Una persona importante para mi ira a verlos. Es muy fuerte y valiente, por favor cuiden bien de esta persona.
La única persona que se les vino la mente fue su amigo de la infancia Katsuhiro, lo que era muy poco probable, así que debieron quedarse con la intriga. Decidieron entrar nuevamente.
Kenshin y Yahiko ayudaron a Tae a retirar la loza sucia y a ordenar, ya que Tsubame se encontraba profundamente dormida, y Kaoru ya comenzaba a sentir los efectos de la resaca. Luego de ordenar, Kenshin subió a Kaoru sobre su espalda y partieron camino de regreso a casa.
-debería darte vergüenza- Yahiko molestaba a Kaoru cuando iban saliendo
-tu dormiste la mitad de la noche y por eso no te sientes como yo de cansada- respondió ella, sin animo siquiera de discutir
Justo en la salida, un hombre alto y de capucha negra se paró frente a la puerta, y sin mirarlos, espero a que salieran para él entrar. Tae salió a recibirlo – Disculpe señor, acabamos de cerrar. Por favor vuelva otro día-
-oh, discúlpeme. Es una lástima- y agachando su cabeza, dio media vuelta y se retiró.
A Kenshin le llamó la atención su vestimenta, y sentía alrededor de él un aura extraña y densa. Prefirió no decir nada, y esperar a que el tipo se fuera. Luego emprendieron camino tranquilamente a la casa.
