Este fic fue escrito hace mucho, mucho tiempo junto a mi amiga Ichi-Hana. Supongo que debería avergonzarme de este fic muy malo, pero fue el primero que publicamos en una página ajena a esta.
Aún así, siento orgullo de este fic. Fue una de las primeras cosas que escribimos.
Ichi-Hana, lo recuerdas?
Estos personajes no me pertenecen, y sí a J. K. Rowling y a Warner Bros.
Capítulo 1: LA NUEVA VECINA
En las últimas semanas, Harry Potter había pasado un poco distante, pensando en su padrino y en la profecía. Estaba con su primo Dudley en el patio trasero de su casa, intentando leer el libro "Magia Defensiva y Práctica y cómo Utilizarla Contra las Artes Oscuras" que Sirius Black le había regalado la navidad pasada, mientras Dudley leía una revista de videojuegos (miraba, porque creo que Dudley mal sabe leer). Harry estaba concentrado en el capítulo "Los hechizos más potentes" cuando su tía lo interrumpió:
—¡Harry! ¡Harry! ¡Ve a atender la puerta!
—¡Voy! —gritó Harry cerrando el libro, prefería no discutir. Se dirigió hacia la puerta de mal talante—. ¿Quién es? —preguntó de mal humor antes de abrirla—, si es el jefe del señor Dursley, él no está.
A Harry se le había prohibido atender la puerta al jefe de su tío, porque él y Vernon Dursley habían tenido una pequeña discusión y tío Vernon no quería hablar con él por si lo despedía.
—No soy el jefe del señor Dursley —dijo una voz grave del otro lado de la puerta—, soy el nuevo vecino, vivo al frente.
Harry entreabrió la puerta y una pareja de ancianos lo saludó alegremente.
—Disculpe por molestar, pero somos nuevos aquí y queríamos conocer a nuestros vecinos —dijo el hombre.
—Está bien —dijo Harry abriendo la puerta—. Mi nombre es Harry Potter, sobrino de los dueños de la casa, ¿y ustedes?
Al oír su nombre, la pareja quedó perpleja.
—¿Dijiste Harry Potter? ¿El famoso Harry Potter? —preguntó el señor.
La mujer miró a Harry de pies a cabeza y luego miró la frente del chico.
—Ustedes son magos, ¿no? —dijo Harry incrédulo.
—Sí, y de la mejor estirpe —afirmó orgulloso el hombre—. Somos los Spence, yo soy John y mi esposa Elizabeth —presentó—. Hemos venido a vivir aquí, sabemos que es un lugar tranquilo.
—¿No son de aquí?
—No, somos de Estados Unidos, específicamente Nebraska.
—Harry, ¿quién es? —interrumpió tía Petunia desde la cocina.
—Son los nuevos vecinos, los Spence —contestó Harry mientras veía como su tía se acercaba a la puerta.
—¡Hola! —dijo tía Petunia fingiendo alegría—. Soy Petunia Dursley.
—¡Ah! Hola, señora Dursley, un gusto, como acaba de decir el muchacho, somos nuevos en el vecindario —dijo Elizabeth.
—¡Qué bueno! Seguro que nos llevaremos bien —exclamó Petunia.
—Ya nos estamos llevando bien —dijo John, guiñándole un ojo a Harry.
—Disculpe, pero dejamos a nuestra nieta Alex sola y tengo que hacer el almuerzo —dijo Elizabeth—. ¡Ah! Harry puede ir a casa a conocer nuestra nieta, ya que son de la misma edad...
—Y también puede ir Dudley, mi hijo —comentó tía Petunia.
Los Spence se despidieron y tía Petunia volvió a la cocina. Harry cerró la puerta y subió las escaleras como un rayo y cuando abrió la puerta de su cuarto, oyó el timbre de nuevo. Con pésimo humor, bajó hacia la puerta:
—¿Quién es? —preguntó.
—Somos del ministerio de la magia y venimos a llevar a Harry Potter a Azkaban.
Harry, reconociendo aquella voz, abrió apresuradamente y allí estaban Ron y Hermione, la chica llevaba entre los brazos a Crookshanks, su gato.
—¡Hermione! ¡Ron! ¿Cómo llegaron hasta acá? —preguntó Harry
—Venimos con ellos —Ron apuntó con el pulgar por encima del hombro a Fred y a George, que estaban en un coche Mercedes Bens rojo.
—¿Cómo consiguieron ese coche? —preguntó Harry con curiosidad.
—La tienda de chascos nos está yendo maravillosamente bien —contestó Fred. Hermione hizo una mueca de desaprobación.
—Venimos a llevarte al King's Cross para ir a Hogwarts —dijo Hermione—. Fred y George nos llevarán. ¡Quédate quieto! —retó ella a su gato que se debatía entre sus brazos. Hermione lo soltó y Crookshanks salió en disparada por la escalera.
—¿Quién es, Harry? —preguntó tía Petunia que ahora estaba detrás de Harry, con un plato en la mano, mirando a los chicos asustada.
—Son mis amigos del colegio —respondió Harry fríamente.
Tía Petunia miró de reojo a Ron y a Hermione y volvió a la cocina. Hermione abrió la boca para hablar, pero unos maullidos la interrumpieron.
—¿Qué ruido es ese? —preguntó Ron asustado.
—¡Crookshanks! —gritó Hermione. Subió por las escaleras seguida por Ron y Harry, miró hacia todos los lados, pero no lo vio.
—¡En mi cuarto! —dijo Harry entrando en su dormitorio. Encontraron a Crookshanks peleando con otro gato de color negro con los ojos celestes. Hermione agarró a su gato y Harry intentó agarrar al gato desconocido, pero recibió un arañazo en su rostro.
—¡Qué gato bravo! —dijo George entrando en el cuarto—. ¿Es tuyo?
—Nunca lo vi —gruño Harry mientras ataba una cuerda alrededor del cuello del gato. Ató el otro extremo en una de las patas de la cama.
—Harry, hay una chica que quiere hablar contigo —dijo Fred entrando en el cuarto y echando un vistazo en el gato.
—¿Quién? —preguntó Harry tocándose la herida.
—No sé.
Harry bajó por las escaleras y vio a una chica de más o menos 16 años, tenía el pelo negro azabache igual que Harry que le llegaba hasta los hombros y los ojos de un azul intenso. Harry sintió una punzada de dolor en su cicatriz, pero no hizo caso.
—Hola —saludó la chica alegremente—. Mi nombre es Alexandra Spence, pero llámame Alex. Vine a preguntar si viste a Sombra, es mi gato que se perdió. Es negro y...
—Está en mi cuarto —dijo Harry cortante—, atacó a Crookshanks.
—¿Atacó a quién? —preguntó ella desconcentrada.
—Al gato de una amiga.
Harry subió hacia su cuarto y Alex lo siguió. Al entrar en el dormitorio, Alex corrió hacia su gato y lo abrazó, que por su cuenta comenzó a ronronear.
—Disculpen a Sombra. No está acostumbrado a vivir por aquí —dijo ella mirando a Harry. Desató a su gato y lo agarró entre sus brazos. Sombra comenzó a juguetear con los lisos cabellos de Alex—. Tengo que ir, mi abuela me espera —Alex salió del dormitorio y Harry vio por la ventana cuando ella cruzó la calle.
—Sombra... Qué nombre para un gato —comentó Hermione.
Los muchachos pasaron la noche en el coche de Fred y George (cosa que a tío Vernon no le agradó). A la mañana siguiente, los muchachos se durmieron. Al despertarse, Fred miró su reloj y se sobresaltó.
—Estamos retrasados —dijo—, tenemos que llegar a la plataforma 9 ¾ en media hora sino ustedes pierden el tren.
Harry y sus amigos se subieron al coche. Después de diez minutos de viaje, Hermione se comía las uñas de nerviosismo y Ron repetía sin parar: "No vamos a llegar" y George casi lo golpea.
—Creo que tenemos que tomar una opción más rápida para llegar —dijo Fred.
George asintió y presionó un botón que estaba en el tablero. El coche se agrandó hasta transformarse en una ambulancia cuyas sirenas resonaban fuertemente. Harry miró por la ventanilla y notó que nadie en la calle se dio cuenta de la transformación.
Los otros vehículos abrían paso para ellos y en cinco minutos llegaron. Al salir, Harry notó que la ambulancia se transformaba de nuevo en el Mercedes Bens rojo. Corrieron hasta la plataforma que quedaba entre la nueve y la diez. El señor y la señora Weasley los esperaban junto a Ginny.
—Vamos, faltan cinco minutos —dijo la señora Weasley. Hermione avanzó hasta desaparecer por la pared, Ron y Ginny la siguieron.
—Harry —dijo el señor Weasley—, es tu vez.
Harry atravesó el muro y se subió en el tren y con sus amigos buscaron un compartimiento.
—Aquél está vacío —dijo Ginny. Entraron y cerraron la puerta.
—Dentro de media hora tenemos que ir al compartimiento de los perfectos, Ron —informó Hermione.
—Ah, sí... —dijo Ron—. No te importas, ¿no?
—No —contestó Harry. En ese instante la puerta del compartimiento se abrió y apareció Alex.
—Disculpa, pensé que estaba vacío —dijo ella—. ¿Puedo?
—Claro —dijo Ginny. Alex llevaba entre los brazos a Sombra y su baúl tenía cuatro patas y la seguía por el pasillo—. ¿Vas a Hogwarts? —preguntó curiosa.
—Sí, me trasladaron del colegio "Las brujas de Salén".
—Leí que es el mejor colegio de Norteamérica —dijo Hermione.
Harry sintió un dolor agudo en su cicatriz, se quejó y se llevó la mano a la frente.
—Harry, ¿estás bien? —preguntó preocupado Ron.
—Sí —mintió Harry. Otra punzada de dolor recorrió su cicatriz.
—¿Harry? —preguntó Alex—, ¿Harry Potter? —miró fijamente a Harry y susurró—. Dumbledore me habló sobre ti.
Harry miró a Alex detenidamente. Tuvo la extraña sensación que la conocía de algún lugar, pero sabía que era imposible. Pasaron el resto del viaje en silencio. Ron y Hermione tenían que hacer sus trabajos como prefectos y Alex no era el tipo de chica que habla mucho. Al llegar a Hogwarts, los cinco se dirigieron al gran salón y después que pasaron todos los alumnos de primero para seleccionarlos a una casa, la profesora McGonagall llamó a Alex. Harry notó que ella estaba nerviosa; Alex se sentó en el taburete y la profesora le puso el sombrero que le tapó sus ojos azules.
—Hummm... —dijo el sombrero a su oído—. Determinación, coraje, valor, inteligencia. Te darías bien en Slytherin, como tu padre fue a ella... pero tú no tienes el mismo destino que él, eres diferente. Entonces te pondré en... ¡GRYFFINDOR!
Alex corrió hacia donde estaban Harry, Ron, Hermione y Ginny y se sentó al lado de Harry.
—¿Quién será nuestro nuevo profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras? —preguntó Ron buscando alguna cara nueva en la mesa—. Hay un asiento vacío, ¿será que todavía no encontraron?
—Talvez no —contestó Hermione.
—¿No será aquél? —preguntó Ginny, apuntando a un mago que estaba de pie cerca de la entrada principal. Debería tener unos 26 años, tenía el pelo y los ojos castaños.
Harry pasó la mirada desde el mago hasta la mesa de Ravenclaw, donde Cho Chang reía con sus amigas. En ese instante sintió algo extraño, una rabia inmensa y la cicatriz le comenzó a doler fuertemente.
—Parece que Voldemort está enojado —gruñó Harry sintiendo otra punzada de dolor. Hermione y Ron lo miraron atónitos y Alex frunció el ceño—. Me duele la cicatriz.
—¿Vo... Voldemort? —dijo Alex mirando a Harry. Se puso de pie de un salto y susurró—. No me gusta que hables de Lord Voldemort cuando yo esté —Harry vio que los ojos de la chica se llenaban de lágrimas—. Lo odio... lo odio... ¡lo odio!
Alex salió corriendo hacia la puerta principal y desapareció por los corredores. Harry miró a sus amigos, mientras sentía el dolor desvanecerse.
—¿Qué le pasó? —preguntó Ron—, parece que realmente odia al Innombrable. Esa chica nunca me cayó bien...
—Talvez sea solitaria —Hermione echó un vistazo en el mago que estaba cerca de la entrada—. Parece que no le gusta comer con nosotros —dijo apuntándolo con la cabeza.
Después de comer, Hermione y Ron llevaron a los alumnos de primer año a la torre de Gryffindor. Se detuvieron frente al retrato de la Dama Gorda y Hermione dijo la nueva contraseña ("tigre mágico") y entraron en la sala común.
Después de una hora, Alex apareció cuando Harry, Ron y Hermione repasaban los horarios para el día siguiente, y sin mirar a los tres, se dirigió al dormitorio.
—¿Dónde se habrá metido? —preguntó Hermione preocupada.
—¿A quién le importa? —dijo Ron—. Mañana tenemos dos horas de pociones y... oh, no... otra vez con Slytherin —gruñó enojado—, y después Defensa Contra las Artes Oscuras con Ravenclaw.
Harry no estaba prestando atención en la charla de sus amigos, sino que estaba pensando en porque Alex odiaba a Voldemort tanto cuanto él.
—Harry, ¡Harry! —llamó Hermione al darse cuenta que él no contestaba—. Estábamos hablando en porque todavía no recibimos el resultado de las MHB. Estábamos pensando en hablar con la profesora McGonagall...
—¿Qué te pasa? —preguntó Ron—. Estás muy pensativo.
—En nada —mintió—. Mejor me voy a dormir.
Harry se fue hacia su dormitorio, se puso su pijama y se acostó. Durante un rato quedó pensando en porqué Voldemort se había quedado enojado esa noche. Absorto en sus pensamientos, Harry no vio que una sombra se movía por el cuarto. Harry escuchó que las cortinas de su cama se corrían y en ese instante, un cuchillo flotando en el aire caía directamente hacia su pecho. Harry saltó hacia el suelo y el cuchillo se clavó el colchón de la cama. Vio a una persona encapuchada cerca de la columna de su cama blandiendo una varita. Buscó su varita en la mesita de luz.
— Expelliarmus! —la varita del desconocido voló y el mago fue tras ella, luego desapareció.
—Harry, ¿qué pasó? —preguntó Neville desde su cama—, oí ruidos.
—Alguien quería matarme —dijo Harry agarrando el cuchillo de su cama.
—¿Quién? —preguntó Ron con la voz ronca—. No será el Innombrable, ¿no?
Harry no contestó, miraba el cuchillo como si fuera la respuesta de quien era el mago encapuchado. Se acostó y luego de un rato, durmió.
